Los sentimientos según Schneider y Scheler
Hugo Marietan,
www.marietan.com,
1994
En su recopilación del tema de los sentimientos, del que aquí hacemos
un resumen, Alonso Fernández(1) nos ofrece una serie de definiciones confusas
y difusas e inclusive una claudicación de Jaspers sobre el tema en 1959, quien dice:
"Se llama sentimiento a lo que no se sabe llamar de otro modo".
Alonso Fernández trata de limitar el concepto de sentimiento de manera
espacial, diciendo "el perímetro de los sentimientos comprende los tipos de
vivencias que consisten en estados pasivos del Yo, agradables o desagradables... Los
sentimientos no pertenecen, pues, ni a la conciencia de los objetos, como ocurre con la
sensopercepción y los pensamientos, ni a los estados activos del Yo, donde campean los
instintos, las tendencias y las voliciones".
Bleuler
R. Battegay et al.(2) define el afecto, en
fórmula simplificada, como "un movimiento emocional y anímico de carácter agudo e
intensivo, unido a un angostamiento de la conciencia, reducción del control de la
voluntad y fuerte repercusión en la esfera corporal. Le acompañan fenómenos
neurovegetativos (sudoración, entre otros) y movimientos expresivos inconscientes, cuasi
instintivos, de índole muy diversa: alegría, angustia, miedo, ira, odio,
etcétera".
Según James y Lange, "los fenómenos somáticos concomitantes se
identifican en cierto modo con los afectos. Lo que constituye el afecto es, aparte del
diverso tono cualitativo, el modo de lo cuantitativo: lo dinámico, lo energético".
Dice Battegay: "Entendemos por afectividad (E. Bleuler), en
principio de modo más bien fenomenológico descriptivo, la esfera de los estados de
ánimo, de los sentimientos, de la emotividad en todos sus matices, incluida su conexión
con impulsos y necesidades cuasi instintivos (pulsiones). Junto a este aspecto más bien
cualitativo de la afectividad, se da también un aspecto más dinámico-funcional:
capacidad de reaccionar, capacidad de vibración, modulación y consonancia, y no sólo
este parámetro en sí, sino también en su relación con procesos psíquicos superiores
(procesos cognitivos, pensamiento, etcétera). El choque o impulso afectivo que brota de
esta «esfera emocional», actúa marcando una dirección a todos los contenidos
vivenciales o del pensamiento correspondientes también a los estímulos de
dolor; su propia cualidad afectiva, en cambio, en el sentido de vivenciar estados de
ánimo y de sentimientos más finos, queda reprimida por esta actividad del pensamiento, y
sólo después de su extinción (latencia) es susceptible de vivenciarse. Así, la
actividad intelectual intensa (también la motora) apenas permite aflorar a la conciencia
las cualidades más finas del vivenciar afectivo, ya que las priva de su trasfondo
anímico-sentimental. Una proyección intensa, por ejemplo paranoide o hipocondríaca,
neutraliza el estado anímico. También un miedo concreto desvanece la angustia (la
angustia carece de contenido). La actividad intelectual y el vivenciar afectivo más fino
se encuentran, pues, en una cierta relación de exclusión mutua en cuanto a su
concienciación, y probablemente existan diversos umbrales o grados óptimos de
excitación en los sectores de la conciencia, coordinados con la esfera racional y la
esfera afectiva. No obstante, la bimodalidad de los dos estratos está también
condicionada, seguramente, por los diversos modos funcionales o rasgos estructurales en el
aspecto energético y de capacitación".
Schneider
K. Schneider (1948) clasifica las sensaciones en objetivas,
es decir, aquellas que pueden ser comprobadas a su vez por otros (visuales, auditivas); objetivas
y subjetivas a la vez (olfativas, gustativas, táctiles y térmicas); y las subjetivas
(el dolor, la sensación de posición, equilibrio, y las vitales).
Las sensaciones subjetivas son cualidades del Yo corporal, de carácter
localizado o difuso. La nota de pasividad existente en los sentimientos permite
distinguirlos de las tendencias, pero no de las sensaciones en cuanto estados pasivos del
Yo corporal.
Para K. Schneider, la nota esencial de los sentimientos frente a las
sensaciones reside en la peculiaridad de ser agradables o desagradables. Como vemos,
Schneider llama sentimiento a la significación de la sensación.
Scheler
Max Scheler (1921) llega a la conclusión de que hay cuatro
especies distintas de sentimientos: los sentimientos sensoriales, los sentimientos vitales,
los sentimientos anímicos o psíquicos, y los sentimientos espirituales o de la
personalidad.
Los sentimientos sensoriales:
- Son una conjunción de sensaciones a las que se agrega la
vivencia de agrado o desagrado.
- Los caracteriza el hecho de estar localizados en determinados puntos
del organismo, como por ejemplo el dolor.
- No tienen intencionalidad, son actuales, es decir, no hay ningún
recuerdo sentimental auténtico de ellos: el recuerdo de dolor no es lo mismo que sentir
dolor.
- Son puntiformes, es decir, sin continuidad de sentido; son los menos
afectados por la voluntad, están ligados a la sensación, pero le agregan una cualidad a
tono independiente de ella.
- Son estáticos.
Los sentimientos vitales:
- Se diferencian de los sensoriales por su carácter difuso, se
extienden por todo el cuerpo y no en una determinada región; por ejemplo las sensaciones
de comodidad, incomodidad o relajación.
- A diferencia de los sentimientos psíquicos, se sienten muy ligados
al cuerpo: yo no soy cómodo o incómodo, sino que me siento cómodo o incómodo con todo
mi cuerpo, hasta la última célula. En ese "me", se halla expresada la
corporalidad de los sentimientos vitales, que los distingue de los anímicos.
- Poseen la nota de relación, y además cierto carácter intencional.
Son manifestaciones de la propia experiencia de la continuidad personal a través del
cuerpo; son sentimientos llenos de futuración que nos ponen a distancia en contacto con
los acontecimientos temporales y espaciales, es decir en una apretada
síntesis los sentimientos vitales son difusos y están ligados al cuerpo,
son dinámicos, recordables, duraderos, tiene cierta intencionalidad. |