Carta comentada:
La
sombra del psicópata
Estimado Dr. Marietan
Hace mucho entré en
contacto contigo para contarte mi historia (ver
Carta: en la gruta del mitómano,
agosto, 2006).
El tiempo ha pasado y
poco a poco he reconstruido mi vida. Al leer lo que te
escribí descubro que mi perspectiva ha cambiado
notablemente. Ya no soy la complementaria que agradecía a su
psicópata haberle dado fuerza, ni la que le perdonaba y
recordaba casi con dulzura, la que le abrazaría el día de su
caída final (ver: poemas a un mitómano, julio 2006).
Después de permitirme
enojarme, de quitarle el velo rosa a mi historia y reconocer
el daño que causó su paso por mis días, fui reconstruyéndome
y asumiéndolo como una muy mala pasada que me había
ocurrido, que me hizo crecer como persona y aprender más
sobre la naturaleza humana y sí, aprendí también que jamás
volvería a ser la misma…
Toda esa historia, si
bien inherente a mi ser, se encontraba como una cicatriz. Te
escribo porque hoy el asunto ha despertado. Sé que es normal
y que se puede superar, es solo que necesito herramientas
para hacerlo.
Afortunadamente la
incapacidad de disfrutar los colores pastel y los sabores
suaves se disipó. Me he encontrado a un hombre inteligente y
sensible y estamos enamorados. El problema es que desde el
inicio de esta relación todos mis sensores despertaron,
buscando datos de alarma.
Sé que todos
presentamos rasgos que en un psicópata están exacerbados
¿quién no ha utilizado de alguna forma a otra persona?
¿Quién no ha mentido? ¿Quién ha sido insensible ante el
dolor ajeno? y de pronto me encuentro conociendo a este
nuevo hombre (Francisco) que me despierta una paranoia
impresionante. No puedo evitar relacionarlo con el psicópata
(Felipe) si Francisco tiene un desorden en la habitación,
recuerdo que Felipe igual lo hacía, si de pronto se muestra
insensible, lo catalogo como una falta de empatía
psicopática, etc.
Mi mente me dice que es
normal, que fue algo traumático y que poco a poco el cariño,
la convivencia y confianza me irán haciendo perder el miedo,
pero hay momentos en que la ansiedad es demasiada y
reconozco que voy más allá y la paranoia se apodera de mí.
Estoy consciente de que ni por estadística me toparía de
nuevo con un sol negro, que Francisco es un ser humano con
defectos y virtudes y que el tener de pronto un rasgo que
podría considerarse psicopático no lo convierte en eso.
Pero ¿cómo hacer que
esa parte racional se convierta en sentimiento?
Francisco ha sido
maravilloso, pero ahí lo tienes: constantemente examinado
bajo la lupa como un bicho y rumiando mil veces cualquier
acto o palabra intentado evitar despertar mi paranoia.
Francisco ha tenido la disposición y paciencia de estudiar
el tema, de explorar mis sentimientos y lo ha hecho tan bien
que sabe que es algo que por más que lea y platique jamás
podrá comprender. Así como no podemos contestar preguntas o
encontrar una línea lógica en una mente psicópata, tampoco
es posible, a pesar del amor y la buena voluntad, poder ser
empáticos con el complementario.
Estoy buscando a
alguien en mi país -México- que pueda ayudarnos con este
proceso, el problema es que no he encontrado a algún
profesional con experiencia en el tema, el «más experto en
psicopatía» cree que un psicópata es solo el asesino serial
de la cárcel, mucho menos saben qué hacer con una ex
complementaria y su pareja. Entiendo que un componente
fuerte de lo que siento se relaciona con la ansiedad, por lo
que trato de trabajar en ella, pero sé que hay mucho más por
hacer y que a Francisco le vendría bien un poco de asesoría.
¿Cómo lo ves? ¿Sabes de
alguien por acá en quien podamos apoyarnos?
Gracias por tu atención
Un abrazo
Kara
Kara:
Podemos decir que tu lucha por salir del circuito
psicopático ha sido exitoso: no has visto ni te has
contactado más con el mitómano.
Ahora, el tema es la cicatriz, la secuela de haber estado
con un psicópata.
Aún sigue activado tu sistema de alarma antipsicópatas. Eso
no es posible evitarlo. Es tanto el sufrimiento, el desgaste
de la autoestima, que no queremos pasar otra vez por otra
devastación. Y estamos atentos ante toda nueva relación
humana: Esa mentira, ¿es una mentira normal o psicopática?
Esa demanda, ¿es una necesidad de mí o un abuso? ¿Me está
cosificando?
Sí. Los detalles se magnifican. Todo indicio, por momentos,
es una clara señal de lo psicopático. Estamos alertas y
desconfiados
y pesimistas.
La sombra del psicópata opaca con el miedo la nueva
relación.
¿Habré caído en manos de otro psicópata?
¿Seré una complementaria que sólo se puede relacionarse con
psicópatas?
Y
es ahí donde pones tensión a la nueva pareja: donde
Francisco paga por el psicópata y es sometido a un examen
exagerado
que es inevitable. Lo he visto en otras ex
complementarias que han salido exitosas del psicópata, pero
han arruinado sus primeras nuevas relaciones por este efecto
paranoide post psicópata.
¿Por qué pasa esto?
Porque la primera fase del contacto cero ha sido efectiva,
sí, pero aún quedan las secuelas, es decir, aún quedan
restos del psicópata en tu cabeza: aún él es el parámetro
con el que comparas a tus nuevas relaciones.
¿Qué hacer entonces?
Seguir la batalla.
Seguir limpiando nuestra cabeza del psicópata.
¿Pensando en el psicópata, analizando todo de nuevo?
No. Eso es traerlo, y fortalecer aún más el pasado.
Sólo ser concientes de que hemos pasado por una situación
traumática y que NO NECESARIAMENTE estamos pasando AHORA por
una situación similar.
¿Volver a la ingenuidad?
No. Eso no es posible, la ingenuidad es como la virginidad,
una vez horadada no hay vuelta atrás.
La espontaneidad y la entrega total a una relación
ya no es
del todo posible.
La prevención, la desconfianza es una pared que se
interpondrá siempre al inicio de una relación. Debemos saber
esto, para evitar alejar a la persona nueva. Para tratar de
aminorar esta secuela negativa. Darle tiempo y darse tiempo.
¿Cómo saber si esta persona no es otro psicópata disfrazado
de cordero?
No lo podemos saber. Ese es el drama. Sólo puedo decir que
los psicópatas son pocos (el 3 %), y que es lógico que
después de una relación psicopática veas psicópatas por
todas partes. Pero, realmente, hay que tener mucha mala
suerte de caer con otro. A menos que hayas rechazado a
tantos normales que al final
Una de mis asesoradas después
de sacarse de encima al psicópata reinició, meses después,
una relación. Como Kara no podía dejar de buscar el lado
oscuro de este hombre, y de ABURRIRSE
Es aburrido, me
decía, pero MUY ABURRIDO. Dale tiempo, date tiempo, era
mi latiguillo. Lo extraño al psicópata, sé que es una
locura, pero es así. No puedo dejar de comparar lo que
hace Carlos con lo que hubiera hecho el psicópata en la
misma situación.
Carlos no podía entrar en su afectividad porque aún estaba
ocupada por la sombra del psicópata.
Entre bostezos y bostezos, pasó el tiempo. Y, despacio, las
cosas simples, los gestos y ternuras, las pinceladas finas,
comenzaron a ser valoradas y apreciadas como lo eran antes
de la era del psicópata. La vieja memoria de lo normal se
desperezaba y comenzaba a saltar sobre la gruesa cicatriz de
las conmociones psicopáticas y le permitía disfrutar, de a
poco.
Y
la relación se fue consolidando.
Desde luego que intervinieron varios factores, primero el
mantenimiento estricto del CONTACTO CERO, después un
asesoramiento paso a paso que incluyó mucha tolerancia ante
las contramarchas y pesimismos. Ella no le comentó que había
estado con un psicópata, por la razón de que suele ser
incomprensible para las personas comunes y tendríamos a dos
personas pensando al psicópata. Le había dicho que salía de
una relación muy traumática y
nada más. Todo el resto lo
trabajo conmigo. Y, desde luego, Carlos era un hombre
enamorado y paciente.
En este caso y a esta altura, la sombra del psicópata de
achicó lo suficiente como para permitir armar una pareja
estable y con los altibajos comunes. Ahora ella sabe que no
está con un psicópata. Eso relajó las tensiones y permitió
manifestar mejor sus afectos.
Kara no contó con este asesoramiento paso a paso. Y, como
pudo armó esta otra pareja. Encontró un hombre contenedor.
Le contó sobre su relación psicopática. Creo que un poco
para compartir el peso. Corrió un riesgo: no ser comprendida
y ser abandonada por compleja. No ocurrió. Tuvo suerte, o
el amor de Francisco alcanzaba para cubrir este bache y
entender que aquella relación era incomprensible.
Ahora Kara lucha contra el fantasma del mitómano que le
miente un Francisco sospechoso: éste también es como yo.
Y
Kara compra, a veces.
Y
con eso mancha con angustias y miedo a la relación.
Querida Kara, yo no puedo afirmarte desde acá que Francisco
no sea una de ellos. Pero sí puedo decirte que si quieres
achicar la sombra de tu psicópata no te queda otra que
arriesgarte y vivir esta pareja como si no fuese un
psicópata. Las estadísticas están a tu favor, y el tiempo
Porque, como lo has experimentado, si es uno de ellos, en
algún momento bajará del escenario, y comenzará a mostrar
los colmillos con que roerá tu autoestima.
Pero si no lo es…, si no lo es Kara, tal vez sea el hombre
que te ilumine y te saque lo más posible de la sombra del
psicópata. Y puedas pintar la vida con los colores simples
de las sonrisas y algunas lágrimas.
Dr. Hugo Marietan, enero de 2008
.
|