SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Psicopatia Dr.Hugo Marietan

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Carta


Hija de un perverso y una
psicópata

 

Hola Dr. Marietan: Hace un par de
años que sigo atentamente su página, soy argentina. Leerle
me ha ayudado a comprender muchas cosas de mis padres.

Desde siempre mi padre ha golpeado
duramente a mi madre, y cuando niños a mi y a mis hermanos
por cualquier situación,  por esta causa siempre había
considerado a mi madre como una víctima más de mi padre,
la veía como a una santa, una mujer sufrida, que vivía
para sus hijos y su esposo pese a las diversas situaciones
tormentosas que debíamos afrontar cuando mi padre
reaccionaba violentamente, física o verbalmente. Más,
cuando fui madurando mi visión de las cosas cambió y pude
considerar de otro modo, un modo que no podía contemplar
de niña.

A mis 13
años mi padre comenzó simplemente a abusar de mi
,
sin penetración, pero yo odiaba que me hiciera esto y
luego de manosearme, sacaba el cinto de su pantalón y me
lo mostrara doblado diciendo que si yo hablaba con alguien
mas acerca de lo acontecido el me ahorcaría con aquel
cinto luego de molerme a palos. No tenía a quien recurrir,
mi madre se la pasaba contándole a sus amigas y vecinas la
vida que mi padre le daba a ella. Me hostigaba diciéndome
que mi padre era cruel y déspota, que ella era una mujer
sufrida, que le odiaba y demás cosas, para luego, al
llegar mi padre de trabajar ella se arrojara a sus brazos
a los besos y abrazos, y todo parecía tan normal, una
pareja sana, un ideal de matrimonio ante el mundo. Más se
daba vuelta mi padre y ella comenzaba a manifestar su
victimismo, su manipulación, haciéndonos culpables a mis
hermanos y a mi sobre su fiereza contra ella, para al
minuto siguiente cambiar toda la historia con la vecina y
relatarle lo que a ella le convenía.

De este modo
mi madre conseguía realizar sus caprichos
,
tener de su entorno toda la atención que necesitaba, si
alguien se oponía y le enfrentaba no dudaba en mostrarse
de igual modo que mi padre,
golpeadora, desbastante, un lobo en la piel de un cordero.
Su agresión carecía de límites si uno no realizaba las
cosas como ella deseaba, sin respetar gustos, ni ideas
diferentes a los que concebía
.

Este antagonismo parecía, por
momentos que me haría enloquecer, era como tener una madre
dividida en dos, una llena de dolor, victima de un esposo
violento, enfermo de ira y nerviosismo constantes, que no
dudaba en castigar por travesuras sin importancia a niños
indefensos de tres, cinco y siete años con lo que tuviera
en la mano hasta dejarles casi desmayados en el piso de
los golpes. Para luego hacer de cuenta que nada había
pasado, ellos seguían adelante con su amor loco, haciendo
demostraciones de afecto delante de todo el mundo
vendiendo la imagen de una familia perfecta. Y otra madre
mala, histerica, déspota, intolerante, impaciente,
terriblemente exigente, alguien que no respondía a razones
que no fueran las propias.

Intente recurrir a una monja
psicóloga, rectora del Colegio Sagrado Corazón de Jesús,
más de nada sirvió, ella naturalmente, cito a
mi padre
, le dijo cada
palabra que yo le había relatado, acerca de lo que
acontecía en mi hogar, alegando que yo estaba enferma y
necesitaba ayuda psicológica urgente. Seguidamente mi
padre llego a mi casa, espero que todos se marcharan,
me dio una paliza que casi acabo
con mi vida
, y luego simplemente me cambio de
colegio y me prohibió hablar de lo acontecido o el sabría
como proceder de allí en mas conmigo.

Yo solo tenía 15 años y por aquel
entonces era imposible conseguir apoyo. Mi padre es
militar, en esos años los militares tenían el poder del
gobierno en sus manos.

Cierta noche tocaron la puerta de
casa y atendió mi madre, yo estaba a su lado y detrás, en
la oscuridad, se encontraba de pie mi padre. Era la madre
de una vecina de mi
edad, le expreso a mi madre lo
que su hija le había contado que mi padre le hacia, lo
mismo que me hacía a mi
, mas mi madre lo negó
rotundamente, alegando que todo aquello era una mentira de
la chica y que mi padre era incapaz de semejante cosa,
pude ver a mi padre dar un paso hacia tras y enajenarse
por completo de aquella realidad.
Mi madre no expreso nada,

hizo de cuenta que nada había pasado, pero al día
siguiente nos prohibió hablar con esa chica y si alguien
preguntaba debíamos negar todo para resguardar a mi padre.

Luego de aquello, supongo que mi
padre reacciono o tuvo temor, no lo se, dejo de molestarme
y yo simplemente olvide todo aquello con el pasar del
tiempo, como intentando dejar atrás una etapa de terror y
seguí como me fue posible con mi vida.

Mi madre me hacia responsable de
cosas que yo simplemente por mi edad no podía asumir dicha
responsabilidad. Por ejemplo se enajenaba de la realidad,
caía en sus depresiones, o simplemente
se iba a casa de alguna amiga a
llorar sus penas, a dar lastima
, usando para
esto algo totalmente curioso, aun lo es para mi esta
conducta. Ella en casa vivía con cara de mala,
increíblemente intolerante, no tenía paciencia ni en las
mínimas cosas, por todo gritaba como una loca desquiciada,
repitiendo siempre las mismas frases, siquiera respetando
mi condición de niña, de una persona en formación, cerraba
sus manos, formando un puño amenazante, o tomaba cualquier
objeto que tuviera a su alcance para golpearnos, fuese una
manguera de goma, una cadena, un cinto o una madera.
Parecía el mismo demonio que se expresaba, abriendo sus
ojos de par en par, de tal modo que parecía se saldrían de
sus orbitas, su voz era de mando y no aceptaba ninguna
injerencia de nadie, y menos aun que alguien la
enfrentara, sacaba el arma de mi padre y apuntaba a quien
fuera asustándole para que le dejara de molestar.

Pero cuando
debía manipular a alguien se convertía en algo parecida a
un angel de ensueños, su tono de voz era dulce y
encantador, daba los mejores consejos, comprendía las
problemáticas de todos, justificaba el actuar de las
personas resaltando sus valores, justificando sus actos y
la gente simplemente se enamoraba de ella y se condolía de
la crueldad de mi padre para con ella.
Estaba
presta a ayudar a quien se lo pidiera y a cualquier hora
del día o de la noche, era enfermera, así que la gente la
buscaba a toda hora y ella respondía inmediatamente con
esa calidez que eran tan antagónica a como se manejaba en
casa, mas nos dominaba con una sola miraba antes de salir,
estuviera con quien estuviera, daba vuelta su cabeza y nos
miraba como para comernos crudos, y debíamos sonreír y
actuar como si todo fuera un encanto en aquella casa.

Cierta vez mi hermanito menor había
enfermado gravemente, la medica no supo responder que le
había sucedido, que habría comido, el bebe tenía un año y
medio y yo once años, ella se había marchado a casa de una
amiga y me había dejado a cargo de la casa, del negocio y
de todos mis hermanos, sin preocuparse ni pensar si eso no
era demasiado para mi como responsabilidad. Al regreso
encontró al bebe enfermo y no dudo en pasarme la
responsabilidad a mi y atormentarme durante años por ello.
Me culpó de que el nene había comido sandía y eso le había
envenenado, me amenazaba con matarme si algo mas le
sucedía al bebe. Yo simplemente no sabía como actuar, que
estaba bien o que estaba mal, no sabía de que modo
realizar las cosas sin sentir un pánico morboso cuando
llegaba a mi casa, solo pensaba de que manera podía
escaparme de aquel infierno, pero
no podía abandonar a mis hermanitos,
así que llegaba una y otra vez a la conclusión que no
tenía solución todo aquello, mis hermanitos no tenían la
culpa y yo no tenía la veracidad para convencer a otros
sobre esta realidad
, mis tías creían ciegamente
en mi madre, muchísimas veces habían enfrentado el
carácter  bestial de mi padre así que no dudaban en su
palabra, mi madre les mentía a todos acerca de mi persona,
recuerdo que las vecinas y mis tías siempre me retaban por
maltratar a mi madre, yo intentaba hacerme comprender,
pero parecía que nadie estaba dispuesto a querer ver
aquella realidad oculta y enferma donde me toco crecer.

Tenía
problemas para estudiar, me costaba demasiado
concentrarme, vivía cansada y con sueño, con un
agotamiento increíble, recibía a diario palizas por
dormirme sentada adonde fuera y no prestar atención a mis
hermanitos.
Temprano aprendí a cambiar pañales,
preparar mamaderas, y atender a mis hermanos mas
chiquitos, con solo 9 años me tenía que hacer cargo de las
responsabilidades de mi madre, ella nos encerraba bajo
llave y se iba a vagabundear por allí. Solía llegar la
empleada domestica y no podía ingresar a la casa, así que
llamaba a mi padre a su trabajo y el venía rápidamente a
casa, la hacía entrar y se marchaba, ya sabía yo que
sucedería luego. Por la noche, cuando el regresaba de su
trabajo escondía a mi madre a
trompadas bajo la mesa por habernos dejados solos
.
En mi corta edad, tenia por entonces 6 años y mi hermanito
4, vivíamos con mucho temor, antes de irse mi madre nos
asustaba con «la solapa», un personaje ficticio que
supuestamente robaba a los chicos que se escapaban a la
siesta de su casa. Mi padre
dejaba un arma calibre 45 automática en el cajón de la
mesita de luz, jugábamos con dicha arma
, nos
apuntábamos uno al otro, luego sacábamos el cargador y una
a una sacábamos las balas y las tirábamos jugando. Cuando
el veía eso, al llegar a casa, automáticamente nos
apaleaba con lo que tenía en la mano vociferando como un
demonio y tirando a golpes y patadas todo lo que
encontraba en el camino. Por esta causa no permito armas
en mi casa, tampoco que mis hijos se acerquen de modo
alguno con las mismas.

Los años iban sucediéndose uno tras
el otro y las cosas se iban agravando, amén que iban
naciendo mas hermanitos y mi padre intentaba que mi madre
abortara y no tenía problemas en armar semejantes
escándalos en nuestra presencia.
Yo sentía panicos terribles, respirar dolía, temía que si
daba un paso, algún golpe caería sobre mi y me mataría.
Temía que mi madre muriera bajo los golpes de mi padre, o
que mi padre muriera envenenado por mi madre, o peor aún,
que mi madre me envenenara cuando parecía enloquecer
cuando yo no podía cumplir con sus caprichos
.

La forma mas fácil de sacarse el
problema de encima fue llevarme con una psicóloga, esto
sirvió para que encontrasen otro motivo más para culparse
uno al otro y siguieran apaleándose uno al otro y
golpeándonos a nosotros.

 Tuve mi primer novio a los 17 años,
armaron semejante problema con eso que me prohibieron
salir hasta la esquina a ver quien venía, me llevaba un
soldado y me traía del colegio en auto, no podía ver a mis
a amigas ni asistir a ningún lugar que no fuera el
colegio. Vivía molesta y enojada, me sentía totalmente
frustrada, diferente a otras chicas, yo simplemente quería
tener una vida normal como todos, pero eso parecía tan
imposible por aquel tiempo y lo peor, no tenía a quien
recurrir, nadie quería oír problemas ni hacerse cargo.

Como es de suponer enferme a los 19
años, debí comenzar a visitar psicólogos, neurólogos,
médicos clínicos, yo tenía pánico
de expresarme,
y nadie daba con un diagnostico
preciso que pudiera darles una idea mas concreta de cómo
ayudarme. Solo seguía pensando el modo de escaparme de mi
casa y no regresar jamás, pero aun mis hermanos eran
chicos y no podía abandonarles.
Sufría de sueños terribles, psicomatizaba todo, sufría
bajas de presión formidables, con lipotimias, mi cuerpo
simplemente dejaba de responderme aunque podía escuchar
,
pero mi cuerpo no me respondía. Una médica tuvo la teoría
que eso correspondía a un tumor en la cabeza, los síntomas
correspondían y que probablemente podía eclosionar en
cualquier momento. La
inteligencia de mi padre y su reacción me sorprendió una
vez más. Simplemente optó por echarme de casa
,
así que agarre mis cosas y me fui con mi abuela a otra
provincia. No sabía defenderme en la calle, tenía
vergüenza de mi misma, tenía la sensación que la gente
hablaba de mi a mis espaldas y me criticaba, me sentía
totalmente perdida y asustada, creía que estaba
volviéndome loca y aún ahí no podía olvidar la suerte y el
peligro que corrían mis hermanitos. Igualmente me fui a
vivir con unos tíos, estuve
ausente dos años y regrese, totalmente renovada
,
con nuevas ideas, sintiéndome libre, con recuerdos de un
pasado amorfo y terrorífico pero con la fuerza para
desencadenar lo que fuera para acabar con aquel infierno.

Al llegar desconocí todo, mis
hermanos más grandes se habían marchado a estudiar a otra
provincia, los menores dominaban a mis padres, les
respondían violentamente, no tenían problemas de
enfrentarles y criticarles cada cosa.

Algo había cambiado… conocí a quien
hoy es mi esposo y por todos los medios intentaron
imponerse mis padres para evitar que me casara con el,
pero yo ya había cambiado, ya había perdido mi pánico, les
enfrentaba abiertamente, contestándoles como se me
antojaba. Me casé y me fui a vivir a la que hoy es mi
casa. Obviamente mis padres
comenzaron a desencadenar nuevamente todo su infierno
personal a diario en mi casa
, habían trasladado
todo aquello a mi hogar, actuando cuando mi esposo estaba
ausente, en las horas en que trabajaba, ahora el campo de
batalla, entre ambos, era en el comedor de mi casa, se
agredian verbalmente y a veces debía ponerme en medio para
evitar que las trompadas de mi padre alcanzaran a mi madre
quien no dudaba en ponerse a llorar como loca mientras
seguía hiriendolo cruda y cruelmente con sus palabras, les
pedía que se fueran y no regresaran, pero siempre
regresaban, cuando me negaba a abrirles la puerta se
ofendían, olvidaban sus diferencias y se unian para
pelearme a mi.

De lo contrario me visitaban de uno,
llegaba mi padre, contandome lo yegua que era mi madre y
el sufrimiento que le daba a el, pobre angel del Señor,
luego de expresarse se iba
,
no pasaba media hora y llegaba mi madre a contarme con
llantos de diversas magnitudes y cuanta cara de victima le
saliera, la araña peluda que era mi padre con ella. Ellos
me relataban las cosas como si yo nunca las hubiera
vivido, como si no les conociera a ellos, se colocaban en
el papel de víctima y hasta lograban por momentos
convencerme de su inocencia! hasta mirada de niños
indefenzos solian colocarme… luego de todo aquello se
marchaban, si por alguna razón yo salía al centro, les
veía abrazados como novios, felices, a los besos en la
calle, me habían dejado la roña
en casa, robandome mis fuerzas
y ya estaban
listos para seguir como dos niños que se pelean por un
juguete y luego olvidan todo para seguir jugando. 

Cuando se
encontraba en casa mi esposo, eran dos angelitos, no
discutían y se mostraban atentos, eran los abuelos
perfectos de una nietita soñada.
Mientras
tanto, cuando mi padre se encontraba en el patio,
debia vigilar de cerca a mi madre
para que no moliera alguna pastilla y le metiera en el
cafe a mi padre
, de lo contrario debía lavar la
taza y volver a colocar cafe, sin que mi padre se diera
cuenta o volvian los golpes y las brutales peleas. Pero
esta vez no permitía que semejantes espectáculos se dieran
frente a mis hijos. Cuando ellos comenzaban a aparecer en
casa, yo de una corridita dejaba mis hijos con la vecina y
regresaba a mi casa, es que simplemente no podía evitar
todo aquello, pero debía cuidar la psicología de mis hijos
de algún modo.

A veces acompañaba al médico a mi
madre, sobre todo cuando se le acababan sus «caramelos»
(se automedicaba, conseguía que una farmaceutica amiga le
vendiera los medicamentos que ella creia necesitaba) de
camino a ver al médico hablaba maravillas de él, relataba
cosas de ensueño y hasta parecía una mujer normal y dulce,
más era suficiente que el médico se negara a recetarle los
medicamentos, que ella en su opinión necesitaba para, al
salir del consultorio, comenzara con un rosario de
insultos y descalificacions contra el médico que momentos
antes lo había tenido sobre un pedestal! Aún se sigue
automedicando, alguien se descuida y toma cuanta pastilla
encuentra, y si no la consigue por que no tiene dinero,
toma el teléfono y manipula a mis hermanos con toda clase
de mentiras hasta conseguir que le depositen dinero y
poder comprar lo que ella desea.

Mis hermanos comenzaron a casarse y
mi madre retomo su papel de loba
racista
.

Dejó de
martirizarme para comenzar a martirizar y hacerles la vida
imposible a mis cuñadas, por su condición social, por su
color de piel, cualquier motivo era suficiente y causa
fundamentada, para atacar y golpear psicológicamente,
lastimándolas terriblemente.
Mis cuñadas
recurrían a mi, me contaban la misma historia de terror
que yo había vivido desde siempre, mis padres iban a
visitarles y armaban menudas escaramuzas por tonterías.
Más  el lobo esta vez, terrorífico, era mi madre. Mis
cuñadas me mostraban las cartas que encontraban en los
bolsillos de mis hermanos, cartas de mi madre,
descalificando duramente a mis cuñadas,
tratándolas de poca cosa,

de la peor forma en que puede tratarse a una persona. Yo
enfrentaba a mi madre con esas cartas, era su letra, su
firma y ella negaba todo aun teniendo las pruebas frente a
ella, aseguraba que ella no había escrito eso, y que
seguramente había sido yo misma, falsificando su letra y
su firma, lloraba, se golpeaba la cabeza contra la pared y
luego, acto seguido, comenzaba a decir que le dolía el
pecho, que se sentía mal que la llevara al médico y mil
cosas más. Aún no lo reconoce, aún niega haber escrito
esas cartas, pero no se da por vencida, luego de 20 años
sigue llamando y escribiendo a mis hermanos para que
abandonen a  mis cuñadas, aun me traen las cartas ellas,
pero ya ni me molesto en mostrarselas, no vale mi
esfuerzo. Siempre instando a mis
hermanos a abandonarles a mis cuñadas, sin importarle
siquiera mis sobrinos, diciendo cosas como:- yo no crié un
hijo con tanto esfuerzo para que se case con la primera
chirusa ignorante que se le cruzo en la calle, sos un
profesional, deberías buscar una chica de tu misma
condición
, etc etc.. Luego hablaba a mis otros
hermanos,  les decía:- hagan de cuenta que su hermano esta
preso, no le hablen, no le llamen, evitenló, si necesita
algo que venga a pedirmelo a mi casa! el no puede estar
con semejante mujercita!.. lograba así dividir a toda la
familia, mas yo siempre le enfrentaba y hacia todo lo
contrario a sus órdenes, incluso logró que nadie asistiera
al casamiento de uno de mis hermanos menores por que se
casaba con una chica de piel muy oscura, mis esfuerzos por
evitar aquello fracasaron, de todos modos pude convencer a
uno de mis hermanos y juntos viajamos a aquel casamiento,
siendo los únicos familiares presentes.

Mi padre
por su lado, en tantos años de convivencia con mi madre
se había vuelto racista, olvidando
su color de piel, trigueño,
menospreciando a
mis cuñadas por ser trigueñas, supongo que el se cree
Blanca Nieves, de lo contrario no podría ser tan hipócrita
de descalificar a alguien de su misma condición en el
color de la piel. Cuando yo le hacía notar a mi madre
sobre el color de piel de mi padre y de mis hermanos
mayores, ella decia:- tu padre es
blanco leche, esta quemado por el sol
, deberías
saber eso vos.

Mi madre llego al punto de no querer
levantar en brazos a mi sobrinita, por ser del mismo color
de piel que mi cuñada, la trataba de monita fea y
repugnante a la bebe. Mi hermano un día de visita en casa
de mis padres, yo me encontraba allí, me dejo la bebe un
rato. Yo tenía en brazos la bebe de solo 3 meses
mientras mi madre la miraba como a
un insecto
, y le criticaba por ser de otro
color de piel. Esto me enfureció hasta la locura, me saco
de mis cabales. – Mama, me siento mal, agarrame la bebe
que me caigo, por favor ayudame!

–         Ay hija, dejala sobre el
sofá, yo te alcanzo una silla.

–         No mama, me caigo agarrame
la bebe!

Cuando la tomo en brazos, me sentí
como una pantera negra, no podía contenerme y comencé a
retarle con furia, descalificándola duramente.

– Esta bebe, es tu nieta, la hija de
tu hijo, es una personita, alguien en formación y vos la
vas a querer como la abuela que sos, la vas a respetar
como persona y la vas a cuidar…

Aun sigue tratando como a insectos a
mis sobrinas, haciendo diferencias tremendas con mis
hijos, mostrandoles a mis hijos que son diferentes por ser
blancos, al menos mis hijos la ubican y se rien de sus
limitaciones….siempre metiendose a crear y generar toda
clase de peleas entre los hermanos y entre las cuñadas.

Siempre me he sentido sola en esta
lucha, mis hermanos simplemente
se iban a vivir lejos de mis padres
, pero
cuando yo les pedía que me
ayudaran para hacerles tratar con un psiquiatra, ellos
solo me decían que yo estaba exagerando, que les dejara en
paz, que ellos eran asi y no iban a cambiar
.
Pero quien cargaba con todo era yo! siempre fue fácil para
ellos opinar, mientras estuvieran seguros lejos de las
peleas de mis padres… Una de mis cuñadas siempre oía los
reclamos desventurados de mi madre y me llamaba para
decirme que dejara de maltratarla, siempre le respondía,
:-no hay como tratarla en la convivencia para conocerla…
por esas cosas de la vida, a mi hermano le salió el pase 
a Córdoba y mi madre se fue a  instalar un mes en casa de
mi hermano, bueno duro solo una semana por que mi cuñada
no soportó más y le echó como a un perro. Nunca más me
reclamo, ni me dijo nada, comprendió que no había como
convivir con ella para conocerla y entender.

Todos estos años les he cuidado, he
soportado como he podido y como me fue posible este
infierno que parece nunca acabar. Intente muchas veces
convencerles de concurrir con un psiquiatra, al menos con
un psicólogo, algún profesional que pudiera ayudarles, no
hubo caso, así que iba yo, me hacía tratar yo, por que de
algún modo debía tener una vida normal, yo solo he buscado
ser felíz toda mi vida y tener un hogar felíz, donde los
domingos poder reunir a toda la familia y disfrutar de una
buena comida entre charlas y algarabías. Pero no fue
posible con mis padres y mis hermanos viven lejos, pero
cada día tengo a mi esposo y mis hijos que son la luz de
mi vida.

Un día me canse de tanta mentira y
tanta hipocresía de parte de mi madre y que mi padre le
apoyara y le cubriera. Una de mis cuñadas me relato algo
inocentemente, sin saber ella que habia vivido yo en mis
primeros años, me lo conto como un chisme más  creyendo
que eran mentiras de mi madre y se abrió una cruda
realidad que acabo con mi paciencia y mi tolerancia.
Mi madre en uno de sus arranques
de culpa o no se que, le contó acerca de que varias
vecinas, en mi adolescencia, le habían reclamado acerca de
que mi padre abusaba de sus hijas, y que ella sabía todo
aquello, que sabía que también me lo hacía a mi, pero como
no podía hacer nada miraba  a otro lado y hacía de cuenta
que no sucedía
. Esto caló muy profundo en mi,
al punto de enojarme sobremanera, ella sabía y permitió
que creciera con pánico, sin importarle mi bienestar, mi
psicología, ellos debían protegerme y no lo hicieron, por
ende al comprender esto mi indignación creció aún más. En
silencio  tome distancia y no quise volver a verles, ni
atenderles, ni llamarles, pero no pude obligar a mis hijos
a no verles, a no visitarles.

Mis hijos son diferentes, ellos no
atravezaron las cosas que yo viví, se dan cuenta
claramente por sí mismos de que mis padres no son
normales, pero por algún motivo ellos no se dejan
manipular, no hacen caso a las cosas que dice mi madre, al
contrario, hacen bromas con cada cosa que dice y ella debe
ubicarse para no hacer el ridiculo ante estos
adolescentes. Mi madre ha quedado
sola, y no quiero verla, solo mi padre parece soportarla,
solo el parece tener la fuerza para contenerla y
canalizarle
. Mis hermanos simplemente no se
meten, pero siempre me recuerdan que soy la que vive cerca
y debo cuidar de ellos. No quiero mas, mis hermanos llegan
de vacaciones, estan tres días y comienzan a ausentarse
por que no los soportan pero pretenden que yo me haga
cargo de ambos.

 

Sentía mucha culpa por haberme
alejado de ellos, hasta que comence a leer su página
doctor, y pude comprender muchas cosas. Sentí que alguien
podía entenderme, que yo no soy una mala persona, que me
toco vivir esto, pero no es un castigo o algo similar, le
pasa a muchos, y eso ya es un consuelo, poder encontrar
casos similares, aplacan la culpa que una carga encima,
una culpa que se genera y no puedo deternerla, y suele aún
latir en silencio.

Esta Navidad y Año Nuevo, invite a mi
padre a casa, mi madre esta de viaje y el debería pasar
solo, así que le llamé y vino, lo
encontre tan cambiado,
hablamos mucho, me conto
cosas de su infancia y su vida que nunca me había
contado,  pero si me las había contado mi tío, su hermano
mayor cuando aún vivía y por eso comprendí su dolor y su
rabia internas hace mucho tiempo y toleraba ciertas cosas
dejando atras los hechos del pasado, abusaron de el cuando
tenía apenas cinco años durante bastante tiempo y nunca
buscó ayuda profesional… ya tengo 44 años, una hija en
la facultad de psicología y dos hijos terminando el
colegio secundario. Comprendí que mi padre cambió durante
mi ausencia, durante mi silencio.

No se por que me tocó vivir todo
esto, pero es como haber atravesado un gran tornado y
haber sobrevivido para contarlo. Mi padre expreso: -por
fin tu madre se fue, es que ya no la aguanto hija, de solo
pensar que regresara comienzo a temblar, me vuelve loco
cuando habla, tiene un poder que no se como actua, pero me
desquicia y me pone sumamente violento. Nunca pude hacerla
callar…. no le respondí, que puedo responderle?
pese a todo no he podido dejar de
quererles
, pero me
hace daño estar cerca.

A veces pienso que pasara si papa
fallece, quien se hara cargo de ella?, por que mis
hermanos no quieren hacerlo y menos aun mis cuñadas. Y yo
tampoco quiero volver a tener el infierno en mi casa. Mi
padre en tal caso, cuando mi madre no esta, se ocupa de su
quinta y no molesta a nadie, pasa las horas tranquilo
entre sus cosas o conversando con algun amigo o vecino.

En estos 4 años descanse, viví sin
tormentos ni peleas, pude dormir cada noche tranquila,
aunque en este momento estoy
saliendo de una depresión
, la misma no se
compara en lo más mínimo a lo que he vivido durante el
resto de mi vida. F.

 

 

 


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Sobre el autor

Hugo Marietan

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SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Hugo Marietan

Nacido en Buenos Aires, en 1951

Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Bueno Aires, 1981, MN 62757

Médico Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1986

Formación Docente: Egresado del Curso de Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud y Carrera Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Docente Adscripto a la Carrera Docente Facultad de Medicina. de la Universidad de Buenos Aires desde junio de 1991 a la fecha.

Académico Titular de la Academia Internacional de Psicología de Brasil (2002)

Para ver el curriculum completo: https://marietan.com/curriculum/

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