Carta
Maternal monstruo
Leí la carta de Carmen, acerca de su
madre psicópata (Mi mamá la
psicópata). La comprendo perfectamente, ya que estoy
en condiciones similares: soy hija única, criada por una
madre que permanentemente me hostigó emocionalmente. Y
como no podía ser menos, un padre «a la sombra»,
simbólicamente ausente, dejándolo todo a criterio de ella.
Siempre fui para mi madre «la peor de todas».
Permanentes descalificaciones: jamás creyó en mis ideas y
percepciones, siempre anduvo desvalorizándome y
comparándome con «otras hijas mejores».»Tengo una hija
loca», la oí murmurar una vez cuando era adolescente. Y
mi padre muy buen hombre, muy inteligente, pero nunca
comprendió esta realidad de abuso emocional por parte de
ella, cosa que detectó de entrada uno de mis
psicoterapeutas. Porque fueron años y años de terapia,
unos cuantos sin resultados.
Yo intenté «ganarme» desde muy
pequeña el afecto de este maternal monstruo (porque hoy en
día lamentablemente caí en la cuenta de que ella forma
parte de la subespecie psicopática). Fui la mejor alumna
tanto en la escuela primaria como en el secundario. Le
«ofrendaba» mis mejores calificaciones a ta mujer,
absolutamente INSACIABLE. Siempre quejándose, viendo los
defectos de todo, protestando por todo. Y como me tuvo
siempre a mano, me tocó ser el tacho de toda su basura
mental. Ahora me endilga que yo la «enfermé», que el
problema de toda su desgracia en la vejez siempre he sido
yo, que inclusive «ya lo decía mi padre» (a quien ya no
tengo desgraciadamente a mi lado porque falleció hace unos
3 años)
Y así fue toda mi vida: sobrellevando
horrendas discusiones, peleas espantosas, donde mi padre y
ella siempre me echaban la culpa a mí de todas las
calamidades acontecidas, por ser «rara», «rebelde»…
A mis 16 años, ante una angustiante
sensación de descontrol y con una autoestima «por el
piso», caí en una anorexia nerviosa. Años de tratamiento,
años de dolor, de andar de médico en médico, sintiéndome
absolutamente incomprendida, y ya con ganas de morirme por
no dar más. Y siempre esta mujer con sus exigencias e
inconformismos, con sus cuestiones «bifrontes»… Sí,
porque con sus amigas y conocidos se manifiesta como una
«dulce y amable señora, caritativa y comprensiva» !!!!
Pero el infierno es en casa.
Y aquí estoy ahora, pasados los 40,
supuestamente recuperada de la anorexia, pero fracasada en
todo: fracasada como hija y como madre, porque ni siquiera
pude tener un hijo.
Recién acabo de sobrellevar otra
discusión, donde los reproches son cada vez más fuertes. Y
esto se va poniendo inaguantable. Si bien ya no vivimos
juntas, por motivos financieros (y debo admitir que por mi
propia conciencia moral) la visito cada tanto, pero cada
vez que la veo, es un tormento.
Dr. Marietan, ¿cómo logro el contacto
cero con ella? Es realmente posible? ¿Cómo hago para que
no me afecten sus horrendas apreciaciones acerca de mi
persona? ¿Cómo soporto sus embates aloplásticos dirigidos
concretamente hacia mí?
Gracias por su sitio y por estar.
Carmen – o como sea tu
nombre – no eres la única, ya lo has visto. Un beso para
ti.