SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Dr. Hugo Marietán – Psicopatía – Patologías del acto y la culpabilidad

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Patologías del acto y la culpabilidad
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Roberto Mazzuca2

Hay que elogiar la modalidad con que ha
sido organizada esta mesa, con tres enfoques tan diferentes:
no es común contar con la oportunidad de reunir estas
distintas perspectivas; en un tema que, como muy bien planteó
el Dr. Marietán en su introducción, no se puede considerar
completo, cerrado en ninguna de las tres perspectivas que
intervienen en esta mesa.

Lo que se designa con el término de
psicopatía
no es exactamente coincidente en cada uno de
estos enfoques, la superposición es sólo parcial. Pero es
notable la cantidad de puntos de contacto. Esto no es raro;
que se trate de niveles o abordajes diferentes no quiere decir
que sean incompatibles.

No sé si se sabe que Freud, el creador del
psicoanálisis, estaba convencido de que, con el tiempo, todo
lo que él enunciaba con los conceptos psicoanalíticos que
estaba inventando encontraría su traducción y su modo de ser
enunciado en términos químico-biológicos. En su época no
existían los conocimientos que tenemos en este momento sobre
genética, ni sobre neurotransmisores; ni siquiera se había
descubierto entonces la neurona como elemento fundamental del
sistema nervioso. Sin embargo, en muchos sentidos podemos
decir que ciertos conceptos freudianos anticipan el
descubrimiento de la neurona, y por eso muchas de sus
hipótesis están formuladas en esos términos: de
facilitación
o resistencia en el pasaje de los
estímulos entre diferentes elementos de lo que él consideraba
un aparato psíquico.

La posición de los psicoanalistas actuales
no podría ser la de Freud. Tenemos claro que psicoanálisis y
biología son dos disciplinas completamente diferentes. Lo que
no impide que, cuando se aplican a un mismo campo, surjan
algunas conclusiones convergentes.

Por motivos de extensión, no me detendré a
comentar especialmente algunos de los puntos en común con las
exposiciones precedentes; pero el lector podrá reconocerlos,
ya desde el primer ordenamiento presentado por el Dr. Mata de
los distintos niveles de determinación, genéticos,
ambientales, etc., en los que se puede reconocer claramente el
concepto freudiano de series complementarias.

En otro orden de cosas, desde la
perspectiva de la semiología psicoanalítica, lo que la
psiquiatría tradicionalmente delimitó como psicopatías aparece
como una categoría compuesta por grupos heterogéneos ya que
conviene distinguir la psicopatía propiamente dicha de las
personalidades antisociales. Una cosa es el antisocial que en
su acto delictivo utiliza la violencia y la coerción contra la
voluntad del otro, y otra muy distinta es el psicópata que
para ese mismo acto logra obtener, con una habilidad notable,
la complicidad, o por lo menos el consentimiento de la
voluntad del otro. Es por eso que resulta sorprendente la
coincidencia con la distinción de Lewis y Siever introducida
desde la perspectiva de la biología.

En la orientación lacaniana dentro del
psicoanálisis, las psicopatías no tienen un lugar claramente
determinado. La clásica clínica freudiana, la nosología
freudiana recuperada por Jacques Lacan, organiza el campo
psicopatológico fundamentalmente en tres categorías clínicas:
las neurosis, las psicosis y las perversiones; y las
psicopatías no tienen claramente un lugar en este sistema.

En la propuesta inicial del Dr. Marietán,
organizador de esta mesa, el primer bosquejo de la
distribución de los temas, el abordaje psicoanalítico figuraba
bajo el nombre de perversiones. En ese momento, me
pareció que, dado que el término perversiones en la
psiquiatría y el psicoanálisis se refiere muchas veces
específicamente a patologías de la sexualidad, ya sea en el
orden fálico –fetichismo, travestismo– o en el del objeto
-exhibicionismo, sadismo, etc.–, me pareció conveniente que
estableciéramos como título: patologías de la acción y de la
culpabilidad, tomando dos rasgos esenciales de lo que, de una
manera más o menos constante, se ha categorizado como
psicopatía, ya que delimita rasgos específicos en la modalidad
de la acción y también en la culpabilidad.

En el psicoanálisis no tenemos una
perspectiva conductista; cuando hablamos de acción no
necesariamente nos referimos a algo equivalente a movimiento.
Desde el punto de vista psicoanalítico, la acción implica
siempre necesariamente el lenguaje y, por lo tanto, también la
relación con el otro. Esta relación con el otro puede
determinar una acción fundamental muchas veces con un
movimiento mínimo. En el diálogo, simplemente contestar que
no, o no contestar, lo cual es una forma de respuesta, puede
constituir una acción muy determinante. Es decir que cuando
hablamos de acción desde el punto de vista
psicoanalítico nos superponemos sólo parcialmente con el
abordaje de ese campo desde otras perspectivas.

Dado que existen estos dos rasgos
esenciales, una patología en la acción y en la culpabilidad,
había pensado organizar mi exposición en términos de ciertas
patologías de la acción que han sido estudiadas y descriptas
por el psicoanálisis en sus diferentes corrientes y
orientaciones. Por ejemplo, el concepto de acting-out y el
concepto de pasaje al acto. Sin embargo, a medida que
elaboraba el tema he llegado a la conclusión de que la
propuesta inicial del Dr. Marietán era la correcta, y que si
podemos, no extrapolar, sino generalizar lo que en el
psicoanálisis ha sido caracterizado para la perversión, si
podemos generalizarlo para campos que no sean específicos del
ejercicio de la sexualidad, es allí donde encontraremos las
categorías fundamentales para describir los rasgos de la
psicopatía.

Freud definía las perversiones en su
relación con las neurosis como el derecho y el revés; él
decía: el negativo y el positivo. Las neurosis son a las
perversiones –decía– como en una fotografía el negativo es al
positivo. Hoy podríamos aplicar esta oposición a la relación
entre las neurosis y las psicopatías, haciendo una comparación
con lo que el psicoanálisis construyó como concepto de
neurosis obsesiva. Podemos ver de esta manera cómo los rasgos
se oponen punto por punto en el obsesivo y en el psicópata.
Del lado del obsesivo está la patología del autorreproche, el
remordimiento, la culpabilidad; del lado del psicópata, lo que
podríamos llamar: la inocencia, es decir –en los términos con
que lo destacó el Dr. Marietán–, la creación de códigos
propios. Pues son códigos que, efectivamente, en relación con
los códigos comunes y compartidos, hacen que la culpa quede
siempre del lado del otro. En estas categorías psicoanalíticas
para describir la acción, que son inseparables de la relación
con el otro, tenemos del lado de la obsesión, entonces, la
autoculpabilidad; del lado de la psicopatía, la
héteroculpabilidad. Lo cual quiere decir que en términos
psicoanalíticos podríamos incluir a las psicopatías también
como una patología del superyó, en la medida en que esta
instancia tiene como origen la internalización de ciertas
pautas sociales, entre ellas, las éticas o morales.

No puedo extenderme pero quisiera destacar
que en ambas, tanto en la psicopatía como en la neurosis
obsesiva, se trata de una patología de la responsabilidad. Que
el obsesivo se sienta culpable, o que esté asediado por
autorreproches, no quiere decir que sea un sujeto responsable.
En ninguno de los dos casos podemos considerar que haya una
responsabilidad plena. En fin, todo esto tiene consecuencias
jurídicas que en otros lugares han sido abordadas por el Dr.
Marietán en cuanto a la imputabilidad o inimputabilidad del
psicópata, que no estamos en condiciones de abordar en este
momento por cuestiones de extensión pero que son sumamente
interesantes e importantes.

Si tomamos otro rasgo de comparación en
esta oposición –siguiendo la indicación freudiana del negativo
y el positivo– entre neurosis y perversión, tenemos del lado
del obsesivo un predominio del pensamiento, de la duda, de la
indecisión, todos rasgos que configuran el concepto de
neurosis obsesiva; del lado de la psicopatía, por el
contrario, predominan la acción y la seguridad en ella. Del
lado del obsesivo encontramos una cierta torpeza en la acción,
del lado del psicópata, una cierta habilidad o facilidad.

Finalmente, podríamos incluir otro rasgo
tomando esa perspectiva tan importante en la psicopatía que es
la relación con el otro, y que ha sido clásicamente descripta
en la psiquiatría con este rasgo de la cosificación del otro,
que tiene que ver –como destacaba el Dr. Marietán– con no
respetar sus derechos, no considerarlo una persona, tratarlo
como una cosa, etc.

Hay una particularidad en el psicoanálisis
lacaniano, que sigue las orientaciones freudianas pero que las
actualiza y las renueva con las categorías lingüísticas y
lógicas actuales. Este punto, en lugar de una coincidencia,
podría parecer que se tratara de posiciones opuestas, y no es
exactamente así. Por el contrario, es exactamente la misma
posición, aunque se exprese con conceptos diferentes. Tomaré
este concepto específico para terminar, porque me parece
especialmente interesante entre los aportes que hizo Lacan a
la conceptualización psicoanalítica.

Lacan se ha preguntado si este rasgo en el
perverso, que habitualmente es descripto como cosificar al
otro, tratarlo, no como un sujeto, sino como un objeto, se ha
preguntado si no estaría mejor descripto con la posición
inversa. Esta consiste en pensar que el psicópata, por el
contrario, tiene una muy especial empatía con el otro, y que
es esta posición de empatía y de identificación con el otro lo
que le permite sus grandes habilidades y su posibilidad de
manipulación. Como ustedes ven, podría parecer que estamos
diciendo lo contrario, cuando no es exactamente así. Se está
describiendo el mismo tipo de conducta pero, para entender
algunos rasgos de la conducta del psicópata, puede ser mejor
ubicarse en esta otra posición, que de todas maneras continúa
esos rasgos que tradicionalmente le fueron adjudicados al
psicópata, de una especial habilidad para manejar y seducir al
otro, como destacó el Dr. Marietán.

¿Por qué surge esta confusión? Porque
indudablemente el psicoanálisis incluye, además de lo que
podemos llamar la acción deliberada y consciente, los
componentes inconscientes. Allí efectivamente tenemos un
antagonismo, algo que en el psicoanálisis conocemos con el
nombre de conflicto. Cuando describimos las cosas en el nivel
en que tradicionalmente las aborda la psiquiatría, el
psicópata no respeta al otro, va contra sus intenciones, sus
propósitos, su pudor y sus códigos éticos. Pero cuando
incluimos el nivel inconsciente –y esto sería lo que aporta
específicamente la perspectiva psicoanalítica–, vemos que
donde el psicópata tiene esta especial habilidad para tener en
cuenta al otro es en ese nivel de los componentes
inconscientes del otro, aquellos que el otro ha rechazado y
que no considera parte de sí, pero que sin embargo –el
psicoanálisis, ustedes saben, trabaja fundamentalmente con
esto–, por más que estén reprimidos o disociados, aun
rechazados conscientemente son componentes fundamentales que
le proporcionan al otro una cierta satisfacción.

Entonces, en el caso incluido por el Dr.
Marietán, por ejemplo, del estafador, es cierto que
considerado en el nivel consciente y de ciertos intereses
definidos en relación con las normas comunes, el que sale
perdiendo es el acompañante del psicópata. Pero si nos
ubicamos del lado específicamente psicoanalítico, que describe
los componentes inconscientes, el psicópata, para lograr esa
estafa, ha tenido que saber captar cuáles son estos elementos
del deseo y del goce inconscientes de su partenaire. Y es
apoyándose en ellos, en la satisfacción inconsciente que le
proporcionan al otro y que está en contra de ciertos mandatos
del superyó, rechazada por el otro, es sólo apoyándose en esos
elementos que el psicópata puede obtener esta seducción y
manipulación.

Nos encontramos entonces con esta
formulación lacaniana sorprendente que define la posición
especial tomada por el psicópata en la relación con el otro en
términos de instrumento. Es notable entonces cómo, cuando nos
ubicamos en el nivel inconsciente, podemos describir la
psicopatía diciendo que allí el psicópata se hace instrumento
del goce del Otro. Ésta es la definición que, en definitiva,
ha terminado por dar Jacques Lacan en relación con la
perversión. Y a mí me parece que, extendiéndola por fuera de
los campos de la relación sexual, es característica de lo que
en esta mesa estamos abordando bajo el término de
psicopatía
.

Podemos incluir, para terminar, el ejemplo
de la perversión exhibicionista. Desde el punto de vista
inconsciente, Lacan describe muy bien cómo en ese
comportamiento no se trata solo de mostrar algo que produzca
rechazo sino de atrapar la curiosidad inconsciente del otro.
Aun en contra del pudor de la víctima, lo que el perverso
busca obtener es esa mirada cómplice, ese goce inconsciente
que está en contradicción con todas las normas de la
conciencia o del superyó -como decimos en el psicoanálisis.

Notas al pie:

 

1 Conferencia presentada en el Simposio Regional de la WPA
organizada por la AAP el 22 de octubre de 1999. Mesa Redonda:
«Personalidades psicopáticas: tres enfoques»

 

2 Profesor Titular Segunda Cátedra de Psicopatología Facultad
de Psicología, UBA.


: : Si tiene cualquier inquietud
escríbame a hugo@marietan.com : :

 

Sobre el autor

Hugo Marietan

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SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Hugo Marietan

Nacido en Buenos Aires, en 1951

Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Bueno Aires, 1981, MN 62757

Médico Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1986

Formación Docente: Egresado del Curso de Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud y Carrera Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Docente Adscripto a la Carrera Docente Facultad de Medicina. de la Universidad de Buenos Aires desde junio de 1991 a la fecha.

Académico Titular de la Academia Internacional de Psicología de Brasil (2002)

Para ver el curriculum completo: https://marietan.com/curriculum/

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