Curso
sobre psicopatía 1, año 2004
Director Hugo Marietán
marietanweb@gmail.com
www.marietan.com
Derechos internacionales reservados
Tema 1:
Propósitos del curso. Introducción a
los conceptos de Personalidad. Anormalidad. Enfermedad.
Psicopatía. Perversión. Trastorno de la Personalidad.
Propósito del curso
Las personalidades psicopáticas han
sido motivo de asombro y estudio a través de toda la
historia de la humanidad. Siempre existieron los atípicos.
Algunos fueron considerados genios excéntricos, otros
perversos irreductibles. En el terreno de la psiquiatría
es fácil distinguir un psicópata asocial o un perverso
cuando la naturaliza de sus actos son aberrantes, pero
difícil distinguirlo entre las múltiples máscaras de los
psicópatas cotidianos. De esto se trata este curso, de dar
la posibilidad de señalar una psicopatía a través de
diferenciar los rasgos conductuales. No es sencillo, pero
tampoco imposible. Para ello es necesario que el terapeuta
tenga la suficiente apertura mental para aceptar nuevos
enfoques, basados más en la experiencia clínica que en
cuestiones teóricas anodinas. Debemos desprendernos de
muchos prejuicios y de mitos que han abonado la historia
de este concepto. Cuántas veces hemos leído frases como
«no aprenden con la experiencia», «incapaces de sentir
culpa» o «incapacidad de amar», por nombrar solo algunas
de las tantas falacias que se han cristalizado en los
estudiosos de este tema y que han sido grandes obstáculos
para el entendimiento de este problema. Es por eso que
este curso está estructurado por módulos que incluyen un
enfoque teórico o explicativo y a continuación un caso
clínico real que será sometido a la discusión de los
participantes. Todas las dudas que generadas a lo largo
del curso serán contestadas particularmente y aquellas que
puedan ser de utilidad para el esclarecimiento de un tema,
serán difundidas para todos los suscriptos. El objetivo es
lograr que al finalizar el curso el terapeuta pueda
diferenciar con claridad un psicópata, de un neurótico, de
un psicótico o de aquel que simplemente tiene algunos
rasgos psicopáticos pero que no constituyen su «manera de
ser».
Voy a solicitarle al lector una
actitud de lectura singular: que evite en lo posible
trabar con lo emocional su comprensión intelectual de los
conceptos. Es decir, los invito a realizar un análisis de
lo que se expone, sin recurrir a los calificativos morales
(bueno, malo, correcto, incorrecto, etcétera), que nada
agregan y sí dificultan, por enturbiamiento, acercarse al
entendimiento de estas personalidades. Los hechos que
vamos a relatar son atípicos, impactantes, a veces
repulsivos, precisamente porque fueron ejecutados por
personas atípicas; de nada sirve, entonces, estancarnos en
lo emocional. El otro escollo que debemos sortear es la
empatía, en el sentido de colocarnos en lugar del otro,
utilizando la fórmula : si yo fuera él, entonces no
hubiese hecho tal cosa. Una persona normal no puede
empatizar, colocarse en el lugar de una persona atípica.
Son psiquis diferentes, valoraciones diferentes, acciones
diferentes. No existe la posibilidad del comprender, en el
sentido de Dilthey, la mentalidad, la forma de pensar, de
un atípico. Lo que podemos lograr al respecto es, por
medio del análisis, del razonamiento, acercarnos a
entender este tipo de psicología. A eso nos vamos a
abocar.
El otro aspecto de este curso es la
participación de los cursantes. Desde aquí emitiremos
posturas, juicios, casos clínicos, patografías,
clasificaciones y es mi deseo conseguir la lectura atenta
de este material y la opinión y el aporte del lector. Los
invito a construir el desarrollo del tema conmigo.
Los conceptos de Personalidad
Existen múltiples posturas teóricas
para definir lo que se nomina personalidad. En este
punto nos pareció adecuado seguir detalladamente el
laborioso trabajo de J. Sanz Fernández (1) que ha resumido
estas posturas.
Algunos autores se han tomado el
trabajo de reunir las numerosas definiciones sobre
personalidad en categorías. Así, brevemente, podemos
ordenarlas de la siguiente manera:
1) Aditivas: La personalidad es la
suma de las características individuales, así, Eysenk,
1947, dice: podemos decir que la personalidad es la suma
total de los patrones de conducta actuales o potenciales
de un organismo, en tanto que determinados por la herencia
y el ambiente; se origina y desarrolla mediante la
interacción funcional de los cuatro sectores principales
en los que tales patrones de conducta están organizados:
el sector cognitivo (inteligencia), el sector conativo
(carácter), el sector afectivo (temperamento) y el sector
somático (constitución)
2) Configuracionales: agregan a la
anterior el aspecto organizado y estructurado de los
atributos, así Allport, 1937, dice: «Personalidad es la
organización dinámica dentro del individuo de aquellos
sistemas psicofisiológicos que determinan sus ajustes
únicos a su ambiente»
3) Jerárquicas: suman a las demás la
jerarquía de los atributos entre sí. Dice Eysenk, 1990,:
Se ha visto que este sistema (el de la personalidad)
tiene cuatro niveles, siendo el más inferior el de los
actos o las cogniciones que ocurren aisladamente. En el
segundo nivel tenemos los actos o las cogniciones
habituales (p. ej., un individuo tiene dolores de cabeza
frecuentes, o frecuentemente es impuntual). El tercer
nivel es el de los rasgos, definidos en términos de
intercorrelaciones significativas entre conductas
habituales diferentes. El cuarto y último nivel es el de
los tipos, factores de orden superior, o dimensiones de
personalidad. Estos se definen en términos de
intercorrelaciones observadas entre rasgos».
4) Ajuste al medio: son los
atributos que posibilitan conseguir una adaptación
individuo / medio ambiente. Además de la de Allport ya
referida podemos agregar la de Mischel, 1979,:
«Personalidad designa los patrones típicos de conducta
(incluidos los pensamientos y las emociones) que
caracterizan la adaptación del individuo a las situaciones
de su vida».
5) Diferenciación: acentuando los
aspectos que diferencian un individuo de otro. Elegimos
como representante a Pinillos, 1975,: «La personalidad
representa la estructura intermedia que la psicología
necesita interponer entre la estimulación del medio y la
conducta con que los sujetos responden a ella, justamente
para dar razón del modo individualizado en que lo hacen».
6) Estabilidad, son los atributos
estables que definen a una personalidad a través del
tiempo. Dice Pervin, 1972: «El término personalidad hace
alusión a aquellas propiedades permanentes de los
individuos que tienden a diferenciarles de los demás».
Agregamos aquí la definición de K.
Schneider, 1959: entendemos por personalidad de un hombre
el conjunto de sentimientos y valoraciones, de sus
tendencias y voliciones (2)
Voy a saltear la discusión de cada
una de ellas dado que no es el objetivo de este curso la
personalogía en sí misma, sino abordar el subtema
específico de la psicopatía.
A esos fines conceptualizamos a la
personalidad como una manera de ser. Esto descarta lo
circunstancial, es decir, la manera de estar en función
del medio en un tiempo dado, no es una manera de
mostrarse. Una manera de ser implica permanencia de los
rasgos conductuales a través de la vida del individuo. Son
los rasgos permanentes que significan un estilo de acción,
una diferenciación entre el individuo y los otros, una
adaptación a las circunstancias, una historicidad y una
proyección.
En este trabajo la personalidad
psicopática es definida como una variedad de individuos
con necesidades especiales y recursos atípicos para
satisfacerlas. (3)
No se es psicópata por el decir ni el
pensar, sino por el hacer.
Anormalidad
Hay dos grandes parámetros para
definir el concepto de normal, el estadístico y el
normativo. El estadístico toma como valor directriz el
término medio, el grueso de una población, es el como es
una población. El normativo genera previamente un modelo
ideal, un como debe ser y con esa tabla valora; de tal
manera que el que se ajuste a esa valoración ideal será
normal.
Ambas posiciones tienen grandes
baches teóricos que son motivo de polémicas y replanteos
permanentes. Nosotros, a fines operativos y siguiendo a
Schneider, optamos por el criterio estadístico. Desde el
aspecto conductual decimos que es normal aquel individuo
que no se aparta del los patrones conductuales comunes o
más frecuentes, con una rango de variaciones (hacía lo
positivo o negativo) tolerable por el conjunto. Es
anormal, entonces, el que se aparta conductualmente de
este promedio, el que presente conductas desarmonizadas al
patrón conductual promedio. Si dibujamos una curva
estadística de Gauss que relacione población y conducta
(en un tiempo dado, para una cultura determinada), los
anormales serían los que están en los extremos de esta
curva, en cuya área central y más abarcativa estarían las
conductas comunes propias de esa población.

La ventaja de tomar como parámetro el
criterio estadístico es su mayor porcentaje de
objetividad. Se mide lo que es, lo que está, crudamente,
desprovistos de parámetros ideales. Así Schneider dice que
las personalidades anormales son variaciones,
desviaciones, de un campo medio, imaginado por nosotros,
pero no exactamente determinable, de las personalidades.
Que estas desviaciones de la normalidad media correspondas
a valores positivos o negativos en el aspecto ético o
social, es indiferente. Así todas las personalidades
singulares o raras, que se destacan por algunos de sus
rasgos permanentes, deben ser incluidas dentro de las
personalidades anormales. Dado que con esto se implica en
esta clase tanto al genio, al artista famoso como al
depravado o asesino, Schneider, adoptó arbitrariamente un
concepto social para apartar a los psicópatas: Son
aquellos que sufren por la propia anomalía de su
personalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad.
Discutiremos este concepto más delante.
Enfermedad
El término enfermedad debe estar
sustentado por una correlación de desequilibrio orgánico,
somático. Debe existir una causa orgánica de base
demostrable que genera una determinada sintomatología o
desviación.
A pesar que esta postura genera
múltiples posiciones tendientes a refutarla, ninguna nos
ha satisfecho como para modificarla. Y si bien existe
variados trabajos que encuentran aquí o allá variaciones
químicas o estructurales en algunos casos de
personalidades psicopáticos, estas esforzadas conclusiones
no son lo suficientemente contundentes ni generales, como
para sacar un resultado universalmente aceptado. Por lo
tanto decimos que el psicópata no es un enfermo, sino un
anormal. Esta posición no debe tomarse a la ligera, ya que
tiene serias implicancias, entre ellas la legal. En
Argentina no se considera al psicópata un enfermo, en
consecuencia pueda comprender la criminalidad de su acto y
dirigir sus acciones, por lo que es pasible de pena. Está
por fuera de los considerandos del Artículo 34 del código
penal, que se refiere a los casos de ininputabilidad.
Psicopatía y perversión
Pervertir es perturbar el orden o
estado de las cosas, y en su sentido moral es viciar las
costumbres, contaminar, prostituir, degenerar, depravar,
según lo define el diccionario. Perverso (aplicado a
personas, a sus sentimientos o instintos y a sus acciones)
es un depravado capaz de hacer mucho daño a otros y de
gozar con su padecimiento. Sexualmente es el que tiene una
inclinación sexual antinatural, dice María Moliner.
En tonalidad psiquiátrica se asigna
el término perversión a la alteración patológica de los
instintos, en especial el sexual. El término con que se
denota actualmente estas cuestiones es el de parafilia
(exhibicionismo, fetichismo, pedofilia, masoquismo,
sadismo, travestismo, voyeurismo, necrofilia, zoofilia,
coprofilia, urofilia, etcétera).
En la doctrina psicoanalítica se
estudia este tema a partir de Freud, 1905, con Tres
ensayos sobre teoría sexual, donde se menciona que la
neurosis es el negativo de la perversión. (4); y ubica su
inicio en la fijación de la libido en etapas pregenitales.
Es llamativo que esta doctrina no se haya ocupado de la
psicopatía.
Veremos más adelante, cuando
estudiemos los rasgos del psicópata con detalle, que no
necesariamente un psicópata tiene acciones perversas, en
el sentido sexual del término, ni todo perverso sea
necesariamente un psicópata, en el sentido abarcador que
otorgamos a esta nominación.
Trastorno de la Personalidad
El DSM IV utiliza esta terminología
para tratar, en alguna de sus partes, el tema de las
psicopatías. Más adelante, cuando tratemos el tema
específicamente, discutiremos acerca de la amplitud de
criterios de diluyen el tema y nuestras críticas. Por
ahora trascribimos los criterios para signar este
trastorno:
Criterios diagnósticos generales para un trastorno de
la personalidad (5)
A. Un patrón permanente de experiencia interna y de
comportamiento que se aparta acusadamente de las
expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se
manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
(1) cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse
a uno mismo, a los de-más y a los acontecimientos)
(2) afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y
adecuación de la res-puesta emocional)
(3) actividad interpersonal
(4) control de los impulsos
B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a
una amplia gama de situaciones personales y sociales.
C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.
D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio
se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la
edad adulta.
E. El patrón persistente no es atribuible a una
manifestación o a una consecuencia de otro trastorno
mental.
F. El patrón persistente no es debido a los efectos
fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga,
un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej.,
traumatismo craneal).
Bibliografía:
1) J. Sanz Fernández, Psicología de
la personalidad, en http://www.ucm.es/info/psclinic/profesores/temas1y2.htm
2) Schneider, Kurt: Personalidades
psicopáticas, Ediciones Morata, Madrid, 1980
3) Marietan, Hugo: Las personalidades
psicopáticas, Alcmeon 27, Año IX – Vol.7 Nro. 3- noviembre
1998. En http://www.alcmeon.com.ar y http://www.marietan.com
4) Vidal, Alarcón, Lolas:
Enciclopedia Iberoamericana de Psiquiatría, Editorial
Panamericana, Buenos Aires, 1995.
5) DSM IV, Masón, Barcelona, 1995