Las alarmas
En la interacción humana hay muchos sistemas de comunicaciones: sólo uno de ellos es el lenguaje. Existen otros, como los gestos, la tonalidad, la mirada, las acentuaciones, que son fácilmente percibidos si se pone algo de atención. Pero hay otros sistemas que captan CORPORALMENTE, que no está relacionado con las palabras sino con la PRESENCIA del otro que nos provoca reacciones corporales. La más común de ellas es la tensión, una tensión displacentera. Otra es más profunda e implica el sentirse mal físicamente si saber a qué atribuirlo; a veces se localiza en el estómago, o como cefalea, la falta de aire, la nausea. Otros son la sensación de miedo, de un miedo visceral, hasta de pánico frente al otro que no tiene nada amenazante desde lo gestual.
A estos otros sistemas de comunicaciones en la interacción corresponde el bienestar que sentimos frente el al otro sin que medie motivo objetivo alguno. O bien la indiferencia, hay personas que no nos provocan nada, que las ignoramos aunque esté a corta distancia o incluso que tratan de comunicarse con nosotros. Otros nos promueven en nosotros una tranquilidad inusual, hasta un placer espiritual. Otros una repulsa.
Y ninguna de estas sensaciones tiene una explicación satisfactoria. Viciosamente buscamos explicaciones hasta en lo que no se puede traducir en pensamientos lógico formales.
Es que estas comunicaciones se producen a otros planos distintos del lenguaje, más cercanos a la animalidad o a la espiritualidad (que está alejada en abstracción al plano psicológico y no está relacionado con lo religioso).
El otro ser, es este sentido, emite, y nosotros recibimos, aunque no lo podamos traducir al lenguaje.
Pero lo SENTIMOS.
Aconsejo siempre hacer caso a estos mensajes infrasentidos, son las alarmas que nuestra animalidad, por ejemplo, ha aprendido a lo largo de toda su historia evolutiva y se expresan corporalmente. Si alguien nos “cae” mal, alejarnos. Si, por el contrario, nos “cae” bien, permanecer.
Según lo que me relatan mis consultantes estas alarmas SIEMPRE SUENAN al principio de una relación, en los primeros encuentros, pero el deseo de comenzar una nueva relación porque se sienten solas, hace que sean minimizadas y apuesten a que pasará, que hay un error en sus primeras impresiones.
Y ESE ES EL ESPACIO QUE NECESITA el psicópata para hacer su trabajo de penetración en la mente de la complementaria, el de que ella baje sus defensas primitivas y acertadas y se deje ganar por las palabras, por lo que dice.
El psicópata es un ser básico, animalesco. Y eso es lo que emite. Y eso es lo que causa alarma. Y eso es lo que no es escuchado por la complementaria, que lo siente pero no le da importancia e insiste en la relación.
El psicópata es un depredador que siempre está buscando el resquicio para entrar por el lado vulnerable de la complementaria. El habla y hace hablar. Mientras el hombre común está muy interesado en agradar a la mujer que quiere conquistar y no escucha prácticamente lo que ella dice, el psicópata presta mucha atención para saber sus puntos vulnerables, sus fantasías insatisfechas. Y él se disfraza, entonces, de lo que ella necesita.
Me decía una de ellas que desde muy joven deseaba tener una familia numerosa, muchos hijos. Y de alguna manera se lo trasmitió al psicópata que, desde luego le manifestó que adoraría tener una familia numerosa. Y siempre insistía en ese punto hasta conquistarla porque, además, captó que era una mujer emprendedora y muy buena para los negocios, algo que al lo beneficiaba.
Recientemente una colega me consultaba por sentir que al atender a un paciente la invadía el miedo, se tensionaba. Tras un breve interrogatorio me di cuenta de que se trataba de un psicópata, tesis que ella no compartía ya que se comportaba correctamente y que, además “había sufrido mucho en su infancia” y se lo veía necesitado de contención. Le dije que el psicópata había captado su fisura maternal y trabajaba en ello. Que simplemente, como prueba, suspendiera las consultas y veríamos las reacciones por frustración propias del psicópata al ver que la presa se le escapa. Así lo hizo, y el psicópata se sacó la máscara. Es decir, la colega había captado desde su animalidad que se encontraba frente a depredador, eso le generaba miedo, a pesar que en lo formal él se comportaba “correctamente”. No escuchó las alarmas y pretendía seguir con las consultas, por suerte algo la hizo consultar y zafó de una segura experiencia muy desagradable.
Pero, por lo general, las mujeres complementarias, a diferencias de las comunes, no huyen de esas alarmas y apuestan a que “no pasará nada” y caen el circuito complementaria psicópata.
Veamos una carta:
Dr. Marietan, octubre de 2010
Dr. Marietan: hoy no me siento bien, ayer tuve un primer salida con un hombre que me tuvo toda la tarde hablando de sí mismo y no me dejaba casi pronunciar palabra por hablar de sus problemas. Se pasó como dos horas criticando a su hermano, al que yo conozco y lo acusaba de manipulador, golpeador, tirano, mentiroso…yo lo conozco como dije a al hermano de él y es más alto y mucho más lindo…cuando lo trate al hermano me pareció una persona agradable que él pero en fin puedo equivocarme. Este hombre no sólo me habló toda la tarde de sí mismo y sus problemas sino que sutilmente me decía que yo era demasiado antisocial, que él tenía miles de amigos, que todo el mundo lo quiere porque él es puro corazón, pero que su hija (ya que está separado de su mujer) lo cela mucho y le reprocha su falta de amor o demostración y que no sabe qué hacer que él a la hija la ama y que no sabe que más darle…y nada le conforma a la nena de 9 años… él se victimizaba todo el tiempo de que su mujer lo dejó por lo mismo que lo acusa la hija y él se siente culpable y que no pudo remediarlo ya que ella lo dejó de la noche a la mañana, pero…el tema que no se lo veía tan culpable como él decía sentirse…Bien se pasó conmigo toda la tarde descargando sus pesares, yo lo escuché y me confesó ser adicto a la adrenalina y a las peliculas de acción que descuatizan gente y matan gente …en fin no me dejó ir sino hasta las doce de la noche. Quedé agotada y vacía, con una sensación de opresión en el pecho, de asco, no me dejó hablar casi, todo lo que yo decía lo relacionaba con algo de su vida y empezaba a hablar él…No hubo sexo porque yo no quise, era la primera vez que salía y aparte no tenía ganas después de la tarde en donde fui receptora de un verborrágico terrible…Noté algo…jamás decía mi nombre y me puso apodos todo el tiempo, apodos normales pero apodos en fin. Esta mañana me mandó un mensaje llamándome «bebé» y que yo lo había hechizado y blabla. Le conteste diciéndole que no me ponga apodos que eso no me gustaba y que de una vez me llame por mi nombre…me respondío «sin nombrarme» pero pidiendo disculpas y que el no es chamullero…pero no me nombró, yo le respondí diciéndole que me extrañaba que no supiera que a la gente hay que llamarla por su nombre si no quiere quedar como chamullero…no sé si estuve dura pero no me respondió, igual no me importa…
Deberé estar atenta o mejor conviene alejarme de este hombre, me siento vacía de la noche a la mañana…
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