Hoy una paciente me consultó si era normal que su novio le propusiera formar tríos en las relaciones sexuales. Ella rechazaba esta esta idea, que no era de su gusto, pero él insistía y la calificaba de retrógrada, mente cerrada y poca divertida, además de egoísta ya que es un gusto que él quería darse. Cuando ella se enojaba al sentirse presionada, él daba marcha atrás y se desdecía: “es una broma, un chiste”. Pero al pasar un tiempo volvía a la carga con el mismo tema. Como ella no cedía, entonces le proponía que lo “hicieran en la fantasía”, que se imaginara que había un tercero mientras ellos sexuaban. Él proponía variantes, empezar con una mujer y después seguir con un hombre como tercero. Esto se repetía constantemente con algunos leves cambios pero el eje principal era agregar un tercero. Así hasta que al “novio” se le ocurrió una idea que él consideraba brillante, ni un hombre ni una mujer: una travesti. A lo que ella le contestó, pero ese es un puto disfrazado de mujer. Esto desató la furia del “novio” quien la agredió verbalmente con una intensidad inusitada, acusándola de discriminar y que la travesti era una mujer, reconocida por las leyes, que era una antediluviana, monstruo civil, etc. Ella le preguntó si había estado con un travesti y él le dijo que sí, que no tenía nada de raro y que todos lo hacían. Ya un tanto harta le preguntó ¿y el (pene) de travesti que pito tocaba en esa relación? Nuevo temporal de insultos. A la semana volvió con el asunto del trío. Así que ella, en la consulta, decía que le daba asco estar con otra mujer u otro hombre (ella sospechaba que ese era el fin que buscaba su “novio”), y quería saber si ese rechazo era producto de su “mente cerrada”, “primitiva” y “reprimida”.
Le contesté que debíamos partir de la base: a un varón no se le pasa por la cabeza la idea de ser penetrado, no existe en su mundo psíquico esa idea, ni a una mujer lamer una vagina. Que en el vínculo entre un hombre y una mujer, y partiendo del grado uno que es la mera excitación sexual focalizada en un individuo, existe en paralelo el sentimiento de pertenencia. Es este “segundo sentimiento”: “este mujer es mía”, “este varón es mío”, es el que inhabilita la presencia de terceros en el acto sexual. Y a medida que el “primer sentimiento” pasa de la excitación al “querer” al otro, el “segundo sentimiento” se incrementa exponencialmente, y el sentido de pertenencia imposibilita el mero pensamiento de un tercero en el acto sexual. Ni qué hablar cuando de “querer” se pasa a “amar”. En consecuencia, ver a “su mujer” o a “su varón” sexuando con otro en su presencia es inaceptable.
Partiendo de estos conceptos se deduce que un novio, que lleva implícito al menos el querer a su novia, jamás propondría compartirla en la cama.
Y la insistencia de su partener en la formación del trío, sin contar con el consentimiento de ella, se debía a satisfacer una necesidad perversa del “novio”, y que aquí no había un auténtico sentimiento amoroso.
Pude ocurrir que algunas parejas en donde ambos tienen desgastadas hasta su cariño por el otro, y limado en consecuencia su sentido de pertenencia, puedan, por mutuo consentimiento aceptar un tercero, o a otra pareja para salir del aburrimiento sexual en que se encuentran. También en las parejas unidos “POR CONVENIENCIA” y no por afecto, les resulta fácil entrar en estas alternativas. Debemos considerar también el viejo dicho “tal para cual” en este caso y es cuando en ambos subyace esta perversión.
Otro elemento que facilita este tipo de prácticas es el exceso de la ingesta de alcohol o de drogas. Pero debemos aclarar que ni el alcohol ni la droga CREA la necesidad de un tercero en la pareja, sino que desreprime un deseo prexistente, oculto, en la persona. Pude ocurrir que, accidentalmente (por haber sido drogada o alcoholizada) o por manipulación, uno de los dos acceda al requerimiento de la otra y participe de un trío o de una experiencia swinger, el resultado en la persona que no acepta estas prácticas es altamente traumatizante y, en su inmensa mayoría, no lo repite. Incluso es motivo de ruptura de la “pareja”.
En la Psicopatía
Sin embargo, en mis consultas, las complementarias en un elevadísimo porcentaje me cuentan que su psicópata les ha propuesto la formación de un trío. Es tan frecuente esto que lo tomé como un rasgo de psicopatía y figura tanto en el Descriptor de rasgos de psicopatía (Marietan, 1998), como en el Cuestionario de orientación sobre Rasgos de Psicopatía (CORP) “¿Tiene conductas raras o perversas en lo sexual?”; y constituye una de las ALARMAS para detectar psicopatía. También la manipulación mental para conseguir ese objetivo. Los que han leído las cartas de las complementarias en esta página, se han encontrado muchas veces con esta queja. Pero, debo decirlo, que algunas de ellas ceden al requerimiento dado que son esclavas psíquicas de su psicópata. Es decir, que en el circuito psicópata – complementario, no son válidas las consideraciones que primaron este artículo, aplicado más a las parejas “comunes”. El psicópata puede conseguir lo que desee de su complementaria.
Resumiendo: si tu “pareja” te propone un trío, no te desea, ni te quiere, ni te ama. O es un perverso, o un psicópata o ambas cosas.
Dr Hugo Marietan, 13 de marzo de 2014