XIII Congreso Internacional de
Psiquiatría AAP
Mesa: Psicopatía.
Presentación de Hugo Marietan
5 de octubre de 2006
Asesoramiento
para el complementario
Veamos las
bases conceptuales para armar un asesoramiento para la
persona que es complementaria (C) del psicópata (Ps). Es
decir la que puede convivir o tener una relación que
perdure cierto tiempo.
Repetimos que
sólo se puede hacer esto cuando el sistema
psicópata-complementario está debilitado. Ya porque el
complementario esté agotado, es decir que obtiene más
sufrimientos que compensaciones y esto le resulta
intolerable o bien porque el psicópata se desprende de la
complementaria y debemos ayudarla a hacer el duelo de esta
compleja relación.
Mientras el
sistema Ps-C está compensado, nada se puede hacer. Por más
que los allegados a esta relación: familiares, amigos u
otras relaciones, puedan captar el efecto negativo de Ps
sobre C, si C no pide ayuda, es muy poco lo que se puede
hacer en situaciones comunes.
Porque te
quiero te aporreo
Sí se puede
asesorar a las personas periféricas al circuito Ps-C, como
fue el caso por ejemplo de una madre que consultaba por su
hija que estaba en pareja con un drogadicto, golpeador y
estafador (con antecedentes penales). La hija, a pesar que
de vez en cuando volvía a su casa materna magullada y con
signos francos de efectos de drogas, no quería separarse
de su psicópata y escuchaba, como quien oye la lluvia,
cualquier argumentación en contra de la relación. En tres
oportunidades hubo que internarla para que se recupere de
las palizas y aún así, no quería hacer ningún tipo de
denuncia. Es desesperante para los familiares ver
semejante deterioro y no poder hacer casi nada. Hasta
pensaron en procedimientos no legales para desprenderla de
semejante sujeto. Hago esta acotación porque es frecuente
que los familiares traigan esta posibilidad a la consulta.
Los padres, al principio, trataban de intervenir
contactándose con el psicópata a lo que éste respondía
golpeando más a la hija, por lo que se dieron cuenta que
este procedimiento no solo no era adecuado sino más
perjudicial.
Docencia a
granel
Sí es
pertinente explicarles a los familiares de qué se trata
este tipo de relaciones. el terapeuta debe hacer esto
desde distintos niveles y repetidas veces porque una y
otra vez los familiares lo equiparan a una relación común:
sólo con una buena docencia, paciencia y tiempo llegan a
aproximarse al entendimiento de esta problemática: a
entender que su hija está allí porque obtiene algo del
psicópata, que está porque quiere estar y no porque está
influida, sugestionada, hipnotizada, amenazada por Ps, que
sí puede hacer todas estas maniobras, pero el anclaje está
en lo irracional. Todo lo que se ve de afuera en estas
parejas es lo negativo y las quejas. Y solo ellos saben
(sienten), y no concientemente, el extraño disfrute de
estar juntos. Desde luego que esto va más allá de lo
sexual. Lo psicopático se enclava mucho más profundamente
y abarca aspectos más básicos de la persona del
complementario.
El
agotamiento de los familiares
Puesto así el
tema puede surgir la siguiente postura, que de hecho
toman algunos familiares agotados los recursos: bueno, si
a ella le gusta así, la dejamos. Y son espectadores
resignados e impotentes del deterioro de su hija. Otros
tomas la postura de enojarse con C, y dejarla sin apoyo
familiar. Y esto es lo que, en la medida de nuestras
posibilidades, debemos evitar. Debemos lograr que C sienta
que tiene una puerta abierta cuando ella decida cortar la
relación.
La postura
del terapeuta
Como se
habrán dado cuenta el asesoramiento no es ni común ni
sencillo. Lo más importante es que el terapeuta tenga en
claro el tema de la psicopatía, que tenga la suficiente
apertura mental como para participar activamente en la
recuperación de C y que sepa, desde el vamos, que la
evolución tiene avances y retrocesos, que debe manejar su
propia frustración como profesional y saber esperar.
Aquí no
podemos decir C es responsable de su vida, ella debe
decidir qué hacer, como en el caso de un neurótico. Porque
cuando C salta del circuito psicopático lo que tenemos
frente a nosotros es casi un minusválido: un ser agotado,
deprimido, temeroso, desorientado, avergonzado y muy
vulnerable a la acción de Ps.
Una
participación activa
Debemos
participar en la reconstrucción de la vida de esa persona,
fortalecer su autoestima y por sobre todas las cosas
explicarles lo que le pasó, de qué se trata la psicopatía
y mantener rígidamente una premisa: el Contacto Cero.
Evitar, por todos los medios cualquier tipo de
comunicación con Ps. Las primeras semanas son las más
duras y se asemeja en mucho a un síndrome de abstinencia.
El sufrimiento es intenso y si no se tienen claras las
cosas se puede ceder y permitir algún tipo de comunicación
y esto es como a un alcohólico permitirle una copa de
alcohol para evitarle el sufrimiento: todo vuelve a
empezar otra vez.
Mano de
acero, mano de seda
La conducta
del terapeuta debe ser francamente directiva. Debe, desde
luego, formar un equipo con su paciente y los familiares
y amigos. Pero la dirección la debe llevar firmemente el
terapeuta. Es decir, mantener el rumbo del asesoramiento y
recuperación, pero nunca adelantase demasiado, debe guiar
y mantenerse cerca del desarrollo psíquico de la
asimilación del problema de los que están interviniendo.
No es un dar órdenes y tampoco es un papel pasivo: como en
todo lo relacionado con la psicoterapia es una mezcla de
técnica y de arte.
La valla anti
psicópata
Los
familiares y amigos de C deben ser una valla para evitar
el contacto con Ps. Muchas veces existen hijos de por
medio, intereses comerciales o de otra índole, donde deben
intercambiarse información u objetos entre C y Ps, pero
esto debe hacerse siempre a través de terceros.
El terapeuta
debe evaluar la situación real de C: medios y
posibilidades para mantener la independencia, aliados con
que cuenta, no debe desperdiciarse nada que pueda
beneficiar a C en esta etapa de crisis.
Establecer
prioridades
Hay que
lograr que C concentre todas sus energías en el
desprendimiento de Ps y no la disperse con nuevos
problemas o atendiendo cuestiones menores o pasibles de
delegar. Nada en C hay más importante que recuperarse a sí
misma.
Ella debe
contar en todo momento con la posibilidad de comunicarse
con nosotros: no hay horarios ni postergaciones, debe
saber que cuenta con nosotros.
Estar
preparados para los errores de C
Y cuando
cometa errores se lo señalaremos, trabajaremos sobre él,
seremos firmes en el límite, pero siempre estaremos de su
lado. En los primeros meses deben estar preparados para
escuchar las letanías de la Complementaria que, aunque
parezca increíble, extraña al Psicópata. Y lo dicen así:
sé todo lo que me hizo, pero igual lo extraño. Este tipo
de reacciones deben ser conocidas de antemano por el
terapeuta y evaluarlas como parte del proceso de
recuperación y no como una falla en el mismo. Desde luego
genera irritabilidad, en las primeras experiencias, y
desconcierto: ¿cómo puede extrañarlo si analizamos todo lo
perjudicial que fue para ella? Es que el terapeuta es un
ser básicamente lógico, está adiestrado en la lógica, y
estos hechos son de base irracional, y, a veces, pierde la
perspectiva y puede generar una reacción de hostilidad
hacía la Complementaria. Con más experiencia se da cuenta
que esto no escapa a las leyes de un duelo y que la
afectividad tiene razones que incordia a la lógica.
Así que
cuando C manifieste que lo extraña a Ps, guardar
respetuoso silencio. Ella misma suele preguntar a
continuación ¿Cómo puede ser que me pase esto? A lo que se
le explicará que está pasando por un duelo y que estos
retrocesos y estas nostalgias son comunes. Además, desde
lo psicopatológico, se afirma con estas experiencias la
existencia del goce secreto entre C y Ps. y es eso en
realizad lo que extraña del psicópata. Esa vivencia
intransferible e incomunicable que la mantenía unida al
psicópata contra viento y marea ¿De dónde estaba agarrada
la Complementaria en este circuito psicopático? No lo
sabemos y creo que ella tampoco, pero podemos palpar ese
anclaje, que muchas veces, la mayoría, no es sexual, y que
cuando se separa de Ps sufre un profundo desgarro,
doloroso, angustioso, y demandante de recuperar la parte
perdida.
La
perplejidad de C
Este vacío
del psicópata es notable. En los primeros tiempos la
persona del complementario está lisa y llanamente
perpleja. En ese estado afectivo de no saber dónde se
está, ni en qué situación ni cual es el rol de ella esta
etapa. Es como un ser confuso. Inseguro. Dudoso y
sufriente. Y desde luego, contradictorio. Es por eso que
la acción del terapeuta debe ser firme sin dejar de ser
tolerante y contenedor. Hay que dejar que la persona se
exprese, aunque repita por enésima vez las experiencias
con Ps y sus autorreproches: ¿cómo puede aguantar todo
esto? ¿qué me pasó? y hasta planteos de tipo
teleológicos: ¿por qué me tocó esto a mí?, incluso
religiosos cuando son vividos como un castigo.
La falacia
justiciera
También el
discurso puede estar plagado de intenciones de
resarcimientos y deseos de justicia: esta persona me hizo
mucho daño, debe pagar por lo que hizo, no pararé hasta
que se haga justicia. Aquí hay que recordarles que
encaminarse en el sentido de la venganza es tener, de
nuevo, al psicópata en la cabeza, es trabajar de nuevo
para él, aunque el sentido parezca distinto. El odio es la
otra cara del amor, pero sigue siendo un tipo de amor, de
apego. Y siguiendo nuestra tesis inicial, la de Contacto
Cero, tampoco debemos permitir esto: toda acción que la re
ligue al psicópata debe ser combatida. No debemos
prestarnos a ser aliados de la venganza de la persona que
consulta, por más que esta venganza se disfrace con
distintas máscaras.
No habrá
perdón
Una vez vino
a consultarme una mujer para que fuera perito de parte
ante un juicio de divorcio para demostrar la psicopatía de
su ex pareja. En realidad el ex marido estaba de acuerdo
en divorciarse de común acuerdo y en repartir los bienes
de acuerdo a lo que pedía esta mujer. Pero eso a ella no
la conformaba, quería un juicio controvertido donde se
demuestre que la relación se había concluido por la
psicopatía. Quería demostrar a la sociedad que el ex era
un psicópata, quería dejarlo marcado en ese sentido. Decía
que un psicópata no podía quedar impune después de lo que
le había hecho. Es decir, el móvil no era conseguir el
divorcio, sino vengarse. Luego de escucharla durante un
hora en que mostraba, con papeles incluidos, las pruebas
de las maldades del ex, le expliqué en qué consistía su
estado: su razonamiento estaba perturbado por el rencor y
no podía entender que esta actitud la perjudicaba más aún,
ya que había dejado prácticamente su actividades comunes
para dedicarse de lleno a la causa de la venganza. Es
decir, había dejado su vida a un costado para, otra vez,
girar alrededor del psicópata, esta vez con un buen
argumento lógico, la reivindicación, pero que la seguiría
desgastando y quietándole calidad de vida. Amén de que,
otra trampa de lo irracional, era una buena excusa para
esta en contacto con el psicópata.
Es que si yo
no hago nada, él seguirá haciendo daño a otros. No puedo
permitir esto, yo también tengo una responsabilidad con la
sociedad. Este es otro argumento que usan algunas
complementarias, pero que no es más que una variante del
anterior, disfrazado de acto solidario.
Rumbo fijo al
Contacto Cero
En síntesis,
el terapeuta debe oponerse a todo intento, lógico o no, de
ruptura del Contacto Cero. Repito: cualquier contacto
puede reestablecer de manera inmediata (más adelante
veremos ejemplos sobre esto) o mediata el circuito
psicopático ya que el anclaje es irracional y todas las
promesas de la complementaria de que va a ser fuerte,
que ya se encuentra en condiciones de ver al psicópata
sin consecuencias para ella, que es sólo por un momento
y para tratar tal asunto impostergable y otras, sin meros
artilugios para llenar el vacío del psicópata.
Del lado sano
A esta altura
varios de los colegas lectores estarán razonando: Si es
eso lo que ella quiere, que vaya y listo, es su vida.
Pero está el detalle que ella se pone en nuestras manos
para ser ayudada a salir del circuito psicopático. Su
parte lógica está imbuida de ese propósito y su parte
irracional oscila entre estar agotada por el sufrimiento
de la relación por un lado y por el deseo de volver, por
otro. Y es esta parte del deseo la que genera todas estas
trampas, y nosotros debemos estar del lado que beneficiará
a la persona que nos consulta. De ahí que nuestra postura
debe ser clara y firme y evitar que a Complementaria caiga
en sus propias trampas.
El rol de los
aliados
Los
familiares que comprenden la problemática, algunos no lo
entienden nunca, deben ser asesorados y se les debe
explicar cual es su parte, de qué manera pueden ayudar al
proceso. Y serán los que intercedan ante cualquier
acercamiento del psicópata a la complementaria. En ellos,
y los amigos que colaboran, se tercerizaran todo trámite
o gestión que deba hacer la complementaria en relación al
psicópata: desde la entrega de los hijos para los fines de
semana que le toquen al psicópata, hasta las cuestiones de
papeles propios de los bienes en común. Todo detalle debe
ser cuidado. Así la señora del servicio atendía todas las
llamadas de la casa a fin de filtrar cualquier
comunicación entre ellos. En otro caso la hermana se
encargaba de abrir la puerta y neutralizar cualquier
visita imprevista del psicópata. Se deben cambiar las
cuentas de correo electrónicos, los números de teléfonos y
todo resquicio por donde pueda pasar una comunicación del
psicópata.
El valor del
detalle
Se pensará
que todo esto es exagerado, y hasta ridículo en algunos
casos. Pero cuando los colegas lleguen a experimentar el
rearme del circuito psicopático por una falla mínima y las
consecuencias que conlleva el rearme de ese circuito para
la persona que nos consultó: entrarse del derrumbe de la
auto estima, las conductas como de Zombis de algunas de
ellas, las pérdidas de fortunas de otras y tantos otros
perjuicios, entonces apreciaran estas indicaciones que les
serán de utilidad para asistir a su próxima
complementaria.