SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

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Jueves 31 de mayo de 2007

Noticias | Política | Nota

Entrevista íntima con los candidatos
porteños / Nota V


Telerman, el extravagante

Así se definió el
jefe de gobierno, aunque aclaró que es pudoroso; admitió a
LANACION.com que es egoísta y que le cuesta arrepentirse; se
refirió al afecto por su familia y al apego por el yoga y la
religión

Jorge Telerman está
confiado. O por lo menos eso se encarga de dejar claro con
sus palabras, gestos y movimientos. Mientras espera las
pocas horas que lo separan de las elecciones del domingo,
acepta hacer una pausa en su frenético raid proselitista
para hablar de sus miedos, pasiones y sueños no cumplidos.

Reconoce que es
egoísta y que le cuesta encontrarse defectos, pero no tanto
como demostrarle afecto a sus amigos. Le gustaría poder
dedicar más tiempo tanto a ellos como a sus dos hijos. De
todas maneras, se describe como un padre «muy amoroso»,
aunque físicamente algo ausente.

En una distendida
entrevista con LANACION.com el jefe de gobierno, que brega
por no tener que sacar sus cosas del despacho de Avenida de
Mayo al 500, asegura que el arrepentimiento no le parece un
valor positivo, cuenta cómo empezó a practicar yoga y pone
límites a su aparente desborde de carisma. «Soy extravagante
pero pudoroso», se describe.

—¿Qué le gusta hacer
cuando tiene tiempo libre?

—Leer y escuchar
música, juntos y mucho, andar en bicicleta y cocinar.

—¿Qué cocina?

—¡Ah! De todo. Soy
buen cocinero.

—Tres virtudes y
tres defectos de Jorge Telerman

—Buena gente. Es un
buen tipo, Jorge Telerman. Disfruta de la vida. Además, soy
honesto patrimonial e intelectualmente. Tengo muchas más
virtudes, pero ya que me piden tres digo esas.

¿Defectos?… Es tan
difícil mirarse a uno… Soy medio desordenado (Se detiene).
Es que sí digo defectos voy a decir cosas absolutamente
menores. A veces me olvido de llamar a mis amigos. Los
quiero mucho más de lo que se los demuestro. Me mortifica
mucho no hacerle saber claramente a la gente que quiero
cuánto la quiero y no estar todo lo presente que tengo que
estar. Porque además soy egoísta, me gusta que lo hagan
ellos y ellas (sonríe). Otro defecto: tengo pie plano.

—¿A qué cosas le
tiene miedo?

—A las ratas,
roedores y antropomórficas. A las de las cloacas y a las de
la política que, a veces, son lo mismo. A ciertas formas de
violencia, a los momentos de exaltación, a algunas épocas
sociales que generen climas de persecución. Creo que los
seres humanos somos más proclives a caer en la
irracionalidad de lo que creemos.

—¿De qué cosas se
arrepiente?

—No. [Se pone la
mano bajo la barbilla]. No me arrepiento ni de las cosas que
hice mal. Fueron imprescindibles para aprender. No tengo
grandes arrepentimientos. De no haber sido más metódico con
muchas cosas [golpea la mesa].

Prefiero extirpar el
arrepentimiento, no me parece un valor positivo. Puede
llevar a inconvenientes: al atajo de la irresponsabilidad,
es decir «Me arrepiento entonces ya está, me desculpabilizo»
[hace el gesto de lavarse las manos en el aire]. Le temo a
los que no sienten culpa por el mal que pueden hacer.
Prefiero que seamos conscientes de que somos capaces de
hacer determinadas cosas y entonces tener cuidado en lugar
de arrepentirnos. El arrepentimiento puede llevarnos a la
canallada de repetir y puede hacernos resentidos hasta las
vísceras.

—¿Alguna vez lo
traicionaron?

—Seguramente muchas
más de las que sé. Pero las que más me importan son las del
amor, no las de la política.

—¿Y sufrió las del
amor?

—Muchísimo [estira
la «i»].

—¿Una fantasía?

—Fantaseo mucho
sobre como debería ser la ciudad de Buenos Aires. Tengo la
fantasía de la ciudad ideal futura. Además fantaseo de vivir
en lo que me queda, espero que muchísimas décadas, un nuevo
salto científico técnico. Tocar bien el piano y tener todos
los libros que me gustaría tener.

—¿Cómo es como
padre?

—Creo que muy bueno,
pero debería preguntarles a ellos. Muy amoroso y menos
presente físicamente de lo que me gustaría, sobre todo con
Catalina, la más chiquita, que tiene 12 y por sus horarios
la veo menos. Al grande, Federico, de 19, lo veo más y
además tenemos un nivel de diálogo y cercanía muy grande.
Con los dos tengo una relación muy estrecha. Somos una
familia muy cercana física y emotivamente.

—¿Cómo se imagina el
domingo a las 10 de la noche?

—Cómo lo deseo.
Feliz, ganando pero no triunfalista.

—¿Cuándo y por qué
empezó a practicar yoga?

—Por azar. Porque me
crucé en una librería de viejo de la avenida Corrientes a
los doce o trece años con un libro del yogui Ramacharaka,
uno de los primeros grandes divulgadores del yoga. El libro
me fascinó y me sirvió para iniciarme en el mundo de la
filosofía yogui. Estaba ya entrada la década de los 70 y la
cultura no estaba del todo vinculada a las ideas de paz y de
armonía. [Se ríe]. Además, yo venía formado en cierta
sensibilidad de izquierda y [el del yoga] era un mundo
completamente distinto. Empecé a practicarlo por mi cuenta.
Después, ya más grande, fui buscando instructores. Hoy
tendría que haber ido a respirar y tuve que levantarlo a
último momento, y me faltó como el agua.

—¿Cuál es la mayor
virtud de Kirchner?

—El coraje, la
capacidad de trabajo y de decisión.

—¿Y su peor defecto?

—Su poco apego al
diálogo, a la aceptación del otro y algunas acciones de
gobierno que creo que no contribuyen a sosegar los ánimos de
la sociedad.

—¿Un amigo?

—Voy a decir uno de
afuera de la política, porque allí tengo varios y sería
injusto. Voy a elegir a uno de mi infancia y adolescencia.
Hubo un amor enorme entre nosotros. Es Ricardo Edelstein, «Popi»,
que vive entre Río Negro y Neuquén y hace manzanas ricas y
lindas para toda la humanidad.

—¿Un enemigo?

—El que no lo quiera
a «Popi» Edelstein [Risas].

—Una confesión

—No las pienso hacer
en público. Soy extravagante pero pudoroso.

—¿Tiene cosas
pendientes a nivel personal?

—Muchísimas. Casi
todas están vinculadas con el saber: mejor conocimiento de
los instrumentos y de los idiomas. Me entusiasma llegar a
una ciudad, volver en un tiempo y vivir el proceso de
incorporar el idioma. Como cuando viví en Francia a los 17
años y no sabía una palabra en francés. Recuerdo el proceso
de la bruma y el ruido que un día comienza a ser
significante. Es fascinante. Es una emoción fantástica
empezar a distinguir los sonidos de la furia, para los
faulknerianos.

—¿Qué carrera
universitaria elegiría hoy?

—Estudiar cine con
mi hijo, que es lo que hace él, y filosofía. ¡Ahí está otra
cosa de la que me arrepiento! No haber hecho una carrera
sistemática de filosofía [vuelve a golpear la mesa con la
mano].

—¿Hubo algún momento
de su vida en el que se aferró más a la religión?

—Muchos. Ahora por
ejemplo, estos últimos años. Pero tuve idas y vueltas.
Primero una formación filosófico política cercana al
agnosticismo y sin embargo un sentimiento religioso, pero no
familiar. Vengo de una familia judía, de ritos y de
prácticas comunitarias judías pero no religiosa. El
sentimiento religioso no sólo no me es ajeno, sino que me
resulta cercano y fuerte.

—¿Qué libro tiene en
su mesa de luz en este momento?

—Muchos. El de ayer
a la noche es un libro de relatos de Cabrera Infante de su
época en Cuba. Estupendo, escrito en el exilio. Notas del
amanecer creo que se llama. Pero en mi mesa de luz siempre
va a encontrar un libro de ficción, de cuentos, alguna
novela y algún ensayo. Soy hiperecléctico.

—¿Un hombre en la
historia?

—No… no hay uno
solo. Gengis Khan, algún viajero o científico o alguien que
haya descubierto algo. En todo caso ningún político.

—¿Una mujer?

—La mía, por
supuesto [risas]. También las pienso por el lado de la
ciencia, de los descubrimientos, de los momentos de salto:
geográficos, de nuevos mundos y en el campo de la ciencia y
del arte. Así que mencionaría a [Marie] Curie o Marguerite
Yourcenar, que me hizo descubrir cosas con su literatura.
Siempre pienso en personajes que han hecho historia sin
proponérselo.

 

Por Lucrecia Bullrich

lbullrich@lanacion.com.ar

 De la Redacción de LANACION.com

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http://www.lanacion.com.ar/913075

 

 

 


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Sobre el autor

Hugo Marietan

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Hugo Marietan

Nacido en Buenos Aires, en 1951

Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Bueno Aires, 1981, MN 62757

Médico Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1986

Formación Docente: Egresado del Curso de Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud y Carrera Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Docente Adscripto a la Carrera Docente Facultad de Medicina. de la Universidad de Buenos Aires desde junio de 1991 a la fecha.

Académico Titular de la Academia Internacional de Psicología de Brasil (2002)

Para ver el curriculum completo: https://marietan.com/curriculum/

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