Carta
Solapado
Dr. Marietan.
Gran trabajo el suyo. Llevo años
estudiando desde una óptica ajena a la médica (abogado),
la psicopatía. Había leído a Cleckley y Hare, y creí que
había poco más. Me equivoqué. Empecé a trabajar como
aprendiz de abogado (pasante) en un bufete en el que el
líder y jefe era un tipo extraño, brillante, con «dos
carreras», capaz de la más cruel acción profesional y del
acto de mayor ternura, al mismo tiempo. Cuando
comprendimos que era un estafador ya llevábamos más de 2
años trabajando en su despacho un grupo de más de 15
abogados y economistas. Mi decisión de irme junto a buena
parte de profesionales ocasionó que se iniciara una guerra
con ese individuo que dura años. A partir de ahí se vio al
verdadero psicópata: Las carreras universitarias eran
mentira; su pasado era mentira; se justificaba con
enfermedades de sus hijas (una supuesta leucemia) para dar
pena a los clientes a quienes robada el dinero; su vida
sexual era extraña, casado pero con amantes secretos y
relaciones tormentosas; su infancia había sido dramática,
niño adoptado hijo de una prostituta y abandonado, criado
por una familia sin hijos a los que habría hecho la vida
imposible a medida que iba creciendo; gran inteligencia y
poder de embaucar a la clientela que lo defendía aún ante
la evidencia de que había sido estafada, y un larguísimo
etcétera que confirma un buen número de síntomas
psicopáticos. Jamás perdonó aquella huida, y su deporte es
perseguirnos y hacernos la vida imposible en una tarea en
la que lleva años. La pregunta que me hago es ¿cómo se
conoce tan poco de esto siendo tan común? ¿Por qué
asociamos la psicopatía a la locura o al asesino cruel
cuando la mayor parte de sus efectos se extienden por
personas aparentemente normales y/o integradas
socialmente? Es curioso. Hay escasos de estudios acerca de
este problema y los suyos me sirven (desde el plano
práctico) para comprobar que en efecto son muy numerosos.
Enhorabuena, un saludo.
Marcelo. (España).Marzo 2008