Perversos
Información sobre:
Ofensores Sexuales
1)
Caracterización de Ofensores Sexuales Juveniles
Experiencia de la
Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional de Niños,
Costa Rica
Lic. Walter Ramírez
Mora *
* Psicólogo Clínico,
Clínica de Adolescentes, Hospital Nacional de Niños, Dr.
Carlos Saénz Herrera, Apdo 1195-2150, San José, Costa Rica.
Objetivo: Dar a conocer las
características principales de los ofensores sexuales
juveniles que reciben tratamiento en la Clínica de
Adolescentes del Hospital Nacional de Niños (Costa Rica)
Diseño: Estudio exploratorio.
Sitio: Hospital Nacional de Niños,
Clínica de Adolescentes.
Resultados: La mayoría de los encuestados
se encuentra en la adolescencia inicial y media (92.2%) y
más de la mitad está cursando estudios secundarios.
Pertenecen a familias tradicionalmente constituidas. La
Corte Suprema de Justicia es la institución que más refiere
casos, seguido por Hospitales Nacionales. Tres cuartas
partes de los delitos cometidos son abusos deshonestos y un
tercio de violación, donde la mayoría de los ofensores al
momento de cometer sus delitos, estaban en la etapa inicial
de la adolescencia (12 a 14 años). En el 88.2 % de los casos
los ofensores guardan una gran cercanía con sus víctimas, y
de estas en su mayoría son niñas (85%). Encontramos como
factores de riesgo asociados a las conductas sexuales
abusivas en los jóvenes, el acceso a la pornografía,
trastornos de conducta, historia de abuso previa y consumo
de alcohol.
Conclusiones: La educación sexual
dirigida hacia lo biológico, el acceso a la pornografía sin
la guía de un adulto responsable, las historias de violencia
de los adolescentes en sus hogares, la falta de contención
en el hogar y las distorsiones de la sexualidad y
masculinidad, figuran como elementos relevantes para la
predicción y prevención de los delitos sexuales en jóvenes.
Palabras claves: abuso sexual,
adolescentes ofensores, pornografía, sexualidad.
El abuso sexual contra menores es un
problema complejo en nuestra sociedad, que resulta alarmante
cuando el abusador es otro menor, y más aún si la víctima es
un familiar cercano.
Estudios norteamericanos indican que en
adolescentes menores de 18 años, se presentan en un 20%
detenciones policiales por delitos sexuales, y de estos,
casi el 30 % son por violación. El cuadro 1 suministrado por
la Fiscalía Adjunta Penal Juvenil de San José nos muestra el
comportamiento en las denuncias y los delitos sexuales
perpetrados por adolescentes en esta provincia.
Disminuir las ofensas sexuales nos
involucra a todas las personas y son prioridad programas de
prevención en el marco de la educación sexual. Por otro lado
la sensibilidad social y profesional hacia el tema son
necesarios para el abordaje profundo y desarrollar sistemas
de detección eficaces, que permitan la atención preventiva.
Nuestra responsabilidad no se debe limitar a la intervención
con el menor abusado y/o su familia, sino debemos intervenir
también con el abusador. Si los abusos sexuales existen, es
por que hay niños abusados y jóvenes y adultos abusadores.
El acercamiento integrador que nos permita abordar el
problema en su globalidad, es la única manera eficaz de
intervenir.
La Clínica de Adolescentes del Hospital
Nacional de Niños ha desarrollado una experiencia de
intervención con adolescentes ofensores sexuales y el
objetivo de este trabajo es presentar el perfil de los
mismos. El modelo de intervención inicia con una evaluación
previa por parte de los profesionales de trabajo social o
psicología, para ubicar al adolescente en un perfil de
riesgo que por sus características puede ser de bajo,
moderado y alto riego.
Posteriormente, los jóvenes ubicados en
perfiles de bajo y moderado riesgo ingresan al programa de
tratamiento grupal el cual consta de unas veinte sesiones
aproximadamente, donde se trabajan varios temas en secuencia
lógica, tales como la sexualidad, el poder, asertividad,
empatía con la víctima, barreras del abuso sexual, el ciclo
del abuso sexual, los roles sexuales de género, distorsiones
cognitivas, etc. para luego finalizar con un plan de
prevención de futuras ofensas elaborado por los mismos
jóvenes. Por último se les proporciona un seguimiento de
tipo grupal a los adolescentes por espacio de un año.
En los últimos años se ha hecho del
conocimiento general la incidencia y el predominio del abuso
sexual en contra de los niños (as) y se ha incrementado
sustancial mente las denuncias por estos actos, por tanto la
prevención se ha convertido en una prioridad pública. La
gran mayoría de las denuncias por abuso sexual contra
menores los ofensores son adultos. Cuando se trata de
adolescentes a menudo no han sido responsabilizados por su
comportamiento y han sido, de alguna manera, explicados por
desórdenes conductuales, reacciones de ajuste a la
adolescencia o situaciones de experimentación o exploración.
En el año 2001 las estadísticas del CEINA (Comité de estudio
y tratamiento de la violencia infanto juvenil del Hospital
Nacional de Niños) indican que se presentaron 132 caso de
abuso sexual, 86 casos de abuso físico, 25 de abuso
emocional y 20 casos de abandono.
Para los primeros nueve meses del año
2002 el CEINA maneja ya, 139 casos de abuso sexual, 67 de
abuso físico, 7 de abuso emocional y 8 casos de abandono,
donde más del 90 % de todos los menores agredidos, son
víctimas de un familiar agresor. En el año 2001 se
presentaron 7 casos donde un adolescente figura como ofensor
y ya para los primeros nueve meses del año en curso, hay 22
casos de adolescentes ofensores físicos, psicológicos y
sexuales. Los hallazgos más recientes acerca del tema del
abuso sexual infantil, insisten en que las conductas
sexuales abusivas no son parte del desarrollo normal del
adolescente, por el contrario, las mismas deben ser
identificables y controlables, para evitar no sólo un
posible mayor número de víctimas, sino también por los
derechos de los jóvenes de aprender a desarrollar una
sexualidad positiva que enriquezca sus vidas (6)
Los estudios de ofensores sexuales
adultos revelan que más del 50% desarrollaron sus patrones
sexuales abusivos antes de los 18 años (8). El abuso sexual
puede ser perpetrado por personas de cualquier edad, la
participación sexual iniciada por un adulto para con un niño
viola las normas de casi cualquier cultura, y es ilegal en
casi todas las sociedades. Se ha señalado que el número de
víctimas de los ofensores sexuales se incrementa con el
tiempo, si en un adolescente, el promedio de víctimas es de
siete niños (as), cuando alcance la edad adulta, su promedio
puede llegar a 380 víctimas de actos abusivos (1).
En los noventa ha aumentado la incidencia
de ofensores sexuales juveniles con conductas violentas en
un 50% y con conductas no violentas en aproximadamente un 11
% (3) De los reportes de abusos sexuales a niños en los
Estados Unidos del 23 – 26 % han sido perpetrados por
adolescentes menores de 20 años.
Es importante señalar que varios
investigadores en la materia señalan que (4). :
1. El abuso sexual no es impulsivo y no
es espontáneo, la conducta sexual abusiva está precedida por
un proceso de sentimientos y conductas claramente
identificables.
2. El proceso previo a la conducta sexual
abusiva está igualmente presente en niños, adultos o
ancianos, es válido también para discapacitados físicos e
intelectuales.
3. El abuso sexual es una expresión de
poder y control.
4. La conducta sexual abusiva en niños y
adolescentes, es una reacción compensatoria y desadaptativa
frente a circunstancias o eventos presentes en la vida del
joven.
5. Las conductas sexuales abusivas de los
jóvenes pueden ser controladas, manipuladas y cambiadas.
El ofensor sexual juvenil no ofrece un
perfil fácilmente identificable, la información
sociodemográfica no revela tendencias significativas (8), la
mayoría de estos jóvenes están viviendo en sus casas en el
momento del abuso y una cuarta parte únicamente con su
madre. Otros estudios indican que en las familias de los
ofensores sexuales juveniles hay un alto grado de
inestabilidad y desorganización, hay carencias de educación
sexual, padres con síntomas neuróticos y dificultades
importantes de pareja (7). Es importante dirigir la atención
a los problemas familiares que apoyan o contribuyen los
patrones ofensivos del joven; la minimización y negación que
hace el adolescente de los hechos, es también observable en
el sistema familiar, donde se niegan los sentimientos y se
manejan inadecuadamente las dificultades.
La historia de un abuso previo es un
factor de riesgo para la futura delincuencia sexual, los
informes varían de un 30% a un 70 % (5), del 25 al 50 % han
reportado abuso físico y éstos tienen 7.6 más probabilidades
para cometer una ofensa sexual a otros niños que
adolescentes que anteriormente han sido abusados o
descuidados. Este mismo fenómeno ha sido demostrado en
varios estudios sobre los ofensores adultos, donde 70 a 80%
habían experimentado abusos sexuales cuando niños (7) y al
menos 91 por ciento había sufrido abuso emocional.
En otros estudios se menciona que entre
los ofensores juveniles con historia de maltrato, el abuso
sexual no siempre coincide como abuso previo, contrario a lo
que ocurre con la violencia, que si se asocia con historia
de abandono. El abuso físico en la infancia es mayormente
vinculado a arrestos posteriores por crímenes sexuales
(sobre todo violación) que el mismo abuso sexual en la
niñez. (1).
Se ha encontrado que muchos de estos
jóvenes tienen dificultades de autoestima, se sienten mal
consigo mismos, indefensos, confundidos, traicionados y de
poco valor. Su visión de mundo y forma de pensar reflejan
falta de confianza, habilidades mínimas asertivas, sin
control para las situaciones cotidianas y pueden tener
expectativas muy irreales para sí mismos y para los demás.
Algunos estudios sugieren que hay una asociación entre la
exposición a materiales sexualmente explícitos (pornografía)
y comportamientos sexuales abusivos, aunque todavía falta
profundizar en esta temática. También se ha descrito que
muchos de los abusadores sexuales juveniles tienen ofensas o
abusos secundarios relacionados al consumo de drogas sin
embargo es difícil extrapolar esto como una variable
interactuante y explicativa del fenómeno del abuso, por la
vaguedad de los estudios.
Se menciona por otro lado, que
aproximadamente el 40% de los ofensores adolescentes
tuvieron reportes de tres o más ofensas contra infantes al
momento de enfrentar las consecuencias de tipo legal. Lo que
pareciera estar más claro para la comunidad científica
social, es que hay factores múltiples (psicosociales,
biológicos y sociológicos) que interactúan en la aparición
de la conducta sexual abusiva juvenil.
Metodología
Población de estudio:
Adolescentes referidos por ofensas
sexuales a la Clínica de Adolescentes del Hospital Nacional
de Niños entre los meses de febrero del 2001 a julio del
2002, para recibir tratamiento. Se aplicaron 34 encuestas a
igual número de adolescentes que se presentaron a la
aplicación del instrumento. Se diseñó una encuesta
estructurada que fue probada con los mismos pacientes que
asisten a la consulta cotidiana de la Clínica. Una vez
concentrada la muestra de jóvenes, se procedió a citarlos en
la sala de sesiones del Edificio de Especialidades Médicas
del Hospital Nacional de Niños «Dr. Carlos Saénz Herrera»
para realizar la entrevista. La entrevista fue auto
administrada, eso quiere decir que se les dio una
introducción a los adolescentes y se les entregó el
cuestionario a cada uno, con el fin de ser llenado en forma
anónima.
Resultados
Ninguna otra fase del desarrollo del ser
humano puede ser tan dramática como el período adolescente,
afortunadamente, este ciclo de vida ofrece una oportunidad
ideal para las intervenciones oportunas de ayuda
terapéutica, por ello es importante tener una panorámica
amplia y clara de las características de los jóvenes
ofensores sexuales juveniles. Los adolescentes experimentan
cambios en forma vertiginosa física, social y
psicológicamente; sus cuerpos crecen y adquieren madurez
sexual, inician el proceso de distanciamiento de sus padres
o personas adultas, desarrollando ataduras más fuertes hacia
sus grupos y explorando las relaciones sexuales.
Psicológicamente adquiere privilegios y responsabilidades de
adulto, lo que le genera liberación e incertidumbre, se da
cuenta de otros sentimientos, desarrolla habilidad de pensar
abstractamente y se hace más conciente del futuro. Se
enfrentan, dejando el mundo que ellos habían conocido y
avanzan a su propia velocidad.
Es importante en estos momentos contar
con una buena comunicación familiar y una adecuada educación
sexual, en donde se contemple y se promueva el respeto a los
demás, la sexualidad es una forma de expresar amor, y lejos
de los planteamientos machistas de dominación, vamos ha
promover estilos de vida saludables y sin violencia sexual.
De acuerdo a los resultados obtenidos en la encuesta
realizada, tenemos que la mayoría de los encuestados se
encuentran en la adolescencia media en 61.8%, un 29.4% en la
inicial y sólo el 8.8 % en la tardía.
El 55.9% de los jóvenes se encuentran
cursando secundaria, lo que podría indicar un factor
protector en determinado momento, dado que dentro de su
grupo de pares estaría siendo contenido y aceptado. El 29.4%
tenía primaria completa y solo niveles muy bajos de
educación como primaria incompleta el 2.9%. Algunos
adolescentes (5.9%) presentan problemas de aprendizaje y han
tenido que repetir en varias ocasiones, situación que podría
afectar la autoimagen y generar presión, repercutiendo en
forma importante en la aceptación del sistema educativo
formal hacia joven y en la evolución del tratamiento, por
ser este de tipo cognitivo conductual.
En relación al tipo de familia nos
encontramos que la gran mayoría tiene una familia
tradicionalmente constituida donde están ambos padres con su
progenie, y el 20.6% cuenta con un sólo progenitor donde es
la madre la encargada del hogar, situación que en los
últimos años van en ascenso en nuestra sociedad.
Evidentemente la Corte Suprema de
Justicia es la que más adolescentes refiere para recibir
tratamiento (38.2%), seguido por Hospitales y Clínicas
Nacionales (38.2%) y luego el Patronato Nacional de la
Infancia con un 17.6%. No podemos olvidar que son muchos los
profesionales involucrados en esta problemática: médicos,
enfermeras, profesores, fiscales, jueces, psicólogos,
pedagogos, trabajadores sociales, que por tener una relación
estrecha con los niños, juegan un papel fundamental en la
detección, prevención y tratamiento de los abusos sexuales.
La mayoría de los adolescentes que se
refieren han sido denunciados judicialmente, lo que
representa un efecto terapéutico y de freno al abuso; es así
como el 76.5% de los encuestados cuenta con denuncia; de
estos más de la mitad se encuentra en el proceso inicial de
investigación judicial y el 46.2% con una suspensión de
proceso a prueba. Es notable que en su mayoría los delitos
cometidos son de abusos deshonestos en un 76.5% y un 23.5%
por violación. Dentro de los primeros cabe destacar las
caricias de las partes genitales del niño(a) por parte del
adolescente, masturbación, exposición de genitales, contacto
sexual no genital, eyaculación sobre el menor y el sexo
oral. Los niños que son víctimas de abuso sexual distinguen
claramente este tipo de contactos, aunque no comprendan muy
bien que está pasando. Sin embargo, las miradas insinuantes,
toqueteos insistentes, secretos, presión, atenciones
desproporcionadas, son eventos que el niño percibe como no
correctos y que le hacen sentir mal.
El gráfico 1 nos permite visual izar
fácilmente la vulnerabilidad en las fases iniciales de la
adolescencia, siendo que la mayoría de los ofensores
cometieron sus delitos entre los 12 y 13 años en el 64.7%, y
antes de los 15 años en un 79.4%. En general los ofensores
juveniles que reciben tratamiento en el Hospital Nacional de
Niños cometen sus ofensas antes de los 17 años en el 97% de
los casos estudiados. Recordemos que la pubertad es el
componente biológico de la adolescencia que se caracteriza
por los intensos cambios físicos y a la postre,
psicosociales en el joven. Esto hace que el joven se sienta
extraño para sí y posiblemente esto determine un volverse a
su interior, es una búsqueda de identidad que le
posibilitará integrarse en un todo único y diferente,
atravesando por factores de orden afectivo, social y
cultural.
Por otro lado, encontramos que buena
parte de los adolescentes estudiados, ha recibido educación
sexual en el sistema educativo formal y en sus hogares, en
el 85 % de los casos. De esta población, el tipo de
educación sexual recibida se basa fundamentalmente en los
cambios físicos que enfrentan los jóvenes (59%), Y sólo un
tercio ha recibido educación sexual que incluye los cambios
psicosociales de esta etapa de la vida.
En relación al parentesco de los
ofensores y sus víctimas, buena parte de los estudios
realizados afirma que la gran mayoría de los agresores
conoce a sus víctima y un porcentaje muy bajo es por
personas desconocidas. Además, señalan que estos abusos son
perpetuados en el propio hogar de la víctima por familiares
próximos. En nuestro servicio podemos afirmar que en el
88.2% las víctimas son muy conocidas por el ofensor
adolescente, siendo el 44% hermanos (as), el 38.2% primos,
el 5.9% sobrinos y el 11.8% vecinos. A su vez la mayoría de
las víctimas son de sexo femenino en el 85.3% y el 14.7% son
varones.
Como factor más relevante tenemos que el
88.2% de los evaluados ha tenido acceso a la pornografía sin
la guía de un adulto responsable, lo que fácilmente hace que
los adolescentes distorsionen la sexualidad, en una etapa en
que está centrado prácticamente en los cambios físicos
generales y sexuales en particular. En su mayoría los
adolescentes tienen preferencia hacia el tipo de pornografía
en videos alquilados en 56.7%, las novelas eróticas en un
13.3% y en películas del cine en 10% de los casos, por
último en video cassettes que se intercambian e internet en
un 6.7%. El segundo factor relevante de riesgo es que el
47.1% de los jóvenes cuenta con historia de trastornos de
conducta previo a la ofensa sexual tales como robo, fugas
del hogar o del centro educativo y/o agresividad
impulsividad. Además de lo anterior, el 35.2% de los
evaluados tienen historia de haber sufrido algún tipo de
abuso, donde el 41.7% corresponde al abuso físico, el 33.3%
a abuso sexual y el 25 % al emocional. La ideación suicida y
el consumo de alcohol, figuran como otros elementos ha tomar
en cuenta en la predicción de la conducta sexual abusiva
dado que estas se presentan en el 35.3 % de todos los casos
estudiados. Es de rescatar que en el 91% de los casos los
adolescentes ofensores, reconocen la total responsabilidad
de los hechos. (siendo esto condición necesaria para
ingresar al proceso terapéutico ofrecido).
Los deseos de experimentar sensaciones
novedosas aparecen en un 50% de los casos, las fantasías
sexuales donde se involucra esta actividad con un menor
sobresale en el 23.5% así como el deseo sexual incontrolable
en el 20.6% de los adolescentes ofensores y por último, una
justificación de orden de pensamiento mágico figura como el
menos utilizado por ellos para minimizar el delito cometido
(me cegué, una voz me ordenó hacerlo, perdí el control, el
diablo me tentó, etc.) Las fantasías sexuales y experimentar
sensaciones novedosas son situaciones propias de la etapa
adolescente pero que parecen ser mal sublimadas o dirigidas,
por el acceso a la pornografía, la historia de abuso de los
jóvenes y la educación sexual recibida. El deseo
incontrolable y las explicaciones mágicas que en su momento
dan los ofensores, están más enfocados a una aceptación
parcial de sus conductas abusivas, quizás por los temores de
las represalias de los familiares de las víctimas y del
mismo proceso penal.
Discusión
La adolescencia se caracteriza por ser
una etapa del ciclo vital, donde el ser humano lleva a cabo
tareas básicas y fundamentales que identifican a este
período, y condicionan el desarrollo ulterior. Dentro de
estas tareas se encuentran la consolidación de su propia
identidad, autonomía e interdependencia de los padres, el
definir un proyecto de vida viable y el establecimiento en
las futuras relaciones de pareja estable.
Los ofensores sexuales comienzan a
mostrar comportamientos sexuales inapropiados a edades
tempranas, si logramos generar intervenciones dirigidas
hacia los adolescentes y preadolescentes, estaremos en el
camino adecuado de la prevención y por ende, disminuir la
reincidencia del abuso sexual a nuestros niños. Es común
escuchar que los comportamientos sexual izados en los niños
y jóvenes, que involucren a otro (a) son situaciones
apropiadas para su desarrollo, que es un juego de iniciación
o de aprendizaje o peor aún, se interpretan como un símbolo
inequívoco de masculinidad.
Debemos adentrarnos en las raíces de la
familia para poder cambiar y reedificar nuevos conceptos, y
formas de ver el mundo en nuestros jóvenes, que nos permita
brindarles las oportunidades de nuevas formas de vinculación
y relación. La familia seguirá siendo el primer vehículo de
socialización por excelencia, de ahí la importancia de
fortalecer esta estructura y evitar el deterioro afectivo
que se vive hoy en día en nuestro medio. Este deterioro
provoca que los adolescentes busquen aún más fuera de su
contexto familiar, apoyo y contención. Se huye de la
violencia intrafamiliar, la falta de confianza, la pobreza
en la comunicación. El adolescente ha ido incorporando
dentro de sus conocimientos una sexualidad fragmentaria con
discursos diferentes y contradictorios del placer, de la
reproducción como único elemento sexual, de la pornografía,
es algo que no se puede hablar con sus progenitores, algo
que se castiga aunque es normal, etc.
Las personas más cercanas con quien se
puede hablar sobre la sexualidad, son quienes de alguna
manera renuncian a dicha posibilidad, dejando de esta forma
la búsqueda de respuestas de los adolescentes en los medios
de comunicación como revistas, videos, internet,
pornografía, que los pueden inducir a respuestas
distorsionadas y rápidas, que los someten frecuentemente a
conductas de riesgo. El acceso indiscriminado a la
pornografía y la mala recepción de la sexualidad adolescente
viene a ser un factor de altísimo riesgo en la conducta
sexual abusiva, que al combinarse con historias previas de
violencia de los jóvenes, nos pone en la antesala de los
delitos sexuales juveniles.
Esta antesala, está determinada primero
por presentarse en la etapas iniciales del ciclo del
adolescente, quien desdichadamente vive día a día, una
invisibilidad de sus necesidades, y que cuando es tomado en
cuenta, es para hacerlo el chivo expiatorio de todos los
males de la sociedad. El ofensor sexual juvenil es aquel que
vive inmerso en una sexualidad genital de satisfacción
inmediata, negadora del mundo afectivo y recíproco, que vive
en una familia nuclear tradicional en marcada en los roles
típicos del machismo y de poca contención afectiva.
Agradecimientos
Quisiera dar mi sincero agradecimiento al
licenciado Héctor Porras Villalobos y a la egresada Pamela
Umaña Barrientos, de quienes sin su ayuda esta investigación
no su hubiese llevado a acabo. Su disponibilidad, sus
aportes en la construcción del instrumento y su apoyo
estadístico, fueron determinantes en la elaboración y
análisis del trabajo final.
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Fuente: Acta
Pediátrica Costarricense
ISSN 1409-0090
versión impresa
Acta pediátr.
costarric v.16 n.2 San José 2002
http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?pid=S1409-00902002000200005&script=sci_arttext
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RAMIREZ MORA,
Walter. Caracterización de ofensores sexuales juveniles:
experiencia de la Clínica de Adolescentes del Hospital
Nacional de Niños. Acta pediátr. costarric. [online]. 2002,
vol.16, no.2 [citado 22 Julio 2007], p.69-74. Disponible en
la World Wide Web: <http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-00902002000200005&lng=es&nrm=iso>.
ISSN 1409-0090.
2)
Retrato de un posible pedófilo
Hacer un retrato
robot del pedófilo es algo extremadamente difícil, dada la
variedad de este tipo de individuos. Los pedófilos activos
no son como los pasivos, los preferenciales no son como los
de desarrollo, etc. Por otro lado la realidad está poniendo
de manifiesto la apertura del abanico en varios aspectos,
por ejemplo: la edad.
La policía española
ha detenido ya a algunos pedófilos menores de 20 años. La
avalancha de pornografía infantil en Internet y el aumento
de los pedófilos de desarrollo está provocando esta
diversidad. No obstante, en la mayoría de los casos sí
observamos como suelen responder a una serie de
características:
En el 90% de las
ocasiones son varones.
Suelen tener entre
30 y 45 años. Aunque hoy el 20% de las agresiones sexuales
son cometidas por menores de edad.
Desempeñan
profesiones más calificadas que los violadores de mujeres y
acceden a mejores trabajos.
Se encuentran
integrados en el entramado social y con frecuencia están
casados.
En el 85% de los
casos conocen a su víctima.
En el 68% de los
casos son padres o familiares.
En el 80% de los
casos no tienen antecedentes penales.
En el 98% de los
casos actúan solos.
En más del 50% de
las ocasiones no recibieron muestras de afecto durante su
infancia-adolescencia.
En más del 50% de
los casos abusan del alcohol o de alguna droga.
Presentan falta de
empatía y baja autoestima.
En más de un 66%
niegan sus crímenes o los minimiza.
En el 58% de los
casos se niegan a recibir tratamiento.
En la mayoría de
las ocasiones no padecen trastornos psiquiátricos, sólo en
ocasiones trastornos de la personalidad y algunas veces
trastornos psicopáticos (75%).
En el 90% de los
casos tienen capacidad para controlar su propio
comportamiento.
Presentan un
elevado índice de reincidencia.
El 100% necesita
tratamiento, aunque resulta poco efectivo con los pedófilos
referenciales. (Fuentes: Red de No a la Trata y
Dimitri N. Senmache Artola para Red Peruana contra la
Pornografía Infantil Enero, 2007. http://www.nuestrasmanos.org.ar/Sugerencias/Secciones/Ofensores%20sexuales%20adultos.htm)
3) Conferencia
sobre ofensores sexuales
El pasado martes 8 de los corrientes se
llevó a cabo una interesante conferencia sobre ofensores
sexuales, en el Heritage State Park, patrocinada por el
Departamento de Policía de la Ciudad de Lawrence, a la que
acudieron miembros de los departamentos de policía de
ciudades aledañas, oficiales electos y representantes de
organizaciones comunitarias de la Ciudad de Lawrence.
Supimos de la creación de un departamento
creado dentro del Departamento de Policía de Lawrence,
dedicado exclusivamente al registro y seguimiento de
ofensores sexuales, cuando, a principios del mes de agosto,
2004, entrevistamos al Teniente Walter A. Soriano, que con
el Oficial Eugene Scanlon, están a cargo de esa importante
misión. (Vea Rumbo 199 Agosto 15, 2004).
El Departamento de Policía de Lawrence,
siguiendo la doctrina pro-activa del Chief John J. Romero,
mantiene informada a la ciudadanía a través de los canales
de acceso locales de televisión, (8 y 22) con una lista
constantemente actualizada, de ofensores morales, su nivel,
sus fotos y paradero.
Durante la conferencia, los agentes del
Buró Federal de Investigaciones Robert Blackmore y David
George, ambos del Departamento Internet Sex Crimes,
utilizando proyecciones de diapositivas, hicieron
presentaciones al público sobre la misión de su
departamento.
Janna DiNatale, Asistenta del Fiscal
General del Distrito de Essex, elaboró sobre la colaboración
que existe entre su departamento y las distintas agencias de
represión. Por su parte Bob Baker, director de operaciones
de la Junta de Registro de Ofensores Sexuales de
Massachusetts habló extensamente sobre la participación de
su departamento en el mantenimiento de los registros de
ofensores sexuales.
También el Sargento Rick Hunter del
equipo de aprehensión de Fugitivos de de la Policía Estatal
de Massachusetts, tomó parte activa del panel, así como el
Teniente Walter A. Soriano Oficial a cargo de la Unidad de
Rastreo de Ofensores Sexuales de la Policía de Lawrence en
unión de Eugene Scanlon, Oficial de enlace de la mencionada
Unidad, estos últimos, organizadores del evento.
Entre los asistentes se encontraban Ann
Derrico, Marie Levell y Priscilla Chavez, del Programa Head
Star de Greater Lawrence Community Action; Lori Ortiz y
Cindy Churinske de Lawrence DSS; Lyn Kelly, Campus Learning
Center; Ruth Roveza, DYS, Kevin Clement, Lawrence Public
Schools, Judy Jones, Community Day Care y Richard Rodríguez,
de Weed and Seed.
¿Qué es una ofensa sexual?
De acuerdo a la ley, todo aquel o aquella
que comete una ofensa sexual violenta.
Toda ofensa sexual que envuelva a un
niño/a (Conocida por Ofensa Wetterling, en honor de Jacob
Wetterling, que a la edad de 11 años fue secuestrado cerca
de su casa en St. Joseph, Minnesota, trece años atrás y aún
no ha aparecido).
Otras ofensas
¿Por qué tenemos que controlar a los
ofensores sexuales en nuestras comunidades?
Las personas que han cometido asaltos
sexuales, no importa que hayan sido convictos o no de esas
ofensas, viven en nuestras comunidades. Las investigaciones
revelan que la mayoría de los ofensores sexuales no están
bajo supervisión de los organismos correccionales. En otras
palabras, los ofensores sexuales no están identificados por
el sistema de justicia criminal. En realidad, ellos sólo son
conocidos por sus víctimas y/o algunos otros que optan por
no reportarlos a las autoridades.
Los ofensores
sexuales jamán podrán ser curados,
pero con supervisión y tratamiento especializado, algunos
pueden ser controlados para seguridad de la comunidad.
La mayoría de los ofensores sexuales que
están cumpliendo condenas en las cárceles, eventualmente van
a ser dejados en libertad, por lo tanto, todos aquellos
organismos envueltos en el control de estos individuos,
deben trabajar juntos en un esfuerzo para hacer decisiones
responsables y efectivas concernientes a la protección de la
comunidad.
¿Qué se entiende por control de
ofensores sexuales?
Para poder prevenir futuras victimas, los
ofensores sexuales deben ejercer control interno y externo
sobre su comportamiento. Los sistemas de Justicia Criminal,
con la asistencia de otros en la comunidad, se han unido en
control de ofensores sexuales para asegurarse que
apropiadas acciones son tomadas para controlar al máximo el
comportamiento de los ofensores sexuales.
¿Cómo puede usted ayudar a controlar al
ofensor sexual en su comunidad?
Es importante que todos los ciudadanos
comprendan el papel de los equipos de control de ofensores
sexuales en la comunidad y los ayuden en sus esfuerzos para
manejar responsablemente a estos ofensores.
¿Cómo puede usted y su vecino incrementar
la seguridad en su comunidad?
Los miembros de la comunidad deben
envolverse activamente para ayudar a prevenir asaltos
sexuales y mantener la seguridad en sus vecindarios.
Características de asalto sexual.
Niños/as como víctimas
Los estudios indican que solo 10-15% de
los abusadores sexuales contra niños/as nunca usan fuerza
física o amenazas para ganarse la confianza de sus víctimas.
La mayoría de los abusadores sexuales
realizan actos en contra de niños que ellos conocen y han
establecido confianza.
Mientras que la mayoría de los ofensores
sexuales son hombres, hay estudios que indican que las
mujeres comenten el 20% de todas las ofensas sexuales en
contra de niños.
Los niños muy raras veces inventan
historias de abuso sexual.
Los niños muy raras veces hacen
comentarios acerca de abusos por una variedad de razones
incluyendo vergüenza, protección al ofensor, temor de ser
encontrado culpable o ser castigado, y temor a perder al
ofensor como un miembro familiar, amigo, consejero, etc.
4) Ofensores sexuales en Puerto Rico
Los ofensores sexuales convictos son los
únicos criminales marcados públicamente. El temor permanente
a que reincidan los ha desterrado de las comunidades donde
viven. Cárceles, las instituciones psiquiátricas, la pena de
muerte, la tortura y el ostracismo social son algunas formas
que las sociedades han utilizado para castigar a los
transgresores.
El destierro es otra.
En la civilización occidental, el
destierro como castigo está desde el Código de Hammurabi en
Babilonia, la Grecia antigua y la Edad Media en Europa. La
tradición cristiana contiene tal vez uno de los ejemplos más
conocidos del destierro como castigo: la expulsión de Adán y
Eva del paraíso.
El abogado Corey Rayburn Yung -quien
mantiene el blog sexcrimes.typepad.com-, sostiene que las
restricciones impuestas a los ofensores sexuales causan un
tipo de exilio interno.
En Puerto Rico todavía no se contemplan
muchas restricciones a los ofensores sexuales convictos que
están en la libre comunidad. Pero sus nombres, con otros
detalles, son públicos en Internet. Cualquier persona puede
saber si su vecino cometió un delito sexual.
En el registro de Puerto Rico
(http://sijc.gobierno.pr/CJISPortal/SexualOffenders/search.aspx)
aparecen unos 1,800 ofensores sexuales y convictos por
maltrato y negligencia bajo la Ley 177 de Menores. Está su
nombre, estatura, peso, color de pelo y de ojos, fecha de
nacimiento, lugar de estudio, dirección, y si tiene tatuajes
o cicatrices.
La Ley del Registro de Ofensores Sexuales
de 2004 -que derogó la ley de 1997- incluye además a los que
todavía están encarcelados. Uno de los más notorios tal vez
es el ex presidente de la Cámara de Representantes Edison
Misla Aldarondo, condenado por violar a su hijastra.

La ley actual tiene muy pocas
restricciones, comparadas con las de la mayoría de estados
en Estados Unidos. Pero eso va a cambiar. El director del
Sistema de Información de Justicia Criminal (SIJC) del
Departamento de Justicia, Roberto Martínez, informó a
PRIMERA HORA que en julio próximo se incluirán en el
registro los delitos cometidos, si fueron contra un menor y
los historiales de direcciones y de visitas de la Policía
con las incidencias.
La amenaza de la reincidencia de los
ofensores sexuales -tema de debates intensos-, es uno de los
motores principales de los cambios.
Está totalmente comprobado que no son
rehabilitables, especialmente los de niveles más altos de
riesgo. La rehabilitación es la excepción, opinó Martínez.
Uno de los cambios más trascendentales es
que no registrarse será un delito grave, en vez de menos
grave. Se dividirá al ofensor en tres niveles de riesgo:
primer ofensor, reincidente y habitual. Ahora está en el
registro 10 años, pero si se aprueban las enmiendas los
ubicados en el primer nivel estarán 15 años, los del segundo
nivel 25 y los del tercer nivel toda la vida.
Actualmente sólo los que el tribunal
declara delincuentes sexuales peligrosos, luego de la
evaluación de profesionales de la salud, están en el
registro toda la vida. Pero, Martínez advirtió que no se ha
asignado presupuesto para contratar a estos profesionales
encargados de recomendar esta clasificación.
Otro cambio importante es que se
registrará a los ofensores sexuales juveniles si cometieron
el delito contra una víctima al menos cuatro años menor.
Martínez sostuvo además que se clarificará que en el
registro no se deben incluir los convictos por maltrato
contra menores que no involucre un delito sexual.
La existencia de estos registros pone en
vitrina la capacidad, o incapacidad, de la sociedad para
castigar algunos de los actos más íntimos, pero abominables,
que un ser humano puede perpetrar contra otro.
Las preguntas fundamentales son: ¿Cómo la
sociedad sanciona a los que cometen estos delitos? ¿Se
pueden rehabilitar? ¿Qué se hace cuando el agresor es un
familiar o conocido? ¿Cómo se puede proteger a la comunidad?
La mayoría de estos criminales ni siquiera son denunciados.
Los que son encontrados -o se declaran- culpables van a la
cárcel o salen en probatoria. En algún momento vuelven a las
comunidades. Entonces comienza la segunda parte.
En Puerto Rico sobran los casos
horrendos. El policía José Texidor Pérez está acusado de
agredir sexualmente a un niño de 13 años y se ha informado
que pudo haber abusado a decenas de menores. El sacerdote
Aníbal Torres Ortiz estará tres años en probatoria luego que
se le encontrara culpable de tocar las partes íntimas de un
menor de 14 años.
Éstos son los casos más recientes, pero
los más comunes son los de padres, padrastros y otros
familiares que abusan sexualmente de sus hijas, hijastras,
nietas, sobrinos. Muchos de éstos no están registrados
todavía en Internet porque no han sido detectados.
Hasta ahora, sólo están registrados, para
siempre, en la mente de sus víctimas.
fuente:
http://www.primerahora.com/noticia/informe_especial/noticias/convictos_enfrentan_el_destierro/77409
5) En defensa del Ofensor Sexual:
La Resiliencia en la Terapia Familiar
del Ofensor Sexual
Por Isabel Boschi (*)
Publicado en el número 85
Fuente: Fragmento: en http://www.redsistemica.com.ar/articulo85-2.htm
Fundamento ético de la terapia familiar
del ofensor sexual: de la proximidad a la universalidad
Considero la ofensa sexual desde una
perspectiva sistémica. Ubico al ofensor sexual en su
contexto social y familiar y procuro dilucidar su etnografía
particular, sus normas de comportamientos y su sistema de
creencias.
Propongo terapia para el ofensor sexual y
su familia donde integro diversas técnicas.
Trato de impedir que el ofensor sexual se
aísle de su familia y de su entorno. En la terapia familiar
se le enseña a acercarse a los suyos de una manera no
agresiva y a sus parientes o amigos de su red, a desarrollar
relaciones solidarias entre sí.
Se enseña a la familia a eludir la caza
de brujas, personalizada en el ofensor sexual, y a
comportarse para que el paciente identificado no caiga en
prisión pero tampoco en el ostracismo. Los ofensores
sexuales necesitan terapia. El Estado debería hacerla
obligatoria.
Debemos extender nuestras acciones de una
ética de la proximidad, por la cual ayudamos sólo a nuestros
parientes, amigos y a quienes coinciden con nuestra manera
de pensar, a una ética de universalidad, como dice Edgar
Morin, que considera persona y respeta al ser humano que
realiza conductas reprobadas por la cultura, aunque rechace
sus acciones asociales.
En mi práctica clínica, ayudo al ofendido
o a la ofendida y también al ofensor en su familia
presuponiendo que la familia no pudo o no supo proporcionar
continencia y diferenciación congruente a unos de sus
miembros más estigmatizados en la configuración de su grupo
primario.
Ante cualquier episodio sexual inesperado
y rechazado la sociedad y sus instituciones condenan
pensando: «Alguien pagará por esto». Una jueza lo
ejemplificó sonriente cuando dijo:
«Me di el gusto de que le pusieran las
esposas ante mis ojos y que lo metieran preso».
Los pacientes, ofensores sexuales,
claman:
– «Y a mí quién me ayuda?
– «Y si yo voy preso, ¿salgo mejor de
ahí?»(de la cárcel)
La ética propone reemplazar los contextos
agresivos por contextos flexibles que incluyan los intereses
de todos con el menor daño posible. Los contextos agresivos
son producto de la relación del individuo en la búsqueda
equivocada del otro. En los contextos agresivos el agresor
cree restituir la plenitud de su propia alma cuando se
acerca al otro, aunque él lo trate como una presa de su
especie.
Cuando el ofensor tome conciencia de su
ofensa ante los otros, apoyado por el terapeuta, parientes y
amigos, tal vez funde una nueva ética, o, por lo menos,
decida qué nuevos valores compartirá con su entorno.
La familia que aprende a sostener a este
miembro transgresor favorece su cambio axiológico y
conductual.
(Lea el texto completo en Perspectivas
Sistémicas Nº 85 en kioscos, librerías o por suscripción)
(*) La Lic. Isabel Boschi es terapeuta de
pareja y familia, sexóloga clínica, vicepresidenta 1ª de
FESEA ( Federación Sexológica Argentina)
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