Noticia
Los rasgos psicopáticos
en la niñez
La violencia entre
niños
Freud, a principios de 1900,
conmocionó (y repugnó) al mundo al emitir su teoría de que
los niños presentaban atisbos de sexualidad que, en
aquellos tiempos, estaban sólo reservadas a una mente
adulta, o, en el mejor de los casos, a los adolescentes.
Hoy, apenas despuntado el siglo XXI,
debemos considerar la idea de que también la violencia
puede generarse en la mente de los niños. Esta idea
repugna a la inmensa mayoría: ¿cómo es posible que, por sí
mima, la violencia tenga cabida en la mente de un niño?
La no aceptación de este pensamiento
hace engendrar todo tipo de hipótesis ante hechos de
intensa violencia, como es el que hoy nos ocupa: la muerte
de una niña de poco más de dos años por otros niños de 7 y
9 años.
Entre estas hipótesis la más
fácilmente aceptada es que los chicos son resultado
directo e indiscutible del medio en que se crían. Es
decir, un ambiente de violencia, genera chicos violentos.
Pero esta tesis ambientalista no puede ser sustentada ante
un análisis ligeramente más amplio: de toda la población
infantil que viven en las mismas condiciones, que tienen
las mismas edades que los homicidas, sólo muy pocos
presentan conductas de violencia graves, y un mínimo,
conductas de violencia gravísimas, y solo dos, conductas
de violencia de extrema gravedad: los niños confesos del
asesinato.
Tampoco la tesis de que los niños
imitan lo que ven, tiene mayor sustento que la postura
anterior.
Y, el mamarracho mental de pensar que
los chicos estaban jugando y se excedieron (un
accidente), en el caso que comentamos, ni siquiera puede
ser considerada ridícula.
Creo que es hora de pensar que no
todos los niños son iguales, que algunos tienen un
particular sentido de la violencia, y una actitud para
llevar a cabo actos de violencia grave que los separa del
patrón general de agresividad de los otros niños que
comparten su mismo medio cultural. Son los niños atípicos.
Por una cuestión de definición
académica, no podemos hablar aquí de niños psicópatas.
Son consideras psicópatas aquellos atípicos mayores de 18
años, edad en que, por consenso, se supone que la
personalidad ha adquirido el suficiente desarrollo y
consistencia.
El artículo 34 del código penal,
inciso 1, dice que no son punibles:
1º. el que no haya podido en el
momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus
facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o
por su estado de inconsciencia, error o ignorancia
de hecho no imputable, comprender la criminalidad
del acto o dirigir sus acciones.
Veamos, al respecto, lo que comenta
la jueza a cargo (difundido por el diario Infobae, ver más
adelante):
La jueza de Menores de Lomas de
Zamora, Marta Pascual, reveló en Radio 10 que los nenes de
8 y 9 años eran conscientes de todo lo que
hicieron.
Los nenes sabían perfectamente lo
que estaban haciendo, explicó la Doctora Pascual en el
programa el Oro y el Moro de Radio 10. Esto es lo que
llama la atención, porque cometieron y luego relataron
el crimen con total frialdad. Entendieron que la
hicieron sufrir y pareció que les genero algún tipo de
placer, continúo, horrorizada, la jueza.
La autopsia reveló que la pequeña
Milagros recibió numerosos golpes y que la
asfixia fue muy prolongada
Necesitaron de muchos golpes para
matarla.
La pequeña fue hallada muerta el
domingo a la tarde en un terreno baldío.
De esto se desprende que crimen fue
ejecutado con alevosía, con clara intensión de dañar; la
muerte no fue inmediata, es decir hubo tiempo como para
evitar ese desenlace; hubo ensañamiento; clara intención
de evadir la responsabilidad del hecho (llevaron el
cadáver a un baldío). Es decir, tiene todo el formato de
un crimen ejecutado por un psicópata.
Sólo la edad de los ejecutantes
impide darle esa configuración.
O no.
Tal vez los psiquiatras debamos
discutir si es posible la psicopatía (así como es posible
la psicosis) en los niños. El debate queda abierto.
Dr. Hugo Marietan
NOTICIAS:
Conmoción en Almirante Brown
Acusan a dos chicos de matar a una
nena
Afirman que falleció durante un juego
Martes 20 de mayo de 2008 | Publicado
en la Edición impresa Noticias de
Fuente: La Nación,
www.lanacion.com.ar
LA PLATA.- Los hermanos tienen siete
y nueve años. Y ayer rompieron el silencio y se acusaron
entre sí. Se culparon del homicidio de Milagros Belizán,
la niña de dos años que apareció anteayer golpeada y
estrangulada en un descampado en el barrio de San José, en
el partido bonaerense de Almirante Brown.
«No lo puedo creer Estoy arruinado.
Los chicos reconocieron haber asesinado a mi hija. No lo
puedo creer imaginate tienen 9 y 7 años Primero traté de
comprender y me dije que de ninguna manera podían haber
sido ellos, pero hay tres testigos que los vieron cómo
ellos se la llevaban», dijo a LA NACION el padre de la
víctima, Oscar Belizán, y se quebró.
Anoche, los vecinos, familiares y
amigos de Belizán marcharon 12 cuadras desde la casa de la
nena hasta el lugar del crimen y reclamaron justicia.
Aunque algunos vecinos no lo podían
creer y aseguraban -sin pruebas- que un mayor también
participó del asesinato de Milagros, la familia confió en
los investigadores y se limitó a esperar resultado.
Y los resultados llegaron al caer la
noche, cuando uno de los hermanos detalló cómo habían
asesinado a la niña ante el fiscal Héctor Toneguzzo, según
informó la agencia Télam. Los dos chicos, acompañados por
su madre, Mónica, quedaron a disposición del Juzgado de
Menores de turno.
Los investigadores aseguraron que,
además de la confesión, habría otros nenes que vieron a
los chicos cuando golpeaban y llevaban a Milagros. «Dos
chicos del barrio vieron cómo la golpeaban a Milagros.
También un joven de unos 25 años los vio a los dos chicos
Los tres ya declararon ante la Justicia y creo que
quedarán detenidos», dijo Belizán.
A la nena se la llevaron de la puerta
de la casa. Testigos dijeron que la golpearon con un palo
y le ataron un cable telefónico al cuello. Así la
estrangularon. Vecinos dijeron que jugaron con ella como
si fuera un perro atado a una soga. Vecinos del barrio
Tres de Mayo, de Almirante Brown, dijeron a LA NACION que
los chicos vivían con su madre y su abuela. «La mamá era
una zarpada fumaba paco y les pegaba a los chicos. Así
crecieron. Eran tremendos, pero no creo que pudieran haber
sido los asesinos de la nena», dijo una vecina del barrio.
De Página 12
Fuente:
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-104509-2008-05-20.html
Dos hermanos, uno de siete y otro de
nueve años, confesaron haber matado a la nena de dos, en
Rafael Calzada
Todo el horror a la edad de la
inocencia
Milagros había salido de su casa al
mediodía del domingo. Poco después fue encontrada con
golpes y ahorcada. Ayer, un nene de 7 años, vecino del
lugar, contó que la había matado con su hermano de 9.
Ambos están detenidos. Marcha en reclamo de justicia.
Estos chicos también son
víctimas
El futuro de los hermanos
Crónica de un día de tristeza
La terrible muerte del pequeño
James
Por Raúl Kollmann
Jaquelin Milagros, de dos años y
medio, apareció muerta, colgada de una puerta con un cable
alrededor del cuerpo, como una especie de juego de la
horca. Sus pies alcanzaban a tocar el piso, pero según
los criminalistas, el ahorcamiento se produjo igual,
seguramente por la compresión del propio peso sobre la
carótida o la yugular. De todas maneras, no está
descartado que los dos hermanos que produjeron la muerte,
de siete y nueve años, hayan apretado el cable hasta
ahorcarla. El dato adicional es que antes del deceso, la
habían desnudado y le pegaron con un palo. Hay veces que
los chicos juegan a que uno le dispara a otro apuntando
con el dedo ejemplifica Osvaldo Raffo, uno de los decanos
de la psiquiatría forense. En ese marco, ha ocurrido que
algún chico tomó el arma de su padre y mató a otro chico.
Esto es igual. Juegan a hacerle daño a otro, a veces con
mucha saña y violencia, pero a esa edad está claro que no
comprenden en toda su dimensión lo que están haciendo. No
se puede hablar de niños asesinos. El fiscal que en pocas
horas esclareció el caso, Héctor Toneguzzo, determinó que
ningún mayor participó en los hechos y, por lo tanto,
envió el expediente al Juzgado de Menores número 2 de
Lomas de Zamora, a cargo de Mariano Alessandrini, en donde
no habrá juzgamiento ni imputación contra los chicos, sino
que se les dará asistencia social y psicológica (ver
aparte).
Todo ocurrió en el humilde barrio San
José, de Rafael Calzada, en el partido de Almirante Brown.
Los padres de Milagros tienen otros seis hijos y uno de
ellos salió hacia un cíber. La nena se fue detrás de él.
El hermano, sin embargo, se dio cuenta, volvió sobre sus
pasos y llevó a Milagros nuevamente hacia adentro de la
vivienda familiar. Lo que sucedió es que cuando volvió a
salir hacia el cíber, la nena otra vez salió tras él. No
está claro en la investigación judicial si los dos
hermanos que produjeron luego la muerte encontraron a
Milagros casi frente a su casa o si la chiquita caminó más
y se perdió. Lo cierto es que la llevaron al predio a más
de diez cuadras de la vivienda de Milagros y allí se
produjo el desenlace.
La clave de la investigación fue que
el fiscal Toneguzzo encontró a varios testigos que vieron
a los dos hermanitos con la nena y, horas más tarde, el
chico de siete contó la verdad. Ambos reconocieron ante el
fiscal lo que habían hecho. Llevaron a Milagros hasta un
predio, que en algún tiempo perteneció a una asociación de
fomento, y allí la desnudaron y le pegaron. Al lado de su
cuerpo, los investigadores encontraron la ropa, el pañal y
hasta un chupete. El adelanto de la autopsia que recibió
ayer el fiscal indica que no hubo abuso sexual ni
violación.
Milagros desapareció de su casa al
mediodía del domingo, pero sus padres recién se dieron
cuenta un rato después. Es que pensaron que la niña había
sido llevada por el hermano al cíber. Fueron segundos que
desapareció de mi casa. Después vinieron a avisarme que
había una nena muerta a 12 o 13 cuadras. Era ella. Nadie
vio nada, fueron segundos. Yo estaba lavando, se lamentó
Oscar, el padre de Milagros, en diálogo con radio Mitre.
El dato que muestra la humildad de la familia es que en el
momento de la entrevista, Oscar se dirigía en tren hacia
la morgue judicial donde le estaban haciendo la autopsia a
su hija.
Mirta, la mamá de Milagros, contó que
no bien se dieron cuenta de la desaparición de la niña, la
empezaron a buscar y nunca imaginaron que la chiquita que
apareció muerta tan lejos de su casa podía ser Milagros.
Ahora no sé qué vamos a hacer. No tengo palabras.
Conocíamos a los dos nenes porque jugaban con mis hijos en
la casa de mi hermano. Pero no tengo palabras, dijo la
conmocionada madre una vez enterada de las informaciones
que vinculaban a los dos chicos con el escalofriante caso.
El colgamiento a medias es típico de
chicos pequeños analizó Raffo ante este diario. Es que
son muy bajitos y entonces cuelgan a alguien a la altura a
la que llegan. Pero eso es suficiente, porque el cable
produce la presión sobre la carótida y las yugulares y en
15 segundos pierde el conocimiento. Hemos tenido casos de
chicos que juegan al suicidio por colgamiento y terminan
muertos, pese a que con los pies tocan el suelo. De todas
maneras, no es tan sencillo saber si la chiquita se ahorcó
tratando de zafar de los golpes, si fue el colgamiento o
si los chicos apretaron el cable en su cuello hasta
sofocarla. Lo que sí se podrá verificar es si los chicos
fueron los únicos autores por la intensidad de los golpes.
No es lo mismo un golpe de un adulto que el de un niño de
siete o nueve años.
La duda surge porque la madre de
Milagros y también la madre y la abuela de los hermanos
aducen que debe haber participado alguien de más edad. El
fiscal no encontró ningún elemento que corroborara esa
teoría y la realidad es que los propios chicos admitieron
que fueron ellos los que, sin querer, mataron a la niña.
El clima de tensión fue creciendo en
el barrio San José. Varios vecinos se juntaron el domingo
para arremeter contra el predio en el que se encontró a
Milagros y más tarde tuvieron que intervenir unos cien
efectivos de la Policía Bonaerense para evitar que las
cosas pasaran a mayores.
En los tribunales de Lomas de Zamora
los investigadores se agarraban la cabeza por las
circunstancias dramáticas del caso.
El barrio San José, la marcha por
Milagros
Crónica de un día de tristeza
Todo el horror a la edad de la
inocencia
Por Emilio Ruchansky
La madre de Milagros Balizán camina
desconcertada. Hace dos días que no duerme y casi no puede
hablar. Una multitud la acompaña por las calles de tierra
del barrio San José, en Almirante Brown. Van hacia el
baldío donde apareció el cadáver de su hija. Es de noche y
los vecinos reunidos en el lugar comienzan a aplaudir
cuando divisan las velas. Alguien la toma del brazo y le
dice: Mirta, vos tenés que encabezar la marcha, andá para
adelante. La madre de Milagros no responde pero camina, y
cuando está por completar la vuelta manzana, Verónica, su
hermana, la detiene con un abrazo: Andate a dormir,
Bocha, no das más.
Yo fui al velatorio. Viven en una
casa de chapa-cartón y tuvimos que agacharnos para entrar
porque del piso al techo no hay ni un metro y medio, le
comenta a Página/12, Rosa Benítez, una de las tantas
vecinas que la esperaban ayer en la esquina de Chubut y
Rosales. Su hija filmó a escondidas el cuerpo con su
celular y muestra el video: se ve a Milagros en un ataúd
grande, con la mitad de la cara golpeada, rodeada de
peluches, cartas, flores y ropa de bebé. El sobrino de
Rosa, Leonel, fue uno de los testigos del caso y cuenta,
con la inocencia de un chico de 10 años, que vio pasar a
los dos hermanos y a Milagros. La niña iba descalza,
ensangrentada y mientras caminaba le pegaban con un
palo.
Sin embargo, en el barrio la opinión
está dividida. Muchos creen que esos chicos son inocentes,
que fueron presionados por la policía. Rosa asegura que
fueron ellos pero acá el problema es otro. El baldío es
propiedad del polideportivo Sol de América y hace 10 años
que está cerrado. Supuestamente, daban copa de leche,
pero es mentira. Yo sé que (Carlos) Bilardo les dio plata
para que vuelvan a abrirlo y se robaron todo. Ayer por la
madrugada, varios vecinos decidieron instalarse en ese
predio. Montaron carpas y tiendas, parcelaron el terreno
con palos e hilos y tenían la esperanza de que la
municipalidad les concediera el terreno.
Esta situación complica aún más las
investigaciones. El oficial de la policía científica a
cargo hizo el acta por usurpación y se quedó sin sus
pericias. El domingo pasado encontró los pañales, el
pantaloncito y el buzo de la niña. En el lugar donde
estaba el cuerpo hay tres pibes borrachos que no se
quieren mover, rompieron el candado que pusimos y se
instalaron, advierte el agente. También hay un perro
pittbull atado. Un chico juega cerca de la persiana donde
apareció el cuerpo, a su lado duerme uno de los borrachos.
Todavía se ven cables de televisión, como los que
ahorcaron a Milagros, sobre el techo de la casilla del
antiguo polideportivo.
Después de la feroz pelea entre los
vecinos y la policía el domingo a la noche, ningún
uniformado se animó a quedarse de guardia. A primera
vista, parece un picnic familiar. En medio de los hilos,
las familias toman mate o almuerzan ante la atenta mirada
de los vecinos. Se aprovecharon de la desgracia, lo que
hacen no tiene nombre. Y encima después se te clavan a la
luz, protesta una señora que acompaña al policía y salió
de testigo en el acta. Sobre el matorral está la pared
volteada por la furia de los habitantes de este barrio
humilde, del circo Salguero sólo quedaron las estacas.
Fueron los primeros en irse cuando apareció el cuerpo de
Milagros, algunos vecinos dicen que vieron algo, otros
creen que pudieron ser los asesinos.
Mientras pasa la tarde, van cayendo
los móviles de televisión y la gente se agrupa en las
esquinas. Oscurece y Rosa Benítez señala un poste de luz:
¿Sabés cuándo empezó a funcionar? Hoy. El abandono de
este lugar, convertido en basural, es evidente y refleja
las penurias de los vecinos que no sólo piden justicia por
el asesinato de Milagros. En la ronda se superponen las
denuncias contra la delegación municipal. Juran haber
visto los alimentos que envían a los comedores
comunitarios en los stands de la feria local. Nos dan una
lata de picadillo de carne, una lata de arvejas y pasas de
uva, y encima no fueron capaces de mandar una flor al
velatorio de Milagros.
Los ocupas prenden pequeñas fogatas
aguardando la llegada de la familia Balizán y previendo
que los gendarmes intenten echarlos por la noche. El humo
difumina la poca luz que hay y padres y madres aferran a
sus niños. Cuando se acerca la marcha y se ven los
carteles con la foto de la niña se oyen los primeros
gritos de ¡Justicia!. Algunos quieren desviar la
multitud hacia el pastizal donde murió Milagros. Los
ocupantes del predio salen apurados a pedir que den la
vuelta a la manzana para evitar enfrentamientos.
Mirta, o Bocha, como la llama su
hermana, es pequeña, tiene bermudas largas, zapatillas de
lona y un buzo azul. Verónica dice que se desmayó cinco
veces y que ya perdió a dos bebés. Debería tener 12
hijos. A uno lo perdió porque se electrocutó y el nene
nació deforme, sin cabeza. Después perdió una beba de dos
meses que se murió de un paro cardíaco y ahora esto…,
resume la hermana mientras camina con su bebé en brazos.
Bocha recibe abrazos y palabras de aliento. Rosa sale al
cruce para explicarle que hay que estar unidos y que los
vecinos se instalaron allí para protestar también y,
claro, por necesidad.
Bocha no le responde. Solo dice
nada, nada, nada, cuando este cronista pregunta si
recibió ayuda de las autoridades locales. Su hermana
aclara que pagaron el entierro y que la invitaron a que
hoy pasara por la municipalidad. Bocha repite: Nada,
nada, nada.
El futuro de los hermanos
Nota madre: Todo el horror a la edad
de la inocencia
El juez de Menores Mariano
Alessandrini deberá decidir cómo tratar a los dos hermanos
que participaron de la muerte de Milagros. Ambos son
inimputables, de manera que no puede haber juicio ni
acusación por homicidio y lo que corresponde, de acuerdo
con la ley, es que se les brinde asistencia social y
psicológica. Se da por sentado que los hermanos no
comprenden la criminalidad de sus actos. De todas maneras,
el magistrado, en diálogo con los padres, dispondrá que no
vuelvan a vivir al barrio San José, donde su situación
sería insostenible, y también tendrán que dejar el colegio
al que concurren, en el que igualmente serían marcados y
señalados por los otros alumnos. Los juristas consultados
por este diario señalaron que sería muy raro que el
magistrado decida que los chicos dejen de vivir con sus
padres y hermanos y lo hagan con algún otro familiar, una
medida que no es inhabitual cuando existen acusaciones de
violencia en el hogar. Por lo que se sabe hasta el
momento, no es éste el caso. El fiscal seguirá
interviniendo, pero su papel pasará a ser secundario. El
centro de la escena será ocupado por asistentes sociales,
el defensor de menores y el juez. La lógica indica que las
decisiones deberán ser mantenidas en reserva, o sea que
será un punto clave que no se difunda dónde va a vivir la
familia ni a qué nueva escuela irán los chicos más
adelante. El ejemplo más reciente es el de Junior, el
joven de la tragedia de Patagones: no se sabe dónde vive
ni en qué colegio cursa ahora.
El análisis desde la psicología y el
derecho
Estos chicos también son
víctimas
Nota madre: Todo el horror a la edad
de la inocencia
Qué les pasó. Por qué lo hicieron.
Qué grado de conciencia tienen sobre lo que hicieron.
Especialistas en Psicología y Derecho afirman que a los 9
años un niño no tiene conciencia plena de lo que significa
matar a otro y vincularon el homicidio de Milagros con un
contexto social de violencia creciente.
El juez del Tribunal Oral de Menores
Número 3, Horacio Barberis, afirmó que el caso es
excepcional y que no hay jurisprudencia en la Justicia
argentina de un homicidio de estas características. La
investigación judicial debe hacerse con rigurosidad, para
determinar la autoría del homicidio, atender la situación
de estos chicos, establecer qué les pasó para llevar a
cabo un hecho de estas características y actuar en
consecuencia, dijo el juez, que no atiende esta causa
particular.
Barberis, ex presidente de la
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia de
Menores y Familia, explicó que para el derecho argentino,
los hermanos no son punibles y abogó por su reinserción
social en los mejores términos. Sería bueno rastrear
antecedentes, saber qué pasó con estos chicos, cómo es el
contexto sociofamiliar, concluyó el juez y dijo que el
caso funciona como síntoma de una violencia social que no
tomamos con la seriedad que se debiera.
Desde el Conicet, la psicóloga
Valeria Llovet indicó que los niños no pueden procesar el
concepto de muerte. Es probable que estos chicos no
tengan idea de lo que han hecho en realidad, añadió y
advirtió que la sociedad a veces, expone a los chicos a
grados de violencia y deshumanización muy elevados. Y no
hablo sólo de la violencia en los medios, también hablo de
la violencia cotidiana, donde hay carencias y falta de
integración social.
Para la perito judicial Beatriz
Muller, psicóloga y directora del Centro Salud Activa, en
estos casos de violencia extrema a tan corta edad, los
chicos imitan situaciones que vieron y no pudieron
procesar o repiten activamente la violencia que sufren
pasivamente. Al igual que Llovet, Muller destacó que es
una edad en la que todavía no está demasiado constituida
la idea de muerte. Los chicos no saben qué es una
desaparición permanente dijo. No hay conciencia concreta
y real del daño que significa matar.
En la misma línea opinó la directora
ejecutiva del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación
de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (Casacidn),
Nora Shulman. Estas criaturas también son víctimas de un
sistema donde hay una violencia exacerbada manifestó.
Los chicos aprenden de los adultos. La experta pidió no
culpabilizar a los hermanos, no revictimizarlos y
entender qué les pasó y abogó para que el Estado les
brinde la contención social que necesitan, para no
condenarlos a un presente en un instituto de menores y a
un futuro en la cárcel.
Un caso que conmovió a Gran Bretaña
hace quince años
La terrible muerte del pequeño
James
Nota madre: Todo el horror a la edad
de la inocencia
No existen antecedentes en el país de
semejante crimen. Tampoco muchos en el mundo. El caso más
brutal, y único en su nivel de repercusión internacional,
es el crimen de Liverpool, un asesinato que conmovió a
Gran Bretaña exactamente 15 años atrás. La resolución
judicial, alentada por los medios y la opinión pública, le
puso más horror al caso, si es que ello era posible.
James Bulger era un chico de dos años
que había sido llevado por la mamá a un shopping. Otros
dos niños, ambos de 10 años, lo sacaron de allí mediante
engaños en un descuido de la mujer. El video de las
cámaras de seguridad del shopping que mostraba cómo el
pequeño era llevado de la mano por quien sería su asesino
fue la prueba clave en la investigación. Y dio la vuelta
al mundo.
Robert Thompson y Jon Venables
empujaron a James hasta unas vías de tren cercanas, lo
tiraron al piso y lo apedrearon con ladrillos. Luego le
pegaron con una barra de hierro en la cabeza, lo
desnudaron, lo violaron con unas pilas que encontraron
allí y lo pintaron de verde. Finalmente lo abandonaron, ya
muerto, sobre las vías, para simular un accidente. Un tren
lo partió en dos. Era el 12 de febrero de 1993. El cuerpo
fue encontrado dos días después.
Venables confesó y terminó detenido
junto a su amigo. Todo lo que sucedió después solo sumó
espanto al dramático hecho. Los padres de James, los
políticos, los abogados, el periodismo, la opinión pública
empujaron la decisión de la Justicia: Robert y Jon debían
ser juzgados como adultos, de lo contrario no habría
sanción. Así fue: los dos resultaron condenados a cadena
perpetua en 1996. Ninguno de los dos tuvo posibilidad
alguna de defensa. En el juicio, nadie preguntó por qué un
niño puede hacer semejante cosa. Nadie se había ocupado
tampoco de ellos antes del hecho. Nadie había investigado
el riesgo social en el que vivían. Nadie se había
conmovido con sus historias de abandono y desamparo.
Tras una apelación en la Corte
Europea de Derechos Humanos, el caso fue revisado y en
junio de 2001 fueron puestos en libertad, aunque con una
serie de fuertes restricciones. Estalló una nueva polémica
y los padres de James pidieron que alguien asesinara a los
entonces adolescentes. La Justicia les dio una nueva
identidad. Incluso se dice que fueron sacados de Gran
Bretaña y que residen en otro país, nadie sabe en cuál.
Ahora tienen 25 años.
Diario Infobae
Fuente:
http://www.infobae.com/contenidos/381130-100884-0-Los-escabrosos-detalles-del-crimen-Milagros
Los escabrosos detalles del crimen
de Milagros
La jueza de Menores de Lomas de
Zamora, Marta Pascual, reveló en Radio 10 que los nenes de
8 y 9 años eran concientes de todo lo que hicieron. A la
chiquita le pegaron durante mucho tiempo, la ataron y la
ahorcaron
Se llama disociación y se trata de
una «personalidad que presenta actos de cariño y ternura
con actos de locura y violencia extrema a la vez», explicó
la especialista. El dictamen de la junta de psiquiátricos
se elaboró anoche en la Comisaría 3 de Almirante Brown,
donde los hermanos que confesaron su autoría en el crimen
de Milagros Belizán pasaron la noche junto a su madre.
La pequeña fue hallada muerta el
domingo a la tarde en un terreno baldío en Adrogué,
partido de Almirante Brown, con signos de violencia y
estrangulación. La noticia desató la ira de los familiares
y los vecinos: hubo destrozos y disturbios con la policía.
Los nenes sabían perfectamente lo
que estaban haciendo, explicó la Doctora Pascual en el
programa el Oro y el Moro de Radio 10. Esto es lo que
llama la atención, porque cometieron y luego relataron el
crimen con total frialdad. Entendieron que la hicieron
sufrir y pareció que les genero algún tipo de placer,
continúo, horrorizada, la jueza.
La autopsia reveló que la pequeña
Milagros recibió numerosos golpes y que la asfixia fue muy
prolongada. Pasó porque los nenes están desnutridos y no
tienen mucha fuerza. Necesitaron de muchos golpes para
matarla, relató Pascual, que también lleva la causa de la
agresión a un custodio del ministro de Economía, Carlos
Fernández, perpetrado la semana pasada por menores.
En la confesión ante las autoridades
policiales y al fiscal de la causa, Héctor Toneguzzo, los
nenes se echaban la culpa entre sí, pero siempre con un
sobrio relato de cómo habían golpeado con palos y después
ahorcado a Milagros antes de que la nena de 2 años
perdiera la vida.
Como los agresores son menores de
edad y, por tanto, inimputables, se prevé que el juez de
Menores, Mariano Alejandrini, determine si será una
familia o un grupo de adultos tutores los que harán cargo
de los hermanos. Dónde viven, en un barrio pobre de San
José (Almirante Brown) atraviesan graves conflictos
sociales y familiares producto de la marginación.