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Perversos: El manoteador de la sotana oscura

Acusadores del padre Fernando Karadima rompieron su silencio en televisión
Cinco profesionales relataron a «Informe Especial» los supuestos abusos sexuales y sicológicos que sufrieron por parte del influyente religioso.
Martes 27 de Abril de 2010 00:14

SANTIAGO. Chile,- Por primera vez dieron su testimonio en televisión los profesionales que acusan de abusos sexuales y manipulación sicológica al emblemático sacerdote Fernando Karadima.
En «Informe Especial», programa de investigación periodística de TVN, relataron qué los llevó a denunciar al ex párroco de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de El Bosque al Ministerio Público por abuso sexual reiterado en mayores de 14 años.
El testimonio más impactante correspondió a James Hamilton. Gastroenterólogo de profesión, contó que conoció al discípulo del padre Alberto Hurtado tras perder a su progenitor. En ese contexto, llegó a la iglesia de El Bosque, mientras estudiaba Tecnología Médica, para integrarse al movimiento Acción Católica liderado por Karadima.
«A poco andar él dijo que quería ser mi padre (…) junto con transformarse en mi papá, empezamos a tener una relación especial», confesó, entre lágrimas, Hamilton a la periodista Paulina de Allende-Salazar.
También agregó que desde sus primeros encuentros le llamó la atención el «toqueteo genital» del padre con su grupo más cercano. Éste se producía en cualquier momento, mientras se caminaba, por ejemplo; otra situación extraña, eran los besos «accidentales» que daba el padre al despedirse de algún seminarista.
Claro que lo más fuerte para Hamilton, ocurrió en un viaje fuera de Santiago al quedarse solo con el religioso. «Quedarse con él (solos) era la gloria», recordó. «Nos pusimos a ver tele… me llevó las manos a los genitales. En ese momento me excité. Nunca me había gustado los hombres, me encantaban las mujeres. Quedé petrificado (…) Tuve un orgasmo. Ahí algo se quebró en mí», contó.
Hamilton señaló que también se sentía manipulado sicológicamente por Karadima, por esa razón cree que no pudo enfrentarlo incluso después de casarse, ya que lo abusos continuaron esporádicamente.
Como contraparte, «Informe Especial» mostró la defensa del religioso, a cargo de su abogado, Juan Pablo Bulnes. Éste señaló que los supuestos abusos no ocurrieron cuando los denunciantes eran menores de edad, ya que ingresaron al círculo de Karadima cuando tenían más de 18 años. Esta contradicción desacreditaría sus testimonios.
A su juicio, Bulnes cree que los denunciantes se concertaron para dañar la imagen de Karadima.
Sin embargo, los denunciantes mantuvieron firme su testimonio durante el desarrollo del reportaje. Como ocurrió con el ejecutivo Juan Carlos Cruz, el cual conoció a Karadima también después de perder a su padre.
Dijo que el sacerdote lo manipuló de manera espantosa: «Decía que iba a contar algunas cosas que habíamos hablado en la confesión, que yo tenía tejado de vidrio».
De esta forma, según Cruz, el religioso logró tenerlo bajo su control y no poder enfrentarse a él nunca, aceptado situaciones que le desagradaban, como darle besos sacando la lengua.
En un tono similar fueron los otros testimonios. Luis Luira y Fernado Batlle acusaron en cámara al sacerdote de tocaciones deshonestas. «Se me cayó el padre», confesó Lira al recordar que metió la mano bajo su pantalón cuando estaban solos, mientras que Batlle señaló que salió del colegio sin capacidad de tomar decisiones producto de los abusos y manipulación sufrida.

 

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Habrían tenido entre 15 y 18 años al momento de los hechos por los que presentaron cargos:
La versión de los cuatro profesionales que acusan al padre Karadima
Un médico, un periodista, un abogado y un candidato a doctor en filosofía son quienes formalizaron ante la Fiscalía Metropolitana sus denuncias por abuso sexual contra el sacerdote de la parroquia de El Bosque. El abogado querellante, Juan Pablo Hermosilla, entrega detalles de las imputaciones. 

por Pilar Molina 

El médico gastroenterólogo James Hamilton Sánchez (44) y el periodista Juan Carlos Cruz Chellew (46) fueron los primeros en relatar, con nombre y apellido, el contenido de las denuncias que esta semana presentaron ante la Fiscalía Metropolitana Oriente de Santiago en contra del sacerdote Fernando Karadima, ex párroco de la iglesia de El Bosque. Lo hicieron a través del diario estadounidense The New York Times.
Además de ellos hay otras dos personas que forman parte de la misma acción judicial, pero que no han dado a conocer sus identidades: un estudiante de doctorado en filosofía que reside hoy en Francia, de 36 años, y un abogado de la UC de 32 años.
Fue este último quien contactó al penalista Juan Pablo Hermosilla para que asumiera la representación judicial de los cuatro.
En conversación con «El Mercurio», Hermosilla ahonda en las historias personales de los denunciantes y relata la versión que ellos entregaron a la justicia.
Hamilton es el único casado del grupo. Afirma haber sido víctima de abusos durante 21 años y que se iniciaron cuando tenía 17. Sostiene además que continuaron incluso cuando ya tenía hijos y vivía con su esposa. En algunas ocasiones, ocurrían cuando el sacerdote iba a cenar a su casa y le pedía al médico que lo examinara en privado por alguna dolencia física.
«Todos, salvo Hamilton, fueron seminaristas, uno jesuita, el otro de Schoenstatt, y el tercero, diocesano. Los cuatro siguen siendo católicos. Todos fueron de la Acción Católica de la parroquia de El Bosque y sus familias siempre fueron cercanas a Fernando Karadima por matrimonios, bautizos y misas con él», dice el penalista.
«Lo sentían como a un padre»
Hermosilla explica que el sacerdote los hacía sentirse especiales, les mostraba el camino de la salvación. Les decía que eran los elegidos. Los cuatro coinciden en relatar abusos cuando los confesaba a solas en su oficina, donde comenzaba interrogándolos por «malos pensamientos» y luego continuaba sobre su sexualidad. Los denunciantes sostienen que posteriormente se producían contactos físicos, pero ninguno acusa haber sido violado.
Para el penalista, la larga victimización -4, 7 o 20 años- no es inexplicable. «Las perversiones suponen un vínculo con el abusado, en este caso fue de dominación. El padre Karadima tenía gran poder sobre ellos. Lo sentían como a un padre, como a su Dios, su guía espiritual. Ellos eran los elegidos».
Además, le han relatado que cuando lograron salirse fue porque buscaron confesores fuera de la parroquia del Sagrado Corazón de Providencia, cuyo párroco por 26 años fue el sacerdote Karadima y antes, por 25 años, su vicario parroquial.
Refieren los denunciantes que cuando se negaban a acceder a sus requerimientos, el sacerdote lo echaba a la broma y los alivianaba diciéndoles: ándate a confesar que estás haciendo cochinadas con el cura. Y que el mismo confesor suavizaba los hechos -no es tan grave, «son leseras», no te alejes del padre, les recomendaba- y los mandaba de vuelta donde su mentor.
Salir de las situaciones de abuso no es fácil; a veces sólo es posible continuar negándolas, puntualiza el abogado. Y han sido testigos mudos de ello en estos días. Algunos de los denunciantes recordaban haber oído a jóvenes de la Acción Católica comentar con estupor alguna vez que el padre se había sobrepasado con ellos. Contactados ahora, han negado todo, tajantes y hasta airados.
A veces el reconocimiento significa más humillación, más cuestionamientos de parte de los que los puedan suponer homosexuales o pervertidos, y también por parte de los que no acepten que le hagan daño a un sacerdote cercano a la familia, que tiene fama de ser santo y ha sido el semillero de vocaciones diocesanas. Cinco obispos y más de 50 sacerdotes que están en parroquias de todo Chile vieron florecer sus vocaciones con Karadima.
De hecho, los cuatro denunciantes sufrieron todo tipo de presiones, dentro y fuera de la Iglesia, relatan, para no seguir adelante.
La investigación judicial y la eclesiástica
Aunque esta semana Hermosilla inició un proceso ante el Ministerio Público a pedido de los acusadores (quienes dicen haber dado ese paso por recomendación de un terapeuta), el propio querellante reconoce que los presuntos delitos están prescritos, porque habrían ocurrido hace más de diez años, cuando eran muchachos de entre 15 y 18 años, si bien se prolongaron en el tiempo.
No obstante, a fines de esta semana llegaron a la oficina de Hermosilla otras cinco denuncias que están en proceso de análisis. «Si se presenta un caso que tenga menos de 10 años, eso interrumpirá la prescripción y permitirá investigar todos los abusos», explica.
Eso en cuanto al proceso en la justicia ordinaria, porque en lo que respecta a la investigación eclesiástica, ésta se inició hace siete años y se gatilló con la denuncia que hizo ante la iglesia de Santiago el joven que vive en Francia.
En el año 2004 fue Cruz quien tomó el mismo camino y luego lo hizo Hamilton. La acusación más reciente la presentó, el año pasado, el abogado de la UC.
En 2006 se formalizaron las indagatorias eclesiásticas. Dos procuradores de justicia, figura que se estableció a partir de una resolución de la Conferencia Episcopal de 2003, han llevado el caso.
Los 4 acusadores fueron a declarar hace unos meses ante el secretario canciller del arzobispo de Santiago, Hans Kast, quien recopilaba las denuncias.
Al principio, cada uno enfrentó el asunto en solitario, si bien todos se conocían desde su época juvenil en la parroquia. Fue Hamilton quien consiguió que hicieran causa común. Mientras tramitaba su nulidad eclesiástica, el médico entregó como prueba un hecho traumático de su vida: el haber sido abusado por un sacerdote. Como necesitaba pruebas, empezó a buscar testigos. Y así llegó a los otros tres profesionales.
Fue entonces que resolvieron buscar un abogado, porque sentían que la investigación de la Iglesia no parecía prosperar.
Cuando Juan Pablo Hermosilla recibe el caso un mes atrás, toma nota de sus testimonios y les aconseja presentar la demanda, lo cual hacen el miércoles pasado.
El abogado no es católico, pero es un agradecido, confiesa, de lo mucho que hizo la Iglesia en defensa de los derechos humanos. No quiere denostar a nadie ni prejuzgar. Sabe que el tema levanta muchos dolores, odios, negaciones y rabias. Sólo quiere que el caso se desarrolle donde debe: en los tribunales:
«Esto no es contra la Iglesia ni contra un sacerdote. Sólo se trata de investigar los hechos, de esclarecer si son ciertos y cuántas personas fueron afectadas. No hay ánimo de venganza, sólo de verdad», concluye.

 

 

 

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Sobre el autor

Hugo Marietan

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Hugo Marietan

Nacido en Buenos Aires, en 1951

Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Bueno Aires, 1981, MN 62757

Médico Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1986

Formación Docente: Egresado del Curso de Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud y Carrera Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Docente Adscripto a la Carrera Docente Facultad de Medicina. de la Universidad de Buenos Aires desde junio de 1991 a la fecha.

Académico Titular de la Academia Internacional de Psicología de Brasil (2002)

Para ver el curriculum completo: https://marietan.com/curriculum/

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