Psicopatías
e histeria1
Dr. Hugo R. Marietán2
¡La
histeria es un problema… tanto para el médico como para la
histérica!
¡Realmente…!
Introducción
Cuando
comencé a hacer mis primeras armas en medicina como
practicante, aún estudiante, la histeria era algo realmente
molesto para los clínicos. Y a tal punto que cuando llegaba
un caso de histeria el Jefe de Guardia, decía - ¿Quién es el
último que entró a la Guardia? Que se ocupe así nosotros no
perdemos tiempo con esto y nos ocupamos de los casos en
serio. Recuerdo a una chica llegando semiparalizada en
brazos de su padre, con la madre, el novio, alguna tía y otros
familiares angustiados acompañando el cuadro que semejaba más
al de una opereta que al de una emergencia. La pobre
histérica caía así en manos del más inexperto de la guardia,
por aquellos tiempos llamado el perro por haber sido el
último en llegar, y que tenía la siguiente instrucción: a)
sacarle el público, b) hacerle parloterápia, quedarse con ella
y hablarle hasta que se le pase.
El Jefe
de Clínica Medica de donde hacía la Unidad Hospitalaria tenía
su remedio para la histeria, decía - Cuando tengan una
paciente histérica, busquen el analgésico intramuscular más
doloroso e inyéctenle en la nalga a presión, de esa manera
verán como deja de ocuparles el tiempo y pueden dedicarse a lo
suyo. El se consideraba a sí mismo benévolo - Yo soy mucho
más suave que mis maestros, ellos me enseñaron que había que
apretar los pezones para sacarla de la crisis.
En
ocasión de estar haciendo el Servicio Militar un soldado
presenta una crisis histérica. Yacía en su cama cuando llega
el Oficial y tras dar dos trancos, esta gente se maneja con
trancos, simplemente se limita a tomarle los genitales y
retorcerlos para sacarlo de su molesta manifestación de
histeria. Debo reconocer que, al menos en esa ocasión, el
resultado fue positivo.
La idea
de la solución de las crisis histéricas en relación a un
quehacer con lo genital es algo que siempre estuvo presente,
incluso fuera del modelo médico, lo mismo que la idea que la
histeria está relacionada con un déficit de satisfacción
sexual.
Una
noche, cerca de las dos de la madrugada, tocan el timbre de mi
domicilio y al abrir me encuentro con el clásico cuadro: la
hija aupada en brazos de su padre, y apretujados a su
alrededor, muy afligidos, el novio, la madre, la hermana.
Entran y el padre deposita con mucho cuidado a la joven de 17
años en la camilla del consultorio. Ella le sostiene la mano y
no lo deja retirarse sino tras algo de resistencia. Ya a
solas con ella me llamó la atención la forma de hablar como
si fuese una nenita de cuatro años, y usando no solo el tono
sino también la escasez de vocabulario propio de esa edad.
Gesticulaba y movía su cuerpo como el de una niña contrastando
con el desarrollo corporal de su edad actual. Le hable largo
rato mientras como al pasar me cercioraba que sus signos
vitales y motrices estuviesen normales. Ella siguió en su
personaje de niña desvalida y átona, hasta que, para mi
sorpresa pidió ir al baño, se lo permití y con gran soltura y
seguridad se incorporó de la camilla y fue al baño. Pedí a la
madre que hiciera una vigilancia discreta mientras yo hablaba
a solas con el novio. Habían estado en uno de los bancos de
una plaza de Quilmes, era una noche cálida. El contaba que,
habitualmente, sus mimos llegaban hasta cierto límite que ella
imponía, pero esa noche estaba más suelta y pudieron avanzar
mucho más, y que cuando comenzó a aflojarle la ropa para
coronar la noche escuchó, con cierto espanto, que una voz de
nenita le decía: no te potes mal con la nenita, nene malo.
Creyó al principio que era una broma, pero la cosa fue de mal
en peor hasta que terminaron en el consultorio. Cerca de las
cuatro se retiraron todos, ella recuperada. En el momento que
debía dar el paso hacía la mujer, esa joven decidió esperar
detrás de su nenita.
Las
maneras de relacionarse
En
nuestra práctica profesional nos enfrentamos con varias tipos
de manifestaciones histéricas: aquella en la que lo
preeminente es la dramatización, es el caso de la histérica
que comienza narrando qué le pasa con su esposo, por ejemplo,
y se deja llevar por el personaje y poco a poco nos va
convirtiendo en su esposo hasta que terminamos por vernos
insultados en nuestro propio consultorio por una mujer
furiosa. Aquella otra que es seductora y graciosa, la gracia
es la armonía de los gestos, es el caso de la histérica que
arma y adorna todo su discurso con la gracia de una buena
actriz; sabe que lo hace bien y disfruta de tener un
espectador donde desarrollar su histrionismo y seducción. Y
aquella que presenta una artificialidad muy marcada pero
carente de gracia y que no logra agradar a su espectador
ocasional.
Se
desprende también de la práctica profesional un rasgo de
inevitable presencia, la histérica demanda, los derechos son
suyos, las obligaciones son de los demás para con ella y deben
ser cumplidas como y cuando lo requiere. No es retributiva.
Pide, abusa, tiraniza, siempre quiere más: contentada nunca,
conforme jamás.
Otro
rasgo difícil de soslayar es la bella indiferencia. Recuerdo
tres casos: en uno de los casos una joven mujer con parálisis
de miembro superior fue llevada a la consulta por su marido,
muy angustiado por supuesto, resultaba llamativa la
tranquilidad absoluta que ella presentaba ante algo tan
dramático como era perder la motricidad de uno de sus brazos;
otro caso fue muy similar, angustia en el familiar y absoluta
tranquilidad en la paciente, la parálisis era de miembro
inferior. Babinski (1) planteaba que el síntoma histérico se
produce por sugestión y se soluciona por persuasión. Algo de
ello se aplicaba por aquellos tiempos y a veces se obtenían
resultados, al menos temporales.
El
tercer caso me fue narrado hace muy poco tiempo. Se trata de
una paciente de unos 45 años que tuvo una parálisis de su
hemicuerpo. Ella me comenta Yo estaba sentada porque no
podía moverme, y veía que todos mis familiares estaban
alrededor mío con una gran angustia, y yo trataba de decirles
que no se preocuparan, que estaba todo bien, que estaba
tranquila, no lo podía decir porque tenía problemas para
articular, pero yo me sentía bien y para mí estaban
exagerando. Médico, internación, exámenes. Tenía un coágulo
en la zona occipito-parietal derecha que le daba la
hemiparesia. El caso presentaba las características de una
bella indiferencia y era un cuadro orgánico neto. Nunca hay
que bajar la guardia ante los casos somatoformes, ante
aquellos pacientes que presentan alguna sintomatología en
relación al cuerpo, aunque por intuición, los años o los
prejuicios, se crea que se puede tratar de un cuadro de origen
psicógeno siempre hay que estar alerta y no descuidar jamás la
parte clínica
Necesidad de
estimación
Estas
son las características basales apuntados por los autores
clásico referidas a nuestro tema:
Koch
– Yo inconvenientemente
trasladado al punto medio
– afán fatuo y orgulloso de
hacerce notar
Kraepelin
– accesibilidad afectiva
aumentada
– falta de perseveración
– seducción por lo nuevo
– exaltación
– curiosidad
– chismografía
– fantasía
– tendencia ala mentira
– excitabilidad desmesurada
– ascensos y descensos
bruscos del entusiasmo
– sensibilidad
– veleidad
– egoísmo
– afán de estar en el centro
– facilidad para dejarse
influir
– representaciones
hipocondríacas
– tendencia a las escenas
– tendencia al romanticismo
– conducta impulsiva
– idealizan con facilidad y
se decepcionan fácilmente
– se aburren ante la falta
de estímulos
Aschaffenburg
– extraña mezcla de frialdad
y entusiasmo, de amabilidad y hostilidad
Jaspers
– Vanidad
– parecer más de lo que se
es
– para darse importancia
representa un papel sin importar el costo
– teatrales
– a más teatral, menos
emoción propia y verdadera
– falsos
– incapaces de ninguna
relación afectiva duradera
Schneider
– Jaspers + Necesitados de
estimación
– Excéntricos (Koch)
– Estar pendiente de lo
extraordinario (Scholz)
– fanfarronería, vanagloria,
petulancia
Este es
un sucinto resumen acerca de la visión que tenían los clásicos
sobre la histeria. Koch los llama excéntricos, fatuos,
orgullosos de hacerse notar. Kraepelin agrega falta de
perseveración, exaltación, chismografía, fantasiosos, y otros
insultos!(2) como tendencia a la mentira, egoísmo, veleidad,
el legendario querer ser el centro de todo, la tendencia a
escenificar, la tendencia al romanticismo, la tendencia a la
impulsividad. Una característica a destacar es esa extraña
mezcla de frialdad y entusiasmo mencionada por Aschaffenburg.
Y es Jaspers quien atina cuando plantea, aquello tantas veces
repetido, se trata de personas que quieren parecer más de lo
que son (3), además de teatralizadores e incapaces de
relaciones afectivas duraderas. Es Schneider, un gran lector
de Jaspers, quien los bautiza como necesitados de estimación,
hasta llegar los a los insultos tales como pendientes de lo
extraordinario, fanfarrones, vanagloriosos, petulantes…
Es de
destacar que lo que ya se planteaba por el año 1900 sobre
pacientes histéricos puede encontrarse en diversos criterios
asimilables a la histeria presentes en el DSM IV y poseen
absoluta vigencia ateniéndonos a la práctica clínica
cotidiana.
Histeria y
psicopatía
En el
terreno de las psicopatías es posible plantear diferentes
tipos relacionados con características propias de la
histeria. Esta tipología se plantea a partir de cierta
apariencia de comunidad de rasgos considerando que no
responden al patrón histérico por determinadas diferencias
que hacen a su atipicidad (4).
Tipología
de psicopatías
.Fantasiosos
puros
(fantásticos)
.Pseudología
fantástica
( Delbrück, 1891)
.Farsantes
Fantasiosos puros
(Fantásticos)
– ensoñadores
– sus ensueños quedan en la
fantasía o son verbalizados
– pero nunca se ejecutan
– sueñan despierto
– a veces estados
crepusculares psicógenos (Pick)
– ausentes, distraídos
Pseudología fantástica
( Delbrück, 1891)
– mienten con una
determinada finalidad
– la mentira tiene un
carácter marcadamente activo
– vanidad
– necesidad de estimación
– aparentar más de lo que se
es
– imaginación
– actividad
– placer por fabular
–
obtienen beneficios materiales, pero como efecto colateral
(diferencia con el farsante donde el beneficio material es lo
importante).
– la expresión es
fundamental
a) por lo general amables y
hasta encantadores
b) modales agradables y
distinguidos
c) imprime seguridad a su
porte
¿Creen sus propias mentiras?
Opiniones diversas
¿Por
qué no es un delirio? Porque al ser descubiertos, abandonan su
papel y saben cuando abandonan el terreno de la realidad.
Proporción: Tres hombres a una mujer, el 50 % mayores de 25
años y solteros
El farsante puro
– busca un beneficio
material como primer objetivo
– inspiradores de compasión
– farsantes de hospital
– aspiración a ser
materialmente atendido
– intentar convertirse en
un caso interesante
– más que estimación buscan
encontrar consideración
– estafadores
El pseudólogo vs el
fantasioso puro
–. El fantasioso
puro se queda a vivir en su mundo de fantasías
. El pseudólogo
acciona su fantasía sobre el mundo exterior
–. El Fantasioso
falsea el valor del mundo externo para sí
.
El pseudólogo falsea su valor para el mundo externo
–. El fantasioso se
engaña a sí mismo
. El pseudólogo
engaña a los demás
Dentro
de las psicopatías relacionadas con la histeria es posible
distinguir los fantasiosos puros, la pseudología fantástica o
mitomanía, como algunos la llaman, y los farsantes.
Los
fantasiosos puros, Schneider los llama fantásticos aunque a mi
parecer se ajusta mejor la nominación fantasiosos puros, son
los ensoñadores, aquellos que están siempre imaginando cosas,
ensoñados, idos, un poco distraídos, olvidadizos, siempre muy
introvertidos y en su mundo, soñando despiertos y tratando de
que el mundo de la fantasía los salve del mundo real.
Luego
tenemos al mitómano que es un psicópata que deja que la
fantasía se despliegue en la acción, esto es, el mitómano
realiza o actúa su fantasía o mentira en el terreno de la
realidad, se vale de su fantasía para modificar la realidad.
Mientras el fantasioso puro se contenta con su mundo de
fantasía el pseudólogo fantástico, o mitómano, miente con
determinada finalidad y la mentira tiene un carácter
marcadamente activo, lleva adelante su mentira y trata de
conseguir con ello algún fin, para lo que se requiere una
enorme imaginación y una gran capacidad histriónica, son
actores natos y de una gran calidad lo que hace que consigan
cierto éxito. Además es muy importante la forma en que se
manejan, en general son personas muy cuidadosas de los lugares
donde se mueven y ejercen su acción y tienen un manejo de lo
verbal y de lo gestual que las hacen encantadoras.
En el
caso de los pseudólogos fantásticos hay una gran discusión
entre pensadores acerca de si, de última, terminan creyendo
sus propias mentiras. Los campos se dividen. Muchos sostienen
que los mitómanos terminan creyéndose sus mentiras y es en
función de ello que pueden realizar las acciones que
realizan. Otros sostienen que la idea de estar distorsionando
la realidad está siempre presente en la psiquis, prueba de
ello es que cuando son descubiertos inmediatamente abandonan
el personaje.
El
hecho de que los mitómanos una vez descubiertos abandonen su
personaje y no permanezcan con la certeza de ser lo que no son
es lo que distingue la mitomanía del delirio. Podría pensarse
tranquilamente que la mitomanía es un cuadro delirante, pero
justamente el hecho de abandonar el personaje y no aferrarse a
la certeza es lo que la distingue del delirio.
Otra
característica del pseudólogo fantástico es la poca ambición
respecto de lo material que poseen. Al decir de Schneider lo
que persiguen es el aprecio, la estimación, el reconocimiento,
esta es su finalidad. Colateralmente pueden obtener algún
beneficio económico, generalmente producto de alguna estafa o
algo relacionado con ello, pero no es lo que buscan sino sólo
algo colateral más que principal. Esto lo diferencia del
farsante.
La
proporción de casos de pseudología fantástica es de tres
hombres a una mujer, a diferencia de la neurosis histérica
donde es de común conocimiento la enorme proporción de mujeres
respecto de hombres, y por lo general es captada, aunque la
mitomanía comienza a manifestarse en la infancia, a partir de
los 25 años.
Respecto del farsante cabe decir que es alguien que arma toda
una escenificación, arma todo un espectáculo en el que es el
actor principal, para conseguir básicamente un beneficio
económico. En términos sencillos es un estafador.
Son
también simuladores de enfermedades (5) hasta el punto de
realizar toda una actuación para conseguir ser considerados
como el mejor caso del Dr. X o conseguir algún beneficio a
través de una enfermedad.
Tres
ejemplos son apropiados para ilustrar estos dos últimos casos,
uno argentino, ejemplo de una pseudología fantástica, un
farsante local, y otro ya histórico.
El
hijo del diplomático
En los
70, tiempos en que el Secretario General de la OEA era Pérez
de Cuellar, se presenta en Buenos Aires un joven de apellido
Pérez de Cuellar en misión de representar a su padre.
Contacta con gente de una provincia del litoral. Como hijo de
Pérez de Cuellar y por tal misión fue invitado por el
Gobernador de una de estas provincias a visitarla dándole
hospedaje en el mejor hotel. Llamaron la atención los finos
modales del joven, su acento extranjero, su amabilidad, su
buen porte, su don de gente y simpatía. Así, fue agasajado
durante algunas semanas con todo lujo y tratado como lo
mejor. Un día se presenta en el hotel una señora y pide por
su hijo. -¿Quién es su hijo?, le preguntan. Mi hijo es Pablo
Pérez, responde. Acá no hay ningún Pablo Pérez, responden. A
lo que ella dice: Es quien ustedes conocen como el hijo de
Pérez de Cuellar. Gran revuelo. Posteriormente la señora
cuenta que su hijo se había ido de su casa y para su sorpresa
lo ve luego por TV rodeado por el gobernador y otros
personajes importantes. Pide a su hijo volver a Buenos Aires.
Pablo al momento de descubrirse su chanza inmediatamente
reconoce todo, que es lo característico del mitómano, y parte
con su madre después de semejante actuación
El
falso neurólogo
Otro ejemplo de farsante, se
descubrió hacía 1995, a raíz de un juicio de mala praxis. Se
trata del caso del falso médico neurólogo que logró ejercer
durante 16 años en un prestigioso hospital metropolitano de
Buenos Aires, habiendo dado sólo unas pocas materias de
medicina. A pesar de su escasa preparación inicial en
medicina, a través de los años fue ganando un sólido
prestigio en el Hospital, al punto de ganar por concurso
varios ascensos, dejando atrás a muchos de los verdaderos
médicos. Era brillante, reconoció uno de ellos luego de
enterarse y, en el colmo de admiración decía es como si
mañana nos enteramos que Barnard no estudió cirugía. Era
fuente de consulta de los otros especialistas, presidió un
Congreso de la especialidad y hasta escribió un libro en
colaboración. Los que trabajaban con él decían que era muy
seductor, con una labia tremenda; que tenía una personalidad
irresistible y carismática, lo que le permitió atajos en el
desarrollo de su carrera; y que era feliz cuando violaba las
reglas de lo establecido. Cuando allanaron su casa encontraron
dos títulos falsificados el de médico y el de especialista en
neurología, junto a varios recetarios a su nombre. Cuando la
policía le pidió la matrícula, titubeó y finalmente reconoció
que no tenía título. Admitió con mucha tranquilidad que era un
falso médico, además comentó, como al pasar, que ya había
tenido otros inconvenientes por este tema.
El hombre
que vendió dos veces la Torres Eiffel
El otro
ejemplo tiene como protagonista al hombre que vendió dos veces
la Torre Eiffel, el Conde Víctor Lustig como se hacía
llamar. Por el año 1925 un señor muy elegante que residía en
el mejor hotel de París se entera que se realizaran algunas
refacciones en la Torre Eiffel a partir de lo cual se le
ocurre la idea de vender la Torre como chatarra. Hace hacer
papeles muy semejantes a los oficiales e invita para una
licitación de compra de material de chatarra a todos los
chatarreros franceses. Se presentan varias personas a las que
plantea que el gobierno ha decidido deshacerse de la Torre,
dado el enorme costo que conlleva su mantenimiento, por lo que
se ofrecen en venta alrededor de siete mil toneladas de
hierro. La condición que pone es el absoluto silencio al
respecto dado que si el pueblo francés se entera de esta
decisión, por el carácter simbólico que la Torre Eiffel posee,
se armaría un gran revuelo -cosa que el gobierno no quiere que
suceda-. Se presentan las licitaciones y el Conde no elige a
la persona que ofrece la cotización más alta sino a la persona
más vulnerable. Le informa que lo ha elegido para ganar la
licitación, siendo que había mejores postores, y que él sólo
cobraría su sueldo por tamaño trabajo… ¡le pide una coima!
Toma la importante suma de dinero producto de la coima y huye
hacia Austria. Cuatro meses después vuelve a París, hace la
misma operación con otros chatarreros, esto es vuelve a vender
la Torre Eiffel, pero esta vez es descubierto y debe huir a
Estados Unidos.
Hay que
poder hacer ésto. Sólo con una presencia de ánimo tal, una
inmensa capacidad de acción, y una gran capacidad de sugestión
o mejor de fascinación, es posible lograr que un francés crea
que puede llegar a realizarse semejante cosa. Gustaba del
riesgo y solía decir: No entiendo a la gente honesta; llevan
vidas vacías, llenas de aburrimiento.
En
Estados Unidos el Conde Lustig sigue haciendo sus negocios.
Un buen día de 1926 se presenta ante un personaje muy especial
al que le propone un negocio que va a duplicar la suma de
dinero que invierta. El hombre que lo recibe era bastante
impasible y había aceptado escucharlo por ser recomendado de
uno de sus colaboradores. El hombre en cuestión era Al Capone.
Al Capone escucha la propuesta. Queda encantado por dos cosas,
el porte noble del Conde, y una cicatriz producto de una
travesura de juventud que semejaba a la suya -recuerden,
Scarface-. Le entrega cincuenta mil dólares, suma a ser
duplicada en dos meses. El Conde toma los cincuenta mil
dólares, los coloca en su caja de seguridad y espera. A los
dos meses vuelve y le comunica a Al Capone que el negocio
ideado, lamentablemente, había fracasado. Al Capone lo
escucha sin emitir palabra mirando indiferente hacia cualquier
lado, hasta que en un momento le comienza a hablar de las
diferentes formas de torturar a un hombre, del tiempo que la
víctima tardaba en morir de acuerdo a la habilidad del verdugo
para prolongar la agonía. Esta narración hace que el Conde le
diga que por haber obrado con él de buena fe quería hacerlo de
la misma manera entregándole, a pesar de estar totalmente
fundido, la suma de dinero con la que contaba y guardaba en su
propia caja de seguridad. Retira los cincuenta mil dólares
que antes guardara y que no había tocado en absoluto. Ya
frente a Al Capone, le devuelve el dinero, y con un gesto
inimitable y una tremenda desazón le dice Ahora si estoy
totalmente fundido. Ante esto, Al Capone retira del dinero
devuelto cinco mil dólares y se los da. ¡Yen esto consistía la
estafa! Muchos años después, en 1934, el Conde es apresado.
Por esa misma fecha Al Capone es detenido por un problema de
impuestos. Al tiempo de estar presos en la misma cárcel, el
Conde le cuenta lo que había hecho. Al Capone se ríe. Estos
hampones pueden ser muy malos pero tienen sus códigos y saben
respetar los buenos trabajos.
Tiempo
después, en 1947 a sus 57 años, el Conde muere de neumonía en
Alcatraz y el funcionario encargado de realizar el certificado
de defunción, al tener que asentar su profesión simplemente
coloca vendedor.
Notas:
1)
Babinski era uno de los jefes de sala de Charcot. Que las
pacientes tuvieran pseudo convulsiones no era infrecuente en
la sala repleta de histéricas. Un día las pacientes le avisan
a Babinski que una de ellas estaba convulsionando, ante la
falta de premura de Babinski las pacientes le advierten vaya
rápido doctor que ella no es como nosotras y, efectivamente,
se trataba de una auténtica epiléptica. Es así como este
hombre se plantea la necesidad de encontrar los signos que
puedan diferenciar un cuadro de base orgánica de uno
psicógeno, y el resultado de sus investigaciones, el signo del
reflejo cutáneo plantar, lo inmortalizó.
2) Esto
no es gratuito, sino que se debe al afán de tratar de
describir algo que no puede asirse en un concepto clínico
claro aun siendo de experiencia cotidiana en el trabajo con
estos pacientes
3)
Rasgo pertinente a lo que posteriormente será descripto en
términos de Psicopatías Histéricas – específicas -.
4) Ver
definición de Psicopatía del autor: la personalidad
psicopática es definida como una variedad de individuos con
necesidades especiales y recursos atípicos para
satisfacerlas. Alcmeon 27, Año IX – Vol.7 Nro. 3- noviembre
1998,
www.alcmeon.com.ar, www.marietan.com
5) Se
trata de una simulación no de un síntoma conversivo.
Bibliografía:
Piotto, Alba, Messi,
Cirginia, Clarín, 28/12/1995
Canaletti, Ricardo, Clarín,
20/01/2002
Schneider, Kurt,
Personalidades Psicopáticas, Editorial Morata, Madrid, 1980
Marietán, Hugo, Semiología
Psiquiátrica, Editorial Ananké, Buenos Aires, 1998
Notas al pie:
1) Artículo correspondiente
a la Mesa Redonda de Psicopatía del 10º Congreso Internacional
de Psiquiatría.
2)
Docente de psiquiatría de la Facultad de Medicina, Universidad
de Buenos Aires, Médico Psiquiatra del Hospital Borda,
marietanweb@gmail.com,
www.marietan.com , Buenos Aires, Argentina