SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Dr. Hugo Marietán – Psicopatía – El complementario y su psicópata

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SEMIOLOGIA PSIQUIATRICA Y PSICOPATIA


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El
complementario y su psicópata
1


Hugo R. Marietan2

«Uno son el torturador y el torturado. El torturador se equivoca, porque cree no participar en el sufrimiento; el torturado se equivoca, porque cree no participar en la culpa». Schopenhauer


Una manera de ser

Este
tema está abordado desde el punto de vista clínico, por lo tanto,
acentuaremos lo descriptivo.

La
psicopatía es una manera de ser, es una personalidad, una variante de
los tipos humanos. No es una enfermedad, sino una manera de ser atípica,
infrecuente y estridente, por su patrón conductual que desentona, en
ocasiones, con el patrón general de conducta de la comunidad.

El
psicópata es una persona que tiene un comportamiento distinto porque
tiene necesidades distintas que satisfacer. Por eso hace un uso particular de
la libertad, crea códigos propios, repite patrones conductuales y tiene
necesidades de estímulos intensos. Todo esto analizado desde una persona
común que ve al psicópata como a alguien que está, en algunos
aspectos de su conducta, desadaptado. El psicópata no tiene un tipo de
conducta psicopática en el cien por ciento de su accionar, se muestra
psicopáticamente en determinado tipo de relaciones.

Otra
característica básica es la cosificación, que implica
quitarle al otro los atributos que lo valoran como persona, es decir, desjerarquizarlo
para considerarlo un objeto y, desde esta maniobra psicológica, poder
manipularlo.

Finalmente,
en el acto psicopático grave, el psicópata comete una acción
de tal magnitud que ese solo hecho lo describe.


Modos de relación
del psicópata

El
psicópata tiene, al menos, tres modos de relacionarse psicopáticamente
con el otro.

El
asociativo: es cuando un psicópata entra en relación con
otro psicópata. Este tipo de asociación se da cuando el proyecto
que debe realizar lo supera ampliamente como individuo. La relación es
tensa y el equilibrio se mantiene mientras persista el objetivo. Hay que recordar
que estamos hablando de personas altamente narcisistas, egocéntricas;
en consecuencia, el apego que puedan tener sólo lo justifica el objetivo.

El
segundo modo de relacionarse con el otro es el tangencial, es decir,
cuando el psicópata se encuentra con la víctima ocasional; cuando
ejerce su psicopatía en función de una acción de tipo delictiva,
una violación, una estafa, por ejemplo. Es un encuentro ‘puntual’.

Otro
modo de relacionarse es el complementario: cuando el psicópata
encuentra su complementario, o el complementario encuentra su psicópata.
La relación es de doble vía y está lejos del preconcepto
víctima-victimario; ambos participan activamente para mantener el vínculo.
Considero que la persona que logra permanecer junto a un psicópata, no
es otro psicópata, como habitualmente se entiende. Yo creo que el que
más chance tiene de relacionarse y permanecer con un psicópata,
es un neurótico. Estas relaciones son metaestables, se mantienen, pero
con explosiones y desequilibrios a lo largo de todo su desarrollo.


El complementario

Insisto
en aclarar lo descriptivo de esta exposición, que es extracto de mi experiencia
con tratamientos de complementarios que conviven con psicópatas.

Se
observa que se forma un circuito psicopático persistente; y pienso
que ningún sistema permanece si no cubre una necesidad.

El
tipo de necesidad que satisface el complementario con el psicópata, o
el tipo de anclaje que hace que esa relación se mantenga, no tiene su
base en la lógica, sino en lo irracional.


Cuando se atiende a estas personas lo primero que florece en el discurso es
la queja. El complementario utiliza el escenario de la relación terapeuta-paciente
para transmitir su queja. No son quejas comunes, son quejas sobre humillaciones,
descalificaciones, incluso agresiones físicas. La forma de presentar
la queja varía desde la justificación («Yo lo provoqué»),
la minimización («Me golpeó, pero no es nada»), el detallismo
(el detenerse morosamente en describir cada acción), hasta la búsqueda
de conmiseración («¡Cómo me hace sufrir!, ¿verdad?»).


El disfrute secreto

Desde
la lógica común, uno se pregunta ¿qué hace esta persona
con este psicópata? ¿Qué beneficios saca para continuar en esta
relación? Razonando con parámetros lógicos comunes, no
se comprende la permanencia de esa pareja. Aún si se analizan con el
complementario las circunstancias que llevaron a hechos agresivos, y la manera
de prevenirlos, éstos se repiten. Con esto quiero decir que el hacer
razonar, el esclarecimiento del porqué suceden las cosas, en este caso,
no sirve, porque el anclaje está en lo irracional.

El
complementario muchas veces da la impresión de que se relaciona con el
psicópata a través de la angustia, o sea que, siguiendo esta premisa,
el anclaje sería displacentero. Pero, después de ver a muchos
de estos pacientes complementarios, yo pienso que el anclaje es el disfrute,
pero no el disfrute del sufrimiento. Es un disfrute inefable y donde el sufrimiento
es un efecto secundario de ese disfrute. La persona complementaria nos trae
la queja, nos muestra el ‘precio’ del goce, nos muestra el «chichón»3.

Este
tipo de disfrute es secreto, en el sentido de que suele ser desconocido (conscientemente)
para el complementario, y a veces también para el psicópata. Pero
hay algo allí que los une; tal vez en la ‘animalidad’, en lo irracional,
haya un goce.

En
ocasiones, por el discurso que tienen los complementarios, suelen relacionarlo
con algún tipo de disfrute especial, con el sexo por ejemplo; pero eso
no consigue justificar el pagar el precio de las humillaciones, las descalificaciones,
la baja de la autoestima, el ‘deterioro’ de su ‘persona’. Algunos logran captar
que con el psicópata pudieron desinhibir sus represiones; logran realizar
lo prohibido.


Inmodificables

Otra
característica del psicópata que se debe tener en cuenta es su
impermeabilidad a las modificaciones. El psicópata es una persona que
puede tolerar mucha presión, puede aguantar castigos, y aún así
mantenerse en una posición. Esto obliga al complementario a doblegarse,
porque la posición del otro es irreductible; lo pone en la opción
de: «es esto o nada»; «tómalo o déjalo… si puedes».
El complementario termina luchando, no contra el psicópata, que es inmodificable,
sino contra sí mismo, contra su conciencia del propio valor. Y se obliga
a doblegarse. Este obligarse a hacer, en el que ve menoscabada su persona, es
altamente doloroso. Pero es mayor el sufrimiento que provoca la no presencia
del psicópata, esto hace que el complementario pague la factura y continúe
con la relación.

La
regla de oro que mantiene este vínculo es la formula: «con él
estoy mal, pero sin él estoy peor». Entre ‘mal’ y ‘peor’, está
el disfrute.


Códigos
propios

Si
se conversa en profundidad con estas personas, se verá que entre el psicópata
y su complementario se establecen códigos propios, señas, gestos,
que hacen que modifique la conducta del otro. Una paciente me decía:
«mi padre me mira de ‘esa forma’ y yo ya sé lo que debo hacer».
Otra paciente decía: «yo lo seguía por detrás, no
quería que estuviera a su lado para no comprometerse; sin embargo, por
su forma de caminar yo sabía si tenía que pararme o si tenía
que estar a un costado o donde sea».


Autoestima socavada

El complementario tiene la autoestima
socavada. Uso el término «socavada» porque la erosión que hace el psicópata
sobre el complementario no suele ser una acción grotesca y brutal, sino que, al
contrario, puede ser muy por debajo y sutil; va descalificando, desmereciendo,
creándole inseguridades (es un juego de un «premio y tres castigos», en donde no
se sabe cuando llega el premio y cuando el castigo, ni por qué) hasta que la
autoestima del complementario termina socavada. Decía una consultante: «Yo antes
no era así de insegura. Tenía trabajo, proyectos, iniciativa; me manejaba sola.
Ahora necesito preguntar todo, hasta las pavadas. Él, a todos mis planes y
posturas, le encontraba un pero, un motivo de crítica, un lado negativo. No era
agresivo, me hacía razonar, y al final terminaba adoptando su criterio y
pensando que mi forma de encarar las cosas era la de una tonta».

El psicópata no se pasa pensando qué hacer
para que el complementario haga tal cosa o tal otra, o qué hacer para
descalificarlo y bajar su autoestima. Ni se lo plantea; no es un estratega ni un
diseñador de conductas. Es como es. Le sale espontáneamente ese tipo de conducta
que finalmente termina haciendo sentir desvalorizado al complementario.


Asimetría
intolerable

Se
establece una marcada asimetría en cuanto a la consideración del
otro. El psicópata ve al otro como una cosa de su pertenencia, a su disposición
y sin necesidad de una lógica que fundamente esta postura. Debe ser así
y punto. El complementario se considera a sí mismo y a su pareja, como
persona. No sabe que está con un psicópata. Pueden parecerle raras
algunas conductas, pero no puede salir fuera del sistema para evaluar y concluir:
«es un psicópata». Por considerarlo un igual es que hace el
razonamiento equivocado: «no entiendo por qué hizo esto, yo en su
lugar…». Y sufre pensando en un error o esperando una disculpa; quiere
ser considerado por el psicópata como una persona, lo cual es una ilusión,
algo imposible de lograr. No se puede comprender, empáticamente, la mente
de un psicópata.


Contacto cero

¿Cuál
es nuestro rol, como terapeutas, en este tipo de relaciones? Cuando el anclaje
es fuerte no se puede hacer nada. Cuando se rompe el vínculo generalmente
es porque el psicópata deja a su pareja, siendo ésta la posibilidad
que tiene el complementario de salir del sistema. Del lo contrario es muy difícil.
La otra forma es cuando el hartazgo es muy fuerte en el complementario, o sea
que el sufrimiento supera ampliamente a los beneficios que obtiene de su psicópata.
Aquí es cuando el complementario pide ayuda. La intervención del
terapeuta en este caso, al ser un tipo de relación atípica, debe
ser también atípica. No se puede tratar de manera estándar
un vínculo que no lo es.

La
regla básica cuando se quiere mantener la separación entre un
psicópata y un complementario es el «contacto cero», dado que
el anclaje es irracional y apenas se avistan se vuelve a rearmar el circuito
psicopático. El terapeuta debe ser creativo y ocupar un papel más
activo que el standard para ampliar las posibilidades del complementario.


El límite
de las palabras

Ni
las palabras, ni las argumentaciones, sirven, ya que el psicópata es
buen manejador de las palabras, un mentiroso, y suele ser muy convincente, sobre
todo con alguien que desea fuertemente ser convencido, como es el complementario.

Algunas
indicaciones que pueden dar resultados son: hacer docencia, que la persona logre
entender las características del psicópata; levantar la autoestima,
lograr el contacto cero, fortificar lo afectivo con antidepresivos y ansiolíticos
(separarse del psicópata produce algo paradójico: alivio y muchísima
angustia a la vez).


La manipulación
por el agobio

Si
el complementario trata de salir del circuito psicopático, como «la
cosa» le pertenece al psicópata, éste la persigue psicopáticamente.
Por ejemplo, contaba una consultante: «Iba al trabajo y al mirar por la
ventana, lo veía en la calle; trataba de hacer una ‘salida’ nocturna
y en el mismo lugar ‘aparecía’ él; o al llegar a la madrugada
lo encontraba en la puerta esperándome». El temor a encontrárselo
en cualquier parte, a cualquier hora, terminó confinándola en
su casa, y aún así la atormentaba por teléfono y con cartas.
Es un agobio y presión de tal naturaleza, que genera mucha angustia,
por lo cual se utilizan recursos que fueron motivo de charlas anteriores.


El después

¿Qué pasa
una vez que el complementario se desliga del psicópata? La experiencia
muestra que no vuelve a ser la misma persona después de haber pasado
por un psicópata. Una vez que se separa, se trata de que forme nuevos
contactos. Pero éstos, si son normales, resultan aburridos, insulsos,
poco estimulantes. Puede pasar mucho tiempo antes de conseguir una nueva pareja.
Esto dificulta el distanciamiento con el psicópata. A veces logran armar
otra pareja con armonía inicial que luego resulta ser otro psicópata.
Por lo tanto, una persona que pasó por la experiencia de un psicópata
nunca vuelve a ser como antes y sus gustos tampoco serán los mismos.
¿Qué se puede esperar después de haber satisfecho necesidades
profundas? ¿La sed, el recuerdo?

Notas al pie:

1 Conferencia presentada en el 7º Congreso Internacional de Psiquiatría organizado por la AAP el 18 de octubre de 2000. Mesa Redonda: «Psicopatía». Este tema puede ser complementado con la lectura de dos artículos anteriores: 1) Personalidades psicopáticas, revista Alcmeon 27, noviembre 1998 y 2) Descriptor de psicopatía, Alcmeon 31, noviembre de 1999; que pueden ser bajados de Internet del sitio www.alcmeon.com.ar o
www.marietan.com

2 Médico Psiquiatra del Hospital
Borda; Docente Adscripto de la Facultad de Medicina,
Universidad de Buenos Aires. , Argentina. E-mail:
marietanweb@gmail.com
 Internet:

www.marietan.com

3 Esto del «chichón» viene de lo siguiente: una de mis pacientes que era reiteradamente golpeada en la cabeza, (no le pegaba en otras partes del cuerpo para no dejarle marcas) me decía inclinando su cabeza y separando mechones de pelo: «¿ve, doctor, el chichón que me dejó?»


Si usted se siente identificado
como complementario o tiene dudas, escríbame a
 
marietanweb@gmail.com

Coloque su
nombre, lugar de origen, edad, y describa lo más detallado
posible su problema


Para
guiarse puede usar el Descriptor de Rasgos Psicopáticos. Cliclee
AQUI

 

Sobre el autor

Hugo Marietan

1 comentario

  • Acabo de tener un hallazgo despues de 10 meses de la muerte violenta de mi madre que originalmente con este «destape» o apertura del conocimiento en redes del tema del Narcisismo, sospecho fue un personaje que dejo secuelas profundas en mi ser y en la vida de mis tres hermanos.

    Usted hace consultas via zoom?

    Conozco muy pocos profesionales serios en tratar con sobrevivientes de Psicopatas especialmente con los profenitores. Me interesaria tener una consulta con usted. Es eso posible?

SEMIOLOGÍA PSIQUIÁTRICA Y PSICOPATÍA

Hugo Marietan

Nacido en Buenos Aires, en 1951

Médico, Facultad de Medicina, Universidad de Bueno Aires, 1981, MN 62757

Médico Psiquiatra, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1986

Formación Docente: Egresado del Curso de Formación Docente Pedagógica en Ciencias de la Salud y Carrera Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires

Docente Adscripto a la Carrera Docente Facultad de Medicina. de la Universidad de Buenos Aires desde junio de 1991 a la fecha.

Académico Titular de la Academia Internacional de Psicología de Brasil (2002)

Para ver el curriculum completo: https://marietan.com/curriculum/

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