Dr. Marietan:
Estoy en tratamiento psicológico hace
más de diez años. Estuve en pareja con un hombre con
muchas características psicopáticas durante diecisiete
años. Con él tuve tres hijos, dos de los cuales nacieron
luego de una crisis, reconciliación, y posterior
casamiento tres años atrás.
A los dos años de edad de los niños, comenzó el terrible
proceso de separación y divorcio, como consecuencia de
haber tenido yo un traumático embarazo múltiple en el que
estuve en reposo, también internada, y mi marido me
abandonó por completo, y en el que entré en una profunda
depresión por su indiferencia y maltrato psicológico.
Terribles secuelas quedaron de ese embarazo, y pánico a
vivir algo parecido.
Toda esta situación abrió una grieta, como leí expresó muy
bien la complementaria de un psicópata que se dirigió a Ud.,
y fue en ese momento de hundimiento profundo que padecí,
en esa terrible debilidad consecuencia del embarazo,
puerperio, demanda de los bebés, soledad, muerte de mi
padre a los cuatro meses de nacidos aquéllos, que conocí a
una mujer unos años menor que yo que actuó una mamá
perfecta conmigo -siendo que mi familia – padres y
hermanos- ni apareció en todo el embarazo ni luego.
De a poco esta mujer fue entrando en mi vida hasta que me
confesó que estaba enamorada de mí, que me amaba, y fue
penetrando en mi intimidad durante la separación con mi
marido, y en la vida de mis tres hijos.
No tardé mucho en caer en su red y en volcarme hacia la
homosexualidad, y comenzar a odiar y despreciar a los
hombres. Si bien ella había tenido dos parejas
homosexuales antes de estar casada y tener hijos, siempre
me responsabilizó a mí de haberla seducido. Nada más
falso, ya que yo sólo estaba en un estado de debilidad que
fue tierra fértil para que cualquiera me sometiera y yo
aceptara sin darme cuenta, por un poco de afecto y ayuda.
En esta relación que lleva más de un año, fueron muchos
mis intentos de dejarla, y me ha resultado imposible
lograrlo, más allá de mi decisión conciente. Cualquier
excusa le sirve para volver a envolverme, y yo a dejarme
envolver por sus seductoras redes.
Me ha hecho sufrir mucho. «Te amo, te dejo, te amo, te
pateo, vuelvo, me voy, te amo, siempre te amaré pero me
voy, te amo, no puedo seguir, nunca te dejaré, adiós para
siempre, te amo pero no puedo, te amo pero adiós amor
mío». En cuestión de minutos, yo podía vivir en el
paraíso y pasar al infierno. Cada día de felicidad
terminaba con un corte de la relación de su parte, sin
motivos, con crueldad, y provocándome ataques de pánico
por lo sorpresivos, por lo shockeantes, por lo crueles,
por lo incoherentes con la felicidad vivida horas atrás.
En mi terapia es uno de los temas que trato con más
frecuencia, ya que cuando logro alejarme de ella empiezo
a repuntar y a tener paz, y al poco tiempo vuelvo a
contestar el teléfono o un mail, y nuevamente la dejo
entrar en mi casa y en mi vida. Mi excusa es que me ayuda
en todo, y mi dificultad está en prescindir de ella, tal
como si fuera una droga, alcohol, o cualquier otra
adicción. Con su promesa de amor eterno hacia mí y mis
hijos, a pesar de todo, me resulta muy difícil ponerle fin
al contacto y a la relación.
Cuando me alejo de ella entro en total desesperación y
malhumor, la necesito aunque me está enloqueciendo. Mi
analista me habló del corte total -contacto cero, como he
leído en sus artículos- y fueron decenas de intentos en
este último año.
Nunca imaginé que yo podría cambiar mi elección de objeto
sexual, y menos que quedaría enganchada con semejante
persona cruel, manipuladora, excelente actriz, experta en
mentiras, creadora de falsas promesas, interesada en
lograr sus objetivos bajo cualquier precio.
En este momento estoy pasando la terrible y desgarradora
abstinencia, que me ha sumido en una depresión. He
pensado en llamarla, como si no pudiera vivir sin su
«compañía» tortuosa.
A lo largo de su relación conmigo, me ha dañado muchísimo,
me ha castigado, ha intervenido con mi gente y ha invadido
toda mi vida provocando situaciones de mucho malestar con
mi entorno. Sospecho que me ha robado, aunque nunca pude
probarlo. Sí pude probar algunas de sus tantas mentiras,
aunque no la mayoría.
Desconozco cuánto tiempo me llevará este período de
separación, que es durísimo, como no lo ha sido mi
divorcio en absoluto. Tal vez porque esta mujer me sirvió
de bastón para no darme cuenta de que me estaba separando
del padre de mis hijos después de 17 años de convivencia.
Creo que cada día que pase en que yo logre no conectarme o
contestar a su contacto, será uno más ganado en salud. Es
duro, muy duro, pero si bien no hay garantías de no volver
a caer en una situación similar, quiero creer que podré y
que todo esto tendrá el mejor final.
Desde ya le agradezco por su tiempo y dedicación en leer
mi mail.
Felicitaciones por su trabajo