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Misterio,
enigma, problema y otras ignorancias
Hugo R.Marietán, 1999
Misterio
Misterio es una palabra
griega (muein), que significa guardar silencio.
Para Abbagnano, misterio,
en el sentido en que la palabra fue usada por los escritores
herméticos de la antigüedad, significa una verdad velada por
Dios y que es mantenida en secreto. La palabra pasó luego, con
el uso cristiano a indicar algo incomprensible o de
significado oscuro o escondido. Los modernos usan la palabra:
1.- en sentido de verdad
de fe indemostrable, por lo tanto incomprensible en un sentido
determinado, por ejemplo los misterios de la trinidad y de la
encarnación.
2.- en el sentido de un
problema que se considera insoluble y cuya solución se
atribuye al dominio religioso o místico, por ejemplo el
misterio del ser.
3.- en el sentido de un
problema cualquiera de difícil o no inmediata solución y en
este sentido, también un problema policíaco es un misterio.
(2)
Anota Ferrater Mora que el
filósofo Gabriel Marcel considera que hay ciertas cuestiones
que no pueden ser llamadas simplemente problemas, son más bien
metaproblemas, es decir, misterios.
La diferencia entre
problema y misterio es, según Marcel la siguiente: un problema
que yo encuentro, que hallo entero ante mí, pero que puedo por
ello mismo cribar y reducir, mientras que un misterio es algo
en lo que yo mismo estoy comprometido y que, por consiguiente
no es pensable sino como una esfera en la cual la distinción
entre lo en mí y lo que hay delante de mí pierde su
significación y su valor inicial (1935). Por eso los problemas
pueden ser tratados mediante técnicas apropiadas en función de
las cuales se conciben, mientras que los misterios trascienden
de toda técnica concebible.
Al entender de Marcel,
muchos filósofos modernos trataron misterios como problemas.
Esto es: han degradado los misterios convirtiéndolos en
problemas. (1)
Enigma
Maurice Blondel propone
una distinción entre enigma y misterio. El enigma es un
problema, una aporía insoluble. El misterio es la luz “de la
fe” que ilumina el enigma. (1)
Según Abbagnano se
denominaron enigma del mundo en literatura filosófica de los
últimos decenios del siglo IXX, los problemas que por ser
insolubles por parte de la ciencia se creían destinados a
quedar sin respuesta. Así en 1880 el fisióloga alemán Emile Du-bois
Reimond enumeraba siete enigmas del mundo:
1.- el origen de la
materia y de la fuerza.
2.- el origen del
movimiento.
3.- el surgimiento de la
vida.
4.- el orden finalista de
la naturaleza.
5.- el surgimiento de la
sensibilidad y de la conciencia.
6.- el origen del
pensamiento racional y del lenguaje.
7.- la libertad de querer.
Actualmente enigma es una
palabra poco usada y resulta impropia para expresar la actitud
del hombre moderno frente a los límites o a la imperfección de
su conocimiento del mundo.
Enigma significa
precisamente adivinanza y la expresión enigma del mundo parece
indicar que el mundo, como una gigantesca adivinanza tiene una
sola solución que, en caso de ser hallada eliminaría todo
problema. esto es, por supuesto una visión pueril del tema.
(2)
Problema
En general es un problema
toda situación que incluya la posibilidad de una alternativa.
El problema no tiene necesariamente carácter subjetivo,
no es reducible a la duda, aún cuando también la duda
sea en cierto sentido un problema. El problema es más
bien el carácter propio de una situación que no tiene
un único significado y que incluya de cualquier manera
alternativas de cualquier especie. Un problema es la declaración
de una situación de este género.
Tal es el sentido de la
definición aristotélica. “Problema es un procedimiento
dialéctico que tiende a la elección o al rechazo o también a
la verdad y al conocimiento”. En esta definición las palabras
elección o rechazo indican las alternativas que
se presentan a los problemas de orden práctico, mientras que
verdad y conocimiento designan las alternativas
teóricas.
Para Aristóteles los
problemas sólo pueden nacer donde falta un discurso
concluyente. En otras palabras, el problema pertenece al
dominio de la dialéctica, o sea de los discursos probables y
no al de la ciencia. De todos modos el problema conserva para
Aristóteles el carácter de indeterminación que le es conferido
por la alternativa.
En el uso matemático del
término este carácter ha ido atenuándose. Así para el medioevo
(el siglo XVII), el problema o la proposición problemática es
una proposición principal que enuncia que algo puede ser
hecho, demostrado o encontrado.
Kant dice: “Problemas son
proposiciones demostrables que necesitan pruebas o son tales
como para expresar una acción cuyo modo de realización no es
inmediatamente cierto”.
Muchas veces problema ha
sido confundido y a veces el problema ha sido considerado como
una condición o situación subjetiva y confundido con la duda.
Así Mach lo definió al
problema en este sentido como el desacuerdo entre los
pensamientos y los hechos o el desacuerdo de los pensamientos
entre sí.
Recién en el año 1939 en
su libro “Lógica” Dewey devolvió el carácter de
indeterminación objetiva al problema. Así dice: “El problema
es la situación que constituye el punto de partida de
cualquier investigación, es decir la situación indeterminada”.
La situación no resuelta o indeterminada podría llamarse
situación problemática, se hace problemática en el proceso
mismo de ser sometida a investigación. La situación
indeterminada viene a existir por causas existenciales, lo
mismo que ocurre por ejemplo en el desequilibrio orgánico del
hambre. Nada hay de intelectual o cognoscitivo en la
existencia de tales situaciones, aunque ellas son la condición
necesaria de las operaciones cognoscitivas o investigación. El
resultado primero de las investigaciones es que se estima que
la situación es problemática.
La enunciación del
problema permite la anticipación de una solución posible que
es la idea y la idea exige el desarrollo de las relaciones
inherentes a su significado, lo que constituye el
razonamiento.
La solución efectiva es la
determinación de la situación inicial, esto es el logro de una
situación unificada en sus relaciones y distinciones
constitutivas.
Boas define al problema
como la conciencia de una desviación de la norma. Al análisis
de Dewey se le agrega, sin embargo, una determinación
fundamental, o sea, el reconocimiento del hecho de que un
problema no es eliminado o destruido por su solución.
Un problema resuelto no es
un problema que no habrá de presentarse más como tal, sino que
es un problema que continuará presentándose con probabilidades
de solución.
El descubrimiento de una
medicina que cura una enfermedad es la solución de un
problema, pero con ella el problema no se elimina, ya que la
enfermedad continuará presentándose y lo que la solución
permite es, por lo tanto, la posibilidad, dentro de
determinados límites garantizados, de resolver el problema
todas las veces que de presente.
Precisamente, a partir de
este carácter del problema se habla de la problematicidad de
los campos en que el problema se presenta. En este sentido, el
problema no solo es diferente a la duda que, una vez resulta,
eliminada y sustituida por la creencia, sino también al
interrogante el cual una vez encontrada su respuesta pierde su
significado.
Problema, duda,
interrogante
Acá hay una diferencia
entre problema, entre duda y entre interrogante.
1.-Duda, también una
palabra griega, es un estado subjetivo de incertidumbre, o sea
una creencia o una opinión no suficientemente determinada o
también la vacilación para elegir entre la aserción de la
afirmación y la aserción de la negación.
2.- la duda es una
situación objetiva de indeterminación o la problematicidad de
una situación o lo que es lo mismo, su carácter indeciso con
referencia a su posible éxito o a su posible solución.
Aristóteles niega que la
duda pueda reducirse a la equivalencia de los razonamientos
contrarios. La equivalencia es más bien lo que puede producir
la duda. Cuando razonamos, dice Aristóteles, en ambas
direcciones y todos los elementos del discurso nos parecen
desarrollarse con pareja validez en cada uno de los dos
sentidos, entonces entramos en duda acerca de que hacer. La
equivalencia de razonamientos opuestos es la situación
objetiva de indeterminación. La duda es la incertidumbre
subjetiva y la incapacidad de decisión que comporta. Estos dos
aspectos se vuelven a encontrar en forma más o menos explícita
en la historia de la filosofía, pero con predominio del
aspecto subjetivo que es considerado propio o constitutivo de
la duda.
Para Sexto Empírico la
duda es la vacilación para afirmar o negar, aún para cuando
los escépticos no nieguen los buenos fundamentos objetivos de
esta vacilación.
Santo Tomás insiste en el
carácter subjetivo de la duda, como ignorancia o deficiencia
de información y por lo tanto, no lo considera esencial en la
elección voluntaria.
Por otro lado, para Dewey
la duda tiene su raíz en la situación problemática y estimula
o determina la investigación, y que la investigación misma
debe llevar a una nueva investigación. La investigación, al
restablecer la perturbada relación entre organismo y ambiente,
que define la duda, no se limita a remover la duda recurriendo
a una integración adaptativa anterior. Establecen nuevas
condiciones ambientales que originan problemas nuevos.
Decía San Agustín: “Todo
aquel que sepa dudar sabe la verdad y está seguro de lo que
sabe, por lo que está seguro de la verdad. Por lo tanto quien
dude de la existencia de la verdad tienen en sí mismo una
verdad, la verdad de la que no puede dudar, ya que nada
verdadero es verdadero sin la verdad. Por lo tanto, no ocurre
que dude de la verdad aquel que en una ocasión pudo dudar”.
(2)
Misterio y problema en la terapia
(3)
La persona viene a que se
le de forma a lo informe, lo desconocido, lo no formado, el
caos, de lo que no tiene información, de lo que no se sabe ni
los códigos ni los símbolos.
El terapeuta es la
intersección, el punto donde confluye lo desconocido con lo
conocido, el enlace entre éstas dos instancias; el que tiene
las claves y las llaves para el pasaje de lo desconocido a
conocido, para saber. Para “formar” el caos, hacerlo
asimilable, “entenderlo” para poder solucionarlo, pegarlo a
nuestros códigos y símbolos.
“El es el que sabe” como.
Yo no.
El paciente viene con el
caos pero a través de su cosmos. Una parte de su cosmos es un
caos y viene a la intersección para que ese caos sea cosmos o
para que no siga invadiendo su cosmos. Pero es él que sabe
cómo se formó el caos sin saberlo él. Por eso es que es él el
que va a la intersección y no envía a otro con la información.
El paciente es parte del
caos y su creación y también su solución, pero requiere de la
intersección para “armar” la solución.
Sus intentos fallaron
porque la persona es parte del “misterio” y necesita que ese
misterio sea visto como “problema”, es decir con alternativas,
y a esto sólo lo puede hacer otro, desde afuera, que no esté
inmerso en el misterio y que sus elementos sean vistos como
partes de un problema.
El misterio pasado a
códigos, reducido, bastardeado permite al resto de la psiquis
manejarse en los límites de su caos. Es decir se resuelve, por
esta vez, el problema, pero el misterio permanece ahí,
imperturbable.
El misterio es como un pez
en el agua. Es pez en tanto esté en el agua, sino es pescado.
Algo fuera de su “situación”.
Y si uno se mete en el
agua para ver al pez, es un intruso en ese hábitat que lo
distorsiona todo. Y tampoco lo que está viendo es un pez, sino
una “imagen” tangencial del pez en el agua. Cuando el
observador se va, el pez es pez.
Así, extraer los elementos
del misterio no significa “ver” el misterio sino lo
descriptivo de algo fuera de su “situación”. Así el misterio
es inasible.
Así como en la superficie
podemos apreciar los movimientos del agua al desplazarse un
pez, del misterio tenemos noticias por sus efectos.
Sabemos que está, pero no
como es.
La búsqueda de la paz (el
orden) valen los sacrificios que se hagan (económicos, tiempo,
efectos secundarios).
La intersección “debe”
tener la pregunta que solucione el caos (¿dónde está el
Grial que restituya el microcosmos, que observe el pez?)
Resolver un problema sea
simplemente reordenar nuestro cosmos frente al caos intocable,
donde no están las palabras.
Cuando estamos frente al
último misterio llamamos al sacerdote, el de las claves, el de
las llaves, la intersección al otro nivel: no lo entendemos,
pero está ahí, tranquiliza, responde un orden del cosmos, una
referencia hacia el caos .
La repetición del mito.
El caos es igual a lo demoníaco, a lo
indeterminado, en consecuencia desestructura al cosmos,
desordena el orden y perdemos el control.
Con el misterio la solución simple siempre está
más allá del plano superficial donde nos movemos.
Por eso es que se sube, se baja o se viaja para
romper el nivel donde no se encontró la solución.
Donde él estaba, la solución no estaba.
Por eso es que va al terapeuta, al brujo,
etcétera.
Y esa es la importancia mística del viaje, el
peregrinaje. El ir hacía...
Bibliografía:
1.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía,
tomo 2, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1975.
2.
Diccionario de Filosofía Nicola Abbagnano,
Fondo de Cultura Económica, México, 1996.
3. Marietán, Hugo, La historia Clínica en
Psiquiatría, inédito, 1998.