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Los Selk' nas (Los
onas)
Los
hombres de a pie
Hugo Marietán,
2003

Acrílico de Jorge
Artus, serie: Selk'Nam, la grandeza de un pueblo y el
brillo de su tiempo, en
http://jorgeartus.blogspot.com/;
jorgeartus@yahoo.es, Chile, 2006
El
grupo étnico Selk’nam, también conocido como Ona, constituido
por cazadores terrestres y recolectores nómades, habitaban
gran parte de la Isla de Tierra del Fuego, desde las planicies
próximas al estrecho de Magallanes, hasta el área comprendida
entre el río Grande y las vecindades del canal Beagle. Este
grupo étnico se autodenominaba Selk’nam (‘hombres de a pie’) y
a su tierra le daban el nombre de Karukinka. La voz Ona
(‘hijo’), corresponde a la denominación que le asignaban los
Yamanas, aborígenes canoeros localizados al sur del canal
Beagle. Cada grupo Selk’nam ocupaba un distrito territorial
llamado haruwen (tierra), en cada uno de los cuales vivían
grupos ligados por parentesco y con límites geográficos
preestablecidos, que debían ser respetados por sus vecinos
para mantener una buena convivencia. Se dedicaban
preferentemente a la caza del guanaco y del coruro (variedad
de roedor), complementando su dieta con el consumo de aves,
zorros, algunos frutos silvestres y productos de origen
marino. Habitaban en toldos ligeros en forma de paravientos
semicirculares, construidos con varas de madera cubiertas por
pieles de guanaco, o bien chozas cónicas confeccionadas con
ramas de arbustos, matorrales y pasto. Usaban como vestimentas
largas capas de piel de guanaco, aunque en la parte
septentrional de la isla era también frecuente el uso de capas
confeccionadas con piel de coruro. Como parte de la vestimenta
los Selk’nam utilizaban además mocasines de piel de guanaco y
los cazadores completaban su atuendo con el kóschel, un tocado
cefálico triangular en piel del mismo animal, al que se daba
una connotación mágica por cuanto se pensaba favorecía la
cacería del guanaco. La caza de dicho animal estaba reservada
a los hombres, para lo cual utilizaban el arco y la flecha,
empleados con mucha destreza. Se valían además de perros para
acosar o perseguir a la presa. La mujer se dedicaba
preferentemente al cuidado de los niños, a las actividades
propias de la vivienda, la preparación de los cueros y la
cestería, además de la recolección de productos vegetales,
moluscos y arponeo de peces.
Las
creencias
Los
selk’nam poseían un mundo de creencias muy rico expresado a
través de sus mitos, leyendas y ceremonias sociales que
reflejaban una cosmovisión muy particular. Dentro de la
tradición selk’nam cada astro, cada cerro o curso de agua,
cada lugar, tenía un sentido preciso en que se mezclaban los
aspectos prácticos de la vida diaria con las abstracciones de
carácter sobrenatural.La principal ceremonia era el hain,
reunión secreta organizada por los hombres, destinada a la
iniciación de los adolescentes masculinos quienes pasarían a
formar parte de los cazadores adultos una vez superadas
múltiples pruebas.. Esta ceremonia duraba comúnmente varias
semanas o meses y representaba no sólo una verdadera escuela
para los jóvenes, sino también la ocasión para reafirmar el
rol dominante del hombre en la sociedad. Este complejo evento
constituía en su conjunto el eje cultural y psicológico de la
comunidad selk’nam.

Acrílico de Jorge Artus, Chile, 2006
Sólo
por oro
A
partir del siglo XVI se iniciaron los primeros contactos entre
los selk’nam y los navegantes europeos. Hernando de
Magallanes, en 1520 descubrió el Estrecho que llevaría
posteriormente su nombre. Durante la travesía del paso
interoceánico los navegantes divisaron extraños fuegos sobre
las costas septentrionales de la isla, por lo que denominaron
a este territorio ‘’Tierra de los Fuegos’. Hacia 1881, cuando
se inició la colonización, se estima que la población Selk’nam
alcanzaba en total un número de 2.000 a 2.500 habitantes. Por
diversas circunstancias, el impacto de la acción colonizadora
ocasionó la rápida extinción de esta etnia, que en pocas
décadas se vio reducida a un pequeño grupo, con escasas
posibilidades de supervivencia. Las matanzas descarnadas y las
deportaciones masivas practicadas por el hombre blanco, junto
con la introducción de enfermedades infectocontagiosas, antes
desconocidas, sumadas a las luchas internas entre grupos
aborígenes (originadas en disputas por los escasos territorios
libres del dominio extranjero), terminaron por romper el
equilibrio natural que desde tiempos inmemoriales los Selk’nam
habían establecido con relación a su medio ambiente.
A
partir de 1881 se inició la explotación del oro en el
territorio. Los mineros establecidos en el norte de la isla,
no tardaron en tomar contacto con los selk’nam, causándoles
reiterados vejámenes, tales como la apropiación forzada de sus
mujeres e incluso el asesinato de hombres con la consiguiente
reacción violenta de los aborígenes. Hacia 1891 el número
total de selk’nam, no superaba la cifra de 2.000, situación
que se fue tornando cada vez más crítica. A partir de 1894, la
persecución de los selk’nam se tornó aún más dramática y bajo
el amparo de compañías ganaderas, grupos de cazadores de
indios pagados por éstas asesinaron a un gran número de
aborigenes impunemente. Al inicio del siglo XX no quedaban más
que unos cuantos centenares de sobrevivientes dispersos por
los bosques meridionales o bien amparados por las misiones
salesianas y por la familia Bridges, constituida por los
primeros colonizadores de Ushuaia. En el período 1909-1911 los
sacerdotes salesianos estimaban que los remanentes de la
población selk’nam no superaban las 350 personas, cifra que
continuó descendiendo en las décadas posteriores.

Lola, por Jorge Artus
Lola
Kiepja
En
1966 se podían contar sólo 13 onas en toda la isla, cuyos
padres en su mayoría eran blancos o mestizos. El 9 de octubre
de ese mismo año, murió Lola Kiepja, la chamana, la última
selk’nam que vivió de acuerdo a las antiguas costumbres de su
cultura. La antropóloga Anne Chapman convivió durante varios
meses con Lola, pudiendo recoger abundante información
etnográfica y un conjunto apreciable de cantos selk’nam que
fueron grabados en discos. Los cantos de uno u otro modo están
impregnados de alusiones mitológicas que reflejan la riqueza
espiritual de dicha cultura. En 1973, Chapman da cuenta de
nueve sobrevivientes, en su mayoría mestizos, de los cuales
cuatro hablaban aún el idioma de sus antepasados. En 1974
murió Angela Loij, una mujer de carácter dulce y una de las
cuatro personas que conservaban el idioma propio, considerada
por muchos como la última selk’nam pura. La sociedad Selk’nam
será, sin duda, reconocida como un ejemplo clásico de una
auténtica cultura tradicional cazadora-recolectora, rica,
vibrante y perfectamente adaptada a su medio ambiente.
Fragmento de un relato de Lola Kiepja:
“Kenos, nacido de la
cúpula celeste
y enviado de Timáukel, bajó a la Tierra deslizándose por una
cuerda. Cuentan que la cuerda se rompió justo en el momento en
que Kenos se posó en la Tierra y que ése fue el motivo de que
no se volviera al Cielo de inmediato. Porque, aunque venía con
una gran misión, no le gustó lo que vio al echar el primer
vistazo. La
Tierra era chata e informe y estaba rodeada por Kox, el Mar.
Entonces Kenos creó las
montañas y los barrancos y los distribuyó por
el mundo. La
luz era escasa y uniforme, y todas las horas pasaban en un
alba perpetua. Entonces Kenos inventó al Sol, Krren, y a la
Luna, Kra.
Ordenó a Krren que brillara más fuerte a mediodía y que se
retirara por la tarde para ser reemplazado
por la blanca luz de Kra. Los árboles eran muy bajos y
achaparrados
porque
el Cielo los aplastaba en su magnificencia. Entonces Kenos
empujó la cúpula hacia arriba y la dejó allí,
para que los bosques
crecieran altos y hermosos. Así fue como Kenos puso orden en
la naturaleza y cumplió con la primera parte de su misión.
Cuentan
que un día Kenos se hallaba cerca de un pantano, contemplando
distraído su maravillosa obra. De pronto tomó un poco de
barro, lo exprimió hasta quitarle el agua y modeló con él los
genitales masculinos, que puso con cuidado en el suelo. Del
mismo modo formó enseguida los genitales femeninos y los
colocó suavemente al lado de los otros. Al caer la noche,
Kenos se retiró y, en medio de la oscuridad, los genitales se
acoplaron durante un rato. A la mañana siguiente, cuando Kenos
volvió al 1ugar, se encontró con que un nuevo ser se
encontraba junto a las figuras que él había modelado. Y ese
hombre fue el primer antepasado de los onas”
Fuentes:
http://www.tierradelfuego.org.ar
Anne
Chapman, Los Selk’nam, la vida de los Onas, Emecé Editores
Arnoldo
Canclini, Leyendas de la Tierra del Fuego, comp., Ed.
Planeta, Buenos Aires.
http://www.temakel.com/kenos.htm
Héctor
Garrido en su CD “Antiguos Sueños”, ha compuesto una alegoría
musical a la gesta de los Selk’nam, llamada “La última
Ona”, Utilizando la voz grabada de Lola Kiepja, en su
idioma original. Me pidió que hiciera la letra de este
tema, que fue cantado por Liliana Vitale, y es la siguiente:
Escuche el MP3 de esta canción,
Click Aquí:
La voz es de Daniel Calabrese.
La
última Ona
Hugo R.
Marietan, 2003
Espadas lejanas
talaron mi raza
hasta que quedó
sólo mi voz.
Semilla final
que lleva el viento.
Nunca más un Selk’nam
bajo el Sol.
Viento, viento
llévate mi canto
lejos hacía el Sol.
Viento, viento
que no se pierda
mi último adiós.
El viento me trae
tu lamento.
Grito Herido.
Ona final.
Tu raza ha muerto
sólo por oro
¿Por quienes vendrán
esta vez?
Viento, viento
escucharás lamentos
de otros muertos.
Krren, Kra, Main, Man
voy hacía allá
al nuevo Karukinka
Glosario:
Krren: Sol
Kra: Luna
Main: madre
Man: padre
Karukinka: territorio, país,
de los Selk’nam

Jorge Artus, 2006, chile