¿Cómo evitar el suicidio
en los adolescentes?
Sergio Andrés Pérez Barrero1
Introducción
Escribir
un libro sobre el suicidio en la adolescencia destinado a un
público general resulta harto difícil por varias razones:
probablemente algunos pensarán que por qué no se escribe sobre
otro tema menos trágico, que aporte más a este grupo de
personas en vez de escribir un libro sobre suicidio en los
adolescentes que pudiera incrementar el riesgo en ellos y al
final un mayor número intente quitarse la vida. Otros
considerarán que el suicidio no es tan frecuente en estas
edades, pues la adolescencia es una etapa de la vida con
muchas potencialidades para desarrollar una existencia
creativa y el suicidio, cuando ocurre, debe ser un acto
impulsivo, no bien pensado y por tanto, muy difícil de evitar,
tarea esta que deben abordar los psiquiatras, psicólogos,
suicidólogos, y médicos de la familia, no así otros sectores,
que pudieran empeorar las cosas y demorar la asistencia
especializada.
Cada una de
estas razones constituyen mitos relacionados con la conducta
suicida y no reflejan en modo alguno las evidencias del
suicidio en la adolescencia. Aprender a cuidarse la única vida
que tenemos los seres humanos es una cualidad que debe ser
desarrollada desde la más temprana infancia, pues si no se
tiene vida no se puede llevar a cabo proyecto alguno. Aprender
a amarse racionalmente incrementará la capacidad de amar a
otros, aprender a respetarse hará que seamos respetados.
Enfrentar la vida con soluciones no suicidas mejorará nuestra
calidad de vida.
A pesar
nuestro, el suicidio en la adolescencia es una trágica
realidad, ocupando un lugar entre las tres primeras causas de
muerte en la mayoría de los países y en algunos, sólo le
supera otro tipo de muerte violenta: los accidentes de
vehículos de motor. Y lo peor es que la tendencia es a
incrementarse según los estimados de la Organización Mundial
de la Salud (OMS).
Dotar a los
adolescentes de la literatura científica que aborde el
comportamiento suicida y su prevención pudiera ser de una
utilidad no despreciable, pues les pondría en mejores
condiciones de ayudarse ellos mismos y a sus iguales que se
encuentren en una situación de crisis suicida. Similar
provecho tendría para los padres, las madres, y otros
familiares, maestros y profesores, que estarían más
capacitados para detectar prematuramente aquellos candidatos a
la realización de un acto suicida y evitar que ocurra, además
de contribuir a interpretar el suicidio como un proceso que
tiene su historia y que contrariamente a lo que se piensa, no
ocurre por impulso, sino más bien como una decisión largamente
pensada, analizada, desechada y retomada en múltiples
ocasiones para poner fin a una vida, en la que el suicidio es
un síntoma más, el último síntoma, de una existencia infeliz.
En este libro
aparecen un grupo de preguntas que han sido realizadas al
autor por adolescentes que han participado en sus conferencias
sobre el tema del suicidio y su prevención y expresiones
erróneas que hemos escuchado a padres y madres y que se
convierten en un problema para la crianza de los hijos.
También se ofrecen algunos consejos a la familia para que
puedan lograr relaciones interpersonales más armónicas entre
sus miembros, todo lo cual contribuirá a mantener la salud
mental de sus integrantes.
Ojalá sea
leído con el mismo amor con que fue escrito.
Generalidades
La
adolescencia es definida como una etapa del ciclo vital entre
la niñez y la adultez, que se inicia por los cambios puberales
y se caracteriza por profundas transformaciones biológicas,
psicológicas y sociales, muchas de ellas genera-doras de
crisis, conflictos y contradicciones, pero esencialmente
positivos.
De acuerdo con
la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia es la
etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, considerándose
dos fases: la adolescencia temprana de 10 a 14 años, y la
adolescencia tardía de 15 a 19 años.
La
adolescencia, con independencia de las influencias sociales,
culturales y étnicas, se caracteriza por eventos universales
entre los que se destacan:
–El
crecimiento corporal evidenciable en el aumento de peso,
estatura y los cambios en las formas y dimensiones corporales.
–El aumento de
la masa muscular y de la fuerza muscular, más marcada en el
varón, acompañado de un incremento de la capacidad de
transportación de oxígeno, de los mecanismos amortiguadores de
la sangre capaces de neutralizar de manera más eficiente los
productos químicos derivados de la actividad muscular.
–Incremento y
maduración de los pulmones y el corazón, con un mayor
rendimiento y recuperación más rápida frente al ejercicio
físico.
–Incremento de
la velocidad de crecimiento, los cambios en las formas y
dimensiones corporales, los procesos endocrino metabólicos y
la correspondiente maduración, no siempre ocurren de forma
armónica, por lo que es común que presenten torpeza motora e
incoordinación, fatiga fácil, trastornos del sueño, los que
pueden generar trastornos emocionales y conductuales
transitorios.
–Desarrollo y
maduración sexual, con la aparición de las características
sexuales secundarias y el inicio de la capacidad reproductiva
–Los aspectos
psicosociales están integrados en una serie de características
y comportamientos que en mayor o menor grado estarán presentes
durante esta etapa de la vida y que pueden resumirse de la
siguiente manera:
Búsqueda de
sí mismo y de su identidad.
Necesidad de
independencia.
Tendencia
grupal.
Evolución
del pensamiento concreto al abstracto.
Manifestaciones y conductas sexuales con desarrollo de la
identidad sexual.
Relaciones
conflictivas con los padres que fluctúan entre la dependencia
y la necesidad de separación de los mismos.
Actividad
social reivindicativa, tornándose más analíticos, con
pensamientos simbólicos, en los que formulan sus propias
hipótesis y llegan a conclusiones propias.
Eligen una
ocupación para la que necesitarán adiestramiento y
capacitación para llevarla a la práctica.
Necesidad de
asumir un nuevo rol social como partícipe de una cultura o
subcultura específica.
No se pretende
enumerar todas las características que definen esta etapa de
la vida. Con las hasta aquí abordadas, el lector tendrá
aquellas que constituyen las esenciales de la adolescencia.
Pasemos a continuación a abordar los aspectos más generales
relacionados con el comportamiento suicida, para en los
siguientes capítulos, introducirnos en las especificidades del
adolescente suicida.
El comportamiento suicida
El
comportamiento suicida abarca las siguientes manifestaciones:
1- El deseo de
morir. Representa la inconformidad e insatisfacción del sujeto
con su modo de vivir en el momento presente y que puede
manifestar en frases como: “la vida no merece la pena
vivirla”, “lo que quisiera es morirme”, “para vivir de esta
manera lo mejor es estar muerto” y otras expresiones
similares.
2- La
representación suicida. Constituida por imágenes mentales del
suicidio del propio individuo, que también puede expresarse
manifestando que se ha imaginado ahorcado o que se ha pensado
ahorcado.
3- Las ideas
suicidas. Consisten en pensamientos de terminar con la propia
existencia y que pueden adoptar las siguientes formas de
presentación:
–Idea suicida
sin un método específico, pues el sujeto tiene deseos de
matarse pero al preguntarle cómo lo va a llevar a efecto,
responde: “no sé cómo, pero lo voy a hacer”.
–Idea suicida
con un método inespecífico o indeterminado en la que el
individuo expone sus deseos de matarse y al preguntarle cómo
ha de hacerlo, usualmente responde: “De cualquier forma,
ahorcándome, quemándome, pegándome un balazo.”
–Idea suicida
con un método específico no planificado, en la cual el sujeto
desea suicidarse y ha elegido un método determinado para
llevarlo a cabo, pero aún no ha ideado cuándo lo va a
ejecutar, en qué preciso lugar, ni tampoco ha tenido en
consideración las debidas precauciones que ha de tomar para no
ser descubierto y cumplir con sus propósitos de
autodestruirse.
–El plan
suicida o idea suicida planificada, en la que el individuo
desea suicidarse, ha elegido un método habitualmente mortal,
un lugar donde lo realizará, el momento oportuno para no ser
descubierto, los motivos que sustentan dicha decisión que ha
de realizar con el propósito de morir.
4- La amenaza
suicida. Consiste en la insinuación o afirmación verbal de las
intenciones suicidas, expresada por lo general ante personas
estrechamente vinculadas al sujeto y que harán lo posible por
impedirlo. Debe considerarse como una petición de ayuda.
5- El gesto
suicida. Es el ademán de realizar un acto suicida. Mientras la
amenaza es verbal, el gesto suicida incluye el acto, que por
lo general no conlleva lesiones de relevancia para el sujeto,
pero que hay que considerar muy seriamente.
6- El intento
suicida, también denominado parasuicidio, tentativa de
suicidio, intento de autoeliminación o autolesión
intencionada. Es aquel acto sin resultado de muerte en el cual
un individuo deliberadamente, se hace daño a sí mismo.
7- El suicidio
frustrado. Es aquel acto suicida que, de no mediar situaciones
fortuitas, no esperadas, casuales, hubiera terminado en la
muerte.
8- El suicidio
accidental. El realizado con un método del cual se desconocía
su verdadero efecto o con un método conocido, pero que no se
pensó que el desenlace fuera la muerte, no deseada por el
sujeto al llevar a cabo el acto. También se incluyen los casos
en los que no se previeron las complicaciones posibles, como
sucede en la población penal, que se autoagrede sin propósitos
de morir, pero las complicaciones derivadas del acto le privan
de la vida (inyección de petróleo en la pared abdominal,
introducción de alambres hasta el estómago o por la uretra,
etc.).
9- Suicidio
intencional. Es cualquier lesión autoinfligida deliberadamente
realizada por el sujeto con el propósito de morir y cuyo
resultado es la muerte. En la actualidad aún se debate si es
necesario que el individuo desee morir o no, pues en este
último caso estaríamos ante un suicidio accidental, en el que
no existen deseos de morir, aunque el resultado haya sido la
muerte.
De todos los
componentes del comportamiento suicida, los más frecuentes son
las ideas suicidas, los intentos de suicidio y el suicidio
consumado, sea accidental o intencional.
Las ideas
suicidas son muy frecuentes en la adolescencia sin que ello
constituya un peligro inminente para la vida, si no se
planifica o se asocia a otros factores, llamados de riesgo, en
cuyo caso adquieren carácter mórbido y pueden desembocar en la
realización de un acto suicida.
El intento de
suicidio es muy común entre los adolescentes con
predisposición para esta conducta y se considera que por cada
adolescente que comete suicidio, lo intentan cerca de
trescientos.
Factores de riesgo suicida en la niñez
El
conocimiento de los factores de riesgo que predisponen la
aparición de determinada condición mórbida es una estrategia
válida para su prevención. Este principio es aplicable a la
conducta suicida.
Ante todo hay
que considerar que los factores de riesgo suicida son
individuales, pues lo que para algunos es un elemento de
riesgo, para otros puede no representar problema alguno.
Además de individuales son generacionales, ya que los factores
de riesgo en la niñez pueden no serlo en la adolescencia, la
adultez o la vejez. Por otra parte son genéricos, ya que la
mujer tendrá factores de riesgo privativos de su condición y
así también lo será para el hombre. Por último, están
condicionados culturalmente, pues los factores de riesgo
suicida de determinadas culturas pueden no serlo para otras.
Pasemos a
enunciar los factores de riesgo suicida en la niñez que
contribuyen a que se desarrolle la conducta suicida en la
adolescencia.
Como es
conocido, se considera que por debajo de los 5 ó 6 años, los
niños tienen un concepto muy rudimentario de lo que es la
muerte o el morir, por lo que resulta prácticamente improbable
que se participe activamente de la muerte. En esta etapa la
muerte se representa, personifica u objetiviza como una
persona con buenas o malas intenciones, o un lugar
desagradable o apacible. También a estas edades es común que
la muerte se asocie a la vejez y a las enfermedades. Por
encima de esta edad, se comienza a considerar la muerte como
un suceso inevitable y universal, llegando el niño o la niña a
la conclusión de que todas las personas, incluyéndolo a él,
tienen que morir.
Paralelamente
con el concepto de muerte se desarrolla el de suicidio. Por
lo general los niños han tenido alguna experiencia sobre el
tema mediante la visualización de este tipo de acto en la
televisión, sea a través de programaciones para los adultos o
dirigidos a los niños y las niñas (muñequitos o comics). Otras
veces, el concepto se va adquiriendo mediante diálogos con
compañeros de su propia edad que han tenido familiares
suicidas o por conversaciones que escuchan a los adultos. En
sus concepciones sobre el suicidio, en el niño se entremezclan
creencias racionales e irracionales, articuladas y lógicas y
poco coherentes y comprensibles.
Hay niños y
niñas que adquieren ambos conceptos, muerte y suicidio a una
edad más temprana y otros más tardíamente, creyendo estos
últimos que la muerte es una continuidad de la vida o que es
un estado parecido al sueño del cual es posible ser despertado
tal y como ocurre en el cuento “La Bella Durmiente”.
En la
infancia, como es lógico suponer, los factores de riesgo
suicida deben ser detectados principalmente en el medio
familiar. Por lo general, el clima emocional familiar es
caótico, pues no hay un adecuado funcionamiento de sus
integrantes y no se respetan los roles ni las fronteras de sus
respectivos miembros. Los padres, cuando conviven juntos se
enrolan en constantes querellas, llegando a la violencia
física entre ellos o dirigiéndolas a los integrantes más
vulnerables, en este caso los más jóvenes, niños y niñas y los
más viejos, ancianos y ancianas.
Es frecuente
que los progenitores padezcan alguna enfermedad mental, entre
las que se citan por su frecuencia, el alcoholismo paterno y
la depresión materna. El alcoholismo paterno es sufrido por el
resto de la familia, pues esta toxicomanía involucra a todos
los integrantes, sea por los desórdenes conductuales, por la
violencia, los actos suicidas, los problemas económicos o la
incapacidad de cumplir con los roles asignados al alcohólico y
que otros tienen que asumir.
La depresión
materna, además del peligro suicida que conlleva se convierte
en un estímulo para el pesimismo, la desesperanza, la
sensación de soledad y la falta de motivación. A ello se
añaden las situaciones de maltrato por no poder la madre, en
estas condiciones, satisfacer las necesidades emocionales y de
cuidados del niño o la niña.
Otro factor de
riesgo suicida de importancia en la niñez es la presencia de
conducta suicida en alguno de los progenitores. Aunque no está
demostrado que el suicidio esté determinado genéticamente, es
un hecho que el suicidio puede ser imitado, principalmente por
las generaciones más jóvenes, lo cual ha dado origen al
término “Efecto Werther”, por los suicidios ocurridos entre
los jóvenes que habían leído la novela de Goethe Las penas del
joven Werther, cuyo protagonista termina su vida por suicidio
con arma de fuego. En ocasiones este proceso no es plenamente
consciente y el suicidio se produce por un mecanismo de
identificación, proceso mediante el cual se incorporan a la
personalidad algunos rasgos de la personalidad o formas de ser
del sujeto identificado.
Otras veces lo
que se transmite es la predisposición genética, no para el
suicidio, sino más bien para alguna de las enfermedades en las
que este síntoma es frecuente. Entre estas enfermedades se
encuentran las depresiones y las esquizofrenias en cualquiera
de sus formas clínicas. Ambos trastornos están descritos como
uno de los principales factores de riesgo suicida en la
adolescencia.
Las relaciones
entre los progenitores y sus hijos pueden convertirse en un
factor de riesgo de suicidio cuando están matizadas por
situaciones de maltrato infantil y de abuso sexual, físico o
psicológico. La violencia contra los niños y las niñas en
cualquiera de sus formas es uno de los factores que entorpecen
el desarrollo espiritual de la personalidad, contribuyendo a
la aparición de rasgos en ella que predisponen a la
realización de actos suicidas, entre los que se destacan la
propia violencia, la impulsividad, baja autoestima, las
dificultades en las relaciones con personas significativas, la
desconfianza, por sólo citar algunos.
Otras veces
las relaciones están caracterizadas por la sobreprotección, la
permisividad y la falta de autoridad, todo lo cual conspira
contra el buen desarrollo de la personalidad de los niños y
las niñas, quienes se tornan caprichosos, demandantes, poco
tolerantes a las frustraciones, manipuladores y egocéntricos,
pretendiendo que todos los seres humanos los traten de la
misma manera indulgente que lo hacen los familiares, lo que
provoca diversos problemas de adaptación desde la más temprana
infancia, los que se recrudecen en la adolescencia, cuando la
socialización ocupa un lugar preponderante en la conformación
definitiva de la personalidad.
Los motivos
que pueden desencadenar una crisis suicida infantil son
variados y no específicos, pues también se presentan en otros
niños que nunca intentarán contra su vida. Entre los más
frecuentes se encuentran:
1- Presenciar
acontecimientos dolorosos como el divorcio de los padres, la
muerte de seres queridos, de figuras significativas, el
abandono, etc.
2- Problemas
en las relaciones con los progenitores en los que predomine el
maltrato físico, la negligencia, el abuso emocional y el abuso
sexual.
3- Problemas
escolares, sea por dificultades del aprendizaje o
disciplinarios.
4- Llamadas de
atención de carácter humillante por parte de padres, madres,
tutores, maestros o cualquier otra figura significativa, sea
en público o en privado.
5- Búsqueda de
atención al no ser escuchadas las peticiones de ayuda en otras
formas expresivas.
6- Para
agredir a otros con los que se mantienen relaciones
disfuncionales, generalmente las madres y los padres.
7- Para
reunirse con un ser querido recientemente fallecido y que
constituía el principal soporte emocional del niño o la niña.
Obviamente,
una crisis suicida infantil surge de la relación del niño o la
niña con su medio familiar y se manifiesta por una serie de
señales en la conducta que se expresan, de manera general, en
cambios de todo tipo. Comienzan a tornarse agresivos o pasivos
en su comportamiento en la casa y en la escuela, cambian sus
hábitos de alimentación y de sueño, pudiendo mostrar
inapetencia o por el contrario, un apetito inusual. En cuanto
al hábito del sueño, los cambios pueden consistir en desvelos
o insomnio, terrores nocturnos, en los cuales el niño o la
niña despiertan, al parecer, pues realmente no lo están aún,
con los ojos desmesuradamente abiertos, temerosos, sudorosos y
quejándose de lo que están visualizando y que les ocasionan el
terror que experimentan. También sufren de pesadillas o malos
sueños, así como enuresis, o lo que es lo mismo, orinarse en
las ropas de cama mientras se está durmiendo. En otras
ocasiones lo que pueden presentar es una somnolencia excesiva,
que puede ser un síntoma depresivo a estas edades.
Durante la
crisis suicida infantil son comunes los problemas relacionados
con el rendimiento y comportamiento del niño o la niña en la
escuela. Las dificultades académicas, las fugas de la escuela,
el desinterés por las actividades escolares, la rebeldía sin
motivo aparente, la no participación en los juegos habituales
con los demás niños y amigos, la repartición de posesiones
valiosas, y hacer notas de despedidas, son signos que pueden
ser observados en una crisis suicida infantil.
Para el manejo
de esta crisis suicida en la infancia es necesaria la
participación de los padres y las madres en la terapia, lo
cual no se logra en muchas ocasiones, pues el niño o la niña
provienen de hogares rotos o con un clima emocional que impide
tal procedimiento.
La atención
psicoterapéutica a una crisis suicida infantil debe ir
dirigida a la sensibilización de padres o tutores para que
tomen conciencia de los cambios ocurridos en el niño o la
niña, que presagian la ocurrencia de un acto suicida. Hay que
insistir con ellos en el control de los métodos mediante los
cuales el niño o la niña puedan autolesionarse y poner a buen
recaudo sogas, cuchillos, armas de fuego, tabletas de
cualquier tipo, combustibles, sustancias tóxicas y otros
venenos, etc.
Si el niño o
la niña realizan una tentativa de suicidio hay que investigar
qué intención perseguían con este acto, pues necesariamente no
tiene que ser el deseo de morir el principal móvil, aunque sea
el de mayor gravedad. Los deseos de llamar la atención, la
petición de ayuda, la necesidad de mostrar a otros cuán
grandes son sus problemas, pueden ser algunos de los mensajes
enviados con un acto suicida. Se debe intentar realizar un
diagnóstico correcto del cuadro clínico que está condicionando
la crisis suicida, para descartar que este sea el debut de una
enfermedad psiquiátrica mayor, como un trastorno del humor o
una esquizofrenia, y en ello puede desempeñar un papel muy
útil la observación de sus juegos y la entrevista médica, la
cual debe correr a cargo de un especialista en psiquiatría del
niño y el adolescente.
La actitud de
la familia ante el intento de suicidio infantil constituye un
dato de suma importancia y cuando sea posible hay que evaluar
la capacidad que tienen los padres y las madres para
comprender y modificar los factores que han predispuesto o
precipitado el intento de suicidio. Es necesario que la
familia comprenda que la conducta suicida siempre indica una
adaptación inadecuada y requiere tratamiento psicológico,
psiquiátrico o ambos, según sea la gravedad del caso y nunca
limitarlo a la resolución de la crisis suicida.
Se debe evitar
que los padres y las madres se ataquen mutuamente, para lo
cual se le hace entender que ya la familia tiene un problema,
que es el intento suicida del niño o la niña y no se debe
sumar uno más, dado por los continuos ataques mutuos, que lo
único que pueden conseguir es entorpecer el manejo de la
crisis o provocar mayor malestar en el infante que puede
sentirse culpable de estas reyertas. Se invitará a cada
progenitor a meditar en lo que cada cual debe comenzar a hacer
o dejar de hacer para que la situación del infante sea
aliviada y se establecerán contratos terapéuticos con cada
uno, a ser reevaluados en próximos encuentros. Si alguno de
los progenitores presenta niveles importantes de
psicopatología, se intentará persuadir para recibir la terapia
correspondiente.
Nunca debe
transmitirse a los miembros de la familia que este tipo de
acto tiene intenciones de manipularlos y siempre se les debe
alertar sobre aquellas conductas que presagian la realización
de un nuevo acto de suicidio.
La
hospitalización del niño o la niña que han intentado contra su
vida puede ser una indicación válida si persisten las ideas
suicidas, si el intento de suicidio es el debut de una
enfermedad psiquiátrica grave, si existe comorbilidad,
especialmente el consumo de drogas, alcohol u otras sustancias
adictivas, si los progenitores padecen de trastornos mentales
de importancia o si el clima emocional familiar no constituye
un medio idóneo para que la crisis suicida sea resuelta.
De manera
general, se puede dividir la biografía de los futuros
adolescentes con conducta suicida en tres momentos.
1- Infancia
problemática, caracterizada por un elevado número de eventos
vitales negativos, tales como abandono paterno, hogar roto,
muerte de seres queridos por conducta suicida, alcoholismo
paterno, depresión materna, dificultades socioeconómicas,
abuso sexual, maltrato físico o psicológico, etc.
2-
Recrudecimiento de los problemas previos con la incorporación
de los propios de la edad, como son las preocupaciones
sexuales, los cambios somáticos, los nuevos retos en las
relaciones sociales, la independencia, la vocación, etc.
3- Etapa
previa al acto de suicidio que se caracteriza por la ruptura
de una relación valiosa o un cambio inesperado de su rutina
cotidiana, a la cual le es imposible adaptarse de una manera
creativa, apareciendo los mecanismos autodestructivos.
Una vez
conocidos los factores de riesgo suicida infantil, pasemos a
mencionar los que suelen aparecer en la adolescencia o
recrudecerse en ella.
Factores de riesgo suicida en la
adolescencia
Los
adolescentes que intentan el suicidio o se suicidarán se
caracterizan por tener diversos factores de riesgo para esta
conducta, entre los que se encuentran:
–Provenir de
medios familiares con desventaja social y pobreza educacional
–Estar más
expuestos a situaciones familiares adversas que condicionan
una niñez infeliz.
–Presentar
mayor psicopatología, incluyendo depresión, abuso de
sustancias y conducta disocial así como baja autoestima,
impulsividad, desesperanza y rigidez cognitiva.
–Mayor
exposición a situaciones de riesgo suicida o eventos vitales
suicidógenos como las relaciones humanas tumultuosas, los
amores contrariados o problemas con las autoridades
policiales.
Intentaré
desarrollar cada uno de estos aspectos por separado para que
el lector pueda conocerlos en detalle.
I- Factores
culturales y sociodemográficos
Los problemas
socioeconómicos, los bajos niveles educacionales y el
desempleo son factores de riesgo para el comportamiento
suicida pues limitan la participación social activa del
adolescente, impiden la satisfacción de las necesidades más
elementales y coartan la libertad de quienes los padecen.
Los factores
asociados a la cultura adquieren una importancia capital en la
conducta suicida entre las minorías étnicas, quienes se ven
sometidos a un proceso de coloniaje cultural con pérdida de la
identidad y sus costumbres y también se hace patente entre los
inmigrantes. Oberg fue el primero en utilizar el término
“shock cultural” para referirse al proceso de adaptación del
inmigrante, el cual se caracteriza por:
–Esfuerzos
constantes por lograr adaptarse a la nueva cultura.
–Sentimientos
de pérdida y pena, motivados por los recuerdos de los amigos,
familiares, la profesión, las posesiones y cuanto se ha dejado
atrás.
–Sentimientos
de ser rechazado por los miembros de la nueva cultura.
–Confusión en
el rol, las expectativas, los valores y la identidad ante la
nueva cultura.
–Sorpresa,
angustia, disgusto e indignación ante las diferencias
culturales a las que debe adaptarse.
–Sentimientos
de no ser capaz de adaptarse a la nueva cultura.
Entre las
razones que pueden contribuir al suicidio de los adolescentes
de estos grupos poblacionales se encuentran extrañar la tierra
natal y sus costumbres, problemas con la pareja, infelicidad,
baja autoestima, carencia de amigos o familiares, el
aislamiento social y la falta de comunicación por las barreras
que impone el idioma en caso que el país receptor difiera del
natal.
Un proceso de
este tipo, aunque con menos diferencias, puede desencadenarse
en el curso de migraciones internas, cuando se trasladan las
familias, en busca de oportunidades, desde las zonas rurales a
las urbanas o de las provincias o departamentos a las
capitales. La mudanza o migración interna, puede ser un factor
de riesgo de suicidio de importancia en la adolescencia,
principalmente cuando no se logra la adaptación creativa al
nuevo entorno.
II- Situación
familiar y eventos vitales adversos.
La situación
de la familia del adolescente suicida garantiza su infelicidad
e impide su crecimiento emocional, pues son comunes:
–Presencia de
padres con trastornos mentales.
–Consumo
excesivo de alcohol, abuso de sustancias y otras conductas
disociales en algunos de sus miembros.
–Antecedentes
familiares de suicidio o intentos de suicidio y permisividad o
aceptación de esta conducta como forma de afrontamiento.
–Violencia
familiar entre sus miembros, incluyendo el abuso físico y
sexual.
–Pobre
comunicación entre los integrantes de la familia.
–Dificultades
para prodigar cuidados a los que los requieren.
–Frecuentes
riñas, querellas y otras manifestaciones de agresividad en las
que se involucran los miembros de la familia, convirtiéndose
en generadores de tensión y agresividad.
–Separación de
los progenitores por muerte, separación o divorcio.
–Frecuentes
cambios de domicilio a diferentes áreas.
–Rigidez
familiar, con dificultades para intercambiar criterios con las
generaciones más jóvenes.
–Situación de
hacinamiento, lo que en ocasiones se traduce por la
convivencia de varias generaciones en un breve espacio, lo
cual impide la intimidad y la soledad creativa de sus
miembros.
–Dificultades
para demostrar afectos en forma de caricias, besos, abrazos y
otras manifestaciones de ternura.
–Autoritarismo
o pérdida de la autoridad entre los progenitores.
–Inconsistencia de la autoridad, permitiendo conductas que han
sido anteriormente reprobadas.
–Incapacidad
de los progenitores para escuchar las inquietudes del
adolescente y desconocimiento de las necesidades
biopsicosociales.
–Incapacidad
de apoyar plena y adecuadamente a sus miembros en situaciones
de estrés.
–Exigencias
desmedidas o total falta de exigencia con las generaciones más
jóvenes.
–Llamadas de
atención al adolescente que generalmente adquieren un carácter
humillante.
–Si los padres
están divorciados pero conviven en el mismo domicilio, el
adolescente es utilizado como punta de lanza de uno de ellos
contra el otro y se le trata de crear una imagen desfavorable
del progenitor en contra de quien se ha realizado la alianza.
–Incapacidad
para abordar los temas relacionados con la sexualidad del
adolescente, la selección vocacional y las necesidades de
independencia.
Los elementos
abordados con anterioridad son muy frecuentes en las familias
de los adolescentes con riesgo suicida, pero no son los
únicos. Es muy posible que usted pueda incrementar esta lista
con experiencias conocidas.
III-
Psicopatología del adolescente que constituye una
predisposición a cometer suicidio.
Se considera
que casi la totalidad de las personas que se suicidan son
portadores de una enfermedad mental diagnosticable, lo cual ha
sido ampliamente abordado en las investigaciones realizadas
mediante las autopsias psicológicas. En los adolescentes este
postulado también se cumple y se considera que la mayoría de
los que se suicidan pudieron haber padecido algunas de las
siguientes enfermedades:
–Depresión.
–Trastornos de
Ansiedad.
–Abuso de
alcohol.
–Abuso de
drogas.
–Trastornos
incipientes de la personalidad.
–Trastorno
Esquizofrénico.
Pasemos a
describir dichos trastornos, lo cual facilitará el
reconocimiento de los mismos por parte de los padres, las
madres, los abuelos y abuelas, maestros y maestras, amigos y
cualquier otra persona que esté en contacto directo con los
adolescentes, lo que les permitirá detectar precozmente los
sutiles cambios en la conducta, las relaciones humanas, la
afectividad y los hábitos que sugieren la presencia de uno de
estos trastornos.
Depresión. Es
una enfermedad del estado de ánimo, muy frecuente, la cual
afecta al ser humano en su totalidad, ya sea física y
emocionalmente, con repercusión social debido a la merma de la
voluntad para satisfacer las demandas habituales de la vida de
forma óptima. Entre los síntomas más frecuentes observados en
los adolescentes deprimidos se encuentran los siguientes:
–Tristeza,
aburrimiento, tedio y fastidio.
–Pérdida de
los intereses y del placer en las actividades que
anteriormente lo despertaban.
–Trastornos
del hábito de sueño, con insomnio o hipersomnia.
–Intranquilidad.
–Falta de
concentración.
–Irritabilidad, disforia, malhumor.
–Pérdida de la
energía para emprender las tareas cotidianas.
–Sentimientos
de cansancio y agotamiento.
–Preocupaciones reiteradas con la música, libros, y juegos
relacionados con el tema de la muerte o el suicidio.
–Manifestar
deseos de morir.
–Sentirse
físicamente enfermos, sin tener una enfermedad orgánica
alguna.
–Incremento
del uso del alcohol y las drogas.
–Falta de apetito o apetito exagerado.
–Conducta
rebelde sin una causa que lo determine.
–Expresar
ideas suicidas o elaborar un plan suicida.
–Planificar
actos en los que no se calculen de forma realista, las
probabilidades de morir.
–Llanto sin
motivo aparente.
–Aislamiento
social evitando las compañías de amigos y familiares.
–Pesimismo,
desesperanza y culpabilidad.
La Asociación
Psiquiátrica Americana (APA) en su clasificación de
enfermedades mentales DSM-IV-R considera que para realizar el
diagnóstico de un Trastorno Depresivo Mayor se requieren cinco
o más de los siguientes síntomas, los que deben estar
presentes por al menos dos semanas de duración y que ello
representa un cambio en el funcionamiento habitual del sujeto:
–Ánimo
deprimido la mayor parte del día durante todos los días.
–Marcada
reducción del placer o el interés en todas o la mayoría de las
actividades diarias.
–Disminución
de peso sin someterse a dieta o ganancia de peso (del orden de
un 5%).
–Insomnio o
hipersomnia diarios.
–Agitación
psíquica y motora o retardo psicomotor.
–Fatiga o
pérdida de energía diariamente.
–Sentimientos
de culpa inapropiados, que pueden conducir a delirios de
culpa.
–Disminución
de la capacidad para pensar o concentrarse e indecisión la
mayor parte del día.
–Pensamientos
recurrentes de muerte o de suicidio.
Estos síntomas
no deben ser ocasionados por una enfermedad física o por abuso
de sustancias.
Es de suma
importancia el reconocimiento de la depresión en el
adolescente, pues son más proclives a realizar intentos de
suicidio que los adultos en condiciones similares.
Algunas
particularidades de los cuadros depresivos en los adolescentes
son los siguientes:
Se
manifiestan con más frecuencia irritables que tristes.
Las
fluctuaciones del afecto y la labilidad son más frecuentes que
en el adulto, quien tiene mayor uniformidad en sus expresiones
anímicas.
Los
adolescentes tienen la tendencia a presentar más
frecuentemente exceso de sueño o hipersomnia que insomnio.
Tienen
mayores posibilidades de manifestar quejas físicas al sentirse
deprimidos.
Muestran
episodios de violencia y conductas disociales como
manifestación de dicho trastorno anímico con más frecuencia
que en el adulto.
Pueden
asumir conductas de riesgo como abuso de alcohol y drogas,
conducir vehículos a altas velocidades, sobrios o en estado de
embriaguez.
Trastornos de
Ansiedad. Diversas investigaciones han demostrado la
correlación existente entre los trastornos de ansiedad y el
intento de suicidio en adolescentes varones, no así entre los
adultos. Se trata de un estado emocional en el que se
experimenta una sensación desagradable de peligro inminente
para la integridad física o psicológica del sujeto, quien
puede temer a volverse loco, perder la razón o morir de un
ataque cardíaco. Si no es diagnosticado y tratado
oportunamente este trastorno, puede comprometer las
habilidades del sujeto para realizar sus actividades
cotidianas.
Las
manifestaciones del Trastorno de Ansiedad son las siguientes:
–Manifestaciones físicas que incluyen pulso acelerado, palidez
facial o rubor, incremento de la frecuencia respiratoria y
sensación de falta de aire, sudoración de manos y pies,
temblor, tensión muscular generalizada, saltos musculares,
dolor de cabeza, nauseas, dolores abdominales, diarreas,
micciones u orinas frecuentes, salto de estómago, piel de
gallina, frialdad de manos y pies, etc.
–Manifestaciones psicológicas entre las que sobresalen el
temor, la tensión, el nerviosismo, la sensación de estar
esperando una mala noticia, la incapacidad para mantenerse
quieto en un lugar y de relajarse.
–Manifestaciones conductuales consistentes en timidez,
aislamiento, evitación de aglomeraciones y actividades
sociales, dependencia, intranquilidad motora, hiperactividad
afanosa o necesidad de mantenerse ocupado
Las
manifestaciones señaladas con anterioridad son universales, es
decir, caracterizan a la ansiedad como trastorno o cortejo
sintomático, pero es conveniente señalar que existen formas
particulares de este trastorno, con síntomas específicos que
relacionaremos a continuación:
Ataques de
Pánico. Manifestación extrema de la ansiedad con aceleración
del pulso, hiperventilación o respiración rápida y
superficial, miedo a perder el control y sensación de muerte
inminente.
Fobia simple.
Miedo exagerado a objetos o situaciones que no representan
peligro alguno para la mayoría de los individuos. Un ejemplo
es el temor a los espacios cerrados o claustrofobia.
Fobia social.
Esta fobia es incapacitante para quien la presenta, pues el
sujeto evita cualquier situación que signifique interactuar
con otras personas por el temor a quedar mal paradas, a hacer
el ridículo, a hablar en público o mostrarse incapaz de
responder preguntas en un auditorio.
Ansiedad de
separación. Para su diagnóstico se requieren al menos tres o
más de los siguientes síntomas:
–Preocupación
y malestar excesivos al separarse del hogar o de las figuras
vinculares principales.
–Miedo a
perder a los padres o a que les pase algo malo.
–Miedo a ser
secuestrado o a extraviarse.
–No poder ir a
la escuela o a cualquier otro sitio.
–No poder
quedarse sólo en casa.
–No poder
dormir alejado de los padres o fuera de la casa.
–Tener
pesadillas recurrentes de secuestros. Accidentes, etc.
–Manifestar
diversas quejas físicas como dolor de cabeza, vómitos, dolor
abdominal antes de salir del hogar hacia la escuela u otro
lugar alejado
Estos síntomas
deben estar presentes por un período de por lo menos cuatro
semanas e iniciarse antes de los 18 años.
Fobia escolar.
Consiste en un temor a la escuela que ocasiona un ausentismo
total o parcial, lo que se expresa en diversos síntomas
físicos, imposibilidad de levantarse de la cama, náuseas,
cólicos, etc. Afecta a los niños y las niñas en la
adolescencia temprana, entre los 11 a 13 años.
Trastorno
Obsesivo Compulsivo. Condición mórbida caracterizada por
necesidad de realizar actos repetitivos o rituales de
complejidad variada para mitigar la angustia surgida por la
intrusión de pensamientos desagradables, persistentes a pesar
de los esfuerzos del sujeto por desembarazarse de ellos y cuyo
contenido es muy desagradable o absurdo, como por ejemplo
estar contaminado, padecer una enfermedad, la muerte de un ser
querido, profanación de imágenes religiosas, pensamientos de
contenido sexual intolerables, etc.
Trastorno de
Estrés Postraumático. Es un trastorno que ha cobrado interés
en los últimos años y es ocasionado por un acontecimiento o
situación traumática no habitual y de gran intensidad y que se
caracteriza por la re-experimentación del trauma, por la
aparición de conductas de evitación de situaciones en relación
con dicho acontecimiento y por un aumento de síntomas
neurovegetativos.
En la
adolescencia son frecuentes los sentimientos de culpabilidad,
tendencia a mantener en secreto lo ocurrido, cuando esto es
posible, conducta oscilante entre agresividad, violencia y
deseos de venganza, actitudes de inhibición, pasividad y
excesiva complacencia ante el medio ambiente y en ocasiones,
episodios de aparente repetición del trauma con ilusiones,
alucinaciones y episodios disociativos con lagunas de memoria.
Además de los
trastornos depresivos y de ansiedad, el abuso de alcohol
constituye un importante factor de riesgo de suicidio en la
adolescencia, pues se estima que uno de cada cuatro
adolescentes que cometen suicidio lo realizan bajo los efectos
del alcohol u otra droga o la combinación de ambos.
En la
adolescencia la vía más socorrida para abusar del alcohol es
la denominada sociocultural, la cual es el producto de las
costumbres, tradiciones, y convenciones de las diferentes
culturas, y se relaciona íntimamente con la presión ejercida
por los grupos humanos grandes o pequeños. Se ejemplifica con
el adolescente que se inicia en el consumo de cualquier
sustancia adictiva para demostrar hombría, audacia ante sus
iguales que lo subvalora sino sigue las reglas del grupo.
Por lo antes
referido, será de suma importancia que el adolescente sepa que
en la medida en que se ponga en contacto con cualquier
sustancia adictiva, con una mayor frecuencia y por un período
de tiempo más prolongado, tendrá mayores posibilidades de
desarrollar una toxicomanía o dependencia de sustancias.
Abuso de
Alcohol. La característica esencial del abuso de alcohol o de
otra sustancia cualquiera, consiste en un patrón desadaptativo
de consumo de dichas sustancias, manifestado por consecuencias
adversas, significativas y recurrentes relacionadas con su
consumo repetido. Puede darse el incumplimiento de
obligaciones importantes, consumo repetido en situaciones en
que hacerlo es físicamente peligroso y dañino, pudiendo llevar
a problemas legales, sociales e interpersonales recurrentes.
Estos problemas pueden manifestarse repetidamente durante un
período continuado de doce meses.
Los criterios
diagnósticos para el abuso de sustancias son los siguientes:
–Un patrón
desadaptativo de consumo de sustancia que conlleva un
deterioro o malestar clínicamente significativo, expresado por
uno o más de los siguientes síntomas durante un período de un
año:
Consumo
recurrente de la sustancia que da lugar al incumplimiento de
las obligaciones en el trabajo, la escuela o la casa
(ausencias repetidas o pobre rendimiento académico,
suspensiones o expulsiones de la escuela, descuido de las
obligaciones en la casa, etc.).
Consumo
recurrente de la sustancia en situaciones donde hacerlo es
físicamente peligroso (conducir un automóvil o accionar
máquinas bajo el efecto de la sustancia).
Problemas
legales repetidos relacionados con la sustancia (arrestos por
escándalo público debido a la sustancia).
Consumo
continuado de la sustancia a pesar de tener problemas sociales
continuos o recurrentes o tener problemas interpersonales
causados o exacerbados por los efectos de la sustancia
(discusiones con la esposa, violencia física, etc.).
Los síntomas
no han cumplido nunca los criterios para la dependencia de
sustancia.
Existen
determinadas señales de peligro que deben hacer pensar a los
padres, madres, tutores, maestros y médicos de la familia, que
un adolescente está consumiendo drogas y son los siguientes:
–Cambios
bruscos de amistades.
–Cambios en la
manera de vestir y de hablar, utilizando la jerga propia de
los toxicómanos.
–Disminución
del rendimiento académico y repetidas ausencias injustificadas
a la escuela, sin que se conozca en qué ha empleado el tiempo.
–Cambios en su
comportamiento habitual en el hogar, tornándose irritables,
aislados, huraños y sin deseos de compartir con el resto de la
familia.
–Realiza
hurtos en el propio domicilio, o en el de otros familiares,
amigos o vecinos para venderlos y adquirir el dinero con que
comprará la droga. En ocasiones roban importantes sumas de
dinero a los padres o les mienten sobre supuestas compras de
artículos deseados pero inexistentes.
–Cambios en
los horarios de las actividades, predominando las que realiza
en horarios nocturnos, lo cual altera su ritmo de sueño y
alimentación.
–Señales de
quemaduras en las ropas, manchas de sangre, señales de
pinchazos en antebrazos o resto de drogas en los bolsillos.
Como se ha
hecho evidente, el abuso de sustancias conlleva una serie de
comportamientos comunes encaminados a la búsqueda de la
sustancia, su consumo y restablecimiento de sus efectos
nocivos, variando, como es lógico suponer, las manifestaciones
clínicas de cada una de ellas.
Trastorno
Disocial de la Personalidad. Es otro factor de riesgo de
suicidio entre los adolescentes, que por sus rasgos clínicos
tiene una elevada propensión al suicidio y a la realización de
daños autoinfligidos. Sobresalen en este trastorno las
siguientes características:
–Un patrón
repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan
los derechos básicos de otras personas o normas sociales
importantes, propios de la edad, manifestándose por la
presencia de los siguientes criterios durante los últimos doce
meses y por lo menos de un criterio durante los últimos seis
meses:
Agresión a
personas y animales: con frecuencia fanfarronea, amenaza e
intimida a otros, a menudo inicia agresiones físicas, ha
utilizado un arma que puede causar daño físico grave a otras
personas (bate de béisbol, ladrillo, botella, navaja, pistola,
cuchillo, etc.), ha manifestado crueldad física con personas y
animales, ha robado enfrentándose a la víctima (ataque con
violencia, arrebatar bolsos, robo a mano armada), ha forzado a
alguien a una actividad sexual.
Destrucción
de la propiedad social: ha provocado deliberadamente incendios
con la intención de causar daños graves, ha destruido
deliberadamente propiedades de otras personas.
Fraudulencia
o robo: ha violentado la casa o el automóvil de otras
personas, a menudo miente para obtener bienes o favores o para
evitar obligaciones, ha robado objetos de cierto valor sin
enfrentamiento a la víctima (robos en tiendas, falsificaciones
de documentos)
Violaciones
graves de normas: a menudo permanece fuera del hogar de noche
a pesar de las prohibiciones paternas, iniciando este
comportamiento antes de los trece años, se ha escapado durante
la noche por lo menos en dos ocasiones, viviendo en la casa de
sus padres o en un hogar sustituto, suele tener ausencias a la
escuela, iniciando esta práctica.
El trastorno
disocial de la personalidad provoca deterioro significativo de
la actividad social, académica y laboral. Con suma frecuencia
desarrolla abuso de sustancias y dependencia de ellas, pero no
por la vía sociocultural expuesta anteriormente, sino por la
llamada hedónica, en la que la motivación más importante es la
búsqueda de “placer artificial”.
Trastorno de
la Alimentación. En la cultura contemporánea los medios de
difusión masivos han globalizado un modelo de belleza femenina
que en muchas ocasiones se convierte en un objetivo imitativo
inalcanzable, este trastorno puede enmascararse detrás de esta
propuesta de belleza y se caracteriza por un severo trastorno
de la conducta alimentaria que puede adquirir las siguientes
formas clínicas:
1- Anorexia
nerviosa en la que se presentan los siguientes síntomas:
–Rechazo
manifiesto a mantener el peso corporal mínimo.
–Un miedo
intenso a ganar de peso o a convertirse en obeso, incluso
cuando se está por debajo del peso ideal para la talla.
–Alteración de
la propia percepción del peso o de la silueta corporal,
creándose una imagen negativa de sí mismo.
2- Bulimia
nerviosa que se caracteriza por:
–Atracones
recurrentes, en los que el sujeto ingiere en un corto tiempo
una cantidad superior de alimentos a los que ingeriría la
mayor cantidad de personas en un tiempo similar y en similares
circunstancias.
–Sensación de
pérdida de control sobre la ingesta de alimentos.
–Conductas
compensatorias inapropiadas, repetitivas, con la finalidad de
no ganar peso, como son la provocación del vómito, el uso
excesivo de laxantes, enemas, ayunos y ejercicios
descontrolados.
–Los atracones
y las conductas compensatorias ocurren al menos dos veces por
semana durante un período de tres meses.
La
autoevaluación esta principalmente influida por el peso
corporal del adolescente.
Trastorno
esquizofrénico. Enfermedad devastadora que puede en su debut,
tener como primer y único síntoma evidente el suicidio del
adolescente. Se piensa que la asistencia al derrumbe
psicológico, a las diversas sensaciones y percepciones
anómalas, el cambio del mundo circundante y del propio Yo,
cuando aún se conserva algún lazo con el mundo no
esquizofrénico, explicaría este desenlace en un adolescente
“aparentemente normal”.
Esta
enfermedad no tiene un cuadro clínico homogéneo, pero algunos
síntomas deben hacer que se piense en ella. Entre estos, los
siguientes son los más comunes:
–Pensamiento
sonoro, eco, robo, inserción o difusión de los pensamientos
del sujeto.
–Alucinaciones
auditivas que comentan la actividad que realiza el individuo.
–Ideas
delirantes de ser controlado, de ser influido en las acciones,
emociones o pensamientos desde el exterior.
–Alucinaciones
auditivas que comentan la actividad que la persona realiza.
–Ideas de
tener poderes sobrenaturales y sobrehumanos.
–Invención de
palabras nuevas que no tienen significado alguno para quienes
le escuchan.
–Asumir
posturas corporales extrañas mantenidas o no realizar
movimiento alguno.
–Apatía
marcada, pérdida de la voluntad, empobrecimiento del lenguaje
o respuesta emocional inadecuada a los estímulos.
–Pérdida de
intereses, falta de objetivos, ociosidad y aislamiento social.
–Lenguaje
incapaz de servir de comunicación con los demás.
–La vida
laboral, las relaciones sociales y el cuidado personal están
gravemente comprometidos.
Se han
mencionado y descrito las enfermedades mentales que
frecuentemente conllevan suicidio entre los adolescentes, pero
sería de inapreciable utilidad detallar los rasgos o atributos
de la personalidad del adolescente que pueden facilitar la
eclosión de salidas suicidas emergentes frente a situaciones
de riesgo, las que serán abordadas más adelante.
Los siguientes
rasgos o atributos de la personalidad del adolescente que se
convierten en factores de riesgo para cometer suicidio son:
Inestabilidad del ánimo.
Conducta
agresiva.
Conducta
disocial.
Elevada
impulsividad.
Rigidez de
pensamiento y terquedad de la conducta.
Pobres
habilidades para resolver problemas.
Incapacidad
para pensar realistamente.
Fantasías de
grandiosidad alternando con sentimientos de inferioridad.
Sentimientos
de frustración.
Manifestaciones de angustia ante pequeñas contrariedades.
Elevada
autoexigencia que rebasa los límites razonables.
Sentimientos
de ser rechazado por los demás, incluyendo los padres u otras
figuras significativas.
Vaga
identificación genérica y orientación sexual deficiente.
Relación
ambivalente con los progenitores, otros adultos y amigos.
Antecedentes
de haber realizado una tentativa de suicidio.
Frecuentes
sentimientos de desamparo y desesperanza.
Frecuentemente se sienten heridos con la más mínima crítica.
Estos son
algunos de los rasgos que predominan entre los adolescentes
que al estar sometidos a las llamadas situaciones de riesgo
pueden presentar una conducta suicida. Como es conocido, ellos
se ven involucrados en mayor número de eventos vitales
desfavorables que sus pares no suicidas.
Enunciaremos
seguidamente aquellas situaciones en las que los adolescentes
vulnerables pueden desembocar en una crisis suicida:
–Situaciones
que pueden ser interpretadas a través del prisma del
adolescente como dañinas, peligrosas, conflictivas en extremo,
sin que necesariamente concuerde con la realidad, lo cual
significa que hechos triviales para adolescentes normales,
pueden tornarse potencialmente suicidógenos en adolescentes
vulnerables, quienes los perciben como una amenaza directa a
la autoimagen o a su dignidad.
–Los problemas
familiares que como es reconocido, se constituyen en uno de
los motivos fundamentales de la realización de un acto
suicida.
–Separación de
amigos, compañeros de clases, novios y novias.
–Muerte de un
ser querido u otra persona significativa.
–Conflictos
interpersonales o pérdida de relaciones valiosas.
–Problemas
disciplinarios en la escuela o situaciones legales por las que
debe responder el adolescente.
–Aceptación
del suicidio como forma de resolución de problemas entre los
amigos o grupo de pertenencia.
–Presión del
grupo a cometer suicidio bajo determinadas circunstancias y
ante determinadas situaciones.
–Situación de
tortura o victimización.
–Fracaso en el
desempeño escolar.
–Exigencia
elevada de padres y maestros durante el período de exámenes.
–Embarazo no
deseado y embarazo oculto.
–Infección con
VIH o padecer una infección de transmisión sexual.
–Padecer una
enfermedad física grave.
–Ser víctima
de desastres naturales.
–Violación o
abuso sexual, con mayor peligrosidad si se trata de
familiares.
–Estar
sometido a amenazas de muerte o golpizas.
–Estar
involucrado en una situación de trajín-trajinador en una
situación de régimen interno (escuelas, servicio militar).
–Incumplir con
las expectativas depositadas por los padres, maestros, u otras
figuras significativas y asumidas por el adolescente como
metas alcanzables.
No se pretende
agotar todas las situaciones que son de riesgo para que un
adolescente intente contra su vida, pero sin lugar a dudas se
han mencionado las más comunes.
Una vez que un
adolescente vulnerable ante una situación psico-traumática
inicia una crisis suicida, es necesario actuar con rapidez y
asumir una postura muy directiva, ya que la característica
principal de este tipo de crisis es que existe la posibilidad
que el individuo intente afrontar la situación problemática
mediante la autoagresión. Al existir esta posibilidad tangible
el enfrentamiento a la crisis suicida tendrá como objetivo
primordial mantener a la persona con vida mientras dure dicha
crisis.
Manejo de la crisis suicida del
adolescente
Ante una
crisis suicida en el adolescente es de suma utilidad observar
los siguientes principios:
1- Tratarlo
con respeto.
2- Tomarlo en
serio.
3- Creer lo
que nos manifiesta.
4- Escucharle
con genuino interés.
5- Permitirle
expresar sus sentimientos (llanto, ira, disgusto).
6- Preguntar
sobre la idea suicida, para lo cual se sugiere las siguientes
posibilidades:
Primera
variante: ¿Cómo piensa usted resolver su actual situación?
Segunda
variante: Usted me ha dicho que apenas duerme y desearía saber
¿en qué piensa cuando está insomne?
Tercera
variante: ¿Usted ha tenido pensamientos malos? ¿Cuáles?
Cuarta
variante: ¿En su familia alguien se ha suicidado o ha
intentado el suicidio? (Esperar respuesta). Y usted ¿lo ha
intentado o lo ha pensado últimamente? ¿Cuándo fue la última
vez que lo pensó?
Quinta
variante: ¿Usted ha pensado suicidarse?
Sexta
variante: ¿Usted ha pensado en matarse?
Si el
adolescente manifiesta que ha pensado suicidarse es necesario
realizar una secuencia de preguntas para determinar la
planificación suicida, lo que incrementa notablemente el
peligro de suicidio. Esta secuencia es la siguiente:
¿Cómo ha
pensado suicidarse?
¿Cuándo ha
pensado suicidarse?
¿Dónde ha
pensado suicidarse?
¿Por qué ha
pensado suicidarse?
¿Para qué ha
pensado suicidarse?
Para poder
obtener una respuesta que permita conocer cómo piensa el
adolescente se deben evitar las preguntas que puedan ser
respondidas con monosílabos, lo cual lo impediría.
7-
Responsabilizar al adolescente con su propia vida, siempre que
ello sea posible.
8- Trabajar
juntos en encontrar soluciones no suicidas, por lo que deben
explorarse soluciones alternativas al problema que ha
desencadenado la crisis suicida.
9- Establecer
un pacto no suicida siempre que el estado del adolescente lo
permita. Para ello se le compromete a no autolesionarse
durante la crisis.
10- Pedir
permiso para involucrar a otros miembros de la familia, amigos
y cuantas personas sea necesario para apoyar al adolescente.
11- Garantizar
varias opciones para contactar con la persona que presta la
ayuda psicológica, sean los padres y las madres, los maestros,
tutores, médicos, suicidólogos, etc.
12- No
juzgarlo, comprometiéndonos a guardar secreto de todas las
confesiones que haga el adolescente.
13- Ser
directivo, con el suficiente tacto como para no parecerlo.
Una vez
considerados estos principios se debe tener una idea del
riesgo de suicidio del adolescente. Si ello no se ha
conseguido, le sugiero realizar la siguiente secuencia de
preguntas sobre la idea suicida, que ya enunciamos con
antelación pero que en esta oportunidad ampliamos:
Pregunta:
¿Cómo ha pensado suicidarse?
Esta pregunta
intenta descubrir el método suicida. Cualquier método puede
ser mortal. Se incrementa el peligro suicida si está
disponible y existe experiencia familiar previa de suicidios
con dicho método. Se incrementa el peligro si se trata de
repetidores que incrementan la letalidad de los métodos
utilizados para cometer suicidio. Es de vital importancia en
la prevención del suicidio evitar la disponibilidad y el
acceso a los métodos mediante los cuales se pueda lesionar el
sujeto.
Pregunta:
¿Cuándo ha pensado suicidarse?
Esta pregunta
no trata de averiguar una fecha específica para cometer
suicidio sino más bien determinar si el adolescente está
poniendo las cosas en orden, haciendo testamento, dejando
notas de despedida, regalando posesiones valiosas, si espera
la ocurrencia de un hecho significativo como la ruptura de una
relación valiosa, la muerte de un ser querido, etc. Permanecer
a solas es el mejor momento para cometer suicidio, por tanto,
debe estar acompañado hasta que el riesgo desaparezca.
Pregunta:
¿Dónde ha pensado suicidarse?
Mediante esta
pregunta se intenta descubrir el lugar en que se piensa
realizar el acto suicida. Por lo general los suicidios ocurren
en los lugares frecuentados por el suicida, principalmente el
hogar y la escuela o casa de familiares y amigos. Los lugares
apartados y de difícil acceso, con pocas probabilidades de ser
descubierto, y los elegidos por otros suicidas, conllevan un
riesgo elevado.
Pregunta: ¿Por
qué ha pensado suicidarse?
Con esta
interrogante se pretende descubrir el motivo por el cual se
pretende realizar el acto suicida. Los amores contrariados, la
pérdida de una relación valiosa, las dificultades académicas o
las llamadas de atención de carácter humillante se sitúan
entre los más frecuentes. Los motivos nunca deben ser
evaluados a través de la experiencia del entrevistador y
siempre considerarlos significativos para el suicida.
Pregunta:
¿Para qué ha pensado suicidarse?
Se intenta
descubrir el significado del acto suicida. El deseo de morir
es el más peligroso pero no es el único, pues pueden referirse
otras como reclamar atención, expresar rabia, manifestar a
otros cuán grande son los problemas, como una petición de
ayuda, para expresar frustración, para agredir a otros, etc.
Mientras más
planificada está la idea suicida, el riesgo de cometer
suicidio se incrementa considerablemente.
Hay que
observar y neutralizar determinadas distorsiones cognitivas
muy comunes entre los adolescentes suicidas como son las
siguientes:
–Inferencia
arbitraria mediante la cual el sujeto llega a conclusiones
determinadas sin poseer pruebas evidentes para ellas, como por
ejemplo pensar que en el futuro las cosas le saldrán mal, pues
en el pasado eso fue lo que ocurrió. En este caso el
adolescente infiere el futuro en función del pasado, lo cual
condiciona una actitud pesimista, de perdedor y con
predisposición al fracaso.
–Abstracción
selectiva en la que el adolescente intenta arribar a
conclusiones teniendo en consideración solamente un aspecto de
la realidad como puede ocurrir en los adolescentes deprimidos
que recuerdan principalmente sus fracasos cuando son sometidos
a pruebas de ensayo y error.
–Sobregeneralización
cuando el sujeto, a partir de un dato particular llega a
conclusiones generales, como por ejemplo, considerar que es un
“incompetente que está perdiendo facultades” por haber salido
mal en una evaluación parcial de sus estudios.
–Magnificación
mediante la cual el adolescente evalúa de forma distorsionada
un suceso, incrementa sus efectos y consecuencias. Es el caso
de un sujeto que considera cualquier evento desagradable como
“una tragedia”, “una catástrofe”, “lo peor que podía haberle
ocurrido”.
–Minimización,
mecanismo inverso al anterior en el que el adolescente evalúa
de forma distorsionada sus potencialidades y habilidades,
restándose sus méritos y cualidades positivas. Es el caso del
adolescente que ante un éxito frente a un examen difícil, que
sólo él ha pasado, considera que cualquiera pudo haberlo
hecho, incluso mejor que él.
–Pensamiento
polarizado mediante el cual el adolescente evalúa la realidad
en “blanco y negro”, “todo o nada”, “siempre o nunca”, “bueno
o malo”, “perfecto o imperfecto”, etc. Por tanto son
frecuentes las frases siguientes: “Nada me sale bien”, “todo
me sale mal”, “siempre fracaso”, “nunca acierto” y otras
similares, sin cerciorarse que en la realidad ninguna
situación es completamente mala o buena, sino que se nos
muestra con diversos matices y una persona puede ser torpe en
una tarea y muy eficiente en otras, por solo citar un ejemplo.
–Personalización que es el mecanismo mediante el cual el
adolescente considera cualquier situación o hecho, como
referido a sí mismo, aunque no exista conexión alguna. Así, si
no es saludado en la mañana por alguien conocido, puede pensar
que eso ha ocurrido porque la persona está molesta con él o
ella, o que no le han querido tener en cuenta, etc.
El manejo de
las distorsiones cognitivas señaladas con anterioridad
constituye un recurso válido para evitar que el adolescente se
evalúe de forma anómala y ello le reste posibilidades de
lograr una adaptación armónica al entorno.
Otras veces es
de mucha utilidad fomentar una terapia de relación con el
adolescente, lo cual disminuye la vulnerabilidad a las
presiones externas. Este tipo de terapia contiene fuertes
elementos de las terapias de apoyo y para algunos autores es
una forma prolongada de estas. Así se trata de establecer con
el adolescente en riesgo de suicidio una relación amistosa, no
autoritaria, que aunque no juzga, se muestra firme e impone
ciertas limitaciones, asume una actitud flexible y ofrece al
adolescente nuevas opciones de ajuste para identificarse con
una figura paterna sustitutiva diferente a la del progenitor
biológico.
Si el riesgo
suicida del adolescente no es elevado, la terapia de apoyo
puede ser un valioso recurso. Una relación armónica, basada en
una dirección cordial y enérgica, que gratifique las sanas
necesidades de dependencia, que fomente una legítima
independencia y sirva para canalizar adecuadamente la
agresividad y la hostilidad hacia formas no destructivas del
comportamiento, pueden ser una ayuda eficaz para cualquier
adolescente, y más aún para aquellos que presentan factores de
riesgo suicida. La orientación al descanso para recuperar las
energías perdidas, la diversión, la práctica de deportes y de
ejercicios físicos, una alimentación adecuada, evitar el
consumo perjudicial de alcohol, no utilizar drogas, tabaco,
café y sustancias adictivas pueden ser orientaciones
beneficiosas para brindar apoyo. Utilizar técnicas de
relajación y otras similares que contribuyan a suprimir o
atenuar los síntomas más molestos, así como el uso de
psicofármacos con similar propósito durante breves períodos de
tiempo harán que el adolescente se sienta más seguro,
aceptado, protegido, alentado y menos sólo. El cambio de medio
cuando los factores ambientales son considerados muy
estresantes para un adolescente vulnerable puede ser un
magnífico recurso para evitar una conducta autodestructiva.
Si en la
crisis suicida del adolescente están jugando un papel
predominante los rasgos pasivos, dependientes y la timidez,
una técnica que puede ser empleada en estos casos es el
entrenamiento asertivo, que busca como objetivo cardinal, el
hacerse valer, evitando ser manipulado por los demás. Para
ello se sugieren seis modos de conducta los cuales se
mencionan a continuación:
I- Se debe
intentar exteriorizar los sentimientos mediante la
verbalización de las emociones que son sentidas
espontáneamente, lo cual se hace muy difícil en los
adolescentes suicidas, los que presentan dificultades con la
expresividad de estas últimas.
II- Debe
aprender a discrepar, sin fingir que se está de acuerdo sin
estarlo. Este aspecto tiene mucho valor si se tiene en
consideración que el suicidio es una situación diádica en la
que se involucran el adolescente y alguna otra persona
significativa y muy vinculada emocionalmente con él, como la
novia o el novio, la madre o el padre, el maestro o el amigo,
etc., con la cual se han tenido recientes o acumulativas
dificultades interpersonales.
III- Se le
debe enseñar a utilizar el pronombre personal YO, de modo que
el adolescente se involucre en su conducta y aprenda a
responder por las consecuencias de la misma.
IV- Debe
aprender a mostrar las emociones con el rostro y los
movimientos, lo cual le permitirá aprender a exteriorizar la
afectividad y modularla según el contexto de la situación.
V- Debe ser
capaz de estar de acuerdo cuando se le elogia y practicar el
autoelogio de forma razonable, pues ambos aspectos refuerzan
el YO de manera positiva.
VI- Debe
aprender a improvisar, a dar respuestas espontáneas a
estímulos inmediatos, lo cual le facilitará otras opciones que
no sean el miedo a hacer el ridículo o simplemente no saber
qué hacer.
Otras
posibilidades a utilizar con el adolescente potencialmente
suicida es revisar sus metas y objetivos para hacerlos más
realistas de acuerdo a las potencialidades del sujeto y por
tanto, disminuir las posibilidades de fracasos y
frustraciones, enseñarles a desarrollar el autodominio, el
autocontrol, incrementando el repertorio general de
actividades para que existan mayores opciones de éxito y
adecuarlas a sus atribuciones reales (inteligencia, aptitudes
para la actividad).
Otra forma de
ayudar al adolescente que ya ha realizado una tentativa de
suicidio es invitarle a que descubra las diversas dificultades
que un acto de este tipo pudiera ocasionarle en su vida y en
sus relaciones sociales. Sin asumir una postura moralista, se
le invita a reflexionar sobre la opinión que él tendría de
alguien conocido que intenta poner fin a su vida, si él
considerase que es un sujeto que goza de una excelente salud
mental o por el contrario si piensa que algo no está
funcionando bien en el cerebro de esa persona (por lo general
responden teniendo en cuenta esta última posibilidad. Una vez
obtenida la referida respuesta se le asegura que probablemente
eso también sea lo que los demás piensan de él y hay que
trabajar juntos para modificar esta realidad.
Se le pregunta
también sobre los sentimientos que le provocaría un sujeto
cualquiera que intente contra su vida (la compasión, la
lástima, la rabia, la desconfianza o el miedo) y se le invita
a reflexionar si son estas las emociones que él pretende
despertar en sus relaciones con los demás, pues no son las que
más aprecian los seres humanos.
Otra forma de
abordar al adolescente en situación de crisis suicida es
mediante la llamada Primera Ayuda Psicológica, que consta de
cinco etapas, las que se describen a continuación:
Primera etapa.
Establecimiento del contacto
Lo que se debe
hacer es escuchar detenidamente, reflejar sentimientos,
aceptar las razones que esgrime el sujeto y creerle, sin
juzgarle.
Lo que no se
debe hacer es restarle importancia a lo que nos expresa el
sujeto, ignorar los sentimientos, impedir que el individuo
exprese sus sufrimientos y contar nuestra historia en
situaciones conflictivas.
Segunda etapa.
Conocer la dimensión del problema.
Lo que se debe
hacer es formular preguntas abiertas que permitan conocer cómo
piensa el adolescente y facilitar la expresión de
sentimientos. Explorar siempre la presencia de pensamientos
suicidas.
Lo que no se
debe hacer es atenerse a realizar preguntas que sean
respondidas con monosílabos (sí o no) o evaluar el discurso
del adolescente a través de la experiencia propia, que no es
válida para otros.
Tercera etapa.
Posibles soluciones.
Lo que se debe
hacer es establecer prioridades de soluciones, abordando
directamente los posibles obstáculos para su consecución y
desaprobar la solución suicida como forma de afrontar
situaciones problemáticas. Reforzar el concepto de que el
suicidio es una solución definitiva a problemas que usualmente
son temporales.
Lo que no se
debe hacer es permitir que el adolescente continúe sin
ensanchar su visión en túnel que es la que únicamente le deja
ver la opción suicida. Tampoco deben dejar de explorarse los
obstáculos de manera realista para evitar nuevos fracasos y
que se agrave la crisis suicida.
Cuarta etapa.
Acción concreta.
Lo que se debe
hacer es tomar una medida a tiempo (involucrar a otros
familiares, acercar a las fuentes de salud mental, imponer
tratamiento, realizar hospitalización, etc.) Se debe ser
directivo y confrontar cuando la situación lo requiera. Nunca
debe dejarse sólo a un sujeto en crisis suicida.
Lo que no se
debe hacer es ser tímido, indeciso, no tomar una decisión a
tiempo, dejar solo al adolescente en riesgo de cometer
suicidio o retraerse de asumir responsabilidades.
Quinta etapa.
Seguimiento.
Lo que se debe
hacer es realizar el recontacto para evaluar los progresos o
retrocesos del adolescente en su sintomatología suicida.
Lo que no se
debe hacer es dejar la evaluación a otra persona que
desconozca del caso y le sea imposible establecer una
comparación con su estado inicial.
Este sencillo
recurso puede ser utilizado por cualquier persona, siempre y
cuando evite hacer lo que no se debe hacer e investigue la
presencia de las ideas suicidas y si estas están presentes,
nunca dejarlo sólo y acercarlo a las fuentes de salud mental
como el médico de la familia, el psicólogo, el psiquiatra y
los servicios de urgencias médicas y psiquiátricas.
Hay quienes
consideran que abordar a un adolescente en riesgo de suicidio
sin preparación para ello, sólo mediante el sentido común,
puede ser peligroso. Esto no es cierto, si el sentido común
nos hace asumir los siguientes principios:
–Escuchar con
atención.
–Facilitar el
desahogo.
–Durante el
diálogo con el adolescente se deben utilizar frases cortas que
les sirvan para continuar exponiendo sus dificultades, como
por ejemplo: “me imagino”, “entiendo”, “es lógico”, “no es
para menos”, “claro está”, “te comprendo”. Estas frases además
de facilitar la expresividad le hará sentir que le
comprendemos y tomamos en serio.
– Reformular
lo que nos ha dicho, haciendo breves resúmenes que le
ratifiquen nuestra capacidad de escucha atenta y genuina de
sus dificultades.
–Preguntar
siempre sobre la presencia de ideas suicidas.
–Ayudar al
adolescente a que él descubra otras alternativas que no sea la
autodestrucción, sin confiar en aquellas que no pueda realizar
inmediatamente. Por ejemplo: “voy a irme de la casa” (sin
tener otro lugar adonde ir), “me voy a olvidar de él” (como si
la memoria fuera una pizarra que se puede borrar en un momento
y no dejar huellas de lo escrito.
–No dejar
nunca a solas a la persona en crisis suicida y hacer todos los
esfuerzos por atraerla a los profesionales de la salud.
Si estas
premisas son utilizadas por el llamado sentido común, un gran
número de los adolescentes que hoy intentan el suicidio o se
suicidan, no lo harían.
Otra
probabilidad de abordaje del adolescente que ha realizado un
intento de suicidio es preguntar: “¿Para qué usted intentó
contra su vida?”, con lo cual se puede determinar el
significado del acto suicida del adolescente y hacer una
interpretación racional de dicho significado. En ocasiones, el
intento de suicidio ha sido realizado para agredir a otros y
en esos casos le invitamos a reflexionar sobre las ventajas
que la agresividad tiene en determinadas situaciones, como por
ejemplo, los deportistas de disciplinas de combate, como el
judo, el pugilismo, la lucha en sus diversas modalidades,
kárate, etc., pero no en otras, como lo son las relaciones
familiares. Si se trata de una tentativa de suicidio por
miedo, hay que analizar que esta emoción es muy normal ante
situaciones específicas, que lo experimentan la mayor parte de
los individuos, pero también puede ser una emoción muy
personal, porque solamente lo manifiestan determinados sujetos
ante situaciones que habitualmente no provocan temor en la
mayoría de la población.
Si el intento
suicida se realiza para morir, no es aconsejable reflexionar
acerca de las supuestas bondades y ventajas que nos depara la
vida, porque eso es, precisamente, lo que el adolescente no
percibe. Este significado – el de morir– es el que entraña
mayor peligro para la vida del adolescente, por lo cual se
debe tratar de que sea evaluado, en el más breve tiempo
posible, por un especialista en Psiquiatría Infanto-juvenil.
Cualquiera de
las técnicas para abordar el adolescente con riesgo de
suicidio que se han ofrecido al lector, pueden tener similares
resultados, siempre que usted escoja aquellas que más se
adapten a sus características personales, que le sea de más
fácil aplicación y en la que usted se sienta más cómodo y
auténtico.
Hasta aquí se
han expuesto los factores de riesgo suicida del adolescente,
las situaciones que incrementan dicho riesgo, las enfermedades
que lo pueden conllevar y diversas técnicas para abordar la
crisis suicida en esta etapa de la vida.
Pasemos a
brindar los factores protectores de la conducta suicida, los
que deben ser desarrollados desde la infancia y en la
adolescencia por el padre, la madre, y otras figuras
significativas en el hogar y por los maestros y profesores,
así como todos los que tengan la responsabilidad de educarlos
y conformarles una personalidad con características
antisuicidales.
Factores protectores del comportamiento
suicida
Entre los
factores protectores del suicidio se encuentran los
siguientes:
1- Poseer
habilidades sociales que le permitan integrarse a los grupos
propios de la adolescencia en la escuela y la comunidad de
forma positiva
2- Poseer
confianza en sí mismo, para lo cual debe ser educado
destacando sus éxitos, sacando experiencias positivas de los
fracasos, no humillarlos ni crearles sentimientos de
inseguridad.
3- Tener
habilidades para enfrentar situaciones de acuerdo a sus
posibilidades, lo cual les evitará someterse a eventos y
contingencias ambientales en las que probablemente fracasará,
reservando las energías para abordar aquellas empresas en las
que salga triunfador.
4- Tener
capacidad de autocontrol sobre su propio “des-tino”, como
dijera el poeta chileno Pablo Neruda, cuando expresó: “Tú eres
el resultado de ti mismo”.
5- Poseer y
desarrollar una buena adaptabilidad, responsabilidad,
persistencia, perseverancia, razonable calidad de ánimo y de
los niveles de actividad.
6- Aprender a
perseverar cuando la ocasión lo requiera y a renunciar cuando
sea necesario.
7- Tener buena
autoestima, autoimagen y suficiencia.
8- Desarrollar
inteligencia y habilidades para resolver problemas.
9- Saber
buscar ayuda en momentos de dificultades, acercándose a la
madre, el padre, los abuelos, otros familiares, un buen amigo,
los maestros, el médico, el sacerdote o el pastor.
10- Saber
pedir consejos ante decisiones relevantes y saber elegir la
persona más adecuada para brindarlos.
11- Ser
receptivo a las experiencias ajenas y sus soluciones,
principalmente aquellas que han tenido exitoso
desenvolvimiento.
12- Ser
receptivo ante las nuevas evidencias y conocimientos para
incorporarlos a su repertorio.
13- Estar
integrado socialmente y tener criterio de pertenencia.
14- Mantener
buenas relaciones interpersonales con compañeros de estudio o
trabajo, amigos, maestros y otras figuras significativas.
15- Tener
apoyo de los familiares y sentir que se le ama, se le acepta y
apoya.
16- Lograr una
auténtica identidad cultural.
17- Poseer
habilidades para emplear adecuada y sanamente el tiempo libre.
18- Evitar el
consumo de sustancias adictivas (café, alcohol, drogas,
tabaco, fármacos, etc.)
19- Aprender a
posponer las gratificaciones inmediatas por aquellas a largo
plazo que arrojen resultados duraderos.
20-
Desarrollar una variedad de intereses extrahogareños que le
permitan equilibrar las dificultades en el hogar si las
tuviera.
21- Saber
expresar a personas confiables aquellos pensamientos
dolorosos, desagradables y muy molestos, incluyendo las ideas
suicidas u otras, por muy descabelladas que pudieran parecer.
A estos
factores habría que añadir la capacidad para hacer utilización
de las fuentes que brindan salud mental, como las consultas de
consejería, de psicología o psiquiatría, las unidades de
intervención en crisis, los servicios médicos de urgencia, los
médicos de la familia, agencias de voluntarios en la
prevención del suicidio, etc. Se debe educar a los
adolescentes en el aprovechamiento de la fuentes de salud
mental existentes en la comunidad, cuándo hacer uso de ellas,
qué beneficios se pueden obtener, qué servicios o
posibilidades terapéuticas se les puede brindar y favorecer
con ello que se haga un uso racional de las mismas.
En esta propia
vertiente se debe comenzar un sistemático esfuerzo para educar
a los adolescentes en la tolerancia hacia los enfermos
mentales y la aceptación de la enfermedad mental como un tipo
de trastorno similar a otras afecciones crónicas no
transmisibles, evitando la estigmatización y las actitudes de
rechazo hacia quienes las padecen, lo cual incrementará las
probabilidades futuras de aceptarlas en caso de padecerlas y
buscar ayuda para recibir tratamiento especializado,
disminuyendo las posibilidades de cometer suicidio si se tiene
en consideración que padecer una enfermedad mental es un
factor de riesgo suicida comprobado, y si no se la trata, peor
aún.
Se puede
contribuir a modificar las actitudes peyorativas hacia los
enfermos mentales evitando utilizar calificativos tales como
“anormales”, “tarados”, “locos”, y modificando las
interpretaciones del sufrimiento emocional al considerarlo
como una “cobardía”, “una incapacidad”, “una blandenguería” y
otras calificaciones que inhiben las posibilidades de buscar
apoyo en quienes las padezcan.
El sobreviviente, características y
terapia
Si a pesar de
todos los esfuerzos realizados ocurre el suicidio de un
adolescente, son necesarias determinadas medidas a tener en
cuenta para el manejo de la familia y de los compañeros de
estudio o amigos de la víctima. Los cuales se consideran
sobrevivientes, término que designa aquellas personas muy
vinculadas afectivamente a una persona que fallece por
suicidio, entre los que se incluyen los familiares, amigos,
compañeros e incluso el médico, psiquiatra u otro terapeuta
que la asistía. El vocablo “survivor” proviene del inglés y su
traducción puede ser el de superviviente, que es el que
sobrevive y es también sinónimo de sobreviviente, que
significa vivir uno después de la muerte del otro. Aunque esta
palabra es muy utilizada en la terminología suicidológica, no
sólo son sobrevivientes o supervivientes los que sobreviven a
un suicidio, sino que lo son también aquellos que sobreviven
después de la muerte de un ser querido por una causa
cualquiera, sea natural, por accidente u homicidio.
Son conocidas
las reacciones que presentan los seres humanos ante la pérdida
de seres queridos, las que reciben el nombre de duelo, y que
está constituido por diversas etapas:
La negación,
rabia, regateo, depresión y aceptación como las etapas del
duelo normal. A continuación serán descritas brevemente cada
una de ellas.
La negación,
como su nombre indica es aquella reacción mediante la cual el
sujeto no acepta la realidad tal cual es, la niega, no la
reconoce como que ha sucedido y son muy frecuentes las
siguientes expresiones: “no puedo creerlo”, “no puede ser”,
“no me digas que ha muerto”, “es imposible” y otras similares.
En esta etapa el sobreviviente siente que la persona fallecida
aún permanece con vida, que lo ocurrido no es cierto.
Frecuentemente se acompaña de una tendencia al aislamiento, se
evitan las relaciones interpersonales, prefiriendo el sujeto
estar solo, aislado, a tener que dialogar o recibir visitas.
La rabia es la
etapa que continúa a la negación y en ella los familiares del
fallecido experimentan diversas emociones desagradables como
son la ira, el odio, la rabia propiamente dicha, irritabilidad
desmedida que puede llegar a la agresividad física o verbal
hacia los otros familiares, el personal médico tratante, las
enfermeras, al hospital, etc. En esta etapa se pueden
establecer querellas en contra de los profesionales que
atendieron el caso o contra la institución. También pueden
suceder disputas entre los miembros de la propia familia y en
no pocas ocasiones esta hostilidad puede ser dirigida hacia el
fallecido mediante expresiones como: “por qué se fue y me
dejó”, “por qué me abandonas” y otras similares, llegando
incluso a golpear el cadáver, sacudirlo, blasfemar contra el
occiso, etc. Todas estas emociones desagradables son expresión
de un profundo desconsuelo, de una pena insoportable y nunca
deben ser personalizadas, pues esta rabia es parte integrante
de la reacción normal de duelo y responder defensivamente o
con hostilidad, además de no ser lo correcto, demostrará un
total desconocimiento de este tipo de reacción y sólo
conseguirá incrementarla. Permitirla, aceptarla, comprenderla
es el mejor tratamiento para esta etapa.
El regateo es
la etapa que continúa en el duelo normal, la cual es breve y
se trata, como su nombre indica, de un arreglo pactado, de
manera simbólica, entre el superviviente o sobreviviente y el
fallecido. El regateo se expresa mediante determinadas
conductas, como puede ser la realización de determinados ritos
religiosos para el descanso del fallecido y la paz de los
familiares.
La depresión
es una de las etapas más dolorosas del duelo, con mayor
intensidad durante las dos primeras semanas, en las que las
personas sienten una profunda tristeza, llanto, poco o ningún
deseo de comunicarse con otras personas ajenas a los
familiares más cercanos, trastornos del sueño, anorexia y
sentimientos de culpa, los cuales se expresan por constantes
cuestionamientos de la conducta seguida con el fallecido: “si
lo hubiera ingresado en tal hospital en vez de en ese (la
institución en la que falleció)”, “si yo me hubiera dado
cuenta antes, eso no hubiera ocurrido” y otros reproches
similares. No es infrecuente que en esta etapa se piense que
realmente no se hizo todo lo que se debía haber hecho.
La aceptación
es la próxima y última etapa del duelo normal. Significa
admitir responsable y libremente que la vida y la muerte son
un par dialéctico inseparable y que el morir es consustancial
a la vida. En la aceptación, el familiar incorpora la muerte
del ser querido como un episodio necesario, irreversible,
universal, definitivo y no un mero accidente. La muerte es
entendida como una parte inevitable de la vida. Es por ello,
que en esta etapa, el familiar experimenta una sensación
interna de paz, de tranquilidad, de haber cumplido con el
fallecido en vida, de no tener pendientes. Se recuerda al ser
querido fallecido de manera realista, con sus virtudes y
defectos, pero con indulgencia.
Estas fases
del duelo normal no tienen una evolución similar en todos los
tipos de fallecimientos. Se considera que las muertes
inesperadas ocasionan mayores dificultades en la elaboración
del duelo que aquellas muertes esperadas, anticipadas. El
duelo en las muertes inesperadas se asocia con manifestaciones
depresivas más intensas y duraderas, de enfermedades pre-existentes
o el debut de nuevos padecimientos, así como la asunción de
conductas de riesgo para la salud como el consumo excesivo de
alcohol, cigarros o psicofármacos. Entre las muertes
inesperadas se incluyen las provocadas por accidentes,
homicidios, las muertes súbitas por infarto cardíaco o
hemorragia cerebral, así como el suicidio, aunque, mediante el
método de las autopsias psicológicas se ha probado que una
gran cantidad de suicidas mostraron manifestaciones
depresivas, habían realizado amenazas y gestos suicidas o
habían expresado sus deseos de terminar con sus vida. Por otra
parte, muchos de los sobrevivientes reconocieron que ellos
sabían el riesgo suicida de esas personas, por lo que no era
una muerte súbita, inesperada, sino anunciada por el propio
suicida desde mucho tiempo antes del desenlace fatal.
El duelo por
un suicida presenta determinadas características que lo
diferencia del resto de los duelos. Los sobrevivientes
experimentan un conjunto de emociones que no se encuentran con
la misma frecuencia en otras causas de muerte y están más
expuestos al desarrollo de psicopatologías como los trastornos
de ansiedad, el trastorno de estrés post-traumático y
episodios depresivos mayores.
Es imposible
presentar un cuadro clínico típico del sobreviviente de un
suicidio, pero son comunes algunos de ellos como los intensos
sentimientos de pérdida acompañados de pena y tristeza, rabia
por hacerle responsable, en cierta medida de lo sucedido,
sentimientos de distanciamiento, ansiedad, culpabilidad,
estigmatización, etc. También puede manifestarse el horror por
el posible arrepentimiento tardío, cuando ya las fuerzas
flaquearon lo suficiente para evitar la muerte y no poder
evitarla deseándolo en esos últimos instantes. El miedo es una
emoción presente en la casi totalidad de los familiares del
suicida y está referido a sí mismo, a su posible
vulnerabilidad de cometer suicidio o a padecer una enfermedad
mental que lo conlleve. Este temor se extiende a los más
jóvenes, a los que pueden comenzar a sobreprotegerse con la
esperanza de evitar que ellos también cometan un acto suicida.
La
culpabilidad es otra manifestación que frecuentemente se
observa en los familiares del suicida y se explica por la
imposibilidad de evitar la muerte del ser querido, por no
haber detectado oportunamente las señales que presagiaban lo
que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del
sujeto, las que habitualmente consisten en amenazas, gestos o
intentos suicidas previos, así como no haber logrado la
confianza del sujeto para que les manifestara sus ideas
suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no haber
tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las
manifestaciones de un deterioro de la salud mental que podían
terminar en un acto de suicidio. Cuando la culpabilidad es
insoportable, el familiar también puede realizar un acto
suicida para expiar dicha culpa.
Durante el
primer año del duelo el sujeto es más vulnerable a padecer
problemas somáticos y emocionales. Entre estos tenemos un
conjunto de síntomas físicos como taquicardia, artritis,
migraña, alergia, asma y tics. Entre los síntomas
psicopatológicos se pueden observar sentimientos de soledad,
desesperanza, pobre autoestima y rumiación obsesiva de la
búsqueda del por qué.
La búsqueda
del por qué, principalmente en los padres y entre ellos en la
madre, persiste por varios años.
Otra
manifestación del duelo por el suicidio presente en el
sobreviviente es la conjunción de emociones encontradas como
puede ser la agresividad y el alivio, este último
experimentado como alivio personal al fallecer la persona
cuyos problemas le afectaban y por el fallecido que ha cesado
de soportar sus problemas emocionales. Terminar una vida
problemática y difícil se percibe como un alivio para muchos
familiares de suicidas.
Estas
manifestaciones que acompañan al duelo por un suicida no son
privativas de los parientes biológicos muy vinculados
afectivamente con el occiso, sino que también se las puede
encontrar y de hecho ocurre, en los amigos, compañeros de
trabajo o escuela, maestros, otros pacientes en el caso de un
suicidio en una institución, médicos, psicoterapeutas,
enfermeras, consejeros, psiquiatras, psicólogos y toda persona
que estuvo vinculada estrechamente con el suicida.
Hay
investigadores que no han encontrado diferencias en la
evolución de los duelos independientemente de la causa que
haya provocado la muerte, otros por el contrario han
encontrado diferencias entre las muertes por suicidio, por
accidentes y las muertes naturales en cuanto a las reacciones
de duelo en los sobrevivientes.
La muerte por
suicidio conlleva mayor estigmatización que el resto, más
sentimientos de culpa, menos deseos de discutir sobre la
muerte y mayor cuestionamiento sobre lo que se podía haber
hecho. Las muertes por accidente conllevan más reacciones de
aniversario, mayores comentarios de lo sucedido, mayor
incapacidad de entender lo ocurrido entre los amigos y
compañeros del accidentado y menos deseos de hablar con los
demás.
Por tanto para
el mejor manejo del duelo por un suicida hay que conocer todas
estas manifestaciones, lo cual facilitará la evolución de sus
diversas etapas y evitará el desarrollo de duelos patológicos.
No hay método
universal para el tratamiento de esta contingencia, pues será
diferente para los hijos del suicida, o su pareja, o sus
padres, o sus hermanos.
Si se trata de
un suicidio entre varios hermanos, estos pueden experimentar
cambios en todos o casi todos los aspectos de sus vidas. Como
todos tienen una infancia común con experiencias más o menos
similares, una de las tareas que hay que enfrentar es evitar
la identificación con el hermano suicida, proporcionando otras
opciones para resolver problemas que no sean auto lesivas. En
ocasiones los hermanos pueden referir que ven al hermano
suicida en el domicilio, o que le escuchan hablar o que les
llama. Estas manifestaciones no deben ser consideradas como
una pérdida de la salud mental de carácter grave, sino, que en
ese contexto, deben ser aceptadas dentro de los límites
normales para estos casos, por lo que adoptar la postura de
ignorar síntomas y actitudes de este tipo puede ser de gran
beneficio.
Siempre deben
explorarse las ideas suicidas en los sobrevivientes y en los
hermanos de los suicidas niños o adolescentes, más aún, si se
presentan en alguno de ellos, se impone la evaluación del
riesgo de suicidio y el grado de afectación psicológica y
tomar una medida a tiempo para evitar un acto suicida.
Si el suicidio
lo ha realizado uno de los padres, los niños tienen una
reacción típica consistente en negar lo ocurrido, mostrarse
llorones e irritables, con cambios bruscos del estado anímico
y dificultades con el sueño, pérdida del apetito e intentos
suicidas cuya significación es reunirse con el fallecido,
aunque también pueden existir deseos de morir. Presentan
alteraciones perceptivas como escuchar voces dentro de la
cabeza y ver el fantasma de la madre o el padre fallecido.
También pueden
tener pensamientos de haber sido el causante de la muerte o
sentir agresividad hacia el progenitor suicida por estar
ausente definitivamente. En estos casos, la familia debe decir
la verdad de lo sucedido al niño o niña, con un lenguaje claro
y sencillo, accesible y comprensible por él o ella y prestar
soporte emocional de parte de una figura sustitutiva, como
puede ser un hermano mayor, un tío o tía según sea el caso. En
ocasiones, sobre todo para los hijos adolescentes, explicar la
muerte por suicidio como un síntoma de una enfermedad mental
grave puede disminuir el riesgo de la imitación, pues la
enfermedad mental es rechazada por la inmensa mayoría de las
personas.
Cuando el
suicidio de un adolescente ocurre en la escuela se deben tomar
las siguientes medidas:
1- Evitar las
explicaciones simplistas del hecho ocurrido
2- Evitar que
el suicidio sea presentado como un acto heroico, romántico,
fascinante, o como una salida probable ante determinadas
situaciones.
3- Identificar
los problemas de la salud mental de la víctima y
correlacionarlos con la conducta suicida, especialmente si era
portador de una enfermedad reconocible.
4- Brindar
ejemplos de otros estudiantes, que en similares situaciones,
en peores condiciones y con motivos parecidos, buscaron otras
soluciones no destructivas para adaptarse.
5- Lograr que
los estudiantes identifiquen otras salidas ante los problemas
que conllevaron el suicidio del compañero.
6- Lograr que
identifiquen aquellos factores protectores que hubieran podido
evitar el suicidio del compañero.
Los maestros y
profesores, con un mínimo de entrenamiento en la prevención
del suicidio, pueden prestar una valiosa ayuda en la
disminución de esta causa de muerte entre sus estudiantes,
principalmente erradicando en ellos y en los padres y madres
de los estudiantes, los criterios erróneos relacionados con el
comportamiento suicida:
I- Criterio erróneo. El que se quiere matar no
lo dice.
Criterio
científico. De cada diez personas que se suicidan, nueve de
ellas dijeron claramente sus intenciones suicidas y la otra la
dejó entrever.
II- Criterio
erróneo. El que lo dice no lo hace
Criterio
científico. Todo suicida expresó con palabras, amenazas,
gestos o cambios de su comportamiento, lo que habría de
suceder.
III- Criterio
erróneo. Los que intentan el suicidio no desean morir, sólo
hacen el alarde.
Criterio
científico. Aunque no siempre los que intentan el suicidio
desean morir, es un grave error tildarlos de alardosos, pues
son personas a las que les han fallado sus mecanismos útiles
de adaptación y no encuentran alternativas adecuadas de
afrontamiento.
IV- Criterio
erróneo. Todo el que intenta contra su vida morirá por
suicidio.
Criterio
científico. Entre el 1% y 2% de los que intentan el suicidio
se suicidan durante el primer año de cometida la tentativa de
autoeliminación, y entre el 10% y 20% se suicidarán en el
resto de sus vidas.
V- Criterio
erróneo. El suicidio se hereda
Criterio
científico. Aún no ha sido demostrado el carácter genético del
suicidio, aunque se puede encontrar en varios miembros de una
familia este tipo de conducta autodestructiva, lo que se ha
interpretado como una predisposición genética a padecer
determinada enfermedad mental en la que el suicidio es un
síntoma principal.
VI- Criterio
erróneo. Todo el que se suicida está deprimido.
Criterio
científico. La depresión puede ser una de las causas de
suicidio pero no es la única ya que otras condiciones también
lo pueden conllevar como las esquizofrenias y la dependencia
de sustancias, principalmente alcohol y drogas (éxtasis,
cocaína, barbitúricos).
VII- Criterio
erróneo. El suicidio no puede ser evitado porque ocurre por
impulso.
Criterio
científico. Toda persona antes de cometer suicidio evidencia
una serie de síntomas que han sido definidos como Síndrome
Presuicidal, consistente en constricción del intelecto,
inhibición de la agresividad, la cual ya no es dirigida hacia
otras personas, reservándola para sí, y la existencia de
fantasías y representaciones suicidas, todo lo cual puede ser
detectado y con ello evitar que la persona lleve a cabo sus
intenciones suicidas.
VIII- Criterio
erróneo. Si se le pregunta a una persona en riesgo suicida si
ha pensado matarse, se le puede incitar a que lo ejecute.
Criterio
científico. Está demostrado que hablar sobre el suicidio con
una persona en riesgo en lugar de incitarlo, provocarlo,
inducirlo, o introducirle en su cabeza esa idea, se reduce el
riesgo de cometerlo ya que puede ser la única y última
posibilidad que ofrezca el individuo para que conozcamos cómo
pensaba.
IX- Criterio
erróneo. Sólo los psiquiatras y psicólogos pueden prevenir el
suicidio.
Criterio
científico. Cualquier sujeto interesado en ayudar a evitar el
suicidio de otra persona puede ser un valioso colaborador,
porque la prevención del suicidio es tarea de quien se
encuentre más cerca de la persona en crisis suicida y sepa qué
hacer en ese momento.
X- Criterio
erróneo. Usted no puede evitar que otra persona se suicide.
Criterio
científico. Si usted se ha interesado por leer este libro, ha
dado su primer paso en la prevención del suicidio. Si lo que
ha leído le permite evitar un suicidio, considere que ya es un
colaborador.
Preguntas y respuestas
Existen muchas interrogantes relacionadas con el
comportamiento suicida y es imprescindible, si se desea
prevenir esta conducta, que las preguntas que se haga la
población, principalmente los adolescentes y jóvenes, sean
respondidas correctamente y se eviten los mitos o creencias
erróneas que conspiran contra la prevención del suicidio.
A
continuación se ofrecen al lector casi un centenar de
preguntas realizadas por adolescentes, las cuales reflejan sus
inquietudes con respecto al tema. Las respuestas reflejan los
puntos de vista del autor, por lo que pueden ser enriquecidas
con los puntos de vista de los lectores.
1-¿Cuándo una persona entra en una depresión
muy fuerte que debe hacer?
Buscar ayuda profesional de forma inmediata,
pues una depresión puede ser causada por una enfermedad
mental, una situación adversa, un acontecimiento doloroso,
pero también puede ser el resultado de una enfermedad física.
Por otra parte una depresión no suicida si no se le
diagnostica oportunamente y se le trata adecuadamente puede
evolucionar hacia una depresión suicida.
2-¿Cómo se puede ayudar a una persona que está
a punto de cometer un suicidio por amor?
Lo primero que hay que hacer es no dejarlo
solo, evitar que tenga acceso a los métodos mediante los
cuales se pueda dañar, informar a otros seres queridos de los
propósitos suicidas de esta persona y acercarlo a las fuentes
de salud mental a la mayor brevedad posible. Estas acciones
pudieran evitar el suicidio. En cuanto a que “está a punto de
cometer un suicidio por amor”, es cuestionable que así sea,
porque el amor no significa muerte, sino vida, y porque para
amar a otros hay que saber amarse uno mismo. ¿Cómo puedo amar
a una persona si le voy a privar de mi presencia?
3-¿Por qué el suicidio es tan frecuente cuando
hay problemas en el hogar?
Precisamente los principales motivos del
suicidio en los adolescentes son amores contrariados y los
problemas familiares. El clima emocional familiar tiene
repercusión, positiva o negativa en la formación de la
personalidad y si este es caótico la personalidad se puede
estructurar con algunos rasgos que influyan negativamente en
la adaptación del individuo, como por ejemplo, la agresividad,
la impulsividad, la timidez, la desesperanza, etc. Por otra
parte, si el sujeto no tiene intereses extrahogareños que le
permitan una mejor adaptación, el suicidio puede ser una forma
anormal de evadir los problemas hogareños.
4-¿Qué se puede hacer cuando un adolescente se
quiere suicidar si la novia lo deja?
Inmediatamente se debe comunicar esos
pensamientos a alguna persona significativa, como el padre, la
madre, los maestros o profesores, el médico que le atiende, un
psicólogo, un psiquiatra, el sacerdote o pastor, un buen
amigo o amiga.
No debe permanecer a solas mientras tenga este
tipo de pensamientos.
5-¿Qué síntomas se presentan en el suicida?
No hay un síntoma único ni característico en
las personas que vayan a cometer suicidio, pero se hacen
evidentes una serie de manifestaciones que pueden ser
englobadas en la palabra CAMBIOS. Se presentan cambios en las
emociones, en los pensamientos, en los hábitos y en el
comportamiento de las personas que hacen pensar en la
ocurrencia de este tipo de acto.
Entre estos cambios se mencionan la tristeza,
la ideación suicida, la planificación del suicidio, la amenaza
suicida, el escribir notas de despedida, la entrega de
posesiones valiosas, el aislamiento, el incremento del consumo
de alcohol, drogas u otras sustancias adictívas, los
trastornos del sueño y el apetito, por sólo mencionar algunos.
6- ¿Por qué no suicidarse un adolescente si
piensa que en realidad no le importa a nadie?
Cuando un adolescente piensa de esta manera
evidentemente estamos ante una persona con un estado de ánimo
desfavorable, que requiere ayuda especializada.
7- Si un amigo se quiere suicidar por problemas
con su familia ¿Qué se puede hacer? Lo primero es informar a
un familiar que pueda apoyar al amigo. Además debes informarlo
a tus padres para que ellos te ayuden y puedan ayudarlo a él.
Lo ideal sería consultar su situación con un terapeuta, pero
puedes evitar que tu amigo se suicide si no lo dejas a solas
ni le dejas a su alcance ningún medio por el cual pueda
dañarse.
8-¿Cómo puedo auxiliar a una persona que trata
de suicidarse?
Una buena opción es preguntarle sobre su idea
de suicidio, siguiendo la siguiente secuencia: ¿Cómo, cuándo,
dónde, por qué, para qué desea suicidarse? Mientras mayor
cantidad de preguntas sean respondidas por tu amigo mayor es
su riesgo suicida y debes buscar ayuda especializada
(psiquiatra) cuanto antes.
9-¿Cuáles son los síntomas principales de una
persona que se quiere suicidar? Ya dijimos que no hay un
síntoma específico ni característico, pero la presencia de los
pensamientos suicidas o ideas suicidas como también se les
conoce es uno de los más importantes, por lo que siempre deben
ser exploradas.
10-¿Cuáles son las principales formas de
suicidio?
Hay muchas clasificaciones, por lo que no
puedo brindar una respuesta única. Si se refiere a los
métodos, pues las principales formas son por armas de fuego,
ahorcamiento, ingestión de sustancias tóxicas e inhalación de
los gases de vehículos de motor.
11-¿Qué medidas de prevención podemos hacer
cuando ocurre un suicidio en la familia? Lo primero que hay
que conocer son las características del duelo por un suicida y
saber que algunos de los familiares pueden tener ideas
suicidas y también sentimientos de culpa, por lo que deben
recibir ayuda de un tanatólogo o suicidólogo, psiquiatra o
psicólogo para lograr una resolución adecuada de este tipo de
duelo.
12- ¿Cuál es el motivo más común por el que se
suicidan los jóvenes?
El motivo más frecuente son los problemas con
la pareja, sea ruptura de una relación amorosa o los amores
contrariados por dificultades con los padres de alguno o de
ambos, o por las relaciones difíciles entre ellos.
13-¿En cual de los dos es más probable el
suicidio: en el hombre o la mujer y por qué?
El suicidio es más frecuente en los hombres en
proporción de tres a uno, aunque para un futuro se ha
pronosticado que esta proporción llegue a 3,9 hombres por cada
mujer. La causa no es bien conocida, pero en ella pueden
influir factores de tipo biológico, como puede ser la
presencia de la testosterona, hormona masculina que incrementa
la agresividad y también de factores socioculturales, como son
la menor capacidad del hombre de buscar ayuda, de expresar sus
sentimientos, su elección de métodos más mortales, etc.
14-¿Qué comportamiento presenta una persona que
quiere suicidarse?
Presenta CAMBIOS en su comportamiento habitual.
15-¿Si alguien tiene tendencias suicidas que
hay que decirle?
Lo que hay es que preguntarle si tiene ideas de
suicidarse, si ha pensado matarse Y no hay que decirle lo más
que hay que hacer es escucharlo.
16-¿Sólo los deprimidos se suicidan?
Aunque los deprimidos constituyen un
importante grupo con riesgo de suicidio, no son los únicos que
cometen suicidio, pues también pueden padecer de
esquizofrenia, alcoholismo, trastorno de ansiedad, trastorno
disocial o límite de la personalidad, por mencionar algunos.
17-¿Una persona que intentó el suicidio y
falló, busca otra oportunidad para intentarlo nuevamente?
Entre el 1% a 2% de los que intentan el
suicidio se suicidan durante el primer año, y entre el 10% al
20% durante toda su vida. Hay personas que repiten el intento
y otros que se convierten en grandes repetidores pues intentan
contra su vida en múltiples ocasiones, mientras que otros no
vuelven a intentarlo nuevamente.
18-¿Cómo uno puede saber si alguien se quiere
suicidar? ¿Que puedo hacer para ayudarlo?
Para saber si alguien se quiere suicidar lo
que hay que hacer es preguntarlo y si la respuesta es
afirmativa, no debe dejarse a solas, debe evitarse que tenga
acceso a cualquier método mediante el cual pueda dañarse, debe
avisar a personas significativas sobre estas intenciones y
tratar de acercarlo a las fuentes que brindan salud mental.
19-¿Cómo ayudar a alguien que piensa
suicidarse?
Preguntando sobre la idea suicida para conocer
el grado de planificación de la misma. Mientras más
planificada sea la idea suicida mayor es el riego y por tanto
más rápido hay que actuar llevando al sujeto a una consulta
especializada.
20-¿Por qué los padres son los últimos en darse
cuenta del deseo de suicidio de sus hijos si son los que más
cerca están de ellos?
Detectar a un suicida es una tarea difícil,
incluso para los psiquiatras y los suicidólogos más
expertos, y los padres y las madres no lo son. Pero por otra
parte, en ocasiones los cambios son sutiles y ellos no los
perciben por estar continuamente con el presunto suicida.
Otras veces influyen otras razones como la falta de
comunicación entre padres e hijos, las malas relaciones entre
ellos, no tomar con seriedad las llamadas de auxilio o las
amenazas suicidas.
21-A veces hay adolescentes que dicen que
tienen deseos de morirse. ¿Qué hacer en esos casos?
No hay que hacer absolutamente nada, pues es
muy normal en la adolescencia que a veces se sientan esos
deseos. Si se hacen frecuentes esos pensamientos entonces
debemos buscar ayuda médica.
22-¿Cuáles son las características de un
suicida?
Las características de un suicida no son
uniformes, pues dependen de muchos factores entre los que cabe
mencionar su edad y sexo, su cultura, la enfermedad que
padece, etc.
23-¿Cómo ayudar a una persona que se droga para
que no llegue al suicidio?
Lo primero que hay que lograr es que deje el
mal hábito de consumir drogas y eso pudiera ser suficiente
para evitar ese desenlace fatal.
24-¿Cómo se puede ayudar a una persona que se
quiere suicidar?
Interesándonos por conocer cuan planificada es
su ideación suicida, no dejarlo solo, evitar que tenga acceso
a los métodos suicidas, avisar a sus seres queridos y llevarlo
a consulta con un psiquiatra.
25-¿Cuál es la causa más frecuente de suicidio?
Padecer una enfermedad mental es la primera
causa de suicidio.
26-¿Cómo puedo ayudar a una persona en crisis?
Para ayudar a una persona en crisis lo primero
que hay que hacer es establecer contacto, es decir, acercarnos
a ella para que nos confíe sus problemas, sus sufrimientos,
permitiendo que se exprese con libertad, no juzgarlo ni
contarle nuestras experiencias. Simplemente escucharlo con
genuino interés y hacerle preguntas abiertas para conocer más
profundamente que es lo que está pensando lo que nos permitirá
ayudarlo mejor. No olvide de explorar siempre si ha pensado en
el suicidio durante la crisis y si lo ha pensado, debe conocer
cuan planificada ha sido esa idea para dirigirlo a los
servicios de salud mental a la mayor brevedad posible.
27-¿Algunas jóvenes dicen que se van a suicidar
sólo para llamar la atención?
Todos los seres humanos desean llamar la
atención, aunque algunos lo hacen por sus mejores cualidades
(pintores, músicos, científicos) y otros por sus conductas
anómalas (agresividad, impulsividad, consumo de drogas, actos
suicidas).
Los significados de un acto de suicidio pueden
ser múltiples: deseos de morir, llamadas de atención, pedido
de ayuda, deseos de mostrar a otros cuan grandes son sus
problemas, agredir a otros, reunirse con seres queridos
fallecidos, etc. Cualquiera de ellos debe ser considerado
seriamente y prestarle la debida atención.
28-¿Qué traumas provoca en la familia el
suicidio de uno de sus miembros?
El efecto de un suicidio en la familia es una
tragedia, una verdadera desgracia, pues el duelo por un
suicida difiere del duelo por otras causas de muerte. Uno de
esos efectos es la realización de un acto suicida por alguno
de sus miembros al imitar o identificarse con el occiso. Otro
es la búsqueda constante del por qué lo hizo entre los
sobrevivientes y los sentimientos de culpa por no haberlo
detectado a tiempo y evitar ese desenlace fatal.
29-¿Un suicidio puede ser la expresión de una
falta de comunicación del adolescente con sus padres?
El suicidio es una forma anómala de comunicar
que algo no andaba bien, lo que no siempre es posible detectar
oportunamente por personas no entrenadas en la detección del
riesgo de suicidio,
30-¿Qué debe hacer un adolescente para no
suicidarse si todas las mujeres lo rechazan?
Lo primero que debe hacer es preguntarse
porque esto ocurre, pues lo más probable es que usted tenga
que modificar algunos rasgos de su carácter que contribuyen a
que esto suceda. También debe enriquecer su personalidad con
algunos atributos que son del agrado de cualquier persona,
como tener una buena capacidad para escuchar, saber mantener
una conversación agradable, incrementar su cultura general
mediante la lectura, tener buenos modales, ser caballeroso,
etc. Y sobre todo amarse usted mismo de forma razonable pues
si usted no se ama es muy poco probable que pueda encontrar
alguien que lo haga.
31-¿Por qué se dice que los suicidas son
cobardes?
Se dice que los suicidas son cobardes porque
se desconocen muchas características de estas personas. Los
suicidas no son cobardes, ni tampoco valientes, ya que la
cobardía y la valentía son atributos de la personalidad que n
se cuantifican por las veces que un sujeto se quita la vida o
deja de quitársela. Estas son creencias erróneas, mitos sobre
el suicida que deben ser eliminados pues entorpecen la
prevención de esta conducta.
32-¿Cómo es el comportamiento suicida?
El comportamiento suicida incluye el deseo de
morir, la representación suicida, la idea suicida, la amenaza,
el gesto, el intento suicida, el suicidio frustrado, el
suicidio accidental y el suicidio consumado.
33-¿Cuáles son los síntomas de una persona que
se va a suicidar?
E. Ringel en 1947 describió el llamado Síndrome
Presuicidal que aparece en toda persona que va a cometer
suicidio y consiste en fantasías suicidas, constricción del
intelecto y del afecto, es decir, planificación del suicidio,
con incapacidad de encontrar otras opciones y disminución de
la agresividad hacia los demás para volcarla sobre si mismo.
34-¿Cómo salvar a un amigo que es impotente a
los 17 años?
La función sexual adulta es una de las últimas
que el organismo adquiere y esto es así porque se necesita una
adecuada maduración biológica, psicológica y haber logrado una
adaptabilidad social satisfactoria. Pero en la naturaleza “lo
último que se adquiere es lo primero que se pierde” y en la
adolescencia esa función sexual es muy frágil y pueden
aparecer fracasos sexuales sin que ello constituya una
enfermedad. Simplemente es parte de su propio desarrollo,
hasta que se logra la estabilidad en esa función. Es por ello
de vital importancia que se tenga una sexualidad responsable
para evitar su mal funcionamiento.
35-¿Qué se debe hacer para no tener deseos de
suicidarse?
Para no suicidarse hay que aprender soluciones
no suicidas ante las dificultades de la vida, hay que aprender
a pedir ayuda cuando la ocasión lo merita, hay que saber donde
acudir cuando se está en dificultades a las que no se le
encuentra solución, hay que tener una razonable auto
confianza, auto imagen y autoestima, hay que desarrollar
intereses variados, aprender a pedir consejos antes de tomar
decisiones relevantes, hay que saber tolerar frustraciones,
renunciar cuando haya que hacerlo y perseverar cuando la
ocasión lo requiera, hay que saber amarse y amar a los demás y
siempre pensar en que medida nuestros actos afectan a otros y
evitar que esto ocurra.
36-¿Qué consejos se le pueden brindar a una
persona cuando uno cree que se va a suicidar para que no lo
haga?
Si crees que se va a suicidar es porque aún no
le has preguntado si realmente desea suicidarse. Eso es lo
primero que debes hacer, porque supones algo que debe ser
corroborado y para ello lo esencial es preguntarlo.
37-¿Cómo se pueden controlar los celos para no
cometer un intento de suicidio?
El celoso está inseguro des su capacidad para
despertar en el ser amado lo que supone que alguna otra
persona puede lograr. Para erradicarlo es necesario
incrementar la seguridad en si mismo, en los propios
atributos. Claro en ocasiones se necesita ayuda profesional
para que indique algún fármaco que disminuya la desconfianza,
que es la base de los celos. Y si eres celosa nada más, pues
tienes solo un problema, pero si eres celosa y suicida,
entonces tienes dos.
38- Si un adolescente es homosexual y la gente
lo rechaza y ha pensado suicidarme por sus preferencias
sexuales. ¿Qué puede hacer?
La homosexualidad no es una enfermedad ni un
atributo anormal del carácter. Se considera simplemente una
preferencia sexual más, al igual que la heterosexual. Lo
importante no es que los demás lo acepten, aunque eso sería lo
ideal. Lo trascendental es que el individuo se acepte en esa
condición.
39-Soy homosexual y he intentado suicidarme
por eso, pero no puedo dejar de serlo ¿Por favor dígame que
hacer?
Evidentemente te encuentras ante un conflicto
de aproximación-evitación. Deseas ser homosexual, pero te lo
reprochas. Pienso que debes aceptar tu preferencia sexual y
asumirla con entereza, con dignidad, con responsabilidad y
realizarte como ser humano.
40-¿Cómo puedo ayudarme a mi misma si no me
acepto como soy y tiendo a la depresión?
Este estado no es infrecuente en muchos
adolescentes quienes no se aceptan por su figura o determinada
parte de ella o por algún atributo de su personalidad y en la
medida en que maduran y se relacionan con diferentes grupos
humanos y son aceptados, esta sensación de no aceptarse
desaparece. Otras veces es necesario incorporar a la
personalidad atributos de los que se carece para balancear los
defectos reales que se pudieran tener. Y se puede ser feo,
pero simpático, sociable, buen conversador, buen amigo, leal,
puntual, cortes, etc. Y ya la fealdad es compensada. Lo que si
no es bueno es ser feo y además tímido, poco sociable,
retraído, y sentir autocompasión.
41-¿Después de controlar la crisis suicida se
vuelve a tener la tendencia a matarse?
Es posible que esto ocurra, principalmente en
las personas que padecen una depresión grave con lentificación
psíquica y motora, esto es piensan y se mueven muy lentamente.
Cuando estas personas empiezan a mejorar lo primero que se
restablece es la motilidad y ya sus movimientos son ágiles.
Sin embargo, el pensamiento no mejora al mismo tiempo,
continúan pensando en suicidarse, y el peligro se incrementa
pues ya están en mejores condiciones de hacerlo debido a la
agilidad que sus movimientos han alcanzado y que antes no
tenían. Por tanto, cuando comienza a mejorar un enfermo
deprimido grave hay que incrementar las precauciones, pues se
incrementa el peligro suicida.
La tendencia suicida puede volver a aparecer
cuando el sujeto tenga otra crisis de su enfermedad depresiva.
42-¿El decir “por qué no me muero” es un
síntoma de suicidio?
No es un síntoma de suicidio esa expresión, ya
que el suicidio es matarse a si mismo, con participación
activa del sujeto y no simplemente el deseo de morir. Claro
está, esa expresión que es a veces frecuente entre los
adolescentes frente a situaciones que les disgustan, puede ser
el primer peldaño de un comportamiento autodestructivo.
43-¿En que afecta a la sociedad el suicidio de
un individuo?
Siempre hay afectación. Si se trata de
personalidades públicas (artistas, políticos) pueden traer
epidemias de suicidios entre sus admiradores y admiradoras en
el caso de los artistas o desestabilización social en el caso
de los políticos. Cuando no son personalidades públicas, se
afectan al menos seis personas por cada sujeto que se suicida,
principalmente familiares y amigos.
44-¿Cómo ayudar a una persona que está
mentalmente muy enferma y que ha intentado varias veces el
suicidio?
Cuando una persona está gravemente enferma,
intente o no el suicidio debe tener consultas periódicas con
un psiquiatra para que evalúe su potencialidad suicida. Y en
este caso, que ya ha tenido varios intentos de suicidio, se
impone un seguimiento por no menos de tres años después de
haber realizado el primer intento de suicidio.
45- Si un hijo es muy violento y dice que se va
a suicidar ¿que se debe hacer en estos casos?
Siempre se debe tomar muy en serio esa
expresión y en este caso hay un rasgo que constituye un riesgo
para esta conducta que es la violencia, ya que pueden
manifestarla en forma heterodestructiva cuando arremete a
otros o autodestructiva cuando se daña a si mismo. Esa
violencia debe ser estudiada por un médico, porque puede ser
el resultado de una alteración orgánica del cerebro y se puede
detectar mediante algunos exámenes como el
electroencefalograma o la tomografía axial computarizada. En
estos casos un tratamiento con medicamentos anticonvulsivos
puede traer magníficos resultados.
46- ¿Cómo se le puede ayudar a una amiga que
desea suicidarse?
No es una pérdida de espacio reiterar que debe
hacerse en estos casos y se puede resumir en cinco pasos:
Primero: Preguntar sobre la idea suicida para
determinar si la tiene bien planificada lo que incrementa el
riesgo de suicidio.
Segundo: Evitar que tenga acceso a los métodos
mediante los que se puede lesionar.
Tercero: No dejarlo solo.
Cuarto: Avisar a figuras significativas para el
suicida en potencia como los familiares, amigos, maestros,
etc.
Quinto: Acercarlo en el más breve tiempo
posible a las fuentes de salud mental (psiquiatra, psicólogo,
terapeuta, etc.)
47- Que debo decirle a una amiga que tiene
depresión y ha intentado suicidarse varias veces?
Debes decirle que la depresión es una condición
tratable y que las personas que la padecen pueden obtener una
mejoría sustancial con dicho tratamiento, lo que les permite
mantener una adecuada calidad de vida. Sin tratamiento
efectivo, la depresión puede hacer que la persona mantenga una
mala calidad de vida, con intentos de suicidio y en el peor de
los casos, el suicidio consumado.
48-¿Puede la música llamada heavy metal influir
en el suicidio?
Se ha asociado ese tipo de música con el
suicidio de personas vulnerables, fanáticos de la misma,
principalmente adolescentes y jóvenes en situaciones de crisis
existencial y bajo la influencia del consumo de sustancias
(alcohol, cocaína, marihuana, LSD, etc.)
49-¿Qué hago si mi novio se quiso suicidar
antes que lo fuéramos y ahora tengo miedo que se quiera matar
si lo dejo?
La vida de su novio no depende de usted ni
usted se la puede cuidar, pues el encargado de esa tarea es él
mismo. Mantener relaciones de noviazgo con una persona por
miedo y no por amor es un grave error, pues ambos se están
engañando, el creyendo que usted le ama y usted haciéndole
creer que siente amor cuando lo que experimenta es miedo a sus
reacciones cuando usted decida no continuar.
50-¿En una persona con una enfermedad terminal
debe sugerirse el suicidio asistido?
Considero que el suicidio asistido es ética y
moralmente inaceptable.
51- Si soy homosexual y mi familia no me acepta
¿el mejor camino sería suicidarme?
Considero que el suicidio es una mala solución
por no decir que no es una solución sensata. Que tu familia te
acepte es lo ideal, pero no es lo real. Creo que quien debe
aceptarse en su preferencia sexual eres tu y lograr con tu
comportamiento, que te acepte la mayor cantidad de personas,
como pueden ser tus amigos, compañeros de estudio o trabajo,
maestros, otros familiares, etc.
52-¿Cómo se le puede ayudar a una familia o a
una persona que ha perdido un familiar por suicidio?
Lo primero que hay que hacer es permitir que
los familiares expresen abiertamente su pena, su dolor, sus
emociones. Debe explorarse la presencia de culpabilidad y la
ideación suicida, pues si existieran ambas, el riesgo suicida
de quien las presenta es elevado. Debe conocerse que el duelo
por un suicida conlleva determinados síntomas como es la culpa
y las ideas suicidas ya referidas, la búsqueda del por qué lo
hizo, la estigmatización de la familia, el horror al pensar en
el arrepentimiento tardío cuando ya no podía evitar morir, el
miedo a que se repita en los más jóvenes, etc. Y deben
conocerse las diversas etapas del duelo como la negación, la
rabia, el regateo, la depresión y la aceptación. La
elaboración del duelo puede tener una duración de hasta dos
años.
53-¿Cómo se puede ayudar a una amiga que se
trató de suicidar por anorexia y de lo cual te sientes
culpable por decirle gorda todo el tiempo?
En la adolescencia es muy común que se expresen
los pensamientos abiertamente, sin rodeos ni disfraces, y lo
que hiciste fue describir a tu amiga, ni más ni menos. En
ocasiones algunos adolescentes no se aceptan tal y cual son,
y cuando se les recalca lo que ellos consideran su defecto,
pueden tener diversas manifestaciones anímicas, como
irritabilidad, violencia, tristeza, sensación de soledad y de
no ser aceptada por sus iguales. Y en estas condiciones
anímicas pueden tratar de buscar fórmulas que compensen lo que
ellos consideran un defecto y que en este caso fue dejar de
alimentarse para bajar de peso, o hacer dietas extrañas para
lograr el mismo fin, o tomar medicamentos para disminuir el
apetito. Tú no le decías gorda para que intentara el suicidio,
sino que se lo decías porque realmente lo era. Tú no eres
responsable de la vida de tu amiga ni se la puedes cuidar.
54-Tengo una amiga que está embarazada y quiere
suicidarse ¿Qué debo hacer?
Hay que proceder como se ha referido en otras
ocasiones: explorar la idea suicida, no dejarla sola, evitar
el acceso a los métodos mediante los cuales se pueda dañar,
avisar a los familiares de las intenciones suicidas y acercar
cuanto antes a las fuentes de salud mental.
El embarazo oculto o no deseado es uno de los
factores de riesgo de suicidio en la adolescencia. Considero
que también habría que determinar si el embarazo es o no
deseado, pues el riesgo suicida se incrementa en este último
caso. Si el embarazo es deseado pero oculto, hay que informar
a los papás o a algún otro familiar para apoyar a la
adolescente, recordando que de inicio pueden tener reacciones
de ira, enojo, llanto hostilidad, incredulidad, agresividad,
constantes interrogatorios para que se ofrezcan detalles de
cómo ocurrieron las cosas, etc. Pero esta reacción inicial es
sustituida en la inmensa mayoría de los papás por la
aceptación de lo sucedido y el apoyo para que el embarazo
transcurra sin dificultades.
Si el embarazo no es deseado y está oculto,
también hay que informar a los padres y pedir su colaboración
para enfrentar la situación por la cual está atravesando la
adolescente y advertir del peligro suicida para que se tomen
todas las medidas necesarias tendientes a evitarlo.
55- ¿Pensar a menudo en la muerte es signo de
querer suicidarse?
No se puede apartar un pensamiento del contexto
en que surge. Si una persona está deprimida y tiene
pensamientos recurrentes sobre la muerte, puede existir
peligro de suicidio. Si no está deprimido y piensa a menudo en
la muerte, puede estar iniciando una depresión.
Si ninguna de estas condiciones existe y el
sujeto piensa a menudo en la muerte puede ser parte de sus
intereses sin que ello conlleve peligro alguno.
56-¿Es justificado el suicidio cuando uno lo
hace por que la novia lo dejó?
No se justifica que uno se suicide cuando la
novia lo deja. Se debe aprender a renunciar cuando haya que
hacerlo y nadie tiene derecho a querer continuar con una
persona que ya no lo desea. ¿Le gustaría que estuvieran con
usted porque le tienen lástima, compasión o simplemente
porque temen a que usted se suicide? ¿Le gustaría que
estuvieran con usted por que le aman? Obviamente todos
deseamos que sea por amor.
57-¿Cuál es la principal causa de suicidio?
El suicidio es una de las formas de morir y
obedece a múltiples causas. Ningún suicidio puede ser
explicado de manera simplista ni ningún suicidio responde a
una causa única. Se considera que el suicidio es multicausal y
responde a factores biológicos como es la alteración de las
aminas cerebrales, psicológicos como la baja autoestima y la
desesperanza y sociales, como el manejo sensacionalista de las
noticias sobre el suicidio, por sólo mencionar algunos.
58-¿Qué pasa cuando una persona se quiere
suicidar por problemas económicos y como se le puede ayudar?
Lo primero que hay que determinar es el origen
de los problemas económicos ya que cuando en la adolescencia
se comienzan a necesitar sumas crecientes de dinero puede que
estemos ante un caso de drogadicción, que explicaría el
endeudamiento.
Una vez determinada la causa del endeudamiento
hay que proceder como lo haríamos con cualquier persona en
riesgo de suicidio: explorar la planificación de la idea
suicida, evitar el acceso a los métodos con los que se pudiera
dañar, no dejarlo a solas, avisar a figuras significativas
para el adolescente y acercarlo a los especialistas en salud
mental.
59-¿Qué opina de la eutanasia?
La eutanasia es un acto ética y moralmente
inaceptable.
60-Si un amigo tiene depresión porque fue
violado y se siente inútil y sucio, ¿Cómo puedo ayudarlo?
Debes llevarlo para que sea atendido por un
psiquiatra, puesto que padece una depresión con ideas de
minusvalía y autorreproche y esta condición para que mejore
debe ser tratada con medicamentos antidepresivos.
61-¿La depresión puede llevar al suicidio?
No todas las personas que se suicidan están
deprimidas, ni tampoco todas las personas que se deprimen
realizan un acto suicida. Pero la depresión es una enfermedad
que conlleva riesgo de suicidio en el 10% al 30% de los que la
padecen, fundamentalmente aquellas depresiones consideradas
graves.
62-Tengo un amigo que se deprime mucho porque
no es atractivo en su físico y piensa suicidarse ¿Cómo
ayudarlo?
No ser atractivo y ser un suicida en potencia
es un problema mayor que no ser atractivo únicamente. Cuando
no se posee la belleza física deseada, hay que intentar
embellecer el espíritu con cualidades que despiertan la
admiración y aceptación de casi todas las personas. Y en este
caso quien debe intentar lograrlo es tu amigo, que es quien
no se acepta tal y cual es.
Si persiste en sus propósitos suicidas, debes
hacer lo que ya hemos señalado en respuestas anteriores para
evitar que una persona cometa suicidio.
63-¿Cómo puedo ayudar a un amigo a que no se
drogue y no se suicide si no me hace caso?
Dejar un mal hábito requiere del deseo de
abandonarlo de quien lo padece. Por tanto, si deseas ayudarlo,
debes insistir en que no se drogue y tratar de que sea visto
por un médico especializado en adicciones. Como se dice tratar
a un drogadicto es como hacer un arroz con liebre. Y lo más
difícil es cazar a la liebre…
64-¿Que se debe hacer si un familiar o un amigo
amenaza con suicidarse?
Siempre se debe tomar con seriedad cualquier
amenaza de suicidio. Evita cometer el error de considerar la
amenaza como un alarde, manipulación o chantaje. La amenaza es
un mensaje de que algo no anda bien y se necesita ayuda.
65-¿Cómo ayudar a una amiga que ya no soporta a
su papá?
Cuando un adolescente tiene dificultades en el
seno del hogar es conveniente que tenga otros intereses extra
hogareños, que le permitan consumir el tiempo de una manera
agradable y provechosa. Es muy traumático no soportar a una
figura significativa como es el padre, pero es importante
aprender a perdonar y a sacar una lección del sufrimiento que
se padece. Por tanto, tu amiga si se quiere ayudar, debe
trazarse como objetivo no repetir su propia historia con su
descendencia y elegir un hombre como padre de sus hijos que no
despierte las emociones que su padre despierta en ella.
66- Si uno tiene muchos problemas personales y
fue una niña no deseada y no es querida por su familia ¿Cómo
puedo evitar no querer morir?
Ser un hijo no deseado conlleva situaciones de
maltratos velados o evidentes. Cuando uno es un niño, no puede
alterar el curso de los acontecimientos porque no tiene la
posibilidad de valerse por si sólo. Pero ya en la adolescencia
esto puede modificarse y pensar en los planes propios para
un futuro a mediano plazo, como puede ser culminar los
estudios y conseguir un trabajo que permita vivir de manera
modesta pero independiente.
67-¿Cómo puedo ayudar a un amigo si llevarlo al
médico es imposible? ¿Es malo obligarlo?
Muchas veces las personas no desean acudir al
médico porque le resulta molesto tener que ventilar sus
problemas con una persona a quien no conocen. Otras veces no
desean acudir para no recibir un diagnóstico y tener que hacer
tratamiento con fármacos. Otras veces no acuden porque no le
encuentran ningún valor a hacerlo o porque no están en
condiciones económicas de enfrentar los gastos de un
tratamiento.
Otras veces es la propia enfermedad o el
sufrimiento que padecen las personas lo que les impide buscar
ayuda médica porque consideran que “ya no hay nada que hacer”,
que “ayudarlo es perder el tiempo”, que” todo está perdido”y
esa negativa es un síntoma y no una decisión bien pensada.
A veces no queda otra alternativa que
obligarlo, para lo que se sugiere apoyarse en varios amigos
del sujeto y se le intenta persuadir de la necesidad de acudir
al médico por si mismo que tener que ir en contra de su
voluntad y que ellos están decididos a llevarlo por las buenas
o en contra de su voluntad. Ante tal argumento y la convicción
de que los amigos actuarán si el sujeto se niega, el sujeto,
en la mayoría de las ocasiones, termina por ceder.
68-¿Es correcto el suicidio predeterminado en
un enfermo terminal?
El enfermo terminal debe morir de su
enfermedad. Nadie tiene el derecho de acortar su vida, incuso,
aunque esa sea su petición, ya que en la generalidad de los
casos responde a un estado de ánimo depresivo que mejora con
tratamiento y hace que el sujeto tenga otra opinión. La
eutanasia y el suicidio asistido son contrarios al Juramento
Hipocrático que sentencia:”Primero no hacer daño”.
69- Si siento que mi vida no tiene sentido,
¿Qué debo hacer para no caer en el suicidio?
El ser humano debe empeñarse en encontrar la
vía por la cual dirigir sus energías hacia el logro de una
trascendencia social cuyo resultado sea la satisfacción
personal. Claro está, el sentido de la vida no es algo común
para todos los individuos, es personal, porque lo que me lo da
a mí no lo dará a mi pareja o a mis hijos. Luego, lo primero
que usted debe hacer para dar sentido a su vida, es
preguntarse cuál es su mejor atributo, su mejor cualidad, en
qué aspecto es realmente bueno. Una vez que descubra ese
atributo, dedíquele una parte de su tiempo para buscar la
mayor perfección, y hágalo de manera consciente, no como un
pasatiempo, sino como una obligación: usted le está dedicando
a ese atributo una parte de su tiempo porque ello le dará un
sentido a su existencia y su deber es perfeccionarlo al
máximo. Otras veces no hay que descubrirse atributo alguno,
simplemente mire a su alrededor y trate de encontrar la
persona más necesitada de usted, por ejemplo, su abuela, su
pequeño hijo, su esposa enferma, su esposo con una gran
cantidad de responsabilidades, etc. Dedíquese a mejorar la
calidad de vida de ellos y eso también mejorará la suya. Dicho
incentivo en ocasiones se puede encontrar en su propia
tragedia. He conocido madres que han perdido un hijo por
suicidio y se han consagrado a ayudar a otras madres y
familiares con una experiencia similar y ello le ha
complacido.
70-¿Cuáles son los cambios que se pueden
observar en una persona en una persona que se va a
suicidar?Toda persona antes de cometer un suicidio evidencia
una serie de síntomas que han sido definidos como síndrome
presuicidal, consistente en constricción de los sentimientos y
el intelecto, inhibición de la agresividad, la cual ya no es
dirigida hacia otras personas reservándola para sí, y la
existencia de fantasías suicidas, todo lo que puede ser
detectado a su debido tiempo y evitar se lleven a cabo sus
propósitos. .Presentar mayores problemas emocionales,
incluyendo depresión, abuso de sustancias y conducta disocial
así como baja auto - estima, impulsividad, desesperanza y
rigidez cognitiva.
.Mayor exposición a situaciones de riesgo
suicida o eventos vitales suicidógenos como las relaciones
humanas tumultuosas, los amores contrariados o problemas con
las autoridades policiales.
71-¿Cómo se puede investigar si un amigo esta
pensando en el suicidio?
Varias son las maneras de abordar el tema de la
ideación suicida: se le puede preguntar directamente si ha
pensado matarse, lo que puede realizarse como se ejemplifica a
continuación “¿Has pensado en matarte por todo lo que te
ocurre?; ¿has pensado suicidarte?; ¿has pensado acabar con tu
vida?”. . Se puede abordar al amigo de la siguiente manera:
“Durante todo este tiempo que te has sentido tan mal, ¿has
tenido pensamientos malos?”. En esta modalidad la idea suicida
se hace sinónimo de pensamientos malos, aunque también se le
puede calificar de ideas desagradables, barrenillos,
pensamientos raros, etc. Si la respuesta es afirmativa, se
debe preguntar cuáles son esos malos pensamientos.
72-¿Qué trastornos deja a los familiares el suicidio de uno de
sus integrantes? Se consideran sobrevivientes aquellas
personas muy vinculadas afectivamente a una persona que
fallece por suicidio, entre los que se incluyen los
familiares, amigos, compañeros e incluso el médico, psiquiatra
u otro terapeuta que la asistía. El vocablo “survivor”
proviene del
inglés y su traducción puede ser el de superviviente, que es
el que sobrevive y es también sinónimo de sobreviviente, que
significa vivir uno después de la muerte del otro. Aunque esta
palabra es muy utilizada en la terminología suicidológica, no
sólo son sobrevivientes o supervivientes los que sobreviven a
un suicidio, sino que lo son también aquellos que sobreviven
después de la muerte de un ser querido por una causa
cualquiera, sea natural, por accidente u homicidio.
Es imposible presentar un cuadro clínico típico del
sobreviviente de un suicidio, pero son comunes algunos de
ellos como los intensos sentimientos de pérdida acompañados de
pena y tristeza, rabia por hacerle responsable, en cierta
medida de lo sucedido, sentimientos de distanciamiento,
ansiedad, culpabilidad, estigmatización, etc. También puede
manifestarse el horror por el posible arrepentimiento tardío,
cuando ya las fuerzas flaquearon lo suficiente para evitar la
muerte y no poder, deseándolo en esos últimos instantes.
El miedo es una emoción presente en la casi totalidad de los
familiares del suicida y está referido a si mismo, a su
posible vulnerabilidad de cometer suicidio o a padecer una
enfermedad mental que lo conlleve. Este temor se extiende a
los más jóvenes, a los que pueden comenzar a sobreprotegerse
con la esperanza de evitar que ellos también cometan un acto
suicida.
La
culpabilidad es otra manifestación que frecuentemente se
observa en los familiares del suicida y se explica por la
imposibilidad de evitar la muerte del ser querido, por no
haber detectado oportunamente las señales que presagiaban lo
que ocurriría, por no atender las llamadas de atención del
sujeto, las que habitualmente consisten en amenazas, gestos o
intentos suicidas previos, así como no haber logrado la
confianza del sujeto para que les manifestara sus ideas
suicidas. Otras veces la culpabilidad la ocasiona el no haber
tomado una medida a tiempo, a pesar de reconocer las
manifestaciones de un deterioro de la salud mental que podían
terminar en un acto de suicidio. Cuando la culpabilidad es
insoportable, el familiar también puede realizar un acto
suicida para expiar dicha culpa
73-¿Qué
opinión tiene la iglesia sobre el suicidio?
Todas las
religiones desaprueban el suicidio. En la religión católica,
el Decálogo sustenta como uno de los mandamientos:”No
matarás”, lo cual no se refiere sólo al homicidio del prójimo
sino también al homicidio de si mismo, que es una de las
tantas definiciones de suicidio. El suicidio se considera un
pecado, sino el mayor de todos, pues priva al Ser Supremo de
disponer de nuestras vidas.
74-¿Que
influencia tiene la televisión y los diarios en el suicidio?
Con la
publicación de la tragedia “Romeo y Julieta” de William
Shakespeare numerosos adolescentes, identificados con los
personajes y sus turbulentos amores terminaron sus vidas por
suicidio.
Willian Farr
en 1843 consideró que “no hay una mejor evidencia que el
efecto imitativo de la conducta suicida”.El término “Efecto
Werther” fue acuñado por D.P.Phillips en 1974 para describir
el efecto de la sugestión en la conducta suicida.Johan W.von
Goethe en 1774 publicó su novela “The sorrow of young Werther”(Las
penas del joven Werther) en la que se cuenta la historia de un
joven talentoso quien desesperanzado por pasiones amorosas, se
suicida mediante un disparo en la cabeza.Su venta tuvo que ser
prohibida en diversos lugares de Europa porque desencadenó
numerosos suicidios en jóvenes mediante el mismo método.
El “Efecto
Yukiko” es un término similar al anterior y utilizado en el
Japón para referirse a la imitación de la conducta
suicida.Numerosos suicidios en adolescentes y jóvenes
sucedieron después de las noticias sensacionalistas del
suicidio de Yukiko, estrella japonés de rock.
Las noticias
sensacionalistas sobre el suicidio de una personalidad pública
puede precipitar el suicidio de personalidades vulnerables,
sobre todo adolescentes y jóvenes por lo que se recomienda: no
debe aparecer la noticia en primera página , no deben aparecer
fotos del fallecido , no se debe describir el método utilizado
con lujo de detalles , no deben ofrecerse explicaciones
simplistas ni únicas pues responde a causas biológicas,
psicológicas y sociales , no debe justificarse el suicidio con
valores morales dignos de imitarse como el valor, amor,
dignidad, honor, no deben recalcarse únicamente los aspectos
positivos de la personalidad del difunto sino también los
posibles padecimientos que facilitaron el suicidio como el
abuso de drogas y alcohol, intentos suicidas previos,
ingresos psiquiátricos, no debe aparecer la palabra suicidio
como sinónimo de éxito, salida, opción, solución, no se debe
ofrecer el suicidio como una forma de solucionar las
dificultades de la vida.
75-¿Cómo puedo ayudar a una persona que ha
intentado suicidarse pero parece que sólo lo hace para llamar
la atención?
Hay que tener sumo cuidado con minimizar un
acto suicida y considerar que la persona lo realiza para
llamar la atención como si estuviera en un escenario
protagonizando una obra de teatro. Todas las personas que
hacen un intento de suicidio desean llamar la atención de sus
seres queridos, desean expresar que algo no anda bien, que nos
demos cuenta que se siente mal, que no tiene mecanismos que
le permitan una mejor adaptación a las exigencias que la vida
le plantea.
76- Los métodos que se utilizan para cometer
suicidio, ¿de que dependen?
Los métodos para cometer suicidio dependen de
su disponibilidad, del acceso que tenga el sujeto a dichos
método. En la elección influye también el tipo de enfermedad
que presente el sujeto pues las que se acompañan de grave
desorganización de la personalidad, como la que presentan
algunos esquizofrénicos, los métodos suelen ser
extremadamente cruentos, con mutilaciones horribles. Otro
factor que influye es el antecedente familiar que tenga el
sujeto de la utilización de un método determinado por varios
de sus miembros así como el entorno socio-cultural, que puede
tener un método preferido para cometer suicidio, como es el
fuego en la región del oriente cubano, o el ahogamiento en las
mujeres nórdicas.
77- ¿El comportamiento de los padres influye en
el suicidio de los hijos?
Es incuestionable que el comportamiento de los
papás puede influir en el suicidio de los hijos de múltiples
maneras.
Cuando los papás han intentado el suicidio o
se han suicidado, los hijos pueden imitar dicha conducta.
Cuando el padre padece de un alcoholismo o
drogadicción, o la madre es una deprimida crónica estas
condiciones pueden favorecer el suicidio entre los hijos
debido al clima emocional familiar caótico que estos
trastornos suelen conllevar.
La existencia de abuso físico y sexual y las
relaciones incestuosas también se convierten en factores que
pueden precipitar un acto suicida en un adolescente.
Las dificultades en la comunicación entre los
papás y los hijos, cualquiera sea su forma de manifestarse,
pueden convertirse en un factor de riesgo suicida.
78-¿Qué actitud debo tomar si mis padres
influyen para que intente el suicidio?
Debes buscar ayuda en una figura significativa,
como pueden ser otros familiares cercanos, (abuelos, tíos y
tías, hermanos mayores, etc.). También debes acercarte a los
maestros, al sacerdote o pastor de tu iglesia y confesarles
tus dificultades para que te brinden ayuda.
Y nunca autoagredirte.
79-¿Debo decir que yo intenté el suicidio?
Siempre debemos reconocernos tal y cual somos.
Si intentaste contra tu vida, eso es una realidad y es parte
de tu biografía. Claro está, no hay que decirlo a los cuatro
vientos, para que sea del dominio de todos los habitantes de
la ciudad. Pero hay personas a las que no debemos negar este
antecedente como son tus papás si no lo supieran aún, tu
pareja, tu médico, tu confesor, etc. Por último,
independientemente de estas sugerencias, tienes la libertad de
decidir a quienes harás participe y a quienes no de tu vida
privada.
80-¿Puedo heredar de mis padres la tendencia a
suicidarme?
No está demostrado que el suicidio se transmita
genéticamente, por lo que esta tendencia no se puede heredar.
Ahora bien, lo que si se puede transmitir es la tendencia a
padecer una enfermedad mental en la que el suicidio sea un
síntoma y que los estilos de vida dañinos pongan en evidencia
(abuso de alcohol, drogadicción, etc.).
81- ¿Quiénes se suicidan más, los varones o las
hembras?
Los varones se suicidan más que las hembras en
proporción de tres a uno, es decir que por cada tres hombres
que cometen suicidio, sólo una mujer pone fin a su vida de
esta manera. Sin embargo las mujeres cometen más cantidad de
intentos de suicidio que los hombres.
82-¿Cuál es el país con mayor número de
suicidios en el mundo?
Los dos países con mayor número de suicidio son
la China con 150 000 suicidios por año y la India, con mas de
87 000. Ellos aportan casi el 25% de todos los suicidios que
ocurren anualmente en el mundo.
83-¿Considera que para combatir el suicidio
basta con la buena comunicación y la confianza de la familia?
La buena comunicación y la confianza en la
familia pueden permitir que cuando alguno de sus miembros
presente ideas suicidas las pueda expresar sin temor a no ser
escuchado y ayudado, lo cual sin lugar a dudas son factores
protectores del suicidio.
84- Mi papá me metió a la fuerza al
preuniversitario y me quiero suicidar ya que yo no quiero la
escuela ¿Qué usted me aconseja?
No es aconsejable utilizar la violencia en las
relaciones interpersonales, y entre ellas las
paterno-filiales, pues ello puede originar un espiral de
creciente violencia, o condicionar un aprendizaje defectuoso
en los hijos, que emplearán la violencia cuando asuman el rol
de padres.
A veces los padres hacen las cosas a la fuerza,
pero hay que tener la capacidad para comprender si esa
conducta persigue dañarnos o hacernos bien. No es lo mismo que
un padre emplee la fuerza para abusar física o sexualmente de
un hijo o hija, o que la emplee para que sea mejor ciudadano
en el futuro.
Muchos adolescentes se tornan susceptibles
tomando más en cuenta la forma y no el contenido del mensaje
que le comunican los padres y pueden torcer su rumbo hacia el
mal camino cuando no llegan a comprender lo que pretendían los
padres.
Tu padre no habrá utilizado un método correcto
pero no te metió al Infierno del Dante, sino a la escuela para
que continúes superándote.
¿No será que este tipo de enseñanza te está
obligando a ser mejor estudiante, a ser más perseverante en
tus propósitos, a ser más disciplinado, a sacar de ti tus
mejores cualidades como ser humano y te resistes a esforzarte?
85-Si estoy sentenciado a muerte por alguna
enfermedad y no soporto los dolores. ¿Es válido que busque el
suicidio?
No. Usted no es quien para determinar cuando
morir. Es válido buscar alivio para el dolor y la analgesia
ha alcanzado un marcado desarrollo en la Medicina moderna,
principalmente en los Cuidados Paliativos.
86-¿Por qué algunas personas dejan una nota o
una carta cuando se suicidan y otras personas no lo hacen?
Las llamadas notas suicidas no está demostrado
que tengan el valor que la población les atribuye para
esclarecer los móviles
del suicidio. Para algunos investigadores no
tienen ninguno.
No hay una explicación satisfactoria para
todos los casos. Simplemente es una forma de comunicación que
algunos utilizan y otros no. Es imposible que una persona
analfabeta pueda escribir una nota suicida, pero puede dejar
otras señales antes de suicidarse.
87-¿Qué pasa cuando retas a una persona con
riesgo de suicidio a que se suicide? ¿Lo puede hacer o no?
Retar a una persona en riesgo de suicidio es
algo que nunca se debe hacer, pues se puede correr el peligro
que lo realice.
En algunos Códigos Penales este proceder
constituye un delito que se califica de incitación al
suicidio.
88-¿Es cierto que las estaciones del año
influyen en el suicidio?
Si es cierto, principalmente en los Países
Nórdicos, en los cuales la luz solar dura muy poco tiempo cada
año. Eso influye en la disminución de la producción, por parte
del organismo, de determinada sustancia que influye sobre el
estado de ánimo, ocasionando la llamada depresión estacional,
cuyo tratamiento principal es la fototerapia.
89- ¿Cómo puedo evitar el suicidio de mi
abuelo?
Con las personas ancianas al igual que con las
que no lo son, el suicidio se puede evitar si se logra conocer
como piensa el sujeto, si se evita que tenga acceso a los
métodos suicidas, si nunca le dejamos sólo, si comunicamos a
los demás convivientes del peligro suicida y si lo llevamos al
psiquiatra para su diagnóstico precoz y tratamiento oportuno.
90-Si un adolescente se quiere suicidar porque
piensa que sus padres no lo quieren ya que siempre lo están
comparando con sus hermanos ¿Qué se debe hacer?
Ninguna comparación es buena. Eso no debiera
ocurrir nunca, pero sucede.
Cuando las cosas no dependen de uno, deben ser
manejadas modificando las emociones que nos provocan, en vez
de empecinarnos en que cambien. No es el suicidio la forma de
enfrentar ningún problema y debes reconocer que estás
experimentando celos hacia tus hermanos. Creo que sería de
mucha utilidad que te detuvieras a reflexionar en que te
comparan, y si ellos te superan, no hay que lamentarse por
eso, sino tomarlos de ejemplos a seguir, en vez de desear
suicidarte. Si mi padre dice que no saco tan buenas notas como
mi hermano, debo aprender de su método de estudio, de su
dedicación y disciplina, para ser tan bueno como él.
91-¿Cómo saber si la persona quiere utilizar el
suicidio como un medio de chantaje?
Eso no lo llegan a saber cabalmente ni los
psiquiatras y suicidólogos de vasta experiencia, por lo que le
aconsejo que siempre tome muy en serio cualquier
comportamiento suicida y nunca lo califique de chantaje.
92- ¿La obsesión por ser el mejor puede
conducir al suicidio?
Siempre que uno cuente con los atributos
personales necesarios para conseguirlos, trazarse metas
elevadas en la vida es muy adecuado y no conduce en modo
alguno al suicidio. Sin embargo, cuando no se cuenta con los
recursos para ello, y la persona se propone alcanzar objetivos
muy por encima de sus posibilidades, corre el riesgo de
fracasar y frustrarse, con el malestar que ello genera. Si en
estos objetivos inalcanzables había depositado todos sus
medios económicos el riesgo de cometer suicidio es elevado.
En ocasiones hay familias que depositan en sus
hijos o hijas que estudian, sus esperanzas de desarrollo, de
modificar su situación económica, de salir adelante. Cuando no
pueden cumplir estas expectativas, a pesar de los esfuerzo
realizados, existe peligro de que realicen un acto suicida.
93-¿Cree que la soledad sea un momento
importante para arrepentirse de suicidarse?
No creo que así sea. Por el contrario, es el
momento elegido por los suicidas para llevar a cabo sus planes
de autoeliminación y por esta razón nunca debe permitirse que
permanezcan a solas mientras están en situación de crisis
94-¿Un niño de
diez años puede pensar en el suicidio o suicidarse?
Se considera que por debajo de los 5 a 6 años, los niños
tienen un concepto muy rudimentario de lo que es la muerte o
el morir, por lo que resulta prácticamente improbable que se
participe activamente de la muerte.
Por encima de esta edad, se comienza a considerar la muerte
como un suceso inevitable y universal, llegando el niño o la
niña a la conclusión que todas las personas, incluyéndolo a
él, tienen que morir. Paralelamente con el concepto de muerte
se desarrolla el de suicidio y generalmente los niños han
tenido alguna experiencia sobre el tema mediante la
visualización de este tipo de acto en la televisión, sea a
través de programaciones para los adultos o dirigidos a los
niños y las niñas (muñequitos o comics). Otras veces, el
concepto se va adquiriendo mediante diálogos con compañeros de
su propia edad que han tenido familiares suicidas o por
conversaciones que escuchan a los adultos. En sus concepciones
sobre el suicidio, en el niño se entremezclan creencias
racionales e irracionales, articuladas y lógicas y poco
coherentes y comprensibles. Hay niños y niñas que adquieren
ambos conceptos, muerte y suicidio a una edad más temprana y
otros más tardíamente, creyendo estos últimos que la muerte es
una continuidad de la vida o que es un estado parecido al
sueño del cual es posible ser despertado tal y como ocurre en
el cuento "La Bella Durmiente”.
95-¿Cómo define el suicidio, un acto de cobardía o de
valentía?
Ni lo uno ni lo otro, pues la cobardía y la valentía son
atributos de la personalidad que no se cuantifican por las
veces que usted se suicida o deja de hacerlo. El suicidio es
un acto autoagresivo que refleja no poseer una adecuada salud
mental.
96-¿Estará bien compartir relaciones, ya sea amorosa o de
compañerismo, con una persona con tendencias suicidas?
Cada cual establece las relaciones que desee con las personas
que considere. Las relaciones de compañerismo pueden favorecer
que la persona con tendencias suicidas se sientan apoyadas. El
realizado un acto de suicidio no es un estigma por lo que se
pueden establecer relaciones amorosas con estas personas sin
que esto resulte peligroso o problemático.
Pero establecer relaciones amorosas con una persona que ha
hecho del intento de suicidio una manera habitual de
comportamiento, implica contraer un sufrimiento nada
despreciable.
97-¿Cuáles situaciones se pueden convertir en un peligro
potencial para cometer suicidio en la adolescencia?
Enunciaremos seguidamente aquellas situaciones en las que los
adolescentes vulnerables pueden desembocar en una crisis
suicida:
-Situaciones que pueden ser interpretadas a
través del prisma del adolescente como dañinas, peligrosas,
conflictivas en extremo, sin que necesariamente concuerde
con la realidad, lo cual significa que hechos triviales para
adolescentes normales, pueden tornarse potencialmente suicidas
en adolescentes vulnerables, los que las perciben como una
amenaza directa a la auto imagen o a su dignidad.
-Los
problemas familiares que como es reconocido, se constituyen en
uno de los motivos fundamentales de la realización de un acto
suicida
-Separación de
amigos, compañeros de clases, novios y novias
-Muerte de un
ser querido u otra persona significativa
-Conflictos
interpersonales o pérdida de relaciones valiosas
-Problemas
disciplinarios en la escuela o situaciones legales por las que
debe responder el adolescente
-Aceptación
del suicidio como forma de resolución de problemas entre los
amigos o grupo de pertenencia
-Presión del
grupo a cometer suicidio bajo determinadas circunstancias y
ante determinadas situaciones
-Situación de
tortura o victimización
-Fracaso en el
desempeño escolar
-Exigencia
elevada de padres y maestros durante el período de exámenes
-Embarazo no
deseado y embarazo oculto
-Infección con
VIH o padecer una infección de transmisión sexual
-Padecer una
enfermedad física grave
-Ser víctima
de desastres naturales
-Violación o
abuso sexual, con mayor peligrosidad si se trata de familiares
-Estar
sometido a amenazas de muerte o golpizas
-Estar
involucrado en una situación de burlas continuadas en una
situación de régimen interno (escuelas, servicio militar).
-Incumplir
con las expectativas depositadas por los padres, maestros, u
otras figuras significativas y asumidas por el adolescente
como metas alcanzables.
Consejos a la familia
A continuación
analizaremos algunas expresiones erróneas que hemos escuchado
a algunos padres y madres y que se convierten en un problema
para la crianza de los hijos. También se ofrecen algunos
consejos a la familia para que logren relaciones
interpersonales más armónicas entre sus miembros.
“Mi hijo tiene un carácter fuerte”
Es una locución muy utilizada por aquellas
madres que se quejan del comportamiento de sus hijos,
calificados de poseer un carácter fuerte; fuertes, así a
secas, por el hecho de ser impulsivos, dominantes, incapaces
de posponer sus deseos o gratificaciones, caprichosos. Todo
tiene que ser como ellos quieren en el momento que lo desean.
Y por estos rasgos del carácter se les atribuye la supuesta
fortaleza.
Y estas personas, evidentemente, no tienen un
carácter fuerte, sino todo lo contrario, muy débil, pues son
presas de sus emociones, de sus impulsos, de sus caprichos. El
carácter débil es excitable, tornadizo, manipulable, con
facilidad se le saca de sus casillas. También puede ser
pasivo, dependiente, timorato, poco tolerante a las
frustraciones, impresionable, sugestionable, emocionable,
dubitativo, etc. El carácter fuerte, por el contrario, es
aquel que cuenta con diversas posibilidades adaptativas, hace
en cada momento lo debido, es capaz de inhibir sus impulsos,
si la situación lo requiere, es dueño de sí y no una víctima
de sus emociones, no es violento en sus manifestaciones de
ira, reconoce sus limitaciones y su fortaleza, y tiene en
cuenta las opiniones de los demás aun cuando no muestren
puntos de coincidencia con las suyas.
Las personas de carácter débil reaccionan
desproporcionadamente a los estímulos. Si se les ofende,
pueden tener crisis de llanto desconsolado, desmayarse, irles
encima al ofensor, salir corriendo del lugar en que se
encuentran, realizar un acto suicida. Las personas de carácter
débil tratan de demostrar que no lo son mediante rasgos del
carácter que esconden esa debilidad entre los que se puede
encontrar el autoritarismo, la violencia. Ellos quieren tener
autoridad pero no saben cómo obtenerla sin ser autoritarios,
violentos, dominantes, caprichosos, tercos.
Las personas de carácter fuerte, frente a una
ofensa no se dejan provocar, meditan sus posibles
consecuencias, valoran las diversas respuestas a la misma y
eligen la más adecuada, la que, por lo general, evita males
mayores. Ellos no necesitan demostrar su autoridad la cual
emana de su propio comportamiento, de su serenidad al
enfrentar situaciones complejas, de su sabiduría; de su manera
de dirigirse a los demás con respeto, independientemente de
quien se trate; de sus actitudes ante el estudio, el trabajo,
la familia y la sociedad.
Muchas veces se confunden las cosas y se dice
que Fulano o Mengana tienen tremenda personalidad porque son
personas vistosas, altas, fuertes, bien parecidas, bien
vestidas y otra serie de aspectos exteriores. Eso no es tener
personalidad, sino tener determinada figura. Por otra parte,
el que es bajito, gordito y feo y no sabe vestirse, también
tiene una personalidad, pues todos los seres humanos la
tenemos, ya sea normal o con trastorno. Un sujeto puede ser
alto, fuerte, buen mozo y vestirse muy bien y, sin embargo,
ser portador de una personalidad histérica, paranoide,
obsesiva o de otro tipo, todas clasificables como anómalas.
Otro sujeto, gordito, feo, que no se sepa vestir
adecuadamente, puede ser un brillante científico, amante
esposo, buen padre, buen vecino y tener un ajuste psicosocial
adecuado, en otras palabras, ser poseedor de una personalidad
normal aunque su aspecto externo no sea atractivo como el del
ejemplo precedente.
Luego, la manifestación que nos ocupa debiera
ser, a partir de esta lectura: “Mi hijo tiene un carácter
débil”.
“Yo estoy así por la crianza que me dieron”
Una justificación muy socorrida por quienes,
siendo adultos, pretenden responsabilizar a otros de su manera
de comportarse, en este caso, a los padres.
Si bien es cierto que una niñez caótica puede
influir en la formación del sujeto, no sólo es la familia la
que contribuye a la conformación de la personalidad sino
también el medio escolar, laboral y social. Pero de manera
fundamental es el propio sujeto quien, consciente y
deliberadamente puede contribuir a que su propia formación sea
buena, regular o mala. Todos hemos estado rodeados de cosas
que no nos pertenecen. La mayoría de las personas respeta la
propiedad de otros, pero existe una minoría que se apropia de
lo ajeno porque lo desea y no inhibe tales deseos.
Muchas adolescentes y jóvenes en cualquier
parte del mundo tienen carencias materiales de todo tipo y
lógicos deseos de poseer ropas, zapatos, cosméticos, perfumes,
etc. La mayor parte de ellas trata de trabajar decorosamente
para ir obteniendo poco a poco y muchas veces no en la medida
de sus deseos, esas cosas materiales a las que hago
referencia. Otras, por el contrario, se prostituyen para
lograr esos mismos objetivos.
Como se evidencia, los seres humanos pueden
tener igualdad de oportunidades para hacer las cosas bien
hechas y para hacerlas mal. ¿Por qué un grupo de personas se
inclina por esta última opción y después pretende culpar a
otros de lo que ellos como adultos hacen?
Se puede tener una niñez muy infeliz con
carencias de todo tipo y eso influir de manera negativa en la
forma de ser. Pero, ¿eso es un fatalismo que debe arrastrar
toda la vida? Pienso que no. La verdadera enfermedad mental
grave que invalida al ser humano que la padece en sus
proyecciones vitales, hasta hoy, no se considera causada por
determinado tipo de crianza. Si usted tiene una predisposición
a padecer una enfermedad mental grave, puede padecerla aunque
se haya criado en un hogar armónico. Si usted no tiene esa
predisposición, saldrá relativamente ileso tras haber pasado
una infancia en un clima emocional familiar inadecuado.
Nadie le deseó una niñez infeliz ni le
eligieron sus padres. Nadie tiene la culpa de esa niñez, usted
tampoco. Y ya eso no tiene solución pues no lo podemos volver
a criar como hubiera querido.
Lo importante es el presente y el futuro y lo
que esté haciendo ahora que es un adulto por vivir de forma
creativa.
“Yo estoy así por la crianza que me dieron”
Una justificación muy socorrida por quienes,
siendo adultos, pretenden responsabilizar a otros de su manera
de comportarse, en este caso, a los padres.
Si bien es cierto que una niñez caótica puede
influir en la formación del sujeto, no sólo es la familia la
que contribuye a la conformación de la personalidad sino
también el medio escolar, laboral y social. Pero de manera
fundamental es el propio sujeto quien, consciente y
deliberadamente puede contribuir a que su propia formación sea
buena, regular o mala. Todos hemos estado rodeados de cosas
que no nos pertenecen. La mayoría de las personas respeta la
propiedad de otros, pero existe una minoría que se apropia de
lo ajeno porque lo desea y no inhibe tales deseos.
Muchas adolescentes y jóvenes en cualquier
parte del mundo tienen carencias materiales de todo tipo y
lógicos deseos de poseer ropas, zapatos, cosméticos, perfumes,
etc. La mayor parte de ellas trata de trabajar decorosamente
para ir obteniendo poco a poco y muchas veces no en la medida
de sus deseos, esas cosas materiales a las que hago
referencia. Otras, por el contrario, se prostituyen para
lograr esos mismos objetivos.
Como se evidencia, los seres humanos pueden
tener igualdad de oportunidades para hacer las cosas bien
hechas y para hacerlas mal. ¿Por qué un grupo de personas se
inclina por esta última opción y después pretende culpar a
otros de lo que ellos como adultos hacen?
Se puede tener una niñez muy infeliz con
carencias de todo tipo y eso influir de manera negativa en la
forma de ser. Pero, ¿eso es un fatalismo que debe arrastrar
toda la vida? Pienso que no. La verdadera enfermedad mental
grave que invalida al ser humano que la padece en sus
proyecciones vitales, hasta hoy, no se considera causada por
determinado tipo de crianza. Si usted tiene una predisposición
a padecer una enfermedad mental grave, puede padecerla aunque
se haya criado en un hogar armónico. Si usted no tiene esa
predisposición, saldrá relativamente ileso tras haber pasado
una infancia en un clima emocional familiar inadecuado.
Nadie le deseó una niñez infeliz ni le
eligieron sus padres. Nadie tiene la culpa de esa niñez, usted
tampoco. Y ya eso no tiene solución pues no lo podemos volver
a criar como hubiera querido.
Lo importante es el presente y el futuro y lo
que esté haciendo ahora que es un adulto por vivir de forma
creativa.
“Mi esposo me maltrata, incluso me ha pegado”
Esto, por desgracia, no lo escuchamos tan poco
como deseamos. La violencia doméstica existe en no pocos de
nuestros hogares, sea verbal o física y es la mujer en la
mayoría de las ocasiones la que lleva la peor parte.
Detrás de estas palabras hay diversas
cuestiones que merecen ser analizadas. En primer lugar, una
mujer que se respete difícilmente será objeto de maltrato
alguno en las relaciones conyugales ni en ninguna otra
situación cotidiana. Una mujer decidida a que se le respete,
infunde, a mi juicio, más temor que cualquier hombre. En
segundo lugar, ¿quién la maltrata? Le maltrata el hombre
elegido con libertad y con el cual muchas veces continúa a
pesar de ese referido maltrato. En tercer lugar, esta persona
se queja diciendo que “incluso le ha pegado”. Amigo lector o
amiga lectora, sepa usted que todo hombre que le pega a una
mujer una vez, lo seguirá haciendo después, si se le tolera o
perdona. Esto es una realidad. Y en la expresión analizada se
deduce no sólo el maltrato, sino la recurrencia a otra forma
mucho más peligrosa, degradante, inhumana y, más que todo,
poco viril en su relación, la violencia física. Sin embargo,
en este caso, esa relación continuó de forma anormal, la cual
no sólo es dañina para los cónyuges, sino también para los
hijos.
Si se trata de hijas, se les está enseñando a
soportar vejaciones, insultos, golpes, y por el modelo de
relación matrimonial, es posible que eviten el casamiento
porque el ejemplo recibido es infeliz.
Si se trata de hijos, se pueden convertir, como
su padre, en abusadores habituales de sus parejas, pues si el
padre le pegaba a la madre y ella lo toleraba, “¿por qué no
pegarle a mi pareja, si no es mejor que mi madre y ella lo
permitía?” Y este razonamiento, además de convertirlos en
sádicos, les ocasionará una inestabilidad matrimonial, sin
dudas, porque no todas las mujeres soportan ni permiten que
sus maridos las maltraten.
Luego, por el bien suyo, de su matrimonio y de
sus hijos, en fin, de la familia, evite por todos los medios,
pronunciar algo semejante en su vida.
“Todos los hijos se quieren igual”
Así dicen los padres y las madres para expresar
que no tienen preferencia por hijo alguno. A primera vista,
parece ser una manifestación justa y solidaria. Sin embargo,
en ocasiones, es profundamente injusta y generadora de
rivalidades y celos entre los hermanos.
El afecto de los padres y las madres es como un
medicamento, cuya actividad beneficiosa está enmarcada en la
llamada “ventana terapéutica”, por debajo de dicho umbral, el
medicamento no ejerce efecto alguno y por encima, ocasiona
efectos indeseables. El desamor paterno es dañino y el exceso
de demostraciones de afecto también lo es. ¿Cómo se puede
querer igual a hijos que son diferentes? ¿Cómo se puede querer
igual a hijos que se comportan de manera desigual? En mi
práctica profesional he visto a hijos delinquir para lograr de
los padres las demostraciones de afecto y el apoyo dado a otro
hijo que previamente lo había hecho. He tratado adolescentes
cuya tentativa de suicidio fue para obtener de los padres lo
que otro hijo obtuvo al intentar matarse. He escuchado a hijos
valiosos lamentarse de no haber recibido de los padres las
atenciones recibidas por su hermano, un alcohólico
deteriorado.
Todos los hijos no debieran quererse por igual,
sino según su comportamiento familiar y social. Si usted tiene
un hijo bueno, afable, noble, cumplidor de sus obligaciones,
respetuoso, en fin, con muy buenas condiciones humanas y tiene
otro que es impulsivo, agresivo, tomador de bebidas
alcohólicas, trasgresor del orden establecido, etc., ¿cuál de
los dos merece mayores demostraciones de afecto? Evidentemente
el primero, cuya conducta responsable le está dando a los
padres una prueba suprema de amor. Y el tratamiento
diferenciado pudiera contribuir a que el otro, si lo desea,
modifique sus actitudes, pues con él se le está enviando el
siguiente mensaje: “Si haces las cosas como se debe, recibirás
más afecto”.
Sé que puede haber muchas personas que no
coincidan con esta manera de pensar, pero no se trata de
ponernos de acuerdo, sino de reflexionar sobre el afecto que
merecen nuestros hijos y cómo ello puede influir en su
bienestar.
“Yo vivo para mis hijos”
Esta declaración, escuchada a muchas personas,
no cabe dudas de que es poco educativa.
Los hijos son una responsabilidad social
contraída por los padres de manera voluntaria. Pero usted y yo
sabemos que no siempre sucede así, pues existen hijos no
deseados o deseados unilateralmente, no planificados y en
ocasiones utilizados como punta de lanza o gancho para atacar
o atraer al otro cónyuge.
En ciertas oportunidades los hijos se
convierten en el centro de la vida de sus padres debido, no a
las necesidades de aquellos, sino por las de estos últimos. Es
decir, no es tanto lo que los hijos necesitan de los padres,
sino lo que los padres necesitan de los hijos. Y es en esta
situación cuando se puede escuchar con más frecuencia dicha
expresión.
Quienes la pronuncian, la cumplen literalmente,
al pie de la letra, subordinando cualquier interés personal a
los hijos. Si a los padres les hace falta alguna prenda de
vestir y los hijos desean que se les compre alguna cosa, por
muy inútil que parezca, ellos tomarán la decisión de renunciar
a su proyecto para satisfacer el de los hijos.
Si se trata de una madre soltera, con
posibilidades de rehacer su vida, lograr su estabilidad
emocional junto a un compañero idóneo, lo pospone “para no
ponerle padrastro a los hijos” o porque ella no puede ser “más
mujer que madre”. Estas posturas constituyen un grave error,
pues se le transmite a la descendencia un mensaje
distorsionado, una enseñanza equivocada, al subordinar
constantemente los intereses de los progenitores a los de los
hijos, obligándolos a despreocuparse de sus propios intereses.
Si usted no se siente realizado como ser
humano, es muy difícil que pueda hacer sentir realizados a los
demás; si se olvida de sus necesidades, es paradójico querer
enseñar a sus hijos que sean preocupados por ellos mismos. Si
les enseña a limitarse la vida, cuando ellos sean padres y
madres, también lo harán.
Y lo peor es que habitualmente se cumple
aquello de “los hijos crecen y se van”. Si ha vivido para
ellos, cuando eso suceda, ¿para quién seguirá viviendo?
Considero más adecuado sustituir la preposición
“para” por “con” y el pronunciamiento quedaría así: “Yo vivo
con mis hijos”, lo cual reflejaría mejor la realidad y cada
cual estaría en su debido lugar.
“Para una buena comunicación con su hijo
adolescente”
La adolescencia es una etapa de la vida tildada
de “edad difícil”, “edad crítica”, como si los únicos que
hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos,
como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos
“adolescentes difíciles” y no por otros que la vivieron
normalmente, según las características específicas que le dan
el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de
independencia, la definición sexual y la acentuación de los
caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional,
entre las más significativas.
Como cualquier período, la adolescencia se rige
por determinados principios que no deben ser olvidados jamás,
pues ello acarreará, en la mayoría de las ocasiones, serias
dificultades en la comunicación paterno-filial. Para lograr
una buena comunicación con nuestros adolescentes es prudente
desterrar de nuestro vocabulario determinadas expresiones como
las que a continuación se relacionan:
1. “Tú tienes que...” En este caso es
preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes
de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a
encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las
relaciones difíciles, etc.
2. “Por qué tú no hiciste...” Lo que no se
hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho
mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y
sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe
asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.
3. “Muchos de tu edad...” Esta desafortunada
comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es
aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus
decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus
intereses.
4. “Cuando yo tenía tu edad...” Otra
comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad
entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas
eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más
inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que
consideramos problemático, o el que posiblemente necesite
alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no
somos.
5. “Yo en tu lugar haría...” Otro error en la
comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el
inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida
para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que
no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que
no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él
preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y
de esa manera conoceremos cuán acertadas o no son sus
decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no lo
son se le debe incitar a manejar otras opciones más
productivas.
Estas orientaciones persiguen proveer al
adolescente de relaciones afectivas y efectivas, que le sirvan
de soporte ante las nuevas exigencias que esta etapa le
plantea, fundamentalmente, una apropiada interacción social
con sus semejantes. Esta manera adecuada de comunicarse con el
adolescente le permitirá contar con usted cuando le sea
necesario a él, no cuando usted lo desee. En este sentido, no
trate de ser el mejor amigo de su hijo para que él le mantenga
al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su
individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el
adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos
comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo
en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las
nuestras.
“Para no perder la autoridad con los hijos”
Una de las quejas más frecuentes de muchos
padres que escucho en mi práctica profesional, es que los
hijos no los respetan y comienzan las comparaciones con los
tiempos pasados: antes la cosa era distinta, había que tratar
a los padres de usted o decirle señor; antes había más respeto
de los hijos hacia los padres, de los muchachos para con los
adultos. Y en estas comparaciones la nueva generación sale muy
mal plantada. Pienso que la pérdida de autoridad de los padres
de antaño y los de ahora se debe a una misma causa: su mal
uso.
Para tener autoridad ante los hijos no hay que
pasar curso alguno, ni ser académico ni nada por el estilo.
Simplemente, se necesita hacer un uso adecuado de eso llamado
“sentido común”. Y para ello lo primero es... no temer
perderla. Cuando los padres temen perder su autoridad,
comienzan a hacer una utilización irracional, desmedida,
injustificada de ella, para que los hijos se den cuenta de que
son ellos quienes la tienen. Pero de seguro ellos
interpretarán ese desmedido autoritarismo como la evidencia
más firme de que usted la está utilizando de una manera
anómala, que ya no sabe mandar. Y he aquí el segundo consejo,
para mantener la autoridad con los hijos haga un uso racional
de ella.
En este aspecto, es necesario dejar vivir a
nuestros hijos, pues ellos están realizando un proceso
intransferible, que consiste en vivir su propia vida y nadie,
incluidos los padres, puede variar esa realidad. Por tanto,
cuídese de estar sentando pautas constantemente, dando
orientaciones a cada minuto, advirtiéndole en cada momento
cómo hacer cada cosa. Siempre que asiste alguien a mi consulta
con una situación de este tipo le pongo el ejemplo de los
entrenadores de boxeo, quienes entrenan a sus pupilos lo mejor
que pueden, con todo el amor y la dedicación posibles, pero
quien enfrenta al adversario no es el entrenador, no es quien
entrena, sino el pupilo, el entrenado, quien recibió el
entrenamiento. Y cada vez que termina un round o asalto, el
entrenador le da nuevas instrucciones, le corrige supuestas
fallas y vuelve el boxeador al combate, no el entrenador. Y en
ocasiones, el entrenador dice o le grita alguna estrategia
desde su esquina y el boxeador equivoca la táctica y pierde la
pelea por puntos, por RSC o por nocaut. Y no la perdió el
entrenador, la perdió el boxeador.
Y en la vida la función de los padres se semeja
en buena medida a la de un entrenador. Debemos preparar a los
hijos para que celebren su combate con la vida y salgan
victoriosos ante ese difícil contrincante. Pero usted no puede
vivir la vida por su hijo y el aspirar a hacerlo, es otra
postura que atenta contra su autoridad. Dígale más o menos qué
hacer y cómo, pero deje que él le ponga su sello personal y si
desea buscar otras vías y formas, mucho mejor. Estimúlelo.
Otra manera de no mantener la autoridad con los
hijos es exigirles un tributo por ser hijos nuestros, por la
crianza dada, por la inversión hecha en ellos. Y no se alarme
con esto que acaba de leer, pues he conocido un número no
despreciable de padres que cobran esto a sus hijos y les
reclaman dinero, que se ocupen de ellos, que les presten
ayuda, que no los dejen solos, que les resuelvan sus
problemas, etc. Y necesitan asumir esta actitud simplemente
porque perdieron su autoridad y también el verdadero afecto
de sus hijos debido a su propia mezquindad. Ellos, en la
generalidad de los casos, les recuerdan que no les pidieron
que los hicieran o parieran, con lo que tratan de evitar la
manipulación de sus sentimientos.
Si usted no desea perder la autoridad ante sus
hijos, no tema perderla, no sea autoritario, no la utilice
mal, sea flexible, tenga en cuenta que cada día que pasa sus
hijos lo necesitarán de una manera diferente, aunque parezca
que ya no lo necesitan.
“Mensaje a los padres y las madres”
I. Las drogas se han convertido en un flagelo
para la humanidad, principalmente entre los adolescentes y
jóvenes de casi todas las latitudes. La cafeína, la nicotina,
el alcohol y la marihuana ocupan los primeros lugares entre
las más utilizadas, pero hay otras que constituyen un grupo
muy peligroso y cada vez en aumento, la cocaína en sus
diversas formas, los inhalantes y los psicofármacos. Aunque
cada una de ellas tiene un cuadro clínico diferente, la
conducta adictiva es el denominador común a todas. Y sobre
este particular trata el consejo que brindamos a continuación.
La conducta adictiva o de dependencia se
caracteriza por la incapacidad de desprendimiento de algo (o
alguien), lo cual limita la libertad del sujeto en relación
con ese algo y cuya ausencia provoca diversos malestares
físicos y psicológicos, de variable gravedad y duración, los
que pueden ser revertidos por el adicto o dependiente.
Por tanto, cualquier conducta con estos
requisitos mínimos, puede predisponer al sujeto para el
desarrollo de una drogodependencia. Claro está, en ocasiones
esta conducta es normal en parte de la vida del niño, como por
ejemplo, su dependencia de la madre como fuente de protección
y nutrición, o en el adolescente, su dependencia al grupo de
iguales o a un determinado compañero, el clásico compinche o
amigo preferido. No es a estos rasgos normales a los que
hacemos referencia.
Más bien se trata de otras evidencias nocivas
en la actitud del adolescente, en apariencia naturales. Por
ejemplo, cuando consume su tiempo en actividades poco
importantes como el juego en cualquiera de sus formas: billar,
máquinas computarizadas, carreras y peleas de animales, dados,
barajas, etc., en detrimento de otras de mayor utilidad: el
estudio, la sana recreación, la familia, etc. Este tipo de
entretenimiento se convierte en adictivo cuando se gasta
dinero y tiempo en mayor cantidad de lo que se propone el
sujeto, o cuando se repite a pesar de los trastornos
ocasionados, como pueden ser ausencias a clases por el juego,
deudas, conflictos ante la imposibilidad de pagarlas o hurtos
de dinero a los familiares para saldarlas. Cuando todo esto
ocurre estamos ante el llamado “juego patológico”, porque ya
existe dependencia de él, es una enfermedad del control de los
impulsos. En estos individuos hay mayores posibilidades para
la instalación de otras dependencias que en quienes no
presentan estos problemas.
Los padres deben dosificar este tipo de
actividad y evitar por todos los medios la realización de
apuestas, que pueden actuar como reforzadoras de esa conducta,
tanto cuando se obtiene éxito y se juega para continuar
lográndolo, como cuando se pierde y se trata de recuperar lo
perdido.
Otra manifestación de conducta adictiva es la
utilización de la televisión como vía evasiva, cuando el
adolescente se mantiene durante muchas horas inmerso en
semejante mundo, ajeno a la realidad, que le impide, aunque
sea temporalmente, pensar o reflexionar sobre sus propios
problemas. Igual dependencia se observa en muchos relacionados
con la música, sobre todo con el hard rock o rock duro, por la
cual tienen predilección los suicidas. En estos casos es
prudente que el adolescente desarrolle diversos intereses, que
tenga varios amigos y el apoyo familiar, condiciones
necesarias para evitar dichos comportamientos anormales.
También pueden hacer suponer una adicción en
nuestros adolescentes, los cambios en la conducta, por
ejemplo el hábito de fumar, cuando nunca antes lo había
realizado, el consumo de bebidas alcohólicas con frecuencia
creciente, señales de pinchazos en antebrazos o la cara
anterior de los muslos, ulceraciones o sangramientos nasales
por aspiración de cocaína, demanda progresiva de dinero para
pagar deudas, hurto o robo de sumas importantes de dinero a
los familiares, cambio de amigos, sustituyéndolos por otros
que también consumen drogas, empleo del lenguaje marginal de
estos grupos, o la jerga propia de la sustancia que consumen
diferente para cada cultura. Frente a cualquiera de estas
manifestaciones lo más aconsejable, antes de asumir una
actitud punitiva, es pedir ayuda especializada, pues la
drogadicción, en tanto trastorno grave de la conducta, es
también una enfermedad de causa múltiple, que requiere
tratamiento médico.
II. La condición de adultos nos ofrece la
posibilidad de planificar nuestra vida, de asumir una actitud
activa ante las dificultades y sus soluciones. Eso no ocurre
en la niñez, y en la adolescencia, aunque la validez es mayor,
aún persisten lazos de dependencia que la limitan.
El papel de los padres en la conformación de la
personalidad de los hijos tiene una importancia capital, y en
muchas ocasiones, si no hay un correcto clima emocional
familiar, las consecuencias en los hijos pueden ser graves y
determinar la aparición de diversos grados de patología
mental.
Hay un grupo de factores denominados de riesgo,
que aumentan las posibilidades de manifestar un trastorno, una
enfermedad, un comportamiento anómalo.
Por ejemplo, el divorcio de los padres o la
separación, influye de forma negativa en la psiquis de los
hijos, ocasionándoles diversos tipos de problemas, entre los
que cabe mencionar los emocionales, como la depresión, los
sentimientos de culpa por la desavenencia, el rechazo hacia el
progenitor que se queda y la añoranza por el que se ha ido; la
aparición de dificultades con el rendimiento escolar,
inexistentes antes de la ruptura; la inseguridad al perder una
fuente de protección y apoyo, lo cual puede desencadenar
ansiedad, trastornos de la conducta de tipo disocial o
antisocial, así como sentimientos de incompetencia en la
comunicación con sus iguales.
Las malas relaciones entre los padres, sin que
se llegue a la ruptura, también entrañan serias contrariedades
para los hijos, quienes pueden comenzar a presentar una
agresividad, muy similar a la que están contemplando, en sus
relaciones con otros niños, en el propio hogar y en la
escuela. Pueden iniciar síntomas como son la enuresis, o sea,
se orinan en la cama, se empiezan a comer las uñas, se les
afectan el apetito y el sueño, aparece caída del pelo en forma
de pesetas o sacabocados, o caída de las cejas, tendencia al
aislamiento o a solidarizarse con el progenitor víctima, y
experimentar un miedo excesivo hacia el que inicia las
discusiones o las peleas.
El abuso o maltrato infantil es otro problema
muy frecuente y muy dañino para la víctima. Por el maltrato de
sus padres muchos niños han fallecido o han sufrido graves
complicaciones derivadas de esta conducta de sus progenitores.
De inicio, cuando los padres tratan mal a un hijo se produce
una profunda distorsión de la comunicación paterno-filial y de
la imagen que el niño va adquiriendo de ellos, lo cual
perjudicará sus futuras relaciones interpersonales, como
parte de la afectación más general que él padecerá. Y entre
los trastornos más frecuentes están el desarrollo de una
personalidad anormal, que puede manifestarse con tendencias
antisociales; diversos hábitos para mitigar el dolor de su
existencia o llevar una vida enajenada; depresiones; intentos
de suicidio en busca de una vía para poner fin a sus
sufrimientos.
La imagen que los hijos tienen de sus padres
también puede ser un factor de riesgo, sobre todo cuando ésta
genera grados variables de malestar en ellos. De hecho, un
padre ausente emocionalmente de sus hijos, no interesado por
sus logros y sus fracasos, que no esté a su lado en “las
verdes y las maduras”, muy poca o ninguna seguridad puede
generar en su descendencia. Un padre o una madre que en su
modo de vida incluya el llanto frecuente como forma de
comunicarse y relacionarse con los demás, o asuma papeles de
víctima, muy poca posibilidad dará a sus niños y adolescentes
de que le confíen sus problemas y sus intimidades, y ellos
crecerán con sentimientos de soledad. También hay que
mencionar a los padres con problemas de conducta,
transgresores de las normas sociales, quienes los pueden
transmitir a sus hijos y ellos presentarlos por simple
imitación.
Usted es la persona más importante para su
hijo, para su desarrollo físico, mental y social. Esa
responsabilidad nunca la debe olvidar.
III. Así como existen factores de riesgo ya
señalados que repercuten de forma adversa en el desarrollo de
la personalidad del niño, existen también los llamados
factores protectores o condiciones para dar seguridad a su
salud.
¿Cuáles son esos factores?
1. El amor entre los padres y de éstos hacia
los hijos. Una familia unida es una fuente de seguridad para
todos sus integrantes, por lo que nunca serán muchos los
esfuerzos para lograr este objetivo. Como parte de este amor
está la aceptación de cada uno en su individualidad y
diferencias. Esto cuesta mucho trabajo, porque los padres
pretenden que sus hijos sean a su imagen y semejanza; es el
error de querer recriarse a través de los hijos, y si el padre
quiso ser doctor o ingeniero y no pudo, entonces pone todo su
empeño y esfuerzos para que el hijo llegue a ser lo que él no
pudo.
2. Tener personas significativas en quienes
confiar. No es prudente cuando nuestros hijos nos cuenten sus
dificultades, tomar medidas represivas o asumir actitudes
alarmistas, que silenciarán sus futuras confidencias.
3. También los hijos necesitan tener padres que
les impongan determinados límites a su conducta, y eviten con
ello una utilización desordenada de la libertad, tan dañina a
estas edades. Los límites deben ser racionales, no excesivos
ni arbitrarios, pues perjudican tanto o más que la ausencia de
límites.
4. Los hijos precisan sentirse atendidos en sus
momentos difíciles, como pueden ser las dificultades
escolares, amorosas o cuando padecen alguna enfermedad. Ello
incrementará su seguridad, su autoestima.
5. Tener una opinión positiva de sí mismos, una
autoestima elevada. Para ello es importante destacar sus
buenas cualidades en vez de los defectos, enseñarles
habilidades diversas para enfrentar el estrés y resolver sus
problemas, lo cual favorecerá el surgimiento de sentimientos
favorables hacia sí mismos; desarrollar en ellos la capacidad
de controlar y modular sus emociones, para evitar la
manipulación de sus afectos o dar una respuesta impulsiva o
impensada.
6. La intolerancia de los padres ante las
conductas desviadas. Permitirlas es un estímulo para que sean
repetidas y convertidas en un mal hábito. En este caso es
importante la unidad de criterios en toda la familia al
desaprobar determinada conducta desadaptativa y no sólo la
desaprobación de una parte de ella, pues el niño o adolescente
hará alianzas contra quienes le reprueben su conducta,
solidarizándose con quienes se la aprueban o estimulan. Además
de rechazar las desviaciones, debe controlarse frecuentemente
para que no se estén presentando, y así se desestimulará su
ocurrencia.
7. Es indispensable para los hijos la conducta
de los padres: si los padres nos crecemos ante las
dificultades; si somos dueños de nuestras emociones; si somos
estables en el comportamiento social (familia, trabajo,
vecindario); si conocemos nuestros puntos flojos, nuestras
limitaciones; si somos buenos trabajadores, creativos, no
rutinarios; si sabemos ser responsables, confiables; si
sabemos disfrutar, seguro seremos un buen modelo a imitar por
nuestra descendencia.
“A los hijos: no hacer alianzas”
Este tema está destinado, en especial, a los
hijos cuyos padres tienen problemas matrimoniales y están por
separarse y divorciarse. Va dirigida, desde luego, a aquellos
hijos que son adolescentes o jóvenes, no así a los niños que
en la mayoría de las ocasiones harán lógica alianza con la
madre, su fuente de nutrición, protección y seguridad en estas
edades.
Generalmente, si hay hembras y varones entre
ellos, se efectuará una distribución en las alianzas. Algunos
defenderán al padre en sus razones y otros, a la madre. Los
unidos al padre tendrán problemas en sus relaciones con la
madre y con los hermanos que la apoyan. Los otros sufrirán las
reprimendas del grupo contrario.
Pero no se les puede olvidar que han formado
alianza con su padre, en contra de su madre y viceversa. Es
decir, no la forman con un ser querido en contra de un
enemigo, sino en contra de otro ser querido, de ahí su
inconveniente.
El adolescente o el joven que se una a un
progenitor en contra del otro, tendrá desde ese momento un
progenitor y un enemigo, en vez de dos progenitores. Esto no
debiera ser, pero sucede.
Una postura inteligente sería tratar de no
inmiscuirse en esos asuntos y sólo hacerlo si se les pide
opinión, la cual deben dar con una imparcialidad a toda
prueba. Sé que resulta difícil para un adolescente o un joven
no tomar partido en este tipo de situación, pero deben
ocuparse de sus propios asuntos y dejar a los adultos resolver
el problema por sí solos de forma civilizada.
Aunque sean sus padres, recuerden ese viejo
refrán que dice “entre marido y mujer nadie se debe meter”. Y
eso es válido también para ustedes.
Además de los inconvenientes ocasionados por
dichas alianzas en la relación paterno filial, otro tanto
ocurre entre los hermanos, quienes establecerán rencillas
personales, disputas, rencores, y esto, lógicamente, los
marcará en lo adelante.
Las peleas pueden influir desfavorablemente,
porque un progenitor puede al atacar afectar la imagen del
otro y profundizar más aún los problemas de relación en la
familia. Por último, además del refrán anterior que es válido,
como ya dije, para aplicar con sus padres, no olvide que “no
se puede ser juez y parte”. Y este otro refrán le viene a
usted, adolescente o joven con padres en conflictos
matrimoniales, como “anillo al dedo”.
“Para evitar la violencia en las relaciones
interpersonales
Habitualmente se hace mayor énfasis en el
aspecto visible de la violencia, esto es, en el maltrato
físico o psicológico, en la conducta violenta manifiesta en
forma de gritos, amenazas, palabras soeces, injurias, golpes,
empujones, agresiones físicas más severas que pueden ocasionar
daños, mutilar y a veces comprometer la vida del agredido. Sin
embargo, hay otros tipos de violencia, más sutiles, pero no
menos dañinos, patentes en las relaciones interpersonales,
entre sujetos que, en apariencia, no se solidarizan con la
conducta violenta ni la practican conscientemente. A este tipo
es al que me quiero referir.
Así es, hay formas de comportamiento, en
apariencia normales, que son violentas, pues tratan de forzar
una situación a su antojo; por ejemplo, cuando nos inmiscuimos
en la vida ajena sin que nos pidan un criterio u opinión, sólo
porque esa persona no está actuando como lo haríamos nosotros,
como si fuéramos el modelo a seguir, y considerar a todo lo
diferente de ese supuesto “modelo de normalidad”, como algo
que hay que modificar, cambiar, rehacer.
Otra manera de manifestarse la violencia
doméstica es cuando se desconocen los atributos positivos de
la pareja o son objeto de burla. Así, una profesional con
éxitos en su vida científica se queja de la recriminación de
su esposo porque “lo único que haces últimamente es estudiar y
escribir”, a pesar de ella haber sido capaz de complementar su
actividad científica con la atención a la familia.
En ocasiones, el silencio es una forma de
violencia en las relaciones interpersonales, pues privan a los
seres humanos de la tan necesaria comunicación. Esto se hace
más evidente cuando las parejas no viven solas, sino con la
familia de uno de los cónyuges. En este caso, el cónyuge que
propicia el silencio, mantiene el trato con los otros miembros
de su familia y deja “abandonado al silencio” al que no tiene
familia alguna en ese medio. Si bien puede conversar con otros
convivientes, la calidad de la comunicación se encontrará
comprometida de manera importante.
Otra forma de violencia en las relaciones
interpersonales es cuando se trata de subordinar los intereses
de la familia a los de uno de sus miembros, cuando ni siquiera
son los importantes en ese momento. Así, por ejemplo, se
quiere poner a todos en función del niño enfermo y éste sólo
tiene un catarro común. O que el esposo espere a su pareja
para ir al trabajo, cuando ella habitualmente llega retrasada.
O que los niños y adolescentes sufran la pérdida de un ser
querido con las mismas manifestaciones de duelo que el adulto.
También es conducta violenta la manipulación
del sexo, es decir, utilizar las relaciones sexuales como un
arma contra la pareja. Y es el caso cuando un cónyuge se
molesta con el otro y deja de tener relaciones sexuales varios
días, aunque la molestia bien podía ser resuelta en cinco
minutos. Prolongar innecesariamente los disgustos, es otra
forma de violencia, se dilata el malestar para tener ventajas
en la relación. Ésta debe ser complementaria, no competitiva,
y cuando esto ocurre en la pareja es una forma muy
destructiva, por cierto. Cada cónyuge debe tratar de tener el
mayor éxito en lo que hace y el que tenga menos posibilidades
por uno u otro motivo, debiera sentirse feliz porque su pareja
lo haya logrado, esto no pasa siempre y el éxito se convierte
en motivo de diferencias e incomprensiones por parte unas
veces de quien los obtiene y otras, de quien no los pudo
obtener.
Otra manifestación de violencia es cuando no se
comparten las tareas de la familia y se recargan en uno de sus
integrantes o cuando las tareas no son repartidas de forma
lógica, para que cada cual pueda hacer una utilización más
racional de su tiempo.
En definitiva, la conducta violenta tiene
muchas maneras de manifestarse y debemos evitar que la
anómala forme parte de nuestro comportamiento.
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Notas al pie
1 Profesor
Titular. Especialista de 1er y 2do Grado en Psiquiatría.
Presidente de
la Sección de Suicidiología de la Sociedad Cubana de
Psiquiatría. Fundador de la Sección de Suicidiología de la
Asociación Mundial de Psiquiatría. Miembro del Grupo de la OMS
para la Prevención del Suicidio. Asesor Temporal de la OPS/OMS
para la Prevención del Suicidio en Las Américas. Autor de
varios libros y múltiples artículos sobre el suicidio y su
prevención publicados en Cuba y en el extranjero