Trastornos de
Ansiedad
Laura Ciuca
La ansiedad es una forma de energía
vital. Es condición sine qua non para la
supervivencia del individuo y de la especie. Y la
supervivencia implica cambios, adecuaciones a todo tipo de
condiciones o situaciones, sean previsibles o inesperadas.
La posibilidad de adaptarnos a lo nuevo está asegurada por
la evaluación automática y permanente de la experiencia
almacenada en la memoria (cognitiva o emocional) y el
estimulo actual. Se comparan los datos, si hay
coincidencia se sigue sin cambios, si los datos presentan
alguna asimetría o elemento discordante se revisan y se
hacen los ajustes necesarios. Todo esto en tiempos casi
imperceptibles. La razón última es mantener la
homeostasis o equilibrio de nuestro organismo a
través de microregulaciones costantes.
La ansiedad o el estrés, son normales,
inherentes al individuo. Son adaptativos y funcionales.
Sin una cuota de ansiedad los sistemas biológicos no
podrían vivir, aprender, reproducirse, proyectarse en el
futuro. Sin esa cuota de ansiedad sería imposible
sorprendernos, enamorarnos, enojarnos; la vida carecería
de interés, valor, sabor.
Dijimos que permanentemente comparamos
situaciones pasadas con las presentes o proyectamos, en
base a la experiencia almacenada, situaciones futuras.
Cuando el cerebro percibe un estímulo
que valora como amenaza, se dispara de manera refleja una
cadena de cambios fisiológicos, cognitivos y conductuales
que preparan al sujeto para estas circunstancias:
defensa, ataque o huida. Los músculos se
tensan, el ritmo cardíaco y respiratorio se aceleran, la
mente se vuelve más alerta para poder reaccionar con mayor
rapidez. En ese momento tomamos rápidamente la decisión de
escapar o enfrentar. Este proceso se denomina respuesta
de ansiedad - estrés. El estrés, la ansiedad, es una
respuesta adaptativa, asertiva (adecuada) o no, que
prepara al cuerpo para la emergencia. Pasado el momento,
el organismo vuelve, en la mayoría de los casos, a su
estado inicial, basal.
Estos cambios requieren un esfuerzo
importante tanto para las respuestas como para el
repliegue a las condiciones iniciales, ya sea en lo
emocional (sentimientos) o en lo cognitivo (sistema de
creencias). Si estas condiciones persisten pueden dejar
secuelas fisiológicas.
De acuerdo a los recursos de que
disponga el individuo, los cambios van a ser benignos o
no. El individuo debe poder adaptarse y acomodarse a los
cambios con flexibilidad y creatividad, intelectual,
emocional y conductual. Cuanto más estructurado sea el
individuo, rígido o poco predispuesto a los cambios, mayor
va a ser el impacto traumático, mayor el gasto de energía
empleada y mayor la posibilidad de enfermar y adquirir un
Trastorno de Ansiedad.
Si el individuo vive en estado de
elevada y permanente inquietud sin motivo u objeto real
estresante (para un observador), si tiene un permanente
malestar o tensión, si lo habitual le implica gran
esfuerzo físico o mental y percibe todo como amenazante,
si se siente sobresaltado, irascible o angustiado podemos
considerar que la ansiedad es patológica.
El elevado monto de ansiedad y la
cualidad del malestar que provoca es indicador de
patología.
Dijimos que después de responder al
estimulo el organismo vuelve a su estado basal, si esto no
ocurre es indicador de patología lo mismo que la
cronicidad del estado ansioso elevado.
Es de esperar que después de un hecho
conmovedor se esté por unas horas o días (según la
magnitud y el significado que se le de) tensionado,
sobreexcitado, con pesadillas, flashbacks o por lo
menos preocupado e inquieto. Ahora ¿por qué algunas
personas pueden adaptares a ese tipo de situación y otras
no y enferman? Seguramente las primeras dispusieron de los
recursos de adaptabilidad, flexibilidad, contención
familiar y social, o encontraron una explicación aceptable
a la situación.
El concepto de resiliencia es
tomado de la física y alude a la capacidad de los metales
de volver a su estado inicial después de un impacto.
Aplicado a los seres humanos implica la capacidad de
encontrar, en la adversidad, los recursos necesarios para
resolver la situación en cuestión y salir fortalecidos.
El cerebro humano, como todo nuestro
organismo, trata de mantener su homeostasis, su
equilibrio, funcionando entre determinados parámetros o
umbrales de tolerancia. Si los estímulos que nos rodean
están por debajo de estos umbrales y no son muy
frecuentes, nuestro cerebro no los percibe. Si los
estímulos son violentos, o repetitivos, y superan estos
umbrales, sobrepasan la posibilidad de procesamiento
cerebral y producen un bloqueo o una disfunción
(trastorno) que puede llevar a una paralización ante un
hecho percibido como amenazante, fallando las opciones de
lucha o huida.
Las inscripciones o huellas mnésicas
son pasibles de procesamiento, de incorporarse de manera
lógica y ordenada a la cadena de experiencias/aprendizajes
denominada memoria, sólo si están dentro de los limites
siguientes: estímulos bajos y repetitivos o estímulos
moderados a fuertes pero enmarcados entre rangos o
umbrales tolerables. El nivel de tolerancia a los
estímulos, tanto internos como externos, es intrínseco y
varia de un individuo a otro.
Nixon, en 1982, describió la "Curva de
la Función Humana" donde muestra la relación entre la
activación biológica y la capacidad adaptativa. Plantea
que la respuesta elegida debe ser acorde al estímulo y a
los parámetros fisiológicos, debe ser asertiva y entrar en
consonancia con los cambios fisiológicos. Esto almacenado
como una experiencia positiva, estimulante, puede
optimizar futuras respuestas. Si los estímulos sobrepasan
la curva normal o no hay relación entre el estímulo y la
respuesta o reacción fisiológica, esto es, cuando se
sobrepasa el punto optimo de la curva
rendimiento-activación, comienza el descenso hasta que el
"fracaso adaptativo" termina colapsando el sistema
biológico.
Al respecto Cía refiere: "Durante el
periodo de descenso del rendimiento, que puede durar desde
varios meses a dos años, todos los individuos presentan un
perfil de respuesta similar al obtenido en las neurosis
experimentales pavlovianas. El sujeto tiende a estar
ansioso, irritable e insomne, con alteraciones del humor,
disminución del rendimiento psicofisico y del apetito y
con sensación de cansancio desde la mañana. Este estado
implica una mayor vulnerabilidad ante nuevos agentes
estresantes, que se objetiva en diferentes parámetros
biológicos reveladores de la falta de modulación cortical
(hipercotisolismo con hiperglucemia, hiperlipidemia,
hiperuricemia, hipercoagulabilidad, hipertensión arterial
y retención hídrica). Esta vulnerabilidad es bien conocida
por los clínicos y por los investigadores de laboratorio"
1.
En el mismo sentido un modelo de
experimentación, kindling, muestra cómo se modifica
el umbral convulsivo en animales de laboratorio: se
aplican pequeñas descargas eléctricas subumbrales de forma
periódica y repetida que terminan generando una respuesta
convulsiva frente a un estimulo (descarga) que antes no
producía una convulsión. Este hacho pone de manifiesto una
serie de cambios neurobiológicos subyacentes que, tal como
sucede en el condicionamiento clásico, modifica la
respuesta. Si el experimento se prolonga puede ocurrir que
el animal desarrolle un síndrome epileptoide, o sea que
las convulsiones ya no dependan de un estimulo sino que
devengan espontáneamente. Esto indica que la acumulación
de cantidades de tensión, ansiedad, estrés, o cualquier
estimulo, provoca cambios cualitativos en la neurobiología
cerebral.
Los trastornos de ansiedad, o el tipo
de trastorno de ansiedad que va desarrollar un individuo
depende de numerosos factores: genéticos (vulnerabilidad
trasmitida o heredada), biológicos (disfunciones por falta
o exceso en la neurotransmisión), familiares (modelado) y
sociales (eventos adversos).
La expresión de los trastornos de
ansiedad va a involucrar, según el Modelo Tripartito de la
Ansiedad de Lang, respuestas en tres sistemas:
comportamental, fisiológico y verbal o cognitivo (Lang
1985). Si bien los tres sistemas están implicados en todos
los trastornos de ansiedad, uno de ellos siempre va a
cobrar mayor relevancia que los dos restantes, erigiéndose
en indicador o posibilitando el diagnóstico diferencial.
- Ataque de Pánico sin Agorafobia
- Ataque de Pánico con Agorafobia
- Agorafobia sin historia de Ataque de
Pánico
- Fobia especifica
- Fobia social o trastorno de ansiedad
social
- Trastorno obsesivo-compulsivo
- Trastorno por estrés postraumático
- Trastorno por estrés agudo
- Trastorno de ansiedad generalizada
- Trastorno de ansiedad debido a
enfermedad medica
- Trastorno de ansiedad inducido por
sustancias
- Trastorno de ansiedad no especificado
Para este trabajo vamos a describir el
Ataque de Pánico, el Trastorno de Ansiedad Social, el
Trastorno de Ansiedad Generalizada y el Trastorno por
Estrés Postraumático.
En el DSM IV, dentro del capitulo
Trastornos de Ansiedad, el Ataque de Pánico figura con el
título de Trastorno de Angustia. Pero, si bien son usados
casi como sinónimos, el concepto de ansiedad remite a "un
estado de malestar psicofisico caracterizado por una
sensación de inquietud, intranquilidad, inseguridad o
desasosiego ante lo que se vivencia como una amenaza
inminente y de causa indefinida", en tanto el concepto de
angustia remite a "constricción, sofocación, estrechez u
opresión, y se refiere indudablemente a la sensación de
opresión precordial y epigástrica con el desasosiego que
la caracteriza. La angustia es una manifestación emocional
caracterizada por un temor a lo desconocido o a lo
amenazante"
2.
Como podemos ver, la angustia remite
más a sensaciones neurovegetativas o somáticas en donde
está implicado el Sistema Nervioso Vegetativo, y
justamente el pánico involucra primariamente al componente
fisiológico de manera más aguda y violenta que al
comportamental o al cognitivo, si lo evaluamos de acuerdo
al Sistema Tripartito de Lang.
Una crisis o ataque de pánico consiste,
según los criterios del DSM IV, en la aparición temporal y
aislada de miedo o malestar intensos acompañados de cuatro
o más de los siguientes síntomas que se inician
bruscamente y alcanzan su máxima expresión dentro de los
primeros diez minutos:
Palpitaciones o taquicardia
Sudoración
Temblores o sacudidas
Sensación de ahogo
Sensación de atragantamiento
Opresión o malestar torácico
Nauseas o molestias abdominales
Inestabilidad, mareo o sensación de
desmayo
Parestesias
Escalofríos o sofocación
Síntomas cognitivos:
Desrealización o despersonalización
Miedo a volverse loco o descontrolarse
Miedo a morir
Es notable la prevalencia de los signos
fisiológicos y somáticos sobre los cognitivos.
Las palpitaciones, taquicardia, la
hiperventilación, la sensación de ahogo, la sensación de
pérdida del control del cuerpo y del mundo
(despersonalización y desrealización), la sensación de
muerte inminente, son tan francas, tan intensas, que el
individuo tiene casi la certeza de que algo grave le está
pasando, como tener un infarto o volverse loco. El primer
profesional que consulta es el cardiólogo o el médico
clínico. Esto las más de las veces hace que el ataque de
pánico demore en ser diagnosticado.
El DSM IV exige para que haya Ataque de
Pánico la presencia de ataques de pánico recurrentes e
inesperados, y que al menos una de las crisis halla sido
seguida durante un mes (o más) de uno (o más) de los
siguientes síntomas:
Inquietud persistente ante la
posibilidad de tener más crisis.
Preocupación por las consecuencias o
implicancias de la crisis.
Cambio significativo del comportamiento
relacionado con las crisis.
Los ataques de pánico no responden a
los efectos fisiológicos de una sustancia o a una
enfermedad, no pueden explicarse mejor por otro trastorno
mental y pueden ocurrir con o sin Agorafobia. (Criterios C
y D).
En los Trastornos de Ansiedad los
pacientes tienen miedos o preocupaciones
relacionados a temas variados y situaciones futuras. El
contenido del miedo es un indicador importante del
tipo de padecimiento (además de los síntomas fisiológicos,
cognitivos o conductuales).
¿A qué le tiene miedo el individuo que
ha sufrido un ataque de pánico? Básicamente a que éste se
repita. Es muy frecuente en las consultas que los
pacientes digan "tengo miedo a que me pase otra vez".
Esto es conocido como miedo al miedo o ansiedad
anticipatoria.
Después de la primera crisis de pánico
el paciente queda preocupado por la posibilidad de
aparición de nuevos ataques, lo que genera un estado de
ansiedad permanente o crónico y la necesidad de un
monitoreo continuo de sus sensaciones internas. De alguna
manera esto funciona como un principio autoimpelente para
gatillar nuevas crisis, tanto por el estrés que genera
como por la hipersensibilidad adquirida. El contenido del
miedo puede extrapolarse y tomar forma verbal o ideativa
de "tengo miedo a que me pase de nuevo y no haya quien
que me ayude" o "tengo miedo a que me pase de nuevo
y no me pueda escapar de ahí". El individuo comienza a
necesitar la compañía de alguien confiable y protector que
provea la sensación de reaseguro: "voy si me acompañas"
o "solo no voy".
Quienes padecieron ataques de pánico en
su gran mayoría (95%) evitan el lugar donde sucedió
el primer ataque, luego evitan los lugares que
remiten a situaciones parecidas y finalmente todos
los lugares donde escaparse, huir, no poder ser ayudados o
no poder tener la situación bajo control se vuelve
dificultosa. El monitoreo permanente (atención selectiva)
de situaciones o lugares considerados amenazantes además
de ser muy estresante induce a que el individuo los evite
sistemáticamente. Esta conducta es conocida como
evitación fóbica.
La Agorafobia definida como miedo a
sentirse solo, desamparado, sin escape e imposibilitado de
recibir asistencia en caso de tener una crisis tiene una
tasa altísima de comorbilidad con el Ataque de Pánico.
Esto limita la actividad social, laboral y familiar del
individuo y de sus allegados -que deben cuidarlo-. Cada
salida se torna un padecimiento, lo que lleva a restringir
cada vez más el perímetro de movilización. Es usual la
verbalización de la sensación de aprensión a los
ascensores, a viajar en subte o en avión, a estar en
lugares pequeños y cerrados, hacia los lugares
semiabiertos en donde huir se hace difícil (de hecho se
ubican lo más cercano a alguna salida), hacia lugares con
muchedumbre, etcétera. Ahora, no necesariamente el
estimulo adversivo debe estar presente sino que la simple
evocación de una situación temida puede provocar la
sintomatología típica de este trastorno. La recursividad
discursiva es un fenómeno en donde el plano imaginario y
el real se nivelan. No hace falta que el estimulo aparezca
en el campo visual del paciente para que éste lo
experimente como si lo estuviera realmente. Una paciente
que tenía ataques de pánico necesitaba viajar en avión y
esto le provocaba un intenso malestar, refería terror a
subirse a un avión -lo mismo que a subir a ascensores
herméticos-, no soportaba siquiera la idea de estar
"envasada" en estos lugares. Se propuso, como terapia de
desensibilización, la exposición gradual: tuvo que
imaginarse en un momento determinado pasando por la
"manga" que lleva al interior del avión, la simple idea de
pasar por ahí le provocó una reacción muy violenta,
repetía "no, por ahí no voy a subir, ni loca", comenzó a
gesticular, a ruborizarse y a tirarse hacía atrás con la
silla. Había anulado el contexto real, el consultorio, y
la manifestación era cómo si hubiese estado en ése momento
en el avión.
Factores facilitadotes y latencia
Antes de la aparición de la primera
crisis de pánico se infiere que hubo una serie de factores
y eventos estresantes que fueron estimulando crónicamente
el sistema nervioso simpático creando cierta
vulnerabilidad para que se gatille el ataque (aun cuando
entre esos eventos y la crisis medie un tiempo).
Haciendo un paralelo con el fenómeno
kindling, los ataques de pánico no aparecen
necesariamente desencadenados por algún factor objetivo
sino que, después de las primeras crisis se vuelven
espontáneos, autónomos. La hipótesis es que el sistema de
alarma, o sea el sistema nervioso vegetativo, está
hipersensible y produce descargas de noradrenalina y de
adrenalina que desencadenarían la crisis o la alarma.
Dentro de este sistema, el encargado de la respuesta de
alarma es el sistema nervioso simpático. Ante una amenaza
real el sistema de alarma se activa produciendo los
síntomas mencionados. En el caso de una crisis de pánico,
la respuesta de alarma puede gatillarse de forma
espontánea, como falsa alarma, y la respuesta es
semejante a la de la amenaza verdadera, tal como se vio en
la paciente del ejemplo anterior.
La edad de inicio de estas crisis es
generalmente entre los 25 y 30 años, con una prevalencia
de cuatro mujeres a tres hombres. Se estima que uno de
cada diez individuos ha tenido una crisis de pánico
aislada, que uno de cada treinta padece este trastorno con
curso crónico y fluctuante, que los ataques de pánico
conllevan en un 95% Agorafobia, que puede remitir de forma
espontánea y aparecer después de meses o años, y su curso
es crónico y fluctuante.
Por comorbilidad se entiende la
concurrencia de dos o más trastornos en el mismo
individuo.
El Ataque de Pánico puede tener las
siguientes comorbilidades:
Depresión mayor 33%
Agorafobia 80 - 90%
Fobia social 28%
TOC 15%
Trastorno de personalidad 40%
Personalidad evitativa 20%
Trastorno de Ansiedad Social o Fobia
Social
El reconocimiento de la Fobia Social
como categoría diagnóstica se hizo por primera vez en 1980
con su inclusión en la tercera edición del DSM III.
El Trastorno de Ansiedad Social, TAS,
es el desorden de ansiedad que más prevalencia tiene en la
poblacion
4.
Una de cada ocho personas lo padece. Habitualmente se
manifiesta en la infancia tardía o en la adolescencia,
cuando la interacción social es más acentuada. Puede tener
como antecedente la ansiedad de separación infantil que,
si bien no es prodrómico, puede ser un factor de riesgo o
indicador.
El DSM IV menciona como característica
esencial el miedo persistente y acusado a situaciones o
actuaciones en público que resulten embarazosas. Lo que
más teme una persona que padece este trastorno es ser
criticado negativamente por los demás. De esta forma,
cualquier exposición frente a un público como hablar (el
más temido), comer, dar un examen oral, ir a una
entrevista laboral o entablar una charla con una persona
desconocida, resulta extremadamente ansiógeno disparando
una serie de síntomas fisiológicos, cognitivos y
comportamentales. Muchas veces sólo imaginar la
posibilidad de tener que enfrentar una situación temida
gatilla la respuesta de alarma. La preocupación excesiva
por el desempeño en una situación futura es conocida como
ansiedad anticipatoria o miedo al miedo, como lo hemos
mencionado anteriormente.
No saber que decir, que hacer, como
desempeñarse, temor a decir algo que no sea inteligente,
divertido o acertado. Temor "al papelón".
Taquicardia, temblores, sudoración,
ruborización, sensación de ahogo, malestar abdominal,
incremento de la tensión muscular, cambio en el tono de
voz y tensión en las cuerdas vocales.
Evitación de las situaciones sociales
temidas.
Los síntomas pueden aparecer bajo la
forma de un ataque de pánico situacional. Un paciente
llega a la consulta derivado por el cardiólogo y dice:
"mire, yo fui al médico para que me medique, no sé, que me
dé algo. Yo creo que me voy a morir de un infarto...
aparte no puedo dormir, me despierto y pienso y digo ¿y si
se me olvidan las palabras, y si me quedo en blanco? No
sé... la otra vez me pasó lo mismo, pero ahora es como que
me estoy preparando para lo peor... y cuando lo pienso me
pongo mal y pienso que me va a dar un infarto. Mire, ve?
(extiende las manos). Ya las manos las tengo transpiradas
y me tiemblan de solo pensar. A parte me pongo colorado y
yo ya sé que me voy a poner colorado y me cambia la voz y
esto hace que me ponga más colorado. No sé, necesito algo
para no pensar más, para calmarme. Es que me juego la vida
y tiene que salir bien. Están ahí los jefes y yo voy a
hablar. Me juego la vida, es mi futuro. Aparte no puedo
zafar más... pensé en enfermarme, no sé, en inventar algo
pero no se puede vivir así. No puedo zafar más. El tema es
que no puedo preparar lo que voy a decir porque ya me
pongo nervioso. Fui al médico porque ayer casi me muero,
creí que me iba a morir: me empezó a latir el corazón mal,
como que se me salía, y me asusté, creí que me iba a
morir, estaba temblando. Era como si me moría de frío, así
temblaba. En realidad me quería escapar, quería salirme de
mí, quería salir corriendo. Así no llego, me voy a volver
loco o me voy a morir de un infarto. No sé, necesito una
pastilla, algo..."
Este paciente de 30 años tenía que dar
una charla ante sus compañeros y sus jefes en un mes. El
temor a ser criticado y la idea de que sus síntomas se
noten (rubor, temblor, sudoración, taquicardia, cambio de
voz), de bloquearse, creer que va a morir o va a volverse
loco (síntomas cognitivos) provocan un incremento
desmedido de la ansiedad (ansiedad anticipatoria). También
el anticiparse a la situación temida ("me despierto y
pienso, yo ya sé que me va a pasar") hace que la
persona esté tensionada, alerta, con permanente estrés (hiperactivación
o arousal) sin que el estimulo esté presente (falsa
alarma). El componente comportamental definitorio de la
Fobia Social es la evitación fóbica y es notorio el
esfuerzo de este paciente por evitar el afrontamiento de
esa situación, exponerse ("no puedo zafar más"). El
temor característico del que padeció una crisis de pánico,
el miedo que vuelva a pasarle de nuevo ("la otra vez me
pasó lo mismo"). El paciente en el momento de la
consulta o en el momento de pensar en el estímulo
adversivo (hablar en público) está vivenciando el futuro
(la charla que va a dar) como si fuera en el aquí y
ahorra, lo que provocó que se gatille la crisis de pánico
(ataque de pánico situacional) el día anterior de la
consulta ("ayer casi me muero..."). La evaluación
desmesurada de la situación y sus consecuencias ("me
juego la vida") hace que los síntomas cognitivos y
fisiológicos se exacerben y es otra característica de los
Trastornos de Ansiedad.
Un elemento que diferencia el Ataque de
Pánico de la Fobia Social, como acabamos de ver en el
ejemplo anterior, involucra el componente cognitivo. La
situación (estímulo) desencadenante de los síntomas es
indicadora para hacer el diagnostico diferencial. La
persona que padece TAS teme la exposición en público, cómo
los demás juzgarán de su desempeño, el miedo al "papelón",
a hacer el ridículo, o que los síntomas (ruborización,
temblor, sudoración etc.) sean visibles. Quien padece
Ataque de Pánico teme que volver a tener una crisis y que
en esa situación nadie lo pueda socorrer o no pueda huir
de ella. El primero es el miedo ante la posibilidad de ser
evaluado negativamente o tener un mal desempeño. El
segundo es el miedo ante la posibilidad de quedar
desamparado en caso de tener una crisis.
Otro elemento que diferencia el
Trastorno de Ansiedad Social del Ataque de Pánico es la
presencia / ausencia de un estimulo desencadenante. En el
primer caso (TAS) se necesita un estimulo real o evocado
(falsa alarma) para que se dispare la respuesta de alarma
(o falsa alarma). En el segundo (AP) la crisis se puede
gatillar espontáneamente, sin estimulo.
Para contrarrestar los síntomas muchos
pacientes suelen, antes de enfrentar una situación
ansiógena, recurrir a la ingesta de bebidas alcohólicas o
consumo de ansiolíticos o drogas lo cual explica la alta
comorbilidad con el alcoholismo y abuso de sustancias.
El TAS se presenta en dos formas: una
no generalizada y otra generalizada.
Los temores están circunscriptos a
ciertas situaciones de desempeño social como hablar o
estar frente al público. Temor a que los síntomas de
ruborización, sudoración o temblor se noten, aumentando el
sentimiento de vergüenza o malestar.
Prácticamente abarca todas las áreas de
desempeño social. Hablar o contestar cosas simples, salir
de compras, cruzar la calle, etcétera.
Lo que diferencia la ansiedad normal
que cada uno experimenta ante un estimulo como por ejemplo
hablar en público o ir a una entrevista laboral, de la
ansiedad patológica propia del TAS es lo invalidante.
La calidad de vida en su totalidad se ve alterada. Esta
persona no puede afrontar la situación o si permanece en
ella casi inevitablemente presenta los síntomas descriptos
o llega a una crisis de pánico. También, para que se
considere trastorno tiene que interferir en la actividad
social, laboral y familiar de manera notoria. Las
conductas evitativas tornan invalidante la vida del
individuo restringiendo cada vez más los espacios y
actividades de desempeño, tal como hemos visto que pasa en
el Ataque de Pánico. La evitación fóbica, el estado de
hiperalerta permanente y la atención selectiva para
detectar situaciones u objetos temidos tienen distintas
consecuencias: el individuo no puede concentrarse en otras
actividades, presenta bajo rendimiento académico y hasta
puede llegar a abandonar los estudios, el desarrollo
profesional, interpersonal y social es pobre y limitado,
hay una notoria dependencia afectiva como conducta de
reaseguro, dependencia financiera y la posibilidad de
formar una pareja se ve disminuida.
El curso de la enfermedad tiende a ser
crónico y no remite espontáneamente. Los estudios muestran
que hay una predisposición innata en los individuos con
TAS que los hace más vulnerables a desarrollar este
trastorno. Los factores sociales y el modelado familiar
contribuyen en gran medida. La neurobiología de esta
enfermedad muestra que la función serotonérgica tiene un
papel importante en la etiología de este trastorno.
Temor acusado y persistente por una o
más situaciones sociales o actuaciones en publico en las
que el sujeto se ve expuesto a personas que no pertenecen
al habito familiar o a la posible evaluación por parte de
los demás. El individuo teme actuar de un modo (o mostrar
síntomas de ansiedad) que sean humillantes o embarazosos.
Nota: en los niños es necesario haber demostrado
que sus capacidades para relacionarse socialmente con sus
familiares son normales y han existido siempre, y que la
ansiedad social aparece en las reuniones con individuos de
su misma edad y no solo en cualquier interpelación con un
adulto.
La exposición a situaciones sociales
temidas provoca casi inevitablemente una respuesta
inmediata de ansiedad, que puede tomar la forma de una
crisis de angustia situacional o más o menos relacionada
con una situación. Nota: en los niños la ansiedad
puede traducirse en lloros, berrinches, inhibición o
retraimiento en situaciones sociales donde los asistentes
no pertenecen al marco familiar.
El individuo reconoce que este temor es
excesivo o irracional. Nota: en los niños puede
faltar este reconocimiento.
Las situaciones sociales o actuaciones
en público temidas se evitan o bien se experimentan con
ansiedad o malestar intensos.
Los comportamientos de evitación, la
anticipación ansiosa, o el malestar que aparece en la(s)
situación(es) social(es) o actuación(es) en publico
temida(s) interfieren acusadamente con la rutina normal
del individuo, con sus relaciones laborales (o académicas)
o sociales, o bien producen un malestar clínicamente
significativo.
En los individuos menores de 18 años la
duración del cuadro sintomático debe prolongarse como
mínimo 6 meses.
El miedo o el comportamiento de
evitación no se deben a los efectos fisiológicos directos
de una sustancia (por ejemplo: drogas, fármacos) o de una
enfermedad medica y no pueden explicarse mejor por la
presencia de otro trastorno mental (por ejemplo: trastorno
de angustia con o sin Agorafobia, trastorno de ansiedad
por separación, trastorno dismórfico corporal, un
trastorno generalizado del desarrollo o trastorno
esquizoide de la personalidad).
Si hay una enfermedad medica u otro
trastorno mental, el temor descrito no se relaciona con
estos procesos (por ejemplo: el miedo no es debido a la
tartamudez, a los temblores de la enfermedad de Parkinson
o a la exhibición de conductas alimentarias anormales en
la anorexia nerviosa o en la bulimia nerviosa).
Especificar:
Generalizada: si los temores
hacen referencia a la mayoría de las situaciones sociales
(considerar también el diagnostico adicional de Trastorno
de Personalidad por evitación).
Como ya lo dijimos, el TAS viene
asociado con el abuso de alcohol y el consumo de
sustancias o medicamentos ansiolíticos, con la Depresión,
con el Trastorno de Personalidad por evitación, con Fobias
específicas, con el Ataque de Pánico y con el Trastorno de
ansiedad de separación.
Trastorno de Ansiedad Generalizada,
TAG
El Trastorno de Ansiedad Generalizada
es el trastorno de ansiedad por excelencia y fue
introducido en 1987 en el DSM III R como categoría
diagnóstica. Antiguamente se lo conceptualizaba como una
categoría diagnostica residual.
El curso de la enfermedad es crónico y
recurrente, en algunos casos con una evolución de una o
varias décadas. Las fluctuaciones aparecen en términos de
exacerbaciones y remisiones periódicas. La influencia
genética ronda el 30%, con una prevalencia de tres hombres
a cuatro mujeres.
Ansiedad y preocupación excesivas
(expectación aprensiva) sobre una amplia gama de
acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral
o escolar), que se prolongan más de 6 meses.
Al individuo le resulta difícil
controlar este estado de constante preocupación.
La ansiedad y preocupación se asocian a
tres (o más) de los seis síntomas siguientes (alguno de
los cuales han persistido más de 6 meses). Nota: en
los niños solo se requiere uno de estos síntomas:
Inquietud o impaciencia
Fatigabilidad fácil
Dificultad para concentrarse o tener la
mente en blanco
Irritabilidad
Tensión muscular
Alteraciones del sueño (dificultad para
conciliar o mantener el sueño, o sensación al despertarse
de sueño no reparador).
El centro de la ansiedad y de la
preocupación no se limita a los síntomas de un trastorno
del Eje I; por ejemplo, la ansiedad o preocupación no
hacen referencia a la posibilidad de estar lejos de casa o
de los seres queridos (como en el trastorno de ansiedad
por separación), engordar (como en la anorexia nerviosa),
tener quejas de múltiples síntomas físicos (como en el
trastorno de somatización) o padecer una enfermedad grave
(como en la hipocondría), y la ansiedad y la preocupación
no aparecen exclusivamente en el transcurso de un
trastorno por estrés postraumático.
La ansiedad, la preocupación, y los
síntomas físicos provocan un malestar clínicamente
significativo o un deterioro social, laboral, o de otras
áreas importantes de la actividad del individuo.
Estas alteraciones no se deben a los
efectos fisiológicos directos de una sustancia (por
ejemplo: drogas, fármacos) o a una enfermedad medica (por
ejemplo: hipertiroidismo) y no aparecen exclusivamente en
el transcurso de un trastorno del estado de animo, un
trastorno psicótico o un trastorno generalizado del
desarrollo.
La preocupación excesiva o
expectación aprensiva es el síntoma central del TAG. A
esto se le agrega la necesidad imperiosa de controlar
las situaciones preocupantes. El componente cognitivo
tiene prevalencia por sobre el fisiológico y conductual.
Este tipo de preocupación, a diferencia de los otros
trastornos de ansiedad mencionados, es más existencial,
más difusa y abarcativa, más proyectiva / prospectiva. En
los trastornos descriptos anteriormente el paciente está
involucrado física y emocionalmente, es participe
necesario de la situación. En el TAG puede ser un suceso
remoto, posible, que no tenga como protagonista al
paciente sino a una persona desconocida, a un amigo, a un
familiar. La necesidad de control, de que todo esté
bajo su control, que no haya una situación imprevista sin
una solución adecuada, es imperativa. El individuo se
adelanta a situaciones virtuales, probables, futuras,
construye simultáneamente y en paralelo hipótesis y
soluciones "en caso de" (indefectiblemente las
connotaciones son negativas). La posibilidad de que algo
malo o catastrófico ocurra está sobrevalorada. Las
consecuencias imaginadas son desproporcionadas o el margen
para la posibilidad objetiva, real, es improbable o
relativamente bajo. Es justamente esta característica la
que hace de estos individuos empleados destacados, que no
pueden retirarse del trabajo sin antes poner todo en
orden, arreglar las cosas para el otro día, recordar a los
compañeros sus tareas, adelantarse por si alguno se olvida
de algo o no lo hace bien. Son personas que acumulan
responsabilidades sin poder delegarlas, que necesitan
tener todo ordenado, clasificado y controlado, que sienten
culpa por salir de vacaciones y piensan cuando las toman
si los otros se arreglaran, que llaman por teléfono para
verificar si todo esta bien, si necesitan algo etcétera.
En ocasiones podemos encontrar en sus
bolsillos papelitos donde anotan las tareas que deben
realizar en el día. A medida que van pasando las horas,
los ítems se van tachando y otros se van agregando. La
gran cantidad de tareas y preocupaciones pendientes
dificulta la posibilidad de concentrarse en una actividad
por vez y terminarla. Se dispersan y esto aumenta el
distrés. Paradójicamente pueden, sin embargo, concentrarse
en un objetivo a tal extremo que el mundo externo
desaparece mientras lo realizan.
Por su forma particular de procesar los
eventos, piensan que si un amigo no está llegando en punto
a la cita tuvo un accidente o algo semejante, idea que les
genera gran ansiedad y estrés dado que casi no existe la
posibilidad, en la imaginación, de un hecho ingenuo, no
peligroso, como causal de demora.
Si todo es percibido como amenazante,
problemático o complicado otra característica de estos
individuos será la imposibilidad de disfrutar situaciones
placenteras. Un paciente con TAG terminó festejando la
Navidad solo en su casa porque "en estos días la gente
se emborracha y maneja mal, y donde me invitaron puede
haber un tiroteo, puede ser peligroso". Al
preguntársele si tenía alguna información real sobre el
lugar admitió que nunca había escuchado que fuera
peligroso.
Una paciente tenía que irse de
vacaciones tres días y armó para sus dos hijos un listado,
uno para cada uno, de las cosas que tenían que hacer,
"un ordenador" por días y horas y variantes del tipo
"si llueve mejor ir por la otra calle y ponerse el
piloto azul", "si falta el profesor quedarse en el
colegio hasta la próxima clase", etcétera. El mismo
"ordenador" se lo entregó a la abuela que se quedaba con
los chicos, con el agregado de las tareas propias a ella,
y otro a la persona que habitualmente ayuda en la casa. Se
le pidió que lleve los listados para la sesión siguiente,
sesión en la que entregó varias hojas donde estaban
contempladas las diversas situaciones futuras posibles.
Todas las hipótesis y soluciones respondían a situaciones
con una probabilidad mínima de que sucedan y todas con
cariz negativo.
Otra característica de este tipo de
trastorno es la necesidad de que todo sea claro. La
ambigüedad resulta insoportable y es interpretada de
manera hostil o catastrófica. Gestos y palabras que para
el común pasan desapercibidos son objeto de
interpretaciones cargadas de una intencionalidad siempre
negativa.
Todos los síntomas mencionados son
generalmente egosintónicos y las preocupaciones
autoinducidas, ocupando la mayor parte del tiempo. Cuando
un elemento preocupante desaparece, automáticamente es
reemplazado por otro(s), por muchas tareas etcétera. La
preocupación es hacia los demás: se preocupan por la
humanidad, se sienten responsables por el bienestar y la
seguridad de los otros.
Probablemente la imposibilidad de parar
la cadena asociativa, el pensar, la imposibilidad de
cerrar el circuito neuronal y dejarlo en stand by
sea lo definitorio y desgastante de este trastorno.
Habitualmente el discurso del paciente es "No puedo
parar de pensar. Todo me preocupa, todo me afecta. Por la
noche estoy agotado. Vivo contracturado, con dolor de
cabeza".
El componente conductual involucrado
es, a diferencia de los otros trastornos de ansiedad en
donde la característica es evitar el estimulo adversivo,
la incapacidad del control de la ansiedad (más cognitivo
que comportamental).
El componente fisiológico involucra el
aumento de la vigilancia o estado de hiperalerta (estar en
todo), la dificultad para descansar, tensiones motoras,
inquietud, contracturas, migrañas, palpitaciones,
irritabilidad.
Ataque de Pánico 11%
Fobia Social o TAS 23%
Fobia Especifica 21%
Trastorno Depresivo Mayor 42%
Distimia 8%
Abuso de alcohol 9%
Abuso de drogas 7%
Ninguno (solo TAG) 26%
Trastorno por Estrés Postraumático
El concepto clave en este trastorno es
el de trauma. Sin un trauma no puede haber Trastorno por
Estrés Agudo, TEA, o Trastorno por Estrés Postraumático,
TEPT.
Sin embargo se necesitan varias
condiciones para que esto ocurra: en primer lugar el
trauma debe ser real, debe haber ocurrido auténticamente y
no haber sido fantaseado, imaginado o presupuesto por la
persona. Esto es un índice para hacer un diagnostico
diferencial y separarlo de algún síntoma psicótico, de una
Depresión Mayor, del Trastorno Obsesivo Compulsivo en el
que, además de las imágenes o pensamientos intrusivos, el
sujeto vive bajo permanente stress en su lucha por cumplir
con los rituales para no producir un hecho catastrófico,
del TAG donde las preocupaciones son egosintónicas y
autogeneradas (no se imponen intrusivamente) y la temática
es más cotidiana.
Como conceptualización, el DSM IV
subraya la presencia de trastornos emocionales en un
sujeto, producto de la exposición a eventos de naturaleza
grave o catastrófica. El sujeto tuvo que haber estado
presente, expuesto, o, como mínimo, "le tuvieron que haber
contado" sobre acontecimientos caracterizados por muerte o
por amenazas para su integridad física o la de los demás",
otros que deben ser importantes, significativos para el
individuo. No es lo mismo si a una madre le cuentan cómo
torturaron a su hijo desaparecido, que alguien cuente lo
mismo en una clase de historia sobre las víctimas del
Proceso. No es lo mismo que secuestren un familiar y que
expliquen qué le van a hacer si no se paga el rescate a
enterarse por la TV sobre otro secuestro más.
Desde luego el bombardeo constante con
imágenes violentas durante muchos días seguidos va a
repercutir en la vida afectiva y conductual (kindling).
Este tipo de exposición es la que Terr denominó Eventos
Traumáticos de Tipo II. Es el caso de la hija de 8 años de
una paciente que, viviendo en una provincia del sur
argentino, mira el noticiero todas las noches y se
"empapa" de imágenes violentas como la del corte de la
avenida 9 de Julio en Buenos Aires donde un piquetero
golpeó en la cabeza a un taxista que quería pasar por
allí. Esa misma noche la niña tuvo pesadillas y bien
temprano pidió, muy angustiada, llorando, hablar con el
padre para saber si "él estaba bien y los animalitos del
jardín zoológico". Estas manifestaciones de llanto y la
angustia siguieron por varios días. Lo bueno de este caso
es que la niña pudo poner en palabras sus temores y que,
del otro lado, se encontró la forma de tranquilizarla,
contenerla. Más adelante veremos porqué el contexto
familiar y el dispositivo social son tan importantes para
desarrollar o para poder superar un Trastorno por Estrés
Postraumático, TEPT o un Trastorno por Estrés Agudo, TEA.
También es importante saber que para un niño pequeño
cualquier cuento o información que reciba es o puede ser
tomado como real, no así para un adulto.
Según la magnitud del trauma y como lo
percibió el sujeto, según la evaluación que hizo del hecho
y las implicancias que tiene sobre su vida afectiva,
social, intelectual (impacto), según los factores
mencionados anteriormente y la motivación que tenga para
recuperarse va a depender que la persona desarrolle un
Trastorno por Estrés o no. La evaluación del trauma y sus
implicancias son siempre subjetivas y es por esto que una
misma situación traumática es vivida por algunos
individuos con mucha conmoción y por otros con menos.
Una paciente perteneciente a una
colectividad oriental acude a la consulta con un cuadro de
Trastorno por Estrés Postraumático. Dos años antes de la
consulta se había suicidado en su casa la mama de su
esposo. Siempre vivieron juntos. Quien la encuentra
ahorcada es el esposo que, al gritar, hace que la paciente
acuda al lugar y se encuentre con el impactante cuadro. Al
otro día aparecen los síntomas que siguieron hasta el
momento de la consulta.
En un cierto momento del relato de la
paciente surge la frase "alguien la ayudo a hacer esto",
lo que permitiría pensar que ya no se trataba de un
suicidio sino de un homicidio o un caso de eutanasia. Al
indagar la respuesta es "probablemente el marido de la
fallecida" que estaba muerto, dicho que haría pensar en
algún cuadro psicótico, delirante y hacer un diagnóstico
diferencial. Pero, preguntando más, la paciente refiere
que para la cultura oriental cuando se trataba de suicidio
alguien ayuda a la persona para que pueda realizar el
acto. Se refería a alguien internalizdo, a alguna figura
importante para la vida de esta persona. Vemos en este
ejemplo como incide tanto el factor cultural como la
explicación que se da al trauma y como esto nos ayuda a
eliminar otros cuadros para realizar el diagnóstico.
Más allá del miedo a algo indefinido y
malo (alma en pena o fantasma), surge con el tiempo un
elemento importante sobre las implicancias de lo sucedido
en la vida de la paciente, la vergüenza y lo que ella
"veía" como condena social por parte de los vecinos, sin
algún elemento que lo comprobara, cosa que la angustiaba
mucho. Esto último había repercutido de manera negativa en
su conducta y en el sistema de creencias, la gente la
miraba y se sentía perseguida, todos hablaban del tema y
la juzgaban a ella y a su familia. Empezó a sentirse
culpable y a tener conductas evitativas con los vecinos y
clientes.
La calidad de vida social, laboral y
afectiva se ve alterada. También la evaluación de las
implicaciones a futuro tenía un peso importante.
La paciente no podía pasar frente a la
puerta del cuarto de su suegra, tampoco sentarse en su
silla. Quería vender la casa e irse a otro lado, lejos de
los recuerdos o de la "presencia" de la fallecida
(conducta evitativa), no podía dormir bien, tenía
pesadillas, se sobresaltaba y vivía tensionada (hiperactivación).
Si los hijos querían salir, se preocupaba ante la
posibilidad de que les pasase algo y trataba de
mantenerlos en casa a pesar de ser adolescentes (cambio de
creencias, el mundo es peligroso y hostil). Tenía momentos
en que la imagen de "la suegra colgando" aparecía en su
mente y la asustaba (flashback) "como si hubiese
pasado recién" (revivenciar). Se sentía cansada, triste,
aturdida, sin ganas de hacer las cosas habituales y con la
sensación de que esto iba a ser así para siempre.
El antes y el después del trauma se ve
muy nítidamente. Una de las características del TEPT es
que los pacientes pueden identificar con claridad el
inicio de los síntomas, el momento exacto y el hecho que
produjo esta ruptura en la coherencia de sus vidas.
En los Trastornos por Estrés, como en
los demás Trastornos de Ansiedad, la calidad de vida
psíquica, afectiva, social y laboral se ve alterada.
En 1980 el DSM III reconocía dos
subtipos de TEPT: agudo y crónico o de inicio demorado.
En el 2001, el DSM IV y el DSM IV -TR
reconocen tres tipos de TEPT:
- agudo, con duración de los síntomas
menos a tres meses
- crónico, con duración de los síntomas
de tres meses o más
- de inicio demorado, con inicio de los
síntomas seis meses posteriores ocurrido el trauma.
El Trastorno por Estrés Agudo, TEA
incluye la mayoría de los síntomas del TEPT y a otros
relacionados con la disociación. Es de utilidad
para diagnosticar síntomas dentro de las primeras 4
semanas.
En el DSM IV el TEA es descripto como
producto de un acontecimiento traumático con las
siguientes características:
La persona a experimentado, presenciado
o le han explicado uno (o más) acontecimientos
caracterizados por muerte o amenazas para su integridad
física o la de los demás.
La persona a respondido con temor,
desesperanza u horror intenso.
Lo que no esta contemplado en este
manual es la amenaza para la integridad moral o anímica,
factor muy importante en la vida de muchos individuos.
Este concepto refiere a un estado
psicológico anormal en donde la percepción de uno mismo y
del mundo circundante se altera de forma significativa.
Estos estados están presentes en el TEA
pero con más frecuencia aparecen en el TEPT, aun cuando no
son lo más característico, y pueden durar de pocos
segundos a varias horas o incluso días durante los cuales
se reviven aspectos del suceso y el individuo se comporta
como si el hecho traumático se desarrollara en el aquí y
ahora.
El Trastorno por Estrés Agudo, TEA,
debe presentar por lo menos tres de los siguientes
síntomas:
Numbing o anestesia emocional:
embotamiento, despego o ausencia de respuestas. Se conoce
también como anestesia afectiva.
Amnesia disociativa: inhabilidad para
recordar una parte importante del trauma Desrealización:
sensación de estar desconectado del mundo y sensación de
que el entorno es irreal.
Despersonalización: percepción
distorsionada del propio cuerpo y de la propia identidad
como unidad coherente. Sensación de estar fuera de si
mismo.
Reducción de la atención: pérdida o
disminución de la capacidad atencional y aturdimiento.
Los síntomas disociativos son los
indicadores más importantes y más frecuentes en el
Trastorno por Estrés. En realidad aparecen como defensivos
respeto del hecho traumático pero no son funcionales, todo
lo contrario, se vuelven contraproducentes.
Numbing o anestesia emocional: la
persona es incapaz de alegrarse por eventos positivos o
entristecerse por los penosos. Le da lo mismo, es apático,
no se puede conectar con sus emociones. Hay un
retraimiento emocional (no al estilo esquizofrénico) y la
persona dice "no sentir nada". Las personas, objetos o
actividades importantes afectivamente no convocan más.
Podríamos hablar de un aplanamiento emocional.
Embotamiento.
Amnesia disociativa: a la paciente
"le faltan" pedazos del evento. Desde ya no se trata de
una ausencia epiléptica sino de una intensidad demasiado
alta y penosa que el sujeto, no pudiendo soportar "borra":
"esto a mí no me pasó, esto no existió". Fallidamente el
sujeto trata de protegerse de los recuerdos anulándolos.
En el caso de tratarse de una cuestión judicial, tiene
muchas implicancias y, el profesional tratante, debe poner
en conocimiento de los jueces esta posibilidad. Con
terapia de exposición (TCC o EMDR) los fragmentos
olvidados pueden aparecer y cambiar los datos y el sentido
del trauma.
Desrealización: la persona no vive
en tiempo presente sino en el aquí y ahora del trauma; se
"desprende" temporal y espacialmente de la realidad y pasa
a revivir la escena traumática. Se escatima el entorno.
Hay que hacer el diagnóstico diferencial con los cuadros
epilépticos, psicóticos, demenciales y de TOC.
Despersonalización: un componente
importante implicado en los traumas, a parte de la
afectividad, es el cuerpo. Muchas personas víctimas de
abusos, violaciones, accidentes, etcétera, refieren la
sensación de "salirse" de su cuerpo, mirar de lejos la
escena etcétera. También hay que hacer el diagnostico
diferencial con cuadros psicóticos o demenciales.
Reducción de la atención: la
persona esta invadida por sensaciones corporales,
fisiológicas, por flashbacks, por pensamientos
negativos ( no como en un TOC en donde el sujeto no es
invadido por fragmentos de un hecho real, que fue
experimentado sino por imágenes o pensamientos sin
fundamento concreto), siempre alerta y sobresaltada. Con
todo esto no puede concentrarse en un objetivo a seguir.
También puede tener atención selectiva, focalizada en todo
lo que, aun remotamente, pueda asociarse al trauma vivido,
ya para evitarlo, ya para exponerse en un intento fallido
de reparación.
Es muy importante preguntar en
profundidad sobre cada uno de estos ítems con el fin de
hacer un diagnostico diferencial, descartando cuadros
psicóticos, consumo de drogas o sustancias tóxicas,
cuadros neurológicos, cansancio excesivo, TOC o Trastornos
de Ansiedad como el Ataque de Pánico, Fobias o TAG.
El TEA y el TEPT son similares en
cuanto a manifestación clínica.
El TEA se diferencia del TEPT porque el
cuadro sintomático del primero debe aparecer y resolverse
dentro de las primeras cuatro semanas posteriores al
acontecimiento traumático. Si los síntomas persisten más
de un mes y reúnen los criterios para un TEPT, debe
cambiarse el diagnostico de TEA por el de TEPT.
El eje central del TEPT es la
incapacidad de integrar la realidad con el trauma,
conjuntamente con la reaparición fragmentaria del evento
traumático, a través de imágenes, comportamientos,
sentimientos, estados psicológicos, y alteraciones en el
desenvolvimiento de las relaciones interpersonales.
El hecho traumático fue vivido con tal
intensidad que quedó fuera de las posibilidades del
individuo integrarlo de manera coherente a su vida,
explicarlo, asimilarlo, elaborarlo. Hay un antes y un
después del trauma, una línea divisora. El sujeto ya no es
el mismo, su vida se ve afectada de manera significativa,
su historicidad se ve quebrantada (ruptura en la
historicidad del sujeto). Fragmentos descolocados quedaron
fuera del curso lógico. La distinción entre recuerdo y
flashbacks reside justamente en esta diferencia. El
sujeto puede integrar el recuerdo a su vida, lo puede
significar y colocar en algún lugar de su "mente", el
recuerdo puede ser evocado, recuperado de manera
conciente. Los flashbacks invaden de manera
intrusiva el pensamiento, sin intencionalidad conciente,
en cualquier momento, vigilia o sueño (en forma de
pesadillas por ejemplo). El primero es recuperación,
evocación y es voluntario. El segundo es intrusivo,
persistente e involuntario. Justamente el sujeto trata de
escaparse de los flashbacks, de evitarlos. En este
caso hay que hacer un diagnostico diferencial entre TOC,
psicosis, cuadros de intoxicación, depresión psicótica,
algún trastorno neurológico etcétera La persona se ve
invadida de imágenes, sensaciones, ideas intrusivas
conocidas que la mantienen en estado de hiperalerta (hiperactivación
o arousal). La reaparición de estos fragmentos es un
intento fallido integrar la experiencia a la realidad. Hay
autores que sostienen que estas re experimentaciones
cronifican el TEPT, como una re-traumatización o una
victimización perpetua.
Un paciente adolescente acude a la
consulta derivado por el gabinete psicopedagógico del
colegio. Tenía problemas de atención, concentración,
conducta violenta. Se quejaba de "ruidos en la cabeza,
como interferencias de radio" que aparecían repentinamente
o cuando estaba bajo estrés. El examen neurológico no
había aportado nada que explicara el fenómeno. En una
sesión aparece muy sucintamente que en los primeros años
de la infancia había sido abusado por el padre. El padre,
actualmente condenado por otros cargos, abusaba de él y
sus hermanitos. La madre los abandona y la justicia los
deja en el cuidado de unos tíos. Nunca se habló del
pasado. El chico nunca se acordó de estas escenas que
pujaban por salir, se había disociado y había borrado esa
parte dolorosa y humillante de su vida ("esto a mi nunca
me pasó") hasta el momento de la consulta. Después de
algunas sesiones de exposición pudo significar los ruidos:
eran sus gritos y los de sus hermanitos en el momento de
los abusos.
Para el diagnóstico de TEA se requiere
uno solo de los síntomas siguientes:
B) Re experimentación,
C) Evitación,
D) Hiperactivación.
Para el diagnóstico deTEPT se requiere,
como mínimo, la presencia simultanea de tres
de los síntomas de
C) Evitación
y dos o más de
D) Hiperactivación
B) Reexperimentación: son
imágenes, pensamientos, sueños, ilusiones, flashbacks,
o sensación de revivir la experiencia traumática, a parte
de la sensación de malestar que todo esto provoca. Todos
estos o algunos de ellos deben ser vividos de manera
intrusiva y persistente.
C) Evitación: el sujeto
trata de evitar, tal como en los otros trastornos de
ansiedad, cualquier lugar, pensamiento, palabra, persona o
situación que le haga recordar el hecho traumático. Es por
esto que la persona ya no es la misma, se retrae,
restringe su actividad, su modo de hablar, de interpretar
etcétera. Incluso "borra" fragmentos del acontecimiento
traumático
D) Hiperactivación o arousal:
el sujeto vive en un permanente y acusado estado de
ansiedad, o aumento de la activación, es hipersensible y
el estado de alerta es permanente. El cuerpo no puede
volver al estado basal, lograr la homeostásis. Tiene
dificultad para dormir, concentrarse, es hipervigilante,
tiene inquietud motora y presenta respuesta exagerada de
sobresalto (como si estaría amenazado de modo permanente).
Estas alteraciones (síntomas de los
criterios B), C) y D) se prolongan más de un mes.
Estas alteraciones provocan malestar
clínico significativo o deterioro social, laboral o de
otras áreas importantes en la actividad del individuo.
El TEA puede ser un predictor para
desarrollar un TEPT pero no siempre después de un cuadro
de estrés agudo aparece el TEPT y aunque no se de el
primero sí puede aparecer el TEPT.
El TEPT no se genera sin un
acontecimiento traumático, pero un estresor por si solo no
garantiza la aparición del cuadro.
Entre el DSM -IV (1994) y el DSM IV -TR
(2001) no se introdujeron modificaciones con respecto a
este trastorno.
Otros síntomas:
Actos autodestructivos: aparecen con
frecuencia cuando el individuo a sido sometida a abusos
físicos y/o sexuales. Mantienen un estado de ansiedad
elevada y por consiguiente anestesia emocional.
Dañar a otras personas: actos de tipo
criminal; también frecuentes en personas víctimas de abuso
y/o maltrato físico y/o sexual. Implicarían un intento de
hacer activo lo vivido pasivamente.
Exposición compulsiva o al trauma o
elementos que guarden algún parecido con el hecho o
exposición a factores que puedan provocar algún daño.
Muchas veces este tipo de exposición aparece bajo la forma
de un intento fallido de reparación o, paradójicamente,
como una conducta de reaseguro, de "control" de la
situación. Otras veces aparece bajo la forma de
autocastigo, y esto con mayor frecuencia si el individuo
ha sentido algún tipo de placer al ser violado o abusado
por ejemplo.
Plantea Cía: "Yehuda (1998) ha
postulado que el trauma o las situaciones traumáticas no
solamente dan como resultado el desarrollo de un TEPT,
sino que también pueden llevar a que se desarrollen otros
trastornos de ansiedad o del humor, u otros tipos de
trastornos psiquiátricos. Es decir que existe un abanico
de secuelas posibles a partir de una exposición
traumática".
Las principales comorbilidades son con:
Trastorno Adaptativo, T.A.: ocupa una
posición intermedia entre el TEA y el TEPT. El DSM IV
define el T.A. como una reacción desadaptativa a factores
estresantes identificables que aparece dentro de los tres
meses del inicio de la acción del agente estresante. Los
síntomas emocionales o de distres no deben persistir más
de 6 meses.
Trastorno por Estrés Agudo.
Distimia y Depresión Mayor.
Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Trastornos Fóbicos.
Trastornos de Pánico
Trastornos del sueño.
Abuso de sustancias
Trastornos mentales orgánicos.
Trastorno Obsesivo Compulsivo
Esquizofrenia u otros cuadros
psicoticos simulación.
El TEPT a nivel mundial afecta al 8% de
la población.
Mas hombres que mujeres son víctimas de
violencia general sin embargo hay mayor porcentaje de TEPT
en mujeres que en hombres.
1. Pretraumáticos:
Edad
Sexo
Educación
Historia de traumas infantiles o
condiciones adversas en la infancia
Historia de traumas previos
Contexto social, cultural, familiar y
cultural adversivos
Trastornos psiquiátricos
Enfermedades
Historia familiar de enfermedades
psiquiátricas.
Mas los factores de riesgo enumerados
al principio del texto.
2. Peritraumáticos.
Intensidad del trauma
Tiempo de exposición o repetición del
hecho traumático
Naturaleza del trauma
Significación del trauma
Participación en el hecho traumático
3. Postraumáticos:
Elementos y dispositivos de contención
pobres
Desarrollo del TEA
Concurrencia de otros hechos
traumáticos posteriores.
Los Trastornos de Ansiedad comprometen
los tres componentes del Sistema Tripartito de Lang:
comportamental, fisiológico y verbal o cognitivo. Son
trastornos crónicos y de curso fluctuante.
El componente de más relevancia se
erige en indicador para el diagnóstico diferencial.
En el Ataque de Pánico, el paciente
teme volver a tener crisis y a estar desamparado en tal
situación. Trata de evitar los lugares en donde se torne
dificultoso o imposible escapar o ser ayudado.
En el Trastorno de Ansiedad Social o
Fobia Social el paciente teme exponerse y ser criticado en
su desempeño laboral, social, etcétera. Trata de evitar
toda situación que implique la interacción o compromiso
social.
En el trastorno de Ansiedad
Generalizada la preocupación o expectación aprensiva es
generalizada, abarcando todo el espectro de situaciones
reales o posibles, presentes y futuras. Acompaña estas
preocupaciones la necesidad de encontrar soluciones. El
paciente conjetura constantemente.
En el Trastorno por Estrés
Postraumático el paciente teme la aparición de los
síntomas intrusivos que le tornan presente la situación
traumática. La evitación de los mismos es muchas veces
imposible.
El sesgo por excelencia en los
Trastornos de Ansiedad es el pensamiento negativo
anticipatorio.
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