Opinión

Donde hay niños deambula un pedófilo

Marietan, marzo 2010

Estos psicópatas tienen la necesidad especial de sexualizar con niños, les fascinan y erotizan, aún cuando los rasgos sexuales externos apenas se insinúan. Y ellos están allí, rondando, buscando su víctima infantil. Suelen elegir profesiones que los ponga en contacto con chicos. Recientemente leemos la noticia sobre un pedófilo profesor de música y otro pediatra. Gente que goza de la máxima confianza de los padres que les dejan a su cuidado los hijos. Pero ellos, antes que médicos o profesores, son perversos y utilizan a estas profesiones como disfraz para poder satisfacer sus aberraciones.  El niño se encuentra en la extraña situación de que los padres lo dejan en manos de un adulto que con artimañas de perverso lo seduce y abusa de él. Las defensas de una criatura frente al avance del psicópata son casi nulas y más aún teniendo en cuenta que el acercamiento sexual es paulatino, sin agresiones groseras. El perverso establece un pacto de silencio con su víctima, y cuando las maniobras abusivas se incrementan le hace creer que él también es culpable de lo que está pasando y la vergüenza ahonda el silencio en el chico. ¿Cómo contárselo a sus padres? No puede, es demasiado para un niño, es una información difícil de digerir, de encontrarle claridad en su joven cerebro. Y a falta de palabras altera su conducta para dar cuenta de que algo extraño está pasando. Pero estos signos difícilmente puedan ser captados por los padres, sí tal vez  por una maestra muy atenta y que tenga en cuenta la posibilidad de la existencia del abuso infantil. De lo contrario pasa desapercibido por años y se convierte en un secreto oscuro en la mente de un adulto, en casi un olvido. El pedófilo seguirá abusando de otros niños, no puede evitarlo y elije no evitarlo, y seguirá con sus clases, siendo amable con sus alumnos, y especialmente amable con algunos de ellos, y saludará con simpatía a los padres que les dejan por unas horas a sus hijos.